SAREA TARGARYEN HABIA SIDO EL ROSAL QUE NACIO SIN ESPINAS NI VENENO, EN MEDIO DE UN NIDO DE SERPIENTES VENENOSAS.

Pero como bien decían por ahí, las serpientes enfadas atacan, eso hace más fácil aplastar sus cabezas, aunque Saera nunca lo entendió. Su madre siempre le había querido dar a entender que el amor es la muerte del deber y se lo demostró al comprometerla con su hermano Aegon ii Targaryen y ella sin quedarle de otra aceptó, pues Saera era la adoración de su madre aunque no sentía el cariño y amor que emanaba de su parte, no a como se sentía con su hermanastra Rhaenyra. Pero Saera jamás se quejó o rechisto.

Simplemente hizo lo que toda su vida su madre había hecho, observó y cayó, hasta que el dragón dentro de ella despertó. Alicent quería lo mejor para su primera hija y. . .¿qué mejor que convertirla en reina consorte? No había plan mejor que ese, aunque ninguna esperaba que una guerra civil entre las familias, desataría todas las desgracias para Saera.

Con el tiempo, Saera demostró tener la misma ambición que su madre por el trono, aunque no para ella misma, si no para su media hermana Rhaenyra, por qué todos en el fondo sabían que ella debía de ser coronada reina. Pero ninguno hizo caso a la voluntad de su padre, dando a entender que Aegon debía ser coronado como rey y Saera su reina.

Saera tenia dos opciones, salir volando en su dragón Balerion a las ciudades libres o más allá del muro o quedarse e intentar salvar a su familia del cruel destino que se avecinaba.

"Más temprano que tarde estaré seis pies bajo tierra, más temprano que tarde te quedarás solo, entonces me pregunto ¿a quien acudiras el día de mañana? Cuando dancen los dragones, amor, estarás por tu cuenta"