CAPÍTULO 23: SOMETIMES WE HAVE TO LISTEN TO OUR HEART

—— SOMETIMES WE HAVE TO LISTEN TO OUR HEART ——

—Siempre te gustaron los caballos.— Comentó Klaus al ver como Astrid acariciaba uno, pero aquella pasión por ellos se remontaba a cuando era humana, a cuando era una niña sin ninguna obligación, sin ningún deber más allá del de crecer.

—¿Qué es lo que quieres?— Preguntó la vampira mientras le miraba con una expresión de pocos amigos, tras lo que Elijah la había dicho, algo la decía de que no debían de estar allí, que aquello era mucho más que un baile que Esther había organizado en celebración de que la familia estaba reunida.

—Hacer las paces.— Admitió Klaus con sinceridad, ya que si Esther le había perdonado suponía que Astrid también llegaría a hacerlo.

—Eso cuesta creerlo.— Admitió la híbrida mientras ponía los ojos en blanco.

—Los caballos son opuestos a las personas, son leales.— Comentó Klaus mientras se acercaba a ella. —¿Recuerdas la vez en la que Mikael casi da con nosotros?— La preguntó.

—Mató a tu caballo favorito, le cortó la cabeza con su espada, como advertencia.— Recordó Astrid justamente cuando Eliana aparecía.

—Klaus.— La menor de los hermanos le saludo, pero sin ninguna pizca de cortesía, muy en el fondo seguía habiendo resentimiento.

—Eliana, te ves hermosa.— Comentó el híbrido al ver el vestido azul que llevaba, vestido que podía verse que Astrid había elegido, el color azul siempre había sido uno de sus preferidos.

—Ya, como si me importará tu opinión.— Respondió la vampira, para después mirar a su hermana. —¿Vienes adentro?— Preguntó mirándola.

—Claro.— Respondió Astrid de que su hermana hubiera ido a rescatarla de aquella conversación que Klaus estaba tan empeñado en tener. —¿Qué tal te lo estás pasando?— La preguntó mientras ambas caminaban de regreso a la mansión.

—Echaba de menos socializar, estar con gente, con vosotros. Echaba de menos fingir ser humana.— Admitió Eliana mientras entrelazada su brazo con el de su hermana a la par que dejaba ver una sonrisa.

—Buenas noches, damas y caballeros. Van a empezar a servir el champán, os invito a acompañarme en este brindis.— Empezó a decir Esther mientras los camareros empezaban a dar copas a todos los invitados. —Nada me produce una mayor alegría que ver que mi familia se ha vuelto a reunir.— Prosiguió con su discurso mientras desde su posición veía a todos los miembros de su familia. —Gracias a todos por hacer posible esta espectacular velada.— Añadió mientras mantenía una sonrisa. —Salud.— Terminó de decir mientras alzaba la copa y bebía de ella.

—Salud.— Dijeron todos para después imitar su gesto y beber.

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—No sabía que hubieras seguido pintando.— Comentó Astrid mientras miraba uno de los cuadros de Klaus, aunque no la gustará admitirlo, ambos siempre habían compartido demasiadas cosas en común.

—Nunca deje de hacerlo, como tú de dibujar, ¿o me equivoco?— Comentó el híbrido sabiendo que a Astrid lo que más la gustaba era dibujar, no pintar como tal, pocas veces lo había llegado a hacer.

—Ya no lo hago como antes.— Admitió mientras miraba alguno de los dibujos que el híbrido tenía sobre la mesa.

—No fue lo que vi en verano.— Puntualizó al recordar que la mayoría de la veces, Astrid estaba dibujando, sobretodo en los largos periodos que pasaron conduciendo.

—Era mejor que estar aguantando a ambos.— Puntualizó la chica sabiendo que aquellos cuatro meses se la habían hecho eternos y eso que era un vampiro.

—Tal vez, pero creo recordar que vi tu firma en uno de los museos que tiene uno de mis paisajes.— Comentó Klaus dando a entender que Astrid sí había seguido pintando, por mucho que en aquellos momentos lo estuviera negando.

—Lexi me ayudaba a inspirarme, pintar nunca fue algo que me gustará.— Le recordó la vampira sabiendo que en los únicos momentos en los que pintó fue cuando ayudaban a Stefan.

—Por eso te llevabas tan bien con Miguel Ángel.— Recordó Klaus haciendo que la híbrida sonriera de lado, al recordar aquellos tiempos. Pero también los motivos por los que la época renacentista siempre había sido su preferida.

—Tenia una perspectiva distinta, como Leonardo.— Puntualizó Astrid sabiendo que aquel tiempo en Italia, para ella, fue increíble.

—Nunca respondiste a la pregunta que te hice en el coche. ¿Por qué estuviste a mi lado durante quinientos años?— Dijo finalmente el híbrido haciendo que Astrid agachara la cabeza sin saber que responderle, si decirle la verdad o si debía de mentirle.

—Por que te quería.— Admitió sabiendo que aquello no era del todo cierto, ya que le seguía queriendo, pero tras todo lo que habia pasado..., prefería dejar sus sentimientos a un lado, a fin de cuentas estos la habían traicionado demasiadas veces. —Un error común entre vampiros.— Añadió para después mirarle, observando la expresión de sorpresa por su parte.

—Lo escuchaste.— Comentó al recordar aquella conversación que tuvo con Elijah.

—No tienes que darme explicaciones, tengo lo que siempre he querido. Así que ya no me importa lo que puedas hacer, cuando mis hermanos estén listos nos iremos.— Sentenció Astrid manteniendo su postura, ya que lo único que la importaba era salir de aquel condenado pueblo y de los problemas que en él siempre había.

—Y no hay opción de que corrija mi error, ¿no?— Inquirió Klaus mirándola con seriedad, esperando que existiera la remota posibilidad de que ella le pudiera dar una segunda oportunidad.

—Espere a qué lo hicieras, ahora se que nunca lo haras. Siempre te ha importado lo mismo, asi que ¿que importa? Llegas un par de siglos tarde, Klaus.— Respondió la chica justamente antes de girarse y marcharse, tanto de aquel salón como de la fiesta, el tiempo de fingir una sonrisa había llegado a su fin.

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—Te fuiste pronto.— Comentó Leonidas al entrar en el apartamento de su hermana

—Estaba cansada.— Respondió Astrid mientras se encerraba en su habitación.

—¿Qué ha pasado?— Preguntó Eliana confundida por la extraña actitud de su hermana.

—No lo se, pero el responsable ha tenido que ser Klaus.— Garantizó el moreno mentiras se acercaba a la cocina en busca se una botella de bourbon.

—Como siempre.— Alegó Eliana justamente cuando Astrid salía de su habitación.

—Oye, As.— Leonidas la llamó, haciendo que esta le mirase. —¿Qué vamos a hacer?— Preguntó mirándola.

—¿Qué queréis hacer vosotros?— Preguntó Astrid sabiendo que aquella decisión la tenían que tomar sus hermanos.

—Podríamos quedarnos, por lo menos este curso, así Eliana vive la vida de una adolescente normal. Y luego ya irnos a ver mundo.— Sugirió el mayor, esperando que a Astrid la gustará la idea, ya que daba por hecho que a Eliana le iba a gustar.

—¿Tu que opinas, Eli?— Preguntó Astrid mirando a su hermana, ya que la última palabra la tenía ella.

—Me gustaría.— Admitió la chica queriendo vivir una vida normal dentro de un mundo donde no había normalidad.

—Pues no se hable más, nos quedamos.— Sonrió Astrid mientras cogía una bolsa de sangre y regresaba a su habitación.

—Definitivamente la pasa algo.— Afirmó Eliana sabiendo que el comportamiento de la mayor era más raro de lo que normalmente solía ser.

—Hablaré conella.— Dijo el vampiro mientras se quitaba la chaqueta.

—Leo...— Dijo la menor deteniendole. —Creo que necesita espacio.— Admitió mientras en su rostro podía verse la preocupación que tenía por su hermana mayor.

—¿A que te refieres?— Preguntó el vampiro confundido.

—No puedo creérme que seas tan estúpido a veces.— Comentó sorprendida. —Le sigue queriendo.— Alegó con obviedad.

—¿Y qué?— Preguntó Leonidas entre una mezcla de asombro y confusión.

—Quinientos años no me han dado paciencia, hermano.— Le advirtió. —Lo que pasa es que no va a ceder.— Añadió esperando que él comprendiera lo que sucedía.

—Por nosotros.— Asumió el vampiro sabiendo que en muchos sentidos ellos habían sido el impedimento que Astrid usaba para no hacer algunas cosas.

—Por que la castigo usándonos.— Aclaró la menor de los hermanos.

—Una vez más, nosotros ante todo. Inclusive su felicidad.— Suspiró con frustración. —Hablaré con ella.— Sentenció llevándose por parte de su hermana pequeña una expresión de desaprobación. —¿Quien te crees que la convencio de que se casara? Sino fuera por mi no lo hubiera hecho.— La recordó con obviedad. —Y algunas cosas no hubieran ocurrido.— Murmuró mientras se acercaba a la puerta de su hermana y llamaba. —¿Puedo pasar?— Preguntó justamente después de abrir la puerta y ver que Astrid estaba sentada en su cama, dibujando. —Eliana y yo sabemos que estás mal, por suerte nuestra tenemos una hermana muy perspicaz.— Sonrió mientras cerraba la puerta y se sentaba a su lado. —¿Quieres decirme que te pasa?— La pidió esperando que Astrid le dijera que ocurría.

—Nada.— Mintió la chica mientras forzaba una sonrisa.

—No me mientas, As. Se que ha sido por la conversación que has tenido con Klaus, no hay que ser idiota para ver algunas cosas.— Comentó el chico, aunque si no hubiera sido por Eliana él no se habría dado cuenta de quien era el motivo.

—No pasa nada.— Insistió Astrid.

—¿Enserio? ¿Y porque has ido entonces a la fiesta? ¿Porque estás triste, entonces?— Preguntó haciendo que la híbrida se quedará en silencio al no saber qué responder o mejor dicho, que mentiras decir. —Se que le guardas rencor por lo que nos hizo, pero... no puedes vivir eternamente para protegernos, hermana, por muchas promesas que les hicieras a nuestros padres.— Añadió esperando que ella comprendiera que su deber de protegerles había terminado, ya no eran unos niños.

—No sigas por ese camino, Leonidas.— Le advirtió mientras le miraba con seriedad.

—¿O que? Soy el único que es capaz de decirte las cosas y no correr peligro de muerte.— Alegó el vampiro mientras la miraba con seriedad. —Astrid, por una vez se egoísta.— La pidió.

—Una vez te hice caso, y mira a lo que nos ha llevado.— Respondió mostrando que hacerle caso no la había ayudado.

—¿Y tan malo ha sido?— Preguntó Leonudas con obviedad. —Se sincera, Astrid, ¿tan malos han sido estos mil años? ¿Tan malo fue todo el tiempo que estuviste junto a Klaus?— Preguntó de nuevo, haciendo que su hermana se quedara en silencio. —Se egoista, las veces que hagan falta, porque sabes que tengo razón. Por mucho que digas que le odias no lo haces, te duele lo que te ha hecho, pero no le has dejado de querer. Por eso has ido esta noche, por eso sigues aquí.— Afirmó el vampiro, mientras Astrid endureciera su rostro al saber que su hermano tenía razón, y lo que odiaba no era darle la razón, es saber que estaba en lo cierto. —A veces debemos de hacer caso a nuestro corazón.— La aconsejó.

—Esta vez no.— Sentenció con firmeza.

—Muy bien, es tu decisión. Pero piensa en ti, no en mi o en nuestra hermana, has mantenido demasiado tiempo una promesa, Astrid. Y te recuerdo que no solo a nuestros padres les hiciste una.— La recordó haciendo que Astrid agachara la cabeza, al recordar la promesa que ella, Klaus, Rebekah y Elijah habían hecho, los cuatro se mantendrían como uno por y para siempre. —La vida de un vampiro es demasiado larga como para tener odio y rencor, pero lo es más si retienes todo.— Añadió mientras esperaba que ella le hiciera caso.

—Buenas noches, Leo.— Se limitó a decir Astrid, haciendo que este se levantara de la cama y saliera de la habitación.

—¿Qué?— Preguntó Eliana, al ver a su hermano salir de la habitación.

—Igual de terca que lo era madre, son tal para cual.— Sentenció mientras ponía una expresión de desesperación.

—Tal vez..., con el empujón necesario.— Sugirió mientras ambos se acercaban a la terraza, sabiendo que Astrid no iba a usar su oído de vampiro, pero aún así ambos tenían la necesidad de hablar con privacidad.

—¿Qué clase de empujón?— Quiso saber su hermano mientras se apoyaba en el balcón.

—Bueno, hermano, puede que haya estado demasiado tiempo en un ataúd pero tal vez lo que se necesita es que Astrid vuelva a recordar porque se enamoro de Klaus.— Sugirió Eliana haciendo que Leonidas suspirase mientras empezaba a beberse la botella de bourbon.

—Jamás pensé que tendría esta conversación, no tras lo que hizo.— Garantizó el vampiro incrédulo de que ayudaría a la persona que le encerró durante medio milenio solo para castigar a su hermana.

—Lo tenemos que hacer por nuestra hermana, nos toca a nosotros cuidar de ella.— Le recordó Eliana sabiendo que ya no eran unos críos a los que Astrid debía de proteger, ella lo había hecho por demasiado tiempo, por lo tanto debían de cambiar las tornas.

★★★

Os encanta el gif y lo sabéis.

Sin duda este capítulo contiene una de mis escenas favoritas.

Evidentemente, tenía que cambiar las escenas de Klaus, más que nada porque Astrid ta ha visto mundo, y porque el tema primordial ha aparecido. Sin duda todos queríais saber la respuesta a esa pregunta, aunque evidentemente era lógica, o por lo menos para mí.

Al margen de las escenas de Klaus, que por cierto hay una escena de Astrid similar a una de Hope.

Quiero encontrarme en la escena del final, donde sin duda me parece muy importante, sobretodo porque se revela quien convence a Astrid de casarse. Pero os estaréis preguntando porque la tiene que convencer, bien eso está relacionado con la promesa que Astrid le hace a Carina, la cual tiene muchísima importancia y consecuencias, y también explicaciones. Pero debéis de ser un poco pacientes.

Al margen de ese detalle, adorais sin duda de que estos dos hagan de celestinas, y en cierto sentido es uno de los motivos por los que la segunda hija de Klaus y Astrid se llamará como su tía. (Spoiler de regalo)

Ya para terminar, vengo a decir que esta semana he terminado la temporada 4 de The Originals, y si ya con el final (el cual no recordaba que fuera tan triste) he llorado, no quiero imaginar lo que sucederá cuando llegue al final de la temporada 5, porque os aseguro que estoy muriendo de ganas de hacer algunas escenas.

¿Qué os ha parecido el capítulo?

Os leo ❤️

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