❝ 11. SO THIS IS LOVE ❞

✧  𓈒   ⠀𝆬 ،      𝑥𝑖.   𝙲𝙷𝙰𝙿𝚃𝙴𝚁    𝄒      ᗁ      !
⠀ 𖦹 𓄹  ִ  ۫  𝖾𝗇𝗍𝗈𝗇𝖼𝖾𝗌 𝖾𝗌𝗍𝗈 𝖾𝗌 𝖺𝗆𝗈𝗋  ˚   ✦⠀⠀ֹ

Los días siguientes no se supo nada de Mal. Extrañamente no sabía si eso me aliviaba o me consternaba en mayor medida. Aun así, nos dio la tranquilidad que necesitábamos para empacar y planear el viaje a Agrabah.

No había necesidad de que mis padres o yo hiciéramos maletas, de todas maneras regresaríamos eventualmente. Sólo tuvimos que esperar que Bella, Bestia y Ben estuvieran listos.

Los mayores se fueron en una limusina aparte, Delila en otra junto a Rajah II, dejándonos a Ben y a mí solos.

—Entonces ¿Estás emocionada por regresar a casa?

—Mucho, aunque llevo poco lejos para mí ha sido como una eternidad.

—Me imagino que no sales muy seguido ¿verdad? —negué— ¿Qué es lo primero que quieres hacer al llegar?

—No lo sé, pero estoy segura que lo primero que se hará en el palacio es una gran fiesta por nuestro regreso y la visita de la familia real de Auradon.

—Vaya, no sé si traje ropa para la ocasión —bromeó.

—¿Hablas de tu traje azul con dorado o el dorado con azul? —Ben soltó una pequeña risa, acompañando la mía, inclinándonos hacía el otro por inercia.

—De acuerdo, me tienes. Mi guardarropa no es precisamente una gran gama de colores.

—No, no lo es —reí.

No me había dado cuenta de lo mucho que nos habíamos acercado hasta que nos encontramos a seis centímetros de distancia, con sonrisas secuela de las anteriores risas. La limusina pasó un bache, que me inclinó hacia adelante y a Ben hacía atrás. Mi primer instinto fue evitar que nuestros rostros chocasen colocando una mano en su pecho, él recargó un brazo en el asiento para evitar caer hacía atrás. Nuestros rostros aún quedaban a centímetros, de hecho, esta vez se habían acercado más.

—Disculpen, no vi el bache —dijo el conductor sin quitar los ojos del camino.

—No pasa nada —respondió él, aún sin moverse, sin quitar los ojos de los míos. 

Mi cuerpo, que no parecía tener la menor intención de responder a mis deseos por moverme, se vio obligado cuando por fin reuní la suficiente fuerza de voluntad para hacerlo.

—Entonces tendremos que llamar a los mejores sastres de Agrabah para la ocasión —dije, para evitar que se prolongará un silencio— Pero mantendremos el azul alejado de la mesa, por ahora.

—Lo que usted ordene, su majestad.

El resto del camino fue corto y para cuando llegamos, la gente del servicio nos esperaba en dos hileras a cada extremo del salón, dándonos la bienvenida con una reverencia de cabeza.

—Cielo ¿Te parece si le muestras su habitación al rey Ben?

—Claro madre.

—Bella, Bestia, si son tan amables —les indicó padre para seguirle.

—Vamos —me giré hacía Ben.

Me tendió su brazo, el cual tomé comenzando a caminar.

—Tu palacio es precioso —dijo él, admirando la estructura del techo y muros.

—El tuyo lo es también —masajee mi sien.

—¿Te sientes bien? —preguntó, regresando su mirada a mí.

—Si, creo que el viaje me dio un poco de mareo. Más tarde estaré mejor.

—¿Segura? Te ves un poco amarilla —añadió con seriedad.

—¿De verdad? —cubrí mis mejillas con ambas manos. Ben río, era claro que estaba bromeando— No juegues, me asusté —le empuje suavemente, para luego abrir la puerta que estaba a dos pasos de nosotros— Su habitación, majestad.

Hice una falsa reverencia, dejando que entrase primero.

Por supuesto que no eran los mismos aposentos que había habitado la vez que visitó Agrabah en compañía de Mal. Ellos no habían compartido habitación aquella vez por su puesto, pero a mi percepción de todas maneras le habrían venido recuerdos. Ahora que lo había pensado bien, la idea de que la historia de Ben y Mal hubiera dejado una huella incluso en mi palacio me era difícil de procesar.

—Lo mejor de aquí es la vista —llamé su atención abriendo las puertas del balcón— el amanecer parece surreal.

Ben admiró unos segundos ante el paraje que Agrabah le ofrecía, luego se giró hacía mí, solo admirándome. Pretendí no sentir su mirada y seguí mirando al frente.

—Además —me adentré de nuevo sin mirarle— mis aposentos están a sólo un paso de distancia por si necesitas algo.

—Me temo que eso significa que seré una molestia muy seguido, tocando a tu puerta incluso si necesito solo un vaso con agua —Ben se acercó a mí.

—Me gustaría recordarte que tengo un tigre —posicioné mis manos entrelazadas detrás de mi espalda.

—Estoy muy seguro que ahora le agrado más que tú —cruzó los brazos, dando un paso más cerca de mí.

—¿Ah, sí? —reí, él asintió burlonamente.

Las puntas de nuestros pies estaban a milímetros de tocarse, un pequeño movimiento más hacía adelante y podría admirar con cercanía las variaciones de verde que sus brillantes ojos poseían.

Dos golpes a la puerta captaron nuestra atención.

—Majestad, hubo un problema en la remodelación del harén —anunció un hombre de mi gente en servicio.

—Iré de inmediato —me giré de nuevo a Ben— Te recomiendo una ducha antes de cenar.

—Como ordene sultana —tomó mi mano para depositar un beso antes de que tuviese que retirarme.

Después de arreglar el inconveniente que requería de mi presencia, regresé a mis aposentos para darme un baño. Delila me esperaba con la bañera lista.

—¿Dónde está Rajah? —pregunté deshaciendo la trenza que retenía mi cabello.

—Lo mandé duchar.

—Bien, en Auradon no pude preguntar por alguien que accediese a limpiar a un tigre.

—¿Disfrutaste el camino de regreso? —se acercó para cepillarme.

—Es bueno saber que las cosas entre Ben y yo no son incómodas ¿Sabes eso que dices sobre estar enamorada de Ben? Creo que estás equivocada; todos hablan de que cuando estás enamorada sientes mariposas en el estómago y parece el corazón se te va a salir, cuando estoy con Ben no siento nada de eso, siento... no sé cómo explicarlo... paz.

—Eso es mejor ¿No te das cuenta? —la chica negó con la cabeza, emocionada— Las mariposas en el estómago y el corazón acelerado son síntomas mal usados para referirse al amor, son más comunes en el miedo, la ansiedad. Dime ¿es preferible estar con alguien que le haga sentir miedo, que se le revuelve el estómago y que le dará un infarto o con alguien que te haga sentir segura, en calma y en paz?

Me quedé quieta, asimilando la información. Toda la vida nos han enseñado la idea del amor, asumiendo como me sentiría cuando por fin llegara ¿Qué tal si era verdad? Que el amor no debe sentirse como un malestar, debe sentirse como estabilidad. Entonces ¿Dónde está toda esa adrenalina de la que se habla en un primer beso, en una primera mirada? Había pasado la mitad de mis años pensando en cómo debería ser el amor y ahora que lo necesitaba, no tenía idea.

—El agua se enfría, su majestad —canturreó Delila, sacándome de mi ensimismamiento.

—Claro. Por favor, prepárame un té de lavanda para cuando salga.

—Enseguida.

Dentro de la bañera cerré los ojos, intentando no pensar en nada. Aún me dolía un poco la cabeza, pero supuse que con el té se calmaría.
Me demoré más tiempo del necesario en el agua, hasta que recordé mi intención de pasar por Ben para cenar.
Tomé el té mientras me alistaba para salir que logró aliviar mi malestar y ordené que se trajera a Rajah a mi habitación, donde Delila se quedaría para alimentarlo.

—Ya estás lista —declaró la recién nombrada cuando terminó de peinarme.

—¿Delila?

—¿Si?

—¿Qué pasa si me doy cuenta que estoy enamorada de Ben? ¿Cómo me doy cuenta si lo estoy? —mordí el interior de mi mejilla, esperando por la explosiva reacción de la chica. Extrañamente fue todo lo contrario.

—Eso es algo que sólo tú puedes averiguar —me tendió la mano para levantarme, mirándome con ternura— El rey Ben te espera, majestad —me guiñó un ojo.

Delila cerró detrás de mí cuando salí de mis aposentos, dando sólo dos pasos para llegar a la puerta de Ben; di un largo suspiro y me animé a tocar cuatro veces, casi de inmediato el sonriente rostro de Ben se dejó ver.

—Hola... —saludó el rey. Su cabello estaba húmedo y algo despeinado.

—Hola —sonreí— ¿nos vamos?

—Claro.

Pero no nos movimos; en cambio, pasé una mano por su cabellera en un intento de acomodarla hacía atrás. Ben se quedó quieto, mirándome. Detuve mi mano y la retiré de inmediato. No lo había pensado mucho ¿Había traspasado la línea con aquel contacto? Tal vez solo debía esperar a que él lo dijera. No lo hizo.

—¿Recuerdas ese retrato del que me hablaste? —asentí— ¿Puedo verlo? Tengo curiosidad.

—¿Ahora? —Ben alzó los hombros inocentemente— Está en el despacho del sultán. Una mirada rápida y vamos a cenar ¿De acuerdo? —sonrió asintiendo con la cabeza.

Esperaba que me ofreciese su brazo, en cambio, sostuvo su mirada en mi mano, titubeante.

—Vamos, se hace tarde.

En un impulso tomé su mano, comenzando a caminar. No se mostró incómodo, de hecho, había mantenido una sonrisa durante todo el trayecto. Al llegar, lo primero que saltó a la vista fue aquel dichoso retrato.

—Padre decía que lo primero que deseaba ver al entrar aquí era por lo que luchaba por convertir a Agrabah en un mejor lugar: su familia —expliqué.

Ben se quedó en silencio, admirando la pintura. No quise perturbar su paz, así que me quedé en silencio con él.

—Vayamos a cenar —giró su mirada a mí, por un momento podría haber jurado que un destello atravesó sus ojos. Asentí.

En el comedor, los adultos casi habían terminado de comer. La mirada de Bella me hizo darme cuenta que durante todo ese tempo seguía tomada de la mano de Ben; fue la mirada de los demás presentes lo que lo hizo reaccionar a él, pero fui yo la que se separó primero.

—Espero que no hayan quedado atrapados en otra biblioteca— bromeó Bestia.

Ben movió mi silla para que me sentase, él tomó asiento a mi lado.

—Moríamos de hambre y comenzamos a cenar primero, pero nos quedaremos a acompañarlos si lo desean —dijo Bella dejando escapar un bostezo.

—No es necesario madre, fue un largo viaje y deberían ir a descansar —contestó Ben.

—Bueno, si así lo desean, nosotros también les tomamos la palabra —habló esta vez mi padre— Buenas noches —como de costumbre primero se despidió de mí con un beso en la frente.

—Buenas noches padre. —besé su mano y luego le di un beso en la mejilla— Madre —repetí mi acción con ella— Bella, Bestia —despedí con una reverencia.

Los mayores se retiraron al tiempo que nos servían la cena.

—Deberías hacerte un nuevo retrato —dijo cortando su carne.

—Tal vez, cuando encontremos el tiempo suficiente. Mis padres siempre están ocupados en asuntos reales.

—No, decía uno individual, de ti solamente.

—¿Por qué haría eso? —me burlé, Ben alzó los hombros mirando en otra dirección. Casi parecía avergonzado— ¿Tú tienes algún retrato?

—Tengo un vidral, de hecho fue un regalo para... —se detuvo—... para Mal —concluyó en voz baja, casi en un susurro— Lo siento.

—¿Por qué?

—Incluso ahora no puedo evitar nombrarla —negó agachando la cabeza.

—Oye —coloqué una mano en su mentón, alzando su cabeza con suavidad— Nadie te pide que no la nombres, es normal, Mal es y siempre será parte de tu historia, es inevitable —acaricié su mejilla, Ben puso una de sus manos encima.

—Tienes razón, ella es parte de mi historia —sonrió a boca cerrada, con su mano libre tomó mi mano restante.

—Jamás te pediría que encierres tus sentimientos para no hacerme sentir incómoda y jamás quiero que sientas que no puedes hablar libremente conmigo.

—Jamás me sentiría así —besó la mano que no se encontraba en su mejilla— Estos días que he pasado contigo me han hecho sentir en paz, seguro.

Ben y yo nos acercamos lentamente, sin soltar nuestras manos. Me incliné más, recargando mi codo en la mesa para estabilizarme, sin darme cuenta que al hacerlo impactaría con un tenedor que caería al suelo. Impresionados por el ruido que hizo al caer, ambos nos apresuramos a recoger el cubierto; nuestras manos se tocaron nuevamente al tomarlo al mismo tiempo.

—Mañana será un día largo, deberíamos terminar de cenar para ir a dormir pronto —dije recibiendo un nuevo tenedor.

—¿Qué haremos mañana? —preguntó antes de reanudar su comida.

—Bueno, el sastre vendrá a probarte algunos trajes y con suerte los tendrá listos para la noche.

—¿La noche?

—Mis padres han organizado toda una fiesta, casi arruinan la reconstrucción del harén en el proceso.

Ben asintió y se quedó callado un momento, dándonos suficiente tiempo para avanzar un poco de nuestra comida.

—¿Abrirás un harén? —preguntó por fin, con el semblante serio y sin mirarme directamente. Casi me ahogo de la impresión.

—No no —respondí cubriendo mi boca con una servilleta y dándome golpecitos en el pecho para dejar de toser— El harén lleva mucho tiempo desactivado. Mi abuelo dejó de usarlo cuando conoció a mi abuela y jamás se activó de nuevo. Las personas que vivían ahí se marcharon y dejaron de dar mantenimiento lo que deterioró en gran medida su estructura. Mis padres me permitieron la dirección de la reconstrucción para que mi primera acción oficial como sultana sea abrir una escuela.

—¿Una escuela?

—De magia. En los últimos tres años se ha detectado que varios niños han presentado cierto tipo de magia, pero no saben cómo utilizarla y llega a ser peligrosa, por lo tanto los envían a templos dónde se les enseña a encapsularlos, no a utilizarlos.

—¿Y quién les enseñará?

—Esa es mi parte favorita —junté mis manos, emocionada— El padre de Delila ha accedido a hacerlo. El genio por fin ha decidido echar raíces y alejarse un rato de la vida nómada.

Después de hablar un poco de mis planes para la escuela, terminamos nuestra comida y nos dirigimos a nuestras habitaciones.

—Su parada, sultana —dijo Ben deteniéndose frente a mi puerta.

—Nos vemos mañana, rey Ben —me recargue en la puerta, con la mano en la perilla.

—Nos vemos mañana —tomó suavemente mi mano libre y deposité un beso en ella.

No me moví, quería verlo entrar a su habitación, quería aprovechar hasta el último segundo que fuera posible verlo. Él tampoco lo hizo.

—No me iré hasta que entres en la habitación —se cruzó de brazos.

—¿Temes que me pase algo en dos segundos que no alcances a mirarme? —viré la cabeza a un lado, divertida.

Pero no hubo un comentario bromista, ni siquiera una risa. En cambio, Ben tiró mi cuerpo hacía él, en lo que parecía el abrazo más grande del mundo. Cuando por fin pude reaccionar envolviendo mis brazos a su alrededor, hundió su cabeza en mi cuello.

—¿Y esto por qué es? —pregunté acariciando su espalda.

—No lo sé —susurró tan cerca de mi oído que la piel se me erizó.

—Es agradable —cerré los ojos. No estaba segura de que Ben también lo estuviera haciendo, pero sospechaba que así era.

—Lo es.

Nos quedamos así por unos treinta segundos, hasta que las campanadas del gran reloj del palacio nos alertaron de lo tarde que era.

Ben fue el primero que lentamente se separó.

—Buenas noches —le dije, girando la perilla de mis aposentos.

—Buenas noches —repitió, dejando una vez más, el último beso del día en mi mano.

Delila se encontraba cepillando a Rajah cuando entré, cerrando la puerta detrás de mí.

—Estoy enamorada de Ben.


¡Holaaaaa! ¿Cómo están? Espero que muy bien juju.
Bueno, actualizo después de mucho tiempo y les digo que estamos a un capítulo de entrar al segundo acto que se desarrolla en los acontecimientos de la tercera película de descendientes ¿Alguna cosa que quieran ver?

MOMENTO DORA LA EXPLORADORA:
¿Cuál fue su parte favorita?
Nah mentira, pero por favor si comenten mucho, sus comentarios me ayudan a saber que les gustó y me inspiran para seguir escribiendo.

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