❝ 12. ARABIAN NIGHTS ❞

✧  𓈒   ⠀𝆬 ،     𝑥𝑖𝑖.   𝙲𝙷𝙰𝙿𝚃𝙴𝚁    𝄒      ᗁ      !
⠀ 𖦹 𓄹  ִ  ۫    𝗇𝗈𝖼𝗁𝖾𝗌 𝖽𝖾 𝖺𝗋𝖺𝖻𝗂𝖺  ˚   ✦⠀⠀ֹ

El sol se filtraba a través de las cortinas de la habitación, despertándome con su suave luz dorada. Al levantarse, una emoción palpable me llenaba, no eran mariposas, no eran nervios: era felicidad.

Me tomé unos segundos para acostumbrarme a la luz mientras me estiraba. A los minutos Delila entró tarareando una canción de cuna.

—¿Por qué sonríes? — preguntó divertida en cuánto se dio cuenta que me encontraba despierta.

No dije nada, sólo solté una risita y me levanté, tarareando la misma canción que Delila.

—¿Puedes prepararme un baño de rosas y miel?

—Claro sultana ¿Alguna ocasión especial? — Delila, quien parecía divertida con todo el tema de la anterior noche, parecía buscar excusas para hacerme decir lo emocionada que me ponía encontrarme con Ben.

No esperó respuesta y enseguida comenzó a atender mi solicitud.

Me sumergí en la bañera, relajándome lo suficiente para no notar a mi amiga y dama de compañía observándome divertida desde el marco de la puerta.

—¿Y qué piensas hacer? — habló por fin.

—¿De qué hablas? — contesté sin abrir los ojos.

—Estás enamorada del rey ¿Y....?

—Y.... no pienso hacer nada Delila. Me casaré con él durante un año y después de que arregle el tratado, voy a solicitar el divorcio.

—¿QUÉ? — La chica se acercó con velocidad hasta la bañera, arrodillándose a mi lado.

Suspiré y finalmente abrí los ojos; me giré hacía ella, haciendo que el agua sobrepasara los bordes y la salpicara. Ella ni se inmutó, siguió mirándome como si estuviera loca.

—Escucha Delila, que este enamorada no significa que quiero quedarme con él. Amar no es poseer— mordí mi labio, insegura si avanzar con lo que pensaba— Aunque... algo muy dentro de mí quiere creer en la posibilidad de que durante ese año él pueda enamorarse de mí.

Delila chasqueó sus labios y cambió su mirada a una de ternura. Me acarició el cabello y se levantó.

—Entonces debes aferrarte a esa idea. Debes perseguir lo que te haga feliz, aunque te dobles un pie en el camino.

—Delila, no puedo casarme con él esperando a que un día se enamore de mí, eso es ilógico y egoísta.

—No te digo que estés con él con la esperanza de que algún día seas correspondida. Sólo te pido que te des cuenta de que en un año pueden pasar muchas cosas; no mires la idea de que él pueda sentir algo por ti como algo imposible, date cuenta de que cualquier hombre sea un rey o un plebeyo puede enamorarse de ti, por qué tú eres extraordinaria Scarlett. — dejó las toallas de baño a mi lado y se dirigió hacia la puerta. Antes de salir se giró por un momento— Y ¿quién sabe? Tal vez ya esté enamorado de ti.

Salí de la ducha unos minutos más tarde.
Cuando comencé a alistarme para el desayuno, Delila había dado el tema por finalizado y me ayudó a arreglarme con un esmero y elegancia inusual. Eligió una tela exquisita de un brillante morado.

—Todos se encuentran en el comedor, esperan por ti— dijo ella mientras terminaba de acomodar mi cabello.

Ambas bajamos y cuando se anunció nuestra llegada al comedor Ben se puso de pie con galantería.

—Princesa Scarlett, buenos días. Luces absolutamente encantadora.

—Buenos días— dije en general, pero mis ojos estaban fijos en Ben.

Saludé a mis padres con un beso en su mano y a los de Ben con una reverencia.
Enseguida Ben corrió a mi lado para jalar la silla que daba enfrente a su asiento.

El desayuno transcurrió de maravilla, la conversación fluyó entre risas y anécdotas, creando un ambiente de camaradería que aliviaba cualquier tensión inicial. Era increíble pensar que la primera vez que habíamos estado todos los presentes en una misma mesa fue discutiendo sobre un matrimonio arreglado que no era bien recibido por los involucrados.

—Baba ¿Tienes noticias del genio? — pregunté cuando sólo quedaban Bestia y mamá por terminar su desayuno.

—No te preocupes, él estará aquí para cuando la escuela esté lista— respondió con calma mi padre— Deberías preocuparte más por qué el sastre ya se encuentra aquí.

—¿Tan pronto? — asintió— Bueno, entonces nos retiramos.

Me levanté de mi silla y me despedí como de costumbre. Ben se despidió con una reverencia para todos y nos retiramos.

—Esperemos que tu traje esté listo para esta noche. Tal vez no use un Bibbidi Babidi, pero el sastre real hace verdadera magia— dije, mientras lo guiaba por los pasillos del palacio— Aunque debió estar ocupado, las festividades tal vez interrumpieron su trabajo.

—¿Festividades? — cuestionó sin detener el paso.

—Si, la fiesta de las Mil luces se celebra esta noche. Por eso mis padres insistieron tanto en el asunto del viaje, Baba y mamá jamás se lo perderían.

—Entonces, nuestra llegada, su regreso y la celebración ¿Todo fue planeado? — se rio.

—Por supuesto— sonreí.

Abrí la puerta, revelando ante Ben el despacho personal del sastre real en el palacio.

—Sultana Azahara— saludó el hombre, haciendo una reverencia— Alá nos ha bendecido con su regreso y la compañía del rey Benjamín de Auradon.

El costurero, que era un anciano de aspecto sabio, que tenía la barba canosa de un platinado brillante, saludó acompañando con una reverencia y nos invitó a pasar. Vestía una túnica colorida, adornada con detalles bordados que reflejaban habilidad artesanal.

Ese lugar había sido específicamente creado para darle a Farid Al-Hakim el lugar digno que se merecía como sastre real. Las paredes estaban tapizadas con telas de todos los colores y patrones imaginables, creando un mosaico visual que transportaba a los visitantes a un mundo de posibilidades. Estanterías albergaban rollos de seda, satén y terciopelo.
Espejos adornaban las paredes, estratégicamente colocados para reflejar la luz de lámparas colgantes, iluminando el espacio.

En el centro de la habitación, había una mesa de madera antigua que sostenía patrones cuidadosamente elaborados y herramientas de costura finamente pulidas.

—Me disculpo por hacerte está petición con tan poco tiempo de anticipación Farid Al-Hakim— dije, respondiendo a su reverencia.

—Su alteza, no hay por qué disculparse. Agradezco ampliamente la oportunidad de trabajar para la realeza de Auradon. Haré lo que pueda. Dígame ¿Cómo puedo ayudarlos?

—Queremos algo especial, algo que combine la elegancia de Auradon con la tradición de Agrabah— expliqué.

—Pero el azul está prohibido— bromeó Ben, yo reí.

El sastre, con una mezcla de gracia y experiencia, comenzó el proceso de tomar las medidas de Ben. Con una cinta métrica expertamente manejada, tomó cuidadosamente las medidas del rey, asegurándose de capturar cada contorno con precisión. Ben cooperó pacientemente, admirando la habilidad del anciano en cada paso del proceso.

—Si me quedo quieto lo suficiente ¿Me conseguirás delicias turcas? — dijo mirándome a través del espejo cuando Farid lo mantuvo quieto mientras tomaba las medidas de su cuello.

—Tendré que pensarlo— sonreí de vuelta al espejo, justo cuando por fin el hombre guardaba su cinta métrica.

Luego, seguía llevar a cabo una cuidadosa selección de telas. El sastre desplegó una variedad de opciones sobre la mesa, desde sedas suaves hasta tejidos más ricos y ornamentados.

—¿Hay alguna respuesta incorrecta al momento de elegir una tela? — cuestionó Ben explorando las texturas del muestrario.

—Tú usas a la tela, no la tela a ti. Si quieres una respuesta correcta, elige una tela con la que estes seguro que estarás cómodo— respondí sin mirarlo, pasando mi mano por el muestrario.

—No importa lo que use, Scarlett, si voy contigo estaré cómodo con cualquier tela.

Apreté los labios, pensativa y miré hacía todas partes de la habitación, hasta que la respuesta vino a mi mente.

—¿Qué te parece si nos vamos por lo usual y luego le agregamos un toque de Agrabah?

—¿Me dejarás usar azul? Parece que hoy es un día especial— rio.

Opté por proponer la combinación por una seda noble de color azul profundo, que resaltaba la dignidad real de Ben y a su vez ofrecía un lienzo perfecto para los bordados que contarían la historia de Agrabah.

Las decoraciones fueron elegidas con meticulosidad. El costurero presentó un abanico de hilos de oro, cuentas y gemas, cada uno cuidadosamente seleccionado para complementar la paleta del traje.
Juntos, decidimos incorporar elementos inspirados en la cultura de Agrabah, desde patrones florales hasta detalles geométricos que evocaban la arquitectura única de la ciudad.

Al final de la mañana Farid Al-Hakim nos dejó ir con la promesa de tener listo el traje para antes de la celebración.

Caminábamos de regreso al salón principal del palacio, cuando un encargado del harén se acercó a mí, requiriendo mi presencia para tener opinión de cómo proseguir con una parte de la remodelación del harén.

—¿Me disculpas un momento? Volveré enseguida— me excusé con Ben.

—En realidad ¿Crees que pueda acompañarte?

La petición de Ben me había no me había tomado con sorpresa, de hecho, su curiosidad por la construcción era evidente.
Asentí con una sonrisa y cuando Ben me ofreció su brazo, lo tomé con suavidad.

Los cimientos de la antigua estructura en el palacio de Agrabah resonaban con el eco de la historia mientras emprendían su transformación en una escuela.

Las altas columnas de la entrada principal estaban siendo pulidas y esculpidas con detalles tradicionales. A medida que se abrían las pesadas puertas, la mirada de admiración de Ben se maravillada cada vez más.

—La estructura principal del aula teórica está en desnivel, no podemos remodelarlo, debemos derrumbarlo y terminar y comenzar de nuevo— me indicó el arquitecto principal, señalando las partes de la construcción que se encontraban prácticamente en ruinas.

—¿Afectará a las demás áreas que ya se completaron? — cuestioné mirando más de cerca.

—Por fortuna no, pero retrasará la obra sin duda.

—Hagan lo que se deba hacer. Pero la estructura debe ser como lo planeado.

—Por su puesto su alteza— el hombre hizo una reverencia y se acercó a su equipo para comentar la estrategia para demoler y reconstruir.

Ben miró hacía todos lados, examinando a detalle todos las estructuras.
Las aulas se estaban remodelando para convertirlas en espacios flexibles que pudieran albergar tanto clases teóricas como prácticas. Ventanas altas permitían que la luz del sol iluminara las estancias, mientras que inscripciones mágicas decoraban las paredes, recordando a los estudiantes la conexión entre el conocimiento y la magia.

—Si tú quieres, puedo consultar al hada madrina para que la construcción sea más rápida— habló mientras veía como se guardaban las butacas y pizarras en una bodega, listas para cuando todas las aulas estuvieran listas. Negué.

—No es necesario, pero te agradezco.

—De verdad, creo que con su ayuda podrías empezar tu proyecto de inmediato. Además, también podría solicitarle para dar algunas clases para iniciar.

—Ben, sé que sería de gran ayuda, pero no podría pedir al hada madrina que viaje de Agrabah a Auradon para intercalar sus horarios entre ambas escuelas. Además, este proyecto... Tal vez sonará algo absurdo, pero es mi última oportunidad para hacer algo por mi cuenta— miré hacía otro lado, algo avergonzada.

—¿A qué te refieres?

—Cuando nos casemos, nuestros próximos proyectos serán considerados a conjunto, como matrimonio. Cómo los monarcas principales mis obras y los tuyas serán una sola— recogí mi cabello detrás de mis orejas.

—Scarlett...— Ben tomó mi mano y le dio un apretón pequeño—... Yo jamás esperaría que me des crédito por tu trabajo como sultana y te prometo que durante nuestro matrimonio te daré toda la libertad financiera e independencia para que puedas seguir adelante con tus propios proyectos si así lo deseas.

Sonreí. Realmente no sabía por qué había reaccionado de esa manera. Ben sólo estaba ofreciendo su ayuda y si bien quería hacer esto por mi cuenta, aceptar su propuesta no me quitaba méritos y sería una gran aportación para los futuros estudiantes.

—Si el hada madrina accede, podríamos avanzar mucho. Hacemos esto por los niños y sería una gran oportunidad para ellos. —sonreí y respondí a su apretón de manos— Me gustaría enseñarte algo.

Sin soltar la mano de Ben, lo guíe hasta la parte trasera de la escuela, dónde se encontraba un jardín encantado donde las hierbas mágicas y flores hechizadas apenas comenzaban a crecer. Bancos de piedra estaban estratégicamente colocados para crear un entorno propicio para la contemplación y el estudio.

Me senté en una banca, indicando a Ben con un gesto de mano para sentarse a mi lado. Hubo un momento de silencio, cómo si alguno quisiera decir algo, pero no sé atreviera. Finalmente, Ben secó el sudor de sus manos en sus rodillas y habló nervioso

—¿Puedo preguntarte algo? — preguntó, mientras optaba una posición más segura. Mi silencio le indicó para seguir— Hace un rato Al-Hakim te llamó por un nombre distinto. Él te llamó Azahara...

Hubo un silencio y una sonrisa se extendió por mi rostro. No me había dado cuenta de que en todo el tiempo que habíamos pasado de regreso a Agrabah, nadie me había llamado Azahara en presencia de Ben.

—Ben, Azahara es mi segundo nombre. Es más tradicional, así que usualmente las personas del servicio o las personas mayores me conocen así. Por supuesto que en un reino tan extranjero y moderno como Auradon, es más fácil llamarme Scarlett.

—¿es muy malo no tener idea de que tenías un segundo nombre? — Él chico miró hacia otro lado, apenado.

—No tan malo cómo que tu segundo nombre sea Florián— el chico sonrió y devolvió la mirada hacía mí— De todas maneras, yo nunca te lo dije ¿Verdad? — sonreí inocentemente.

—Tienes una forma muy peculiar de hacer que los demás se sientan mejor ¿lo sabías? — Desvíe mi mirada, frunciendo los labios fingiendo estar pensativa.

—Creo que alguien ya me lo había dicho alguna vez— Arrugué la nariz y me levanté de golpe— Ahora vamos, te mostraré el resto de la construcción.

Me levanté y le ofrecí mi mano para que se levantara, cuando lo hizo deslice mi mano a su brazo, para caminar lado a lado.

El gran salón, donde una vez se celebraban bailes, estaba siendo convertido en una biblioteca mágica. Estantes de madera oscura se llenaban de tomos antiguos y manuales de hechizos, ofreciendo un tesoro de conocimientos a aquellos que se aventuraran a explorar.

—Probablemente este sería el lugar favorito de mamá— dijo mirando su alrededor, asombrado.

—Aunque no es tan grande como la biblioteca real de Auradon, varios de estos libros fueron muy difíciles de obtener— respondí pasando mi mano por los libros, algunos más viejos que otros.

—Este es un trabajo asombroso Scarlett, te felicito— Ben se plantó frente a mí— ¿O debería llamarte Sultana Azahara? — sonrió y el corazón casi se me sale del pecho

—Creo que seguiré con Scarlett durante un tiempo ¿Qué opina, rey Florián?

—Eso no es justo, tus dos nombres son bellos y el mío es ridículo— frunció el ceño y pensé que aún con esa expresión Ben tenía un rostro angelical— Sultana y reina de Auradon Azahara— dijo en tono soñador— Nada mal ¿verdad? —sonreí— ¿Lo ves? te gusta.

—Me encanta. — añadí con sarcasmo— Vamos, debemos regresar al palacio para almorzar y descansar. Esta noche será larga.

En realidad, no me había dado cuenta de lo tarde que se había hecho y el tiempo se había pasado volando. No me sorprendió que para cuando regresamos, la comida ya estaba servida.

Durante la siguiente hora toda la conversación se centró en la festividad de aquella noche. Sin embargo, en cierto punto Ben sacó a flote la construcción, alagando mi trabajo y, por supuesto, comentándole a Bella sobre la magnífica biblioteca, insinuando sutilmente que muchos de los libros de la biblioteca de Auradon serían muy útiles para este proyecto. Bella de inmediato prometió que mandaría a traer los libros que yo considerara necesarios.

Cuando la comida termino, los adultos se retiraron y como ya era costumbre Ben se quedó conmigo.

—Entonces ¿Iras con tus padres esta noche? — Dijo intentando sonar despreocupado.

—¿De qué hablas?

—Pues... Jamás mencionaste si iríamos exclusivamente los dos, o ambas familias o...

—Déjame ver si entendí— lo interrumpí— ¿Tú no asumiste que iríamos juntos? — Ben miró hacia otro lado y yo reí— Tienes razón, jamás te lo pedí así que... Rey Benjamín ¿Le gustaría ser mi acompañante para la festividad de las mil luces?

Ben devolvió de inmediato su mirada y sonrió. Fue la primera vez que no supe que significaba esa sonrisa y eso me frustró ¿Cómo una sonrisa puede confundirte tanto? Algo en mí quería creer que era una sonrisa de esperanza, pero ¿Esperanza de qué? muy en el fondo quería que fuera una señal, una que me demostrara que él sentía lo mismo por mí ¿Cómo una sonrisa puede hacerte sentir tanto y decirte nada al mismo tiempo?
Ben besó mi mano, un gesto suficiente para que mi piel se erizara. Esperaba que no lo hubiera notado, al parecer así fue por qué de inmediato se levantó de su silla.

—Sería un honor acompañarla, Sultana Azahara— sonreí, parecía que él jamás volvería a llamarme de otra forma. Me levanté de mi silla.

—Entonces debemos tomar descanso, majestad. La festividad será en una horas ¿Hasta entonces? — levanté una ceja y le tendí mi mano.

—Hasta entonces, alteza.

Besó delicadamente mi mano y nos despedimos con una sonrisa antes de regresar a nuestros aposentos para descansar antes de arreglarnos para nuestro compromiso.

El sol se ponía en Agrabah, tiñendo el cielo de tonos dorados y anaranjados mientras la ciudad se preparaba para la Festiviad de las Mil Luces. Los zocos y las calles estaban decorados con lujosas lámparas y velas, creando un ambiente mágico que envolvía a todos en un aura de celebración.

En el palacio real, la realeza se preparaba para asistir a la fiesta.
Ben, vestido con una túnica elegante color crema, con patrones bordados en hilo dorado y debajo, un shalvar a juego con una camisa color azul profundo.
El rey esperaba a Scarlett en el jardín del palacio. Ella apareció deslumbrante, envuelta en sedas y joyas que reflejaban la luz de las lámparas. A sus ojos, la princesa jamás se había visto tan deslumbrante. Deseaba tener esa imagen por siempre en su memoria, incluso si las circunstancias en las que se habían conocido y que los había llevado hasta ese momento no eran las mejores, él pensó que jamás podría haber vivido de verdad sin haberla conocido. De hecho, se preguntaba que había hecho toda su vida sin ella, cómo había podido pasar su existencia desapercibida ¿Cómo pudo haber estado tanto tiempo sin ella?

—Estás deslumbrante Azahara— Fue lo primero que le dijo en cuanto ella llegó a él. Acto seguido besó su mano y le hizo una reverencia que ella le correspondió.

—Y tú estás impecable Ben, el estilo de Agrabah te queda— Dijo ella, un rubor comenzó a extenderse por sus mejillas.

Sus padres llegaron unos momentos más tarde y juntos, se dirigieron a la plaza donde la festividad estaba en pleno apogeo. La música exótica flotaba en el aire, invitando a todos a bailar. Los puestos de comida desprendían aromas tentadores, desde especias hasta dulces tradicionales. Ben y Scarlett se sumergieron en la celebración, probando exquisitos manjares y disfrutando de la compañía del otro. Se mezclaron con la multitud mientras exploraban la diversidad de la festividad, desde las coloridas danzas hasta los fascinantes espectáculos de fuegos artificiales.

Los antiguos monarcas de Auradon y los actuales de Agrabah se quedaron en el camino, disfrutando la compañía del pueblo, probando las comidas y admirando las artesanías callejeras.

Los jóvenes monarcas en cambio llegaron a una plaza iluminada por lámparas suspendidas, donde la música suave invitaba a bailar. A Ben le sudaban las manos, pero se armó de valor y limpiándolas en su propia túnica habló solemnemente.

—¿Me concederías el honor de un baile? — preguntó ofreciendo su mano con un gesto de galantería

Scarlett asintió con una sonrisa encantadora, y así empezaron a bailar al ritmo de la melodía cautivadora. La danza era una mezcla de gracia y encanto, reflejando la conexión que iba más allá de las formalidades reales.

Los vestidos de las mujeres danzaban al compás de la música, creando un torbellino de colores vibrantes. Las lámparas parpadeaban en armonía con la melodía, proyectando destellos de luz sobre los rostros sonrientes de los asistentes.

Scarlett que había comenzado el baile con la cabeza en alto parecía evitar la mirada del rey.

—¿Qué sucede? —le preguntó, buscando su mirada con el rostro.

—Es que esto me parece tan irreal— respondió— Es que, aún no termino de procesar todo. La boda, tú, yo y todo lo demás.

—¿Qué te preocupa, princesa? ¿Crees que no es correcto?

—Aún me parece irreal, que hace unos días éramos desconocidos y ahora...

—Y ahora seremos los reyes de Auradon— completó, por alguna razón Scarlett no creyó que fuese la oración que estaba buscando.

En medio del salón principal del palacio, iluminado por la suave luz de los fuegos artificiales y las fogatas, las vestimentas reales resplandecían, reflejando la majestuosidad del evento. La música comenzaba a sonar más fuerte, una mezcla hipnótica de ritmos de vals y melodías tradicionales turcas, que resonaban en el aire con una armonía exquisita.

—Scarlett, hace unos días éramos extraños y ahora siento como si la mitad de mi vida estuviera incompleta. No me imagino como pude pasar tanto tiempo sin ti— hablaba con sinceridad. El corazón de la princesa dio un vuelco

—Exageras Ben, tu vida hubiera sido más sencilla si este tratado no hubiera existido— ella sonrió, pero las comisuras de sus labios ocultaban tristeza.

El movimiento en la danza cambió, él rey extendió su mano derecha, y la princesa, con gracia, colocó su mano izquierda sobre la suya. Sus palmas se unieron con un gesto de intimidad y respeto, creando un puente invisible entre ellos. Se miraron a los ojos, ambos con un destello inusual.
Con un paso sincronizado, se movieron hacia adelante, sus cuerpos inclinándose ligeramente en direcciones opuestas. No chocaban ni quedaban directamente frente a frente; en lugar de ello, sus movimientos eran un baile delicado de proximidad y distancia. Cuando avanzaban, sus torsos giraban suavemente, de modo que cada vez que sus pies se deslizaban hacia adelante, quedaban hombro con hombro, manteniendo siempre una conexión sin romper la armonía del espacio compartido.

Aprovechando los balanceos constantes en la danza Ben se acercó un poco más a la oreja de la princesa y asegurándose de que lo siguiente que dijera fuera sólo para ellos dos habló en un susurro.

—Mi vida comenzó con ese tratado. Planeaba esperar un poco más, pero creo que es justo para mí decirlo de una vez: Tengo sentimientos por ti, Scarlett.

La princesa tomó aire, la confesión la había tomado por sorpresa ¿Había escuchado bien?

—Rey Ben yo...

—No espero que correspondas a esto que estoy desarrollando por ti, pero te pido que los respetes y no los cuestiones— la interrumpió.

—Por favor, permítemelos cuestionar en única ocasión por qué hace sólo unas semanas Mal era tu verdadero amor y tu futura reina.

—Hace mucho que Mal y yo no nos entendemos del todo. Nos queremos y tenemos un amor profundo el uno por el otro, pero no de manera romántica. Sólo te pido un tiempo para demostrar que mi afecto por ti es sincero, no quiero apresurar las cosas; tenemos toda una vida para estar juntos.

La música los guiaba, marcando el ritmo de sus pasos. Benjamín y Azahara se desplazaban por el salón con una elegancia innata, sus trajes ondeando suavemente con cada movimiento. La danza, una mezcla perfecta de la gracia del vals y la intensidad de los bailes turcos, contaba una historia de equilibrio y colaboración, donde cada giro y cada paso parecían, de una manera metafórica, un reflejo de su próximo reinado compartido.
El público observaba en silencio, hipnotizado por la belleza y la precisión de cada movimiento. La danza continuaba, sus manos aún unidas, sus cuerpos moviéndose en perfecta sincronía, hasta que la última nota de la música se desvaneció en el aire. El rey y sultana se detuvieron, todavía conectados por sus palmas, respirando juntos en una sola sintonía.

El corazón de ella latía con intensidad y soltaba chispas de la felicidad mientras miraba los ojos esmeraldas de Ben. El público aplaudió y miles de chispas de fuegos artificiales brotaron en el cielo. Los futuros reyes no podían despegar sus miradas y sus palmas aún se sostenían en el aire.

A su alrededor, la festividad continuaba en su esplendor. Puestos de joyas brillaban con pedrería exquisita, y los aromas de las especias llenaban el aire. Los artistas callejeros realizaban impresionantes acrobacias y malabares para el deleite de la multitud.

Bajaron sus manos lentamente y en un acto de valentía ella lo tomó de la mano, alejándose de la multitud discretamente. Llegaron a la terraza de un edificio abandonado. Ella tomó su mano faltante y lo miró a los ojos.

—Ben, yo también tengo sentimientos por ti. Al menos es lo que pienso, jamás me he enamorado de alguien para saberlo, pero... Dado tu reciente situación espero que entiendas que no deseo apresurar las cosas y si esto es amor, quiero que tu corazón este completamente sano para mí.

—¿Te preocupa que todavía sienta algo por Mal?

—Me preocupa que todavía no hayas sanado completamente— Azahara le dio un apretón de manos. A pesar de que sus palabras detonaban seriedad su semblante era sereno y hasta sonreía.

—Te prometo que cuando aceptes mi corazón no tendrás duda alguna que sólo es para ti. Yo voy a esperar el tiempo que sea necesario— Besó ambas manos de la princesa— Por ahora, por favor permíteme estar a tu lado. Que me hayas dicho que también tienes sentimientos por mí no hace más que alimentar mis esperanzas.

La noche avanzaba, y más fuegos artificiales estallaron en el cielo, pintando un lienzo de colores vibrantes sobre Agrabah. Ben y Scarlett se acercaron para disfrutar del espectáculo, compartiendo el asombro de las luces que destellaban como estrellas fugaces.

Al final de la velada, regresaron al palacio con el eco de la música y la magia de la festividad aún presente en sus corazones. La conexión entre ellos se había fortalecido, y aunque la festividad de las Mil Luces había llegado a su fin, la chispa de un romance floreciente brillaba en sus miradas.

Esa noche, Agrabah había sido testigo de algo más que una celebración tradicional; había sido testigo del nacimiento de un amor que trascendía fronteras y unía dos mundos en una danza eterna de emociones.

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