CAPÍTULO 26: MAKE A DECISION

—— MAKE A DECISION ——

—Una noche movidita, ¿no crees?— Comentó Klaus mientras se apoyaba en un árbol.

—Callate, ni que tu no las hubieras hecho.— Le pidió Astrid mientras le miraba con una expresión de pocos amigos.

—Sí, pero puedo decidir si las hago o no, y cuando. Cosa que a ti no te pasa.— Comentó el híbrido, haciendo que la rubia supiera por donde estaba llevando aquella conversación.

—Para.— Le interrumpió. —Se por donde va a ir a esta conversación, y antes de que lo digas, la respuesta es no.— Añadió recordando las tantas otras que ambos tuvieron.

—Si lo aceptaras todo sería más fácil.— Afirmó Klaus con seguridad de que aquello la ayudaría.

—¿Fácil en que sentido? ¿Para ayudarte a crear híbridos?— Preguntó la híbrida mientras se cruzaba de brazos y le miraba con una expresión de pocos amigos.

—Para evitar que nuestros hermanos sean asesinados.— Le recordó Klaus, sorprendiendo a Astrid con su comentario.

—Ni se te ocurra usar a mis hermanos para convencerme, Klaus.— Le advirtió Astrid. —No voy a romper el hechizo, estoy perfectamente tal y como estoy ahora.— Sentenció con firmeza, aunque si era cierto que la gustaría tener el control, no valía la pena.

—Hasta que accidentalmente muerdas a uno de tus hermanos, evidentemente no morirán pero...— Empezó a decir Klaus haciendo que la expresión de la chica se siguiera endureciendo con cada palabra que decía.

—Que les muerda, siendo sinceros, es lo último en mi lista de preocupaciones. Tenemos un problema más grande y es encontrar el nuevo roble blanco, creo recordar que todavía estamos presos bajo el hechizo de Esther, y no tengo la menor duda de que Finn volverá a hacer de hijo sacrificado.— Le recordó, sabiendo que debían de descubrir la ubicación del árbol, la de Finn y la de Esther para impedir una inminente muerte colectiva.

—De eso no te preocupes, tengo todo controlado.— La tranquilizó Klaus.

—¿Enserio? ¿Sabes acaso dónde están escondidos?— Preguntó Astrid encadenado una ceja.

—Es un detalle que no es relevante ahora, Esther no tiene brujas a las que canalizar, y tardará en dar con alguien que la ayude.— La tranquilizó Klaus sabiendo que las brujas eran expertas en mantenerse escondidas. —Nuestro problema es ese árbol.— Añadió con obviedad.

—Lo se, y voy a encargarme de ello ahora mismo.— Respondió la Original para a continuación marcharse a velocidad vampirica.

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—Gracias por venir, alcaldesa.— Sonrió Astrid al ver que la señora Lockwood había decidido reunirse con ella y con Rebekah.

—Como directora de la sociedad de conservación, lo sabrá todo sobre los antiguos árboles del pueblo.— Añadió Rebekah mientras mantenía una de sus características y carismáticas sonrisas.

—Las mujeres Lockwood se encargaban del registro, antes de que la mujer empezara a trabajar.— Las explicó mientras sonreía.

—Hemos estado en el archivo de los fundadores, pero no encontramos constancia del árbol que estamos buscando.— Explicó Astrid con tranquilidad, sabiendo que entre ella y Rebekah acabarían dando con lo que buscaban.

—Supongo que lo talarian, se usaron muchos para construir el pueblo en el siglo veinte.— Aclaró sin saber que árbol, en concreto, las dos vampiras buscaban.

—¿Sabe quien tenía serraderos en aquella época?— Preguntó Rebekah sabiendo que quien fuera el encargado de talarlos, sería quien supiera que fue del árbol.

—Por aquel entonces eran propiedad de los Salvatore.— Explicó la alcaldesa, mientras las dos vampiras miraban a los Salvatore, los cuales estaban apoyados en la barra.

—En mil novecientos doce mataron a un Salvatore.— Empezó a decir Damon a Stefan.

—¿Qué Salvatore sería?— Preguntó Astrid poniéndose al lado Damon mientras Rebekah se ponía al lado de Stefan.

—Zachariah Salvatore, nuestro sobrino.— Respondió Damon con tranquilidad 

—¿Zachariah Salvatore era vuestro sobrino?— Preguntó Astrid sorprendida, e incrédula ya que ella desconocía que hubieran tenido más familia.

—Nuestro padre dejó embarazada a una sirvienta en la Guerra Civil y tuvo un hijo, pero todo el mundo nos daba por muertos. Y nuestro apellido no podía morir.— Explicó Stefan con tranquilidad.

—¿Vuestra familia poseía serraderos entonces?— Preguntó Astrid con curiosidad, sabiendo que debían de dar con el árbol.

—Tenéis muchas preguntas.— Puntualizó Damon extrañado.

—Solo investigo la historia del pueblo, y Astrid me está ayudando.— Respondió Rebekah con tranquilidad haciendo sonreír a la híbrida.

—Aquí es donde nos criamos.— Puntualizó Astrid con obviedad.

—No hace falta que te inventes escusas, rubita.— Comentó Damon mirando a Rebekah. —Si quieres más sexo pídemelo.— Añadió.

—Ni borracha como una cuba.— Respondió Rebekah mientras mantenía su sonrisa.

—Por favor, te gusto demasiado como para darme largas.— Afirmó Damon mientras Astrid y Stefan ponían una mueca de aburrimiento.

—Bex, has tenido amantes mucho más guapos y encantadores que Damon, pasa de él.— Le pidió Astrid justamente cuando Stefan se levantaba para coger otra botella de Bourbon.

—Tendréis que perdonar a mi hermanito, tiene mono de cero positivo.— Explicó Damon haciendo que ambas vampiras le mirasen.

—No tengo mono.— Insistió Stefan.

—¿Llegaron a pillar al asesino?— Preguntó Astrid con curiosidad.

—No, se culpó de todo a los vampiros.— Respondió Damon con obviedad.

—Como siempre.— Murmuró Astrid poniendo los ojos en blanco.

—A lo mejor fue un vampiro.— Sugirió Rebekah.

—Sí, a lo mejor fue un vampiro, Damon.— Alegó Stefan dando a entender que la sugerencia de Rebekah no era tan mala.

—No vayas a creer que yo no he sospechado de ti también.— Alegó Damon mirando a su hermano pequeño. —Pero esas muertes no eran de tu estilo, y entonces no había más vampiros por aquí.— Comentó el mayor de los Salvatore.

—Bueno, en realidad sí había otro.— Recordó Stefan. —¿Recuerdas a Sage?— Le preguntó a su hermano.

—Claro, si...— Murmuró Damon. —Hablando de sexo salvaje...— Comentó haciendo que los tres vampiros le mirasen con una expresión de pocos amigos.

—Pareces un adolescente en plena fase hormonal.— Comentó Astrid sorprendida por el comportamiento del vampiro.

—Conocimos a Sage, ¿verdad Astrid?— Alegó Rebekah haciendo que la aludida asintiera. —Una pelandrusca.— Añadió.

—¿Crees que en su día, Sage, mató a todos esos fundadores?— Preguntó Damon sorprendido de que su hermano sospechara de ella.

—Interrogaron a todos los hombres de Mystic Falls, pero no se les ocurrió que pudiera hacerlo una mujer.— Le recordó Stefan con obviedad.

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—Pensaba que Rebekah y tu intentariais sonsacar información a los heroicos Salvatore.— Comentó Leonidas al ver que su hermana ya estaba en casa.

—Me estaban poniendo la cabeza como un bombo.— Respondió la vampira sin alzar la cabeza de su cuaderno de dibujo. —¿Y Eliana?— Preguntó al no verla.

—En un fiesta, como cualquier otra adolescente. Lo bueno es que sabemos que no corremos el riesgo de ser tíos.— Rió haciendo que Astrid negara.

—Vaya, sigues manteniendo tu horrible sentido del humor.— Murmuró sorprendida.

—¿Qué dibujas?— Preguntó Leonidas con curiosidad.

—Aún nada, esperaba tener alguna iluminación divina.— Admitió la vampira mientras jugaba con el lapicero.

—¿La cacería de anoche no fue tan efectiva?— Preguntó su hermano con burla.

—Más el amanecer.— Admitió.

—Siempre has tenido un horrible despertar, siempre estabas a esa hora de muy mal humor.— Recordó su hermano haciendola sonreír.

—¿Qué le voy a hacer? No me gusta que me insistan en romper el hechizo que madre puso, no lo veo tan mal.— Respondió haciendo que él se diera cuenta de que su enfado no venía de la escasa cacería, sino de con quien se había encontrando al despertar.

—Así que has hablado con Klaus.— Asumió mientras sonreía.

—¿Qué estás queriendo decir?— Preguntó Astrid confundida, mientras veía la sonrisa de su hermano, haciendo que viera que él estaba maquinando algo, o ya lo había maquinado. —Leonidas.— Le llamó en señal de advertencia.

—Nada.— Respondió el vampiro sabiendo que su hermana no le creería, siempre se le había dado mal mentirla.

—Tu has hecho algo, ¿el qué?— Insistió sabiendo que ya lo había hecho, era más que evidente.

—Vuelvo a decir que nada, hermana. Pero si te ha sacado el tema ha sido por algo.— Asumió haciendo que su hermana mayor le mirase sorprendida por lo que había dicho.

—Espera, ¿estas de su parte?— Preguntó incrédula.

—Lo siento, hermanita, pero creo que tiene razón. Sería mejor para ti y para todos si tomaras la decisión de romper el hechizo.— Alegó Leonidas sabiendo que el hechizo ayudaría a Astrid, aunque no sabía muy bien en que sentido.

—¿Solo crees eso o hay más?— Preguntó haciendo que él la mirase extrañado por su pregunta. —No soy idiota, hermano, así que habla.— Le ordenó.

—Solo te digo lo que pienso, hermana.— Respondió el vampiro con obviedad. —Las cosas serían mejores para ti si no tuvieras tanto miedo a las consecuencia.— Añadió sabiendo que si Astrid no hacía algunas cosas era por miedo a lo que podría suceder.

—Yo no le tengo miedo a nada.— Sentenció la híbrida con firmeza.

—¿Enserio? ¿Eso crees?— Preguntó Leonidas mientras encarnaba una ceja. —¿Entonces porque no te has ido? ¿Por qué no romper la maldición? ¿Por qué no...?— La preguntó haciendo que Astrid le mirase enfadada.

—¡Basta!— Le interrumpió. —He hecho todo para protegeros, no necesito que actúes así.— Sentenció Astrid ofendida por la actitud de su hermano.

—Nunca te pedimos que nos protegieras, esa promesa te esta destruyendo.— Afirmó el vampiro sin saber la verdad que había detrás de aquella frase.

—¡No puedo!— Negó mientras cerraba el cuaderno.

—¿Por que no?— Preguntó Leonidas confundido al no entender nada.

—Por que madre hizo un hechizo para que jamás la rompiera.— Admitió finalmente sin mirar a su hermano a la cara.

—¿Qué?— Preguntó sorprendido de que su madre hubiera sido capaz de hacer algo así.

—Cuando Klaus os encerró empecé a tener sueños, horribles sueños, y eso que somos vampiros.— Empezó a decir mientras mantenía la mirada en la estantería que había frente a ella. —Con el tiempo empecé a volverme loca, me costaba diferenciar la realidad de lo que no.— Prosiguió recordando todos aquellos años en los que se volvió bastante peligrosa. —Un día una bruja me explicó que todo venía por un hechizo que ella me hizo, para asegurarse de que cumpliría con lo prometido.— Aclaró mientras miraba a su hermano.

—¿Y como no te volviste loca?— Preguntó Leonidas sorprendido de que su madre hiciera algo así, y de que Astrid lo hubiera resistido.

—La bruja me dijo que debía de deshacerme de aquel objeto que estaba hechizado, el que provocaba todo.— Aclaró la vampira dando a entender que se había deshecho de ello, por ello ahora no era una Original loca con una alta probabilidad de hacer matanzas.

—¿Y cuál era el objeto?— Preguntó Leonidas con curiosidad.

—El anillo que Klaus me regaló, madre se lo había dado.— Dijo finalmente. —Se lo di a Lexi, sabiendo que ella le guardaría bien, al ser yo quien se le había dado.— Explicó la Original dando a entender que lo único que hizo fue cederselo a otra persona.

—¿Cómo es posible que tras todo eso quieras protegernos o quieras a madre?— Preguntó su hermano, cada día los actos de su hermana mayor le sorprendían más.

—Sois mis hermanos pequeños, si os pierdo a vosotros no me quedaría nada.— Alegó con obviedad. —Y con respecto a madre..., entendía de alguna forma porque lo hizo. Como todos entendimos porque Esther nos convirtió.— Añadió con tranquilidad, sintiendo que se había quitado un gran peso de encima al decirle aquello a su hermano.

—Ahora comprendo tantas cosas...— Murmuró comprendiendo todo, en especial su comportamiento.

—No la digas nada a Eliana, por favor.— Le pidió sabiendo que la que no necesitaba más problemas era su hermana pequeña.

—No se lo diré, tranquila.— La tranquilizó su hermano. —Pero buscaré una solución a ello.— Sentenció con seguridad.

—Solo hay una forma de solucionarlo, que madre me libere de esa promesa. Y creo que va a ser algo imposible.— Comentó Astrid sabiendo que eso no iba a ser así, sobretodo porque ellos no tenían el poder ni los conocimientos para invocar a una bruja.

—¿Qué es eso que sobresale?— Preguntó Leonidas mientras señalaba una hoja del cuaderno de su hermana.

—No...— Empezó a decir, pero ya era demasiado tarde, Leonidas había sacado el dibujo que Klaus, la noche del baile, la había dejado en su habitación, el cual estaba constituido por un retrato de ella y un caballo, y al pie de él una frase en la que agradecía su sinceridad.

—Vaya, Klaus sigue haciéndote dibujos.,— Comentó sorprendido. —¿Por qué le has guardado? Pensaba que no querías nada de él.— Preguntó mientras miraba a su hermana con curiosidad.

—Cierra la boca y deja de sonreír.— Sentenció la vampira mientras le quitaba el dibujo y volvía a guardarlo.

—Eso es imposible, mi querida hermana.— Garantizó Leonidas, sabiendo que el plan que Eliana y él habían confabulado parecía que estaba marchando tal y como habían planeado.

★★★

Lo se, lo se, pasan muchísimas cosas.

Primero, la escena del principio, confirmó el hecho de que Klaus jamás obligó a Astrid a romper la maldición, aceptaba su decisión aunque evidentemente no le gustaba.

Segundo, la conversación con Leonidas, finalmente se ha rebelado ese gran secreto que Astrid ha ocultado, traerá consecuencias y creerme que están más cerca de lo que podéis creer.

Tercero, evidentemente Leo y Eliana no le han dicho a Klaus que pretenden ayudarle, muy en el fondo le siguen odiando pero aún así ellos no están haciendo del todo mucho, lo están haciendo entre los dos, ellos sólitos.

Con respecto la escena del episodio..., bueno sinceramente no me parece muy importante para mi propia trama, aún así habrá interacción entre Sage y Astrid y creerme que os va a encantar.

¿Qué os ha parecido el capítulo?

Os leo ❤️

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