❝ 03. BIBIDIBABIDI ❞
╰►BIBIDIBABIDI; TRES
En ese momento el teléfono de Ben comenzó a sonar.
—Disculpen, debo atender— se excusó para luego caminar hasta el otro lado de la habitación.
Acerqué mi oído a la puerta para escuchar un poco de la conversación que aún tenían mis padres con los de Ben.
—Bestia, ella es muy joven aún para reinar Agrabah. Si fuese mi decisión, no la dejaría reinar hasta que Aladdín y yo estuviéramos en nuestros últimos días de vida— escuché a mi madre decir—, pero según la ley no podemos hacer eso.
—¿Entonces Ben sería rey de Auradon y sultán de Agrabah? — Preguntó Bella.
—Su reino necesita una reina y el nuestro un rey capaz.
Me dolía escuchar esas palabras por parte de mi madre, pero aun así deseaba seguir escuchando.
—Como reina de Auradon ella no hará nada si no es necesario— habló de nuevo mi madre.
—¿Aladdín? — Oí decir a Bestia— ¿Qué te parece este asunto?
Me separé de la puerta. Podía soportar las palabras de mi madre, pero si oía a mi padre opinar de la misma forma, definitivamente me derrumbaría.
Me separé de la puerta, intentando contener la frustración que en aquel momento sentía.
—¡Hey! — Escuché a Ben, quién por un momento había olvidado que estaba ahí.
Tal vez no era la mejor en ocultar mis emociones porque en cuanto el chico me miró su sonrisa se fue desvaneciendo poco a poco.
—¿Qué sucede, princesa? — Preguntó sin ánimos de acercarse pues Rajah aún le impedía el paso.
—Nada— respondí intentando sonreír genuinamente.
Ben me miró con el entrecejo fruncido.
—Y bien rey Ben ¿Dónde me quedaré? — Pregunté intentando llevar la conversación en otra dirección.
—En el castillo, claro— sonrió— ¿Quiere que la lleve para que pueda cambiarse?
—¿Cambiarme? — Pregunté confundida.
—¡Claro! Supongo que no piensa pasearse por ahí con esa ropa ¿O sí? — Me quedé callada— ¿Princesa Scarlett, por lo menos trae usted algo más cómodo que ese tipo de vestidos? — Negué con la cabeza, rotundamente avergonzada. Claro que la realeza auradiana no vestiría así.
Apretó los labios, como si estuviera pensando en que hacer a continuación.
—Podríamos ir a comprar algo de ropa— dijo por fin.
—Eso suena cómo una buena idea— sonreí— ¡Oh! Pero...— borré mi sonrisa—... supongo que no permiten tigres.
—No, me imagino que no— rió el muchacho—. Puede dejarlo en la habitación o en el jardín, daré ordenes de que sea alimentado.
—Delila— llamé a mi dama de compañía.
—¿Qué sucede? — Llegó a mí.
—Necesito que lleves a Rajah al jardín del castillo y te quedes para asegurarte de que no sea molestado
—Debo acompañarla en todo momento, por órdenes de sus padres.
—Delila por favor, será un momento de nada— supliqué, pero aún se negó—Bien— bufé aceptando que no podría hacerla cambiar de opinión.
Ben sonrió divertido y nos guío hacía el jardín donde dio orden de que el animal debía de ser alimentado y ser dejado en paz.
Al salir, Delila venía a dos metros detrás de nosotros.
—¿Cómo es Agrabah? — preguntó Ben para iniciar la conversación de camino.
—Es bellísimo. Claro que necesitaría más descripción que esa para saber por dónde va la cosa— bromee logrando una risita por parte del chico.
—Me parece que una descripción más detallada si ayudaría un poco más— bromeó el también.
—Es que Agrabah es simplemente indescriptible y usted necesitaría ir a verlo para emitir su juicio.
—Tal vez visite Agrabah durante mis vacaciones.
—Tal vez yo considere ser su guía.
—Tal vez usted considere ser mi esposa— dijo burlón y ambos reímos.
Ambos seguimos nuestro camino en silencio. Pero no incómodo, sino uno que ambos disfrutábamos ya que una sonrisa se asomaba en nuestros rostros.
—¿Y a dónde vamos? — rompí el silencio.
—A la boutique para damas de Cenicienta.
—¿Bibidibabidi? — me burlé.
—Bibidibabidi— me siguió.
Al llegar nos recibió una joven con falda azul pastel entubada y camisa blanca. Ella nos guío hacía dónde creyó podríamos encontrar "Mi look ideal" ya que el mío era "Un poco exagerado"
Yo me quería morir de la risa, plantarle la cara y decirle "Si, ya sé que tengo encima un vestido de 2 kilos pero lo luzco extremadamente fabuloso"
Llegamos por fin a una habitación con vestidos, faldas y blusas colgados por todos lados.
—Si desea probarse alguna pieza delante de ustedes se encuentra el probador.
Durante nuestra búsqueda Ben sólo se limitaba a mirarnos con una sonrisa divertida al ver cómo nos estresábamos al ver que no nos agradaba nada.
—¿Disfruta la vista, rey Ben? — Llamé su atención sin mirarle, aún con la vista en las prendas— ¿Por qué no viene y nos ayuda? — Me giré hacía él.
—No, gracias. Estoy bien aquí— rió silenciosamente.
—Insisto— enarqué una ceja.
Ben se acercó a nosotras y comenzó a buscar por igual.
—¿Qué tal este? — Habló Ben al otro lado de la habitación.
En sus manos había un conjunto amarillo que a simple vista parecía un vestido, pero realmente estaba dividido en dos piezas.
—Es lindo— dije intentando disimular lo mucho que me había gustado.
Luego de un rato pudimos encontrar muchas prendas para probarme.
La joven me guío hasta el probador, colgó la ropa en el sujetador de ganchos y salió del probador cerrando las cortinas.
Con un poco de dificultad me desprendí de mi vestido y comenzó la diversión.
Mi primera prueba, era un corto vestido de verano azul con lunares blancos. Las cortinas del probador de abrieron solas y entonces recordé.
«—¿Bibidibabidi?
—Bibidibabidi.»
Reí para mis adentros.
—¿Qué opinas Delila? — di una vuelta.
—Opino que Agrabah debería conocer la moda con lunares— reí.
—¿Ella...? ¿Acaba de hablarle informalmente?
Al ver la cara de asombro de Ben decidí explicar rápidamente de que iba el asunto entre Delila y yo.
—¡Oh, claro! Delila y yo somos buenas amigas en realidad, pero creo que no podría ser bien visto que una princesa destinada a ser Sultana entable relación con sus empleados. Por eso en el castillo Delila me habló formalmente, pero ahora que sólo somos nosotros tres y la señorita que salió de aquí hace unos cinco minutos podemos dejar de guardar apariencias... Deberíamos intentarlo nosotros ¿No lo crees, Ben? — Dije animándome a ser la primera en hablarle informalmente.
—Tal vez sea una buena idea Scarlett— me siguió él.
—¿Y bien? — Di una vuelta sobre mi eje— ¿Qué opinas?
—Luces cómo una chica de Auradon.
—Eso es lo que quería escuchar.
Tras varios atuendos probados, por fin llegué al último, que fue el primero que escogió Ben.
Se abrieron las cortinas, y la sonrisa de Delila no podía ser más grande.
—¿Qué opinan? — Di una vuelta.
—¡Luces preciosa! Tan elegante, pero casual ¡Y a la vez sofisticada! — Exclamó Delila.
—Luces cómo mi madre— Ben ahogó una risa, y yo le miré con los ojos entrecerrados.
—Tú debes lucir cómo tú padre todo el tiempo con el traje qué traes ahora mismo— dije burlonamente— y seguramente tienes otros diez parecidos a esos.
—Touché.
Ambos reímos y cuándo Ben se puso serio agregó.
—Es broma, el amarillo encaja contigo.
—Gracias— hice una reverencia a modo de broma.
Cuando llegó la hora de pagar Ben sacó su billetera.
—Es broma, ¿no? — Levanté una ceja.
—¿Qué? — Preguntó notablemente confundido.
—¿Vas a pagar por todo esto?
—Claro que sí ¿Por qué la pregunta?
—Por qué no podría permitir que lo pagarás. Sería una persona maleducada si lo permitiera— saqué mi cartera y antes de que pudiera sacar algo él me la arrebató.
—Sin excusas, yo pago.
—Ben...— reproché.
—Scarlett...— imitó mi tono de voz.
—Déjame pagar por lo menos la mitad.
—Un quinto, tómalo o déjalo.
—¿Un cuarto y cerramos el trato? — sonreí.
—Es un trato.
Pagó la cantidad total con su dinero y cuándo le iba a reprochar sacó tres billetes de mi cartera.
—Ben, por favor... Sabes que eso no es ni un quinto de lo que pagaste.
—Pero es lo que quiero recibir— rodé los ojos y guardé mi cartera— ¿Quieren ir por un helado?
—En realidad...— estaba a punto de poner una excusa para decir que no cuándo Delila me interrumpió.
—¡Si! Claro que queremos.
El teléfono de Ben comenzó a sonar.
—Disculpen— se excusó y caminó un poco lejos.
Cuándo él se encontraba a una distancia en dónde nosotras no podíamos escucharlo y él no podía escucharnos a nosotras comencé a reprender a Delila.
—¿Estás loca? Yo iba a decir que no— fruncí el ceño.
—¿Te vas a perder la oportunidad de conocer a tu futuro marido? — Me miró divertida.
—Eso todavía no sé decide, Delila— respondí seca.
—Vamooooos... Él es un lindo rey bestia, y se ve que le gustas— me empujó con el hombro divertidamente, mientras subía y bajaba sus cejas.
—Por si no lo recuerdas ¡El-tiene-novia! Y seguramente la quiere mucho porqué hace un segundo ella le estaba llamando y el de inmediato contestó.
—¿Cómo sabes que era ella?
—Leí el nombre de contacto "Mal" y un corazón.
—Eso no te dice nada.
—¡Delila, eso me lo dice todo! — Rodé los ojos— Ahora cuándo el regrese vas a ir y le vas a decir que tenemos que tenemos algo que hacer.
—Bien— bufó.
Ben regresó justo cuando terminé de hablar con la chica.
—Me van a tener que disculpar, pero tengo que ir con...— se lo pensó unos segundos— Alguien.
—No hay problema, Ben— dije aliviada.
—¡Genial! Una limosina vendrá por ustedes y las llevará al castillo— asentí— Bien, hasta luego.
—Vaya que eso fue fácil— dijo Delila en cuanto Ben se perdió de vista.
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