𝐟𝐨𝐮𝐫



LOST HISTORY ‧₊
04. ፧ ❝ FAKE LOVE





LONDON, ENGLAND

      CERRÓ SUS OJOS por segunda vez y la imagen de Peter sonriente frente a ella fue más difusa, al tercer parpadeo ya estaba nuevamente en su cuarto alrededor de varios juguetes y libros.

Camino lento hacia su reloj de mesa intentando hacer el menor ruido posible, notando que ya eran poco más de las doce, la misma hora a la que se fue a jugar a Neverland por medio de sus sueños, ya que, para Peter era mucho más fácil que ella llegara por medio de su imaginación, lo cual no era tan difícil. Aunque para ella, Peter seguía recogiéndola y regresándola.

Soltó un suspiro agotada viendo su pijama manchado de tierra y lodo, fue a ponerse un nuevo camisón para luego volver a su calendario tachando un nuevo día a la vez que observaba con emoción el próximo fin de semana, su cumpleaños número once.

Se estiró un poco queriendo irse a lanzar a su cama, sus días duraban más de lo habitual por obvias razones. Aunque después de sus primeras visitas a Nunca Jamás, sus padres parecían algo paranoicos con sus irreales relatos donde por las noches Peter se la llevaba a jugar.

Por razones que desconocía, intentaron sacarle información que realmente no podría explicar, además de advertirle que seguramente el hombre que se la llevaba era malo y que no tenía buenas intenciones con ella, pero Giselle sabía que eran tonterías, pues, aquella tierra mágica era un lugar lleno de diversión sin las desventajas del cuento de Pinocho, donde se convertiría en un burro por no querer estudiar, situación que no era el caso.

Poco después, muchos policías custodiaban su hogar por las noches además de sacar boletines de búsqueda del famoso «Peter Pan», pero cuando estas siguieron escuchando sus fantásticas historias sobre aquella figura sin que hubiera un ser "real" de por medio, dejaron todo en la imaginación de la niña y calmaron a los padres convenciéndolos que no había un peligro real.

Por lo mismo, James Mathew Barrie, un escritor escocés que vivía en su misma calle le pidió a los padres de Giselle hacerle una entrevista, pues, se había quedado sin inspiración para su próximo libro infantil, pero, al escuchar los rumores sobre la fantasiosa niña del otro lado de la acera creyó que podría servirle. Emily estaba encantada con la idea al contrario de Vincent, aunque después de mucha insistencia y que este comprobara que el hombre tenía bastantes hijos adoptivos y era inofensivo, aceptó que su gran tesoro tuviera una pequeña charla con él, bajo su supervisión, claro.

Por lo mismo, Giselle se apresuró a irse a su cama para tener un buen descanso puesto que por la mañana saldría a tomar té con el dramaturgo.

Froto su cuerpo enredándose entre las sábanas sintiendo mucho frió de repente, se acomodo queriendo ver la segunda gran estrella en el cielo por última vez antes de cerrar los ojos, pero, lo que vio fue algo aún más extraño, pues en pleno verano, escarcha comenzó a aparecer mágicamente en su ventana para que después, inexplicablemente iniciara una leve nevada en su cuarto.













Apenas una de las mucamas sirvió el té, James pidió saber todo sobre el famoso Peter Pan y Giselle emocionada por su entusiasmo le contó todo de principio a fin, desde la primera vez que lo vio jugando en los techos de pequeños edificios hasta su última aventura de ayer por la noche con los demás niños perdidos, sin omitir detalle alguno, como el hecho de su molestia con el apodo de «Ardilla», pero igual Peter a escondidas de los demás niños perdidos comenzó a llamarla «Darling» para que no se sintiera mal. Incluso dibujó un pequeño mapa de cómo se imaginaba las locaciones de Nunca Jamás, no era muy buena orientándose así que no tenía la ubicación exacta pero al menos tenía un indicio, el campamento, este plasmó en medio del mapa y los alrededores los iluminó con la tribu de los nativos, la Laguna de sirenas, el reino de las hadas y muy a lo lejos, la isla calavera.

También mencionó vagamente al capitán Hook, un "secuaz" de Peter y el único adulto que se paseaba de vez en cuando en Nunca Jamás, Peter le aseguró que bajo su jurisdicción era inofensivo pero por la descripción que le dio Tinker Bell de él, Giselle no quiso averiguarlo por su propia cuenta.

Ahora mismo jugaban plácidamente pasándose una pelota mientras discutían ciertos detalles de las características de sus amigos, como los disfraces de los otros niños, Giselle le aclaró que vestían con pieles de animales (de ahí sus alias) con un estilo silvestre, pero cuando James comentó la idea de imaginarlos con mamelucos de dichos animales la rubia no paró de reír un buen rato.

No fue hasta que pateo muy fuerte aquel balón rojo que fue en su búsqueda al otro lado de la calle en la casa de enfrente sin notar al niño pelirrojo que salía de esta.

Antes de que Giselle pudiera tomar su pelota, el extraño se le adelanto alzándola mirándola con interés.

Las mejillas de la ojiazul rápidamente se tiñeron de un fuerte color rojizo reconociendo a su vecino Harry. Siempre lo veía jugar con sus amigos y la rechazaba cuando esta se quería unir a ellos, por lo mismo, le desagradaba bastante aquel niño nefasto, pero, ahora estaba diferente, lo último que había escuchado de él era que fue a un campamento de verano a pasar las vacaciones con los scouts, ahora estaba más alto y de cierta forma atractivo para sus apenas doce años.

— Hola, Giselle. — Saludó amable con una sonrisa mientras que la anterior nombrada sintió un revoltijo en su estómago. — ¿Es tuya? — La niña asintió a duras penas — Ten. Me da gusto volver a verte. — La rubia tragó duro recibiendo su balón.

El niño le sonrió por última vez antes de irse y la niña Llewelyn lo vio alejarse boquiabierta. ¿Qué le pasó al molesto y engreído Harry?

Salió de su trance cuando escuchó risas infantiles desde su hogar, recayendo en la presencia de otros dos jóvenes charlando animadamente con el escritor. Curiosa y tímida se acercó hasta quedar frente a ellos.

— Oh, ella es Giselle, la niña de la que les hable. — El mayor la señaló apenas la vio — Giselle, — Está vez se dirigió a ella — ellos son mis hijos, Wendy y Neal, luego conocerás a John y Michael.

La rubia asintió leve estudiando por unos instantes al par de preadolescentes, lucían de unos catorce o quince años, la chica era castaña muy clara, casi rubia, con rizos y una mirada encantadora mientras que el chico Neal tenía el cabello oscuro y rizado.

— Un gusto, Giselle. — La chica con el gran moño azul sobre su cabeza la envolvió en un abrazo tomándola desprevenida.

— Igualmente... — Susurro de vuelta algo avergonzada haciendo que el otro chico sonriera con ternura.

— Los dejó para que se conozcan mejor. — Propuso el mayor — Debo ir a mi estudio, Giselle me dio muy buenas ideas. — Miró agradecido a la anterior nombrada y está sonrió apenada pero igual feliz.

— Cuídate, papá.

— Hasta luego, señor Barrie.

La pequeña rubia miró curiosa al de cabello oscuro por cómo se dirigió a su padre. Y él al ver la duda en su rostro río leve.

— Soy adoptado. — Explicó — Aún no me acostumbro a llamarlo «papá».

La ojiazul asintió extrañada pero no dijo nada más, mientras que Neal agacho la mirada melancólico recordando a su verdadero padre.

— Bueno... — Wendy carraspeó algo incomoda por el torno que tomó el ambiente de repente — Él nos contó que tenías una gran historia por contar ¿De que se trata? — Cambió de tema.

— Oh, el señor James me pidió contarle sobre Nunca Jamás y Peter Pan. — Relató entusiasta, en tanto, el chico de cabello oscuro cambió su expresión al escuchar aquel nombre después de tanto tiempo. — Es mi mejor amigo, junto con los niños perdidos y...

Baelfire dejó de escucharla entrando en un trance lleno de feos recuerdos. Recordaba perfectamente a Peter y el inexplicable odio de su padre hacia él, al principio igual fue un niño ingenuo que cayó en su trampa de juegos y diversión por la eternidad, sino hubiera sido por Rumple que lo rescato de sus garras a tiempo estaría atrapado en Neverland por siempre. Nunca logró ver de que era capaz, pero por el miedo y vulnerabilidad que mostraba su papá al tenerlo en frente supo que era alguien con quien debería ir con cuidado.

Soltó un suspiro tembloroso sintiendo escalofríos y sin pensarlo mucho tomó de los hombros a Giselle con terror.

— Escucha, niña. Aléjate de Pan, él no es bueno, aléjate de él y su magia.

— ¿Qué ocurre contigo, Bae? — Wendy intentó alejarlo de una Giselle asustada llamándolo por su nombre real y no por el que inventaron para que pudiera pasar desapercibido.

Segundos después, Giselle logró empujarlo un poco zafándose de su agarre mirándolo molesta.

— Peter no es malo, él es mi amigo.















STORYBROOKE



FLASHBACK



Miraba la nada hasta que un golpe brusco en su hombro la hizo regresar a la realidad.

— ¿Por que tan aburrida, princesa? — Alice se dejó caer a su lado intentando que el líquido de su vaso rojo no se derramara en el sofá — ¡Es una fiesta! No seas aburrida.

Grace agachó la cabeza soltando una leve risa avergonzada llevando un mechón de su cabello detrás de su oreja a la vez que observaba con incomodidad a su alrededor.

No estaba para nada cómoda. Tenía tanto miedo, se había escapado de su casa a duras penas con la ayuda de Alice, puesto que esta se encargó de distraer a sus padres en la entrada principal con un largo discurso sobre apoyo a la comunidad como su proyecto de servicio social, no dejó de parlotear hasta que su padre le dio un cheque para que dejara de hablar y Alice lo recibió contenta después de verificar que ella ya había salido por la puerta de servicio.

El dinero lo usaron para comprar más cerveza y botellas, aunque apenas llegando le ofrecieron de todo tipo de bebidas, ella se negaba a tomar un solo sorbo, pues, sentía pánico de llegar ebria y que por un descuido hiciera ruido alertando a sus progenitores o peor aún, que estos ya se hubieran dado cuenta de su ausencia y estuvieran esperándola junto con una fuerte reprimenda.

» — ¿Qué te puede atormentar en un momento así? — Rió arrastrando sus palabras en tanto Grace correspondió con una sonrisa apretada.

— ¿Y si mis padres se enteran? — Habló alto debido a la música fuerte.

— No lo harán, tranquila. — Vacío el líquido de una botella olvidada en un vaso y se lo extendió — ¡Y si lo hacen, al menos que valga la pena!

— No, gracias... — Intentó retroceder pero está ya la había tomado por el cuello acercando su boca al vaso — Tampoco puedo de dejar de pensar en el sheriff Graham...

— Ya no es sheriff, esta muerto. — Formuló atropelladamente la de pelo corto.

— ¡Exacto! — Bramó con culpa logrando alejar la bebida alcohólica de ella.

— Si, bueno, es una pena. — Se encogió de hombros — Me dejó ir varias veces, además, era el hombre más atractivo que estuvo detrás de mi, aunque sea para llevarme a prisión. — Soltó una carcajada que Grace no compartió.

Seguía sintiéndose culpable, no podía dejar pasar por alto aquel hecho. Obviamente ella no tuvo nada que ver y las circunstancias fueron plenamente naturales según el estudio forense, pero el hecho de pasar de él días antes de su fallecimiento era un golpe a su moral.

Alice al notar la actitud de Grace, soltó un bufido rodando los ojos, no quería que su falta de entusiasmo arruinara la noche.

» — Igual, debemos aprender algo de esto ¿No crees? — La ojiazul la observó con atención — Él era fuerte... Joven y ve como terminó... — Suavizó su tono — Lo que quiero decir, es que dejes de consternarte con la muerte, al final es algo que a todos nos alcanza y por eso debes disfrutar el aquí y el ahora.

Grace asintió comprensiva, pero no era tan sencillo, no era que viviera en el pasado, más bien vivía para el futuro y en demostrar ser una buena figura para enorgullecer a sus padres, pero Alice tenía razón, solo que no sabía como tomarlo, por lo que simplemente asintió.

— Lo tomaré en cuenta, gracias.

— ¿Ves? ¡Asunto arreglado! — Aplaudió contenta volviendo a tomar los dos vasos — Ahora, tómate esto conmigo.

— Y-Yo... De verdad no quiero. — Quiso alejarla pero esta vez su agarre era más fuerte.

— ¡Ay, vamos! — Se quejó — Ya estás aquí, disfruta un poco, te va a caer muy bien.

— Es que yo...

— Una cerveza no te hará nada, no seas amargada. — Insistió.

— Está bien. — Dijo rendida para que la soltara — Pero solo una.

— Como digas. — Se encogió de hombros viendo con emoción cómo la otra rubia daba un pequeño sorbo haciendo una mueca de asco que quiso cubrir. — Bien, eso al menos te dará un poco de valor.

— ¿Valor para que? — Preguntó distraída mientras buscaba alguna soda para quitarse ese horrible sabor de la boca.

Definitivamente esa cerveza era de muy mala calidad, además de ser oscura, por lo que era más amarga y desagradable para su paladar. No era una experta en el tema pero alguna que otra vez llego a probar champán y vino rosado en las elegantes reuniones de sus progenitores, prefería esos sabores algo ácidos pero al mismo tiempo dulces.

Alice al ver que la otra rubia no le prestaba atención a su entorno, tomó su barbilla para girarle el rostro hacia la entrada de la casa donde se encontraba su pelirrojo compañero de trabajo llegando.

Grace en cambio se atraganto con su propia saliva y por reflejo Alice la soltó entre risas burlándose de su nerviosismo con Archie.

— Corre, ve a hablarle antes de que alguien más te lo gane. — Se levantó del sillón jalando a Grace junto a ella.

— ¿Estas loca? ¿Que le voy a decir? — Se opuso con fuerza pero la ojicafe logró su cometido de un jalón.

— Tal vez "hola, ¿cómo estás?" — Enunció sarcástica — No lo sé, solo lígatelo. — La empujó en dirección al joven.

Grace siguió frenándose pero la otra ya la llevaba hasta a tropezones.

— ¿Y cómo rayos voy a...? ¡Hola! — Gritó al tenerlo enfrente completamente nerviosa.

— Hola, Grace. — Archie saludó con una sonrisa tiñendo las mejillas de la anterior nombrada — Alice. — La de pelo corto asintió de igual manera.

Ninguno dijo nada por largos segundos hasta que Alice rompió el incómodo silencio.

— Bueno... — Alargó la última letra — Yo ir allá, Jason llámame.

Sin más que decir se dio media vuelta perdiéndose entre la gente tambaleando haciendo más obvio que el alcohol seguía subiendo en su sistema.

Archie alargo una carcajada por lo sucedido mientras que Grace intentó seguírsela algo ansiosa.

— Es una caja de sorpresas. — El pelirrojo miró a la más baja alejarse con una sonrisa enternecedora hasta que sacudió su cabeza concentrándose — Como sea... No te había visto en ninguna fiesta antes, no pensé que estuvieras aquí.

— A-Ah bueno, Alice me invito y vine... — Rió nerviosa

— Si, ya veo... ¿Qué tomas?

— Es cerveza. — Miró con cierto asco la bebida en su mano — O eso creo...

— Tengo un par de botellas de vodka en mi auto. — Señaló afuera — Tal vez eso te guste más ¿me acompañas?

— C-Claro... — Sonrió emocionada sin dejarlo ver.

— Bien, así también podremos platicar sin tanto ruido.

Grace asintió a la vez que Archie la tomaba por los hombros llevándola en aquella dirección con una sonrisa levemente maliciosa que la chica no pudo ver.

Esa noche, un simple pero igualmente hermoso arbusto que ya era lo bastante alto como para considerarse un árbol de peonías se marchitó junto con su último gramo de inocencia en aquella tierra que podías encontrar por la segunda estrella en el cielo.



FIN DEL FLASHBACK


Sin prestar atención estaba por cortar aquel tallo muerto pero antes de lograr su cometido fue detenida por su acompañante cayendo en cuenta que estaba por cortarse uno de sus dedos con las enormes tijeras de jardinería.

Se sonrió agradecida al señor Gold antes de continuar con su acción, esta vez ejecutándola correctamente.

— ¿En que piensas, Grace? — Preguntó curioso el hombre mayor siguiendo regando su pequeño jardín en el bosque.

La chica Lowell hace no tanto había dado con el huerto del hombre e inmediatamente se ofreció a ayudarlo al ver que cultivaba todo tipo de flores hermosas, entre ellas las peonías, sus favoritas. Por lo mismo, después de pedirle permiso a sus padres y que estos vieran que su hija tenía buenas relaciones — económicamente hablando — le permitieron hacer un espacio en su agenda diaria para ayudarlo por las tardes a mantener sus plantas.

— No, nada... — El de cabello largo asintió poco satisfecho causando que la rubia se sintiera culpable, siendo que este solo ha sido amable con ella.

Rendida se irguió lentamente para evitar cierta incomodidad en su parte íntima.

» — En realidad... — Volvió a capturar su atención — Pensaba en si debería tomar el consejo de... Una amiga — Relató dudosa.

— ¿Tienes algún problema? — Frunció leve el ceño.

— No, no... — Negó — Es solo que la muerte del sheriff Graham me tiene algo triste.

— No deberías preocuparte por eso, Emma Swan ya tomó el cargo de alguacil.

— Si, claro, me alegro por ella. — Bajo la cabeza al no poder sostenerle la mirada — Es que antes del fallecimiento de Graham... — Respiro hondo — Puede que haya hecho una travesura. — Jugó con sus dedos insegura — No rendí cuentas con él, ni disculparme, Alice me dijo que no consternara mi mente con ello y viviera mi vida sin dejar que el pasado o la culpa interfiriera. Pero yo siento que la mejor forma de conmemorar su memoria y aliviar mi conciencia es volver a portarme bien.

Gold asintió compresivo.

— Ya eres una mujer, Grace. — Recalcó sus palabras — Eres lo suficientemente grande como para tomar tus decisiones, pero no creas que la diversión es lo opuesto a ser una buena persona. — La ojiazul asintió captando la idea — Deberías seguir su consejo, disfruta tu vida.

— Haré lo que pueda, supongo...

Asintió para sus adentros mientras soltaba un suspiro aliviado tanto por el tema del anterior alguacil así como porque no se haya dado cuenta de que le mintió, pues, lo que en realidad rondaba por su mente momentos antes era la noche qué pasó con Archie en su auto.

Su primera vez no fue tan duradera ni romántica como siempre lo imagino. Leyó muchas veces de esa conexión tan bella y hasta espiritual con la persona que amabas pero no logró sentir ese "click" con Archie, cosa que la desanimaba bastante. Pero igual no planeaba sufrir con la idea queriendo seguir el consejo de Alice, pues por otro lado no podía seguir fantaseando con una relación con el pelirrojo.

No sabía a ciencia cierta si su falta de cariño la había arrojado a sus brazos o simplemente lograba caer ante la mínima atención, puesto que, ya tenía todo un cuento de hadas en su imaginación junto al chico.










La campana de la entrada sonó anunciando la llegada de un hombre de avanzada edad que lograba intimidar a cualquiera con ese frió rostro.

El chico detrás del mostrador dedujo rápidamente el motivo de su presencia con una simple mirada interrogante por parte del mayor, logrando apenas asentir corroborando sus sospechas.

Gold se acercó a él a pasos lentos haciendo conexiones con lo ocurrido horas antes con Grace, puesto que por su rara actitud y caminar logró deducir un gran detalle.

— Está hecho. — Murmuró con un deje de orgullo mientras que el mayor sacaba un fajo de billetes de su saco entregándoselo al joven con discreción  — Esto es dinero fácil, no sabía que pagaba por esto. — Bramó burlesco contando la cantidad, verificando que fuera lo acordado —¿No necesita otro trabajo similar con otra linda chica?

Ante sus palabras, Gold lo miró molesto y asqueado, no podía presumir sus acciones y eso ya era algo en comparación a la fanfarria del muchacho.

— ¿En serio estás orgulloso? — Apretó su bastón resentido.

— ¿Por qué no lo estaría? — Se encogió de hombros simple — Es de las mejores familiares, varios quisieron hacer lo que yo anoche y hasta ahora soy el único que lo ha logrado. Además, me pago por ello.

— No te hagas ilusiones con un nuevo trato, no te quiero volver a ver.

Sin algo más que decir se largo del lugar sin dirigirle otra mirada haciendo que el pelirrojo lo observara con indignación.

— ¡Usted es el viejo pervertido, yo solo seguí órdenes! — Gritó esperanzado de que aún lo pudiera oír.

Finalmente rodó los ojos fastidiado guardando su pago en su cartera.

— ¿Quién es el viejo pervertido? — Preguntó apareciendo de la nada su compañera de trabajo sorprendiéndolo.

— Nadie, nadie... — Se apresuró a esconder el dinero haciéndose el desentendido.

— Recuerda que no tenemos permitido insultar a los clientes. — Comunicó con burla — Aunque quisiera "ellos siempre tienen la razón". — Imitó la voz de su jefe junto a una mueca que simulara tener un lente en uno de sus ojos y con reloj de bolsillo en mano luciendo apurado.

Archie rió acercándose lentamente a Alicia.

— Eres muy graciosa, la chica más genial que he conocido.

— ¿Gracias? — Borró su expresión divertida alejándose del chico extrañada. — ¿Y qué pasó con Grace? Desaparecieron de la fiesta un buen rato. — Subió y bajo sus cejas de forma pícara.

El chico cambió su cara a una resignada e incómoda, no se consideraba un caza-nova, y realmente gustaba de Alice, más nunca logró nada más con ella que una simple amistad de trabajo, por ello aceptó el sucio trato del pervertido del señor Gold, pese a que este fuera desagradable lo tomó como un reto personal para probarse a si mismo y logró su cometido, pero pareciera que no ocurriría algo más con la otra rubia.

Negó lentamente tomando un trapo yendo a las mesas del establecimiento.

— Pues, lo que tenía que pasar y ya. — Limpió una de las superficies malhumorado.

— ¿Volverán a salir? — Preguntó con ilusión por Grace.

— No, solo pasamos el rato.

— Mmm... ¿Y se lo dejaste en claro? Porque a ella le gusta de verdad. — Comentó con desagrado por su actitud desinteresada.

— Creo haber sido bastante claro. — Soltó una risa seca.

La chica asintió mordiendo su labio insegura.

— Bien.















NEVERLAND

El leve indicio de sueño que tenía se fue cuando restregó sus ojos sintiendo el ambiente húmedo de la selva a su alrededor.

Y cuando abrió por completo los ojos, sonrió sin mostrar los dientes al ver a Peter sentado sobre las ramas del mismo árbol donde siempre aparecía, esperándola como cada noche.

— ¿Lista? — Preguntó sonriente y ella asintió esperando a que bajara para trepar a su espalda — ¿Por qué tan callada? — La niña expandió su sonrisa — Ah ya veo, ¿No hablaras conmigo? — Cuestiono divertido a lo cual la rubia negó — ¿Y qué tal con Tink? — Se encogió de hombros haciendo que el castaño se pusiera serio — ¿Ocurre algo malo? — Giselle solo podía seguir moviendo su cabeza de manera negativa — Entonces sólo me aplicas la ley del hielo. — Se cruzó de brazos, ofendido y ahora la ojiazul asintió con una sonrisa traviesa logrando que Peter rodará los ojos divertido, luego la haría hablar.

Llegando al campamento la bajo de su espalda algo cansado de que sus intentos por sacarle siquiera una sílaba fracasaran.

— ¿Qué tal la escuela? — Preguntó insistente quedándose sin ideas mientras que ella levantó ambos pulgares — Mmm... ¿Qué desayunaste? — Giselle perduró pensativa hasta que en la cima de un tronco observó un nido con huevos, los cuales señaló y Peter se cruzó de brazos fastidiado — No eres más inteligente que yo. — Bufó mientras que ella rió silenciosa cubriendo su boca

Otra idea cruzó por la cabeza del mayor y esta vez se agachó a su altura poniendo sus manos en jarra.

» — ¿Quién es mi niño perdido favorito? — Giselle no lo pensó más de dos segundos cuando presumida levantó su mano por lo que él ríe seco — Quisieras, eh, es Zorrillo obviamente.

Se irguió dirigiéndose al campamento, pero antes de dar más de tres pasos se detuvo al ver que la pequeña rubia no lo seguía, por lo que se dio media vuelta encontrándose a la niña haciendo un puchero y expresión molesta.

» — ¿Qué? — Ella simple le volteó la cara a otro lado indignada — Ah... — Rió entendiendo su molestia — Te enojaste porque tú no eres mi niña perdida favorita. — Giselle apretó sus labios negándose a verlo — Pues, querida Giselle, no eres una niña perdida. — Ante aquel comentario ahora rubia platinada lo miro con confusión y tristeza — Tienes un hogar y padres que te aman.

La niña bajo la cabeza y asintió.

» — En todo caso, eres mi niña favorita.

En ese instante Giselle levanto la mirada lanzándose a darle un fuerte abrazo al chico, el cual, la recibió entre risas.

» — Ya te dije que eras mi niña favorita ¿Ya dirás algo?

Ella volvió a negar sin verlo y él nuevamente volcó los ojos.

— Eres terca, de acuerdo, respeto eso.

Rompieron su abrazo y Peter tomó su mano para ir al campamento. Apenas en los límites de este Giselle lo soltó para rápidamente correr por todo el lugar con un objetivo en mente.

Cuando finalmente notó al molesto niño de largas orejas iguales a las de un conejo se acercó presumida hacía el y cuando estuvieron ambos cara a cara la niña finalmente sonrió mostrando los huecos entre sus dientes.

— Ya do tengo dientes de ardilla, torpe codejo. — La rubia lo miró autosuficiente mientras que el otro quedó mudo varios segundos hasta que finalmente soltó una fuerte carcajada.

— Pero mira ahora cómo hablas ¡Es ridículo!

— Hey. — Peter lo regañó detrás de ella más el conejo no dejó de reírse, igual Giselle tampoco dejó de sonreír divertida, estaba consciente de que ahora hablaba de una manera peculiar puesto que le era difícil pronunciar la «n» pero no la molestaba, hacía reír a los demás y de vez en cuando a ella también. Además así pensó que sin sus enormes dientes sería más bonita para Harry.

— ¿Ya la oíste, Peter? — El niño tomó su estómago que comenzó a doler por tanto reír — Di algo más, anda.

— Peter pica papas co' un pico, co' un pico pica papas Peter. Si Peter pica papas co' uj pico, ¿dóde está el pico co' que Peter pica papas. — Terminó tomó una bocanada de aire mirando a Pan que igual aguantaba la risa hasta que finalmente cedió a esta.

— ¿Cómo sucedió? — Preguntó entre risas mientras se agachaba a su altura — Hace unos días no los tenías flojos...

Ella negó puesto que no eran sus dientes de leche, ya tenía cita con un dentista que le pondría unos nuevos.

— Alicia me empujó ej el receso y se cayero'. — Explicó simple.

Giselle siguió con esa mueca feliz de por fin haberse deshecho de esos grandes dientes estorbosos, ya que, Conejo dejaría de burlarse de ella, más en cambio, Peter repentinamente dejó de reír, ahora molesto con el pensamiento de que alguna niña en tierra firme fuera tan mala como herir a su Giselle, pero no podía hacer nada con las reglas de los humanos o tal vez si.

— Vamos Giselle, quiero enseñarte algo... — Bramo serio.

Ella inmediatamente tomó su mano y lo siguió, siempre que Pan decía eso había una gran maravilla detrás, como el día en el que le mostró los límites de los bosques de primavera, verano, otoño e invierno, fue como estar en cuatro lugares al mismo tiempo pero tan diferentes a la vez.

— ¿Qué vamos a hacer?

— Dijiste que una niña te empujo ¿no? — Ella asintió despreocupada — Pues, si lo vuelve a hacer, tú la vas a empujar más fuerte. — Dijo resentido.

En cambio, Giselle abrió los ojos y la boca sorprendida.

— Eso está mal.

— ¿Y lo que ella te hizo está bien?

Giselle guardo silencio unos segundos meditando su respuesta, no le había visto el lado malo la situación hasta que Peter lo saco a relucir, pues, realmente estaban jugando a escondidas de las instructoras pero aquella niña la empujó más fuerte de lo debido, creyó que fue un accidente pero ahora caía en cuenta de que ni siquiera se disculpó.

La rubia negó lentamente apenada de no haber hecho algo al respecto en ese momento.

— Oye tranquila está bien, ¿de acuerdo? Ya lo qué pasó, pasó. — Intentó animarla — Pero si se vuelve a meter contigo le darás razones de sobra para que no vuelva a ni siquiera pensar en eso, ¿okey? Además, quería darte esto.

Humo verde salió de sus manos apareciendo mágicamente una pequeña resortera. Hace días que la había visto curioseando sus armas y aunque él hubiera estado fascinado con que escogiera el arco o alguna lanza, la vio más entusiasmada con la resortera de uno de los gemelos, de igual forma él ya había notado que la niña tenia una puntería envidiable, sobre todo cuando se trataba de lanzarle cosas a la cabeza a Conejo, aun no era perfecta, pues faltaba un poco mas de practica y técnica, pero, no le tomaría mucho esfuerzo, era un talento nato, además de tener dedos pequeños y delgados se le facilitaría mucho más.

— ¡Por Neverland, me encanta! — La tomó emocionada comenzando a jalar la liga de propulsión. Acto seguido tomó una roca del suelo y al colocarla en su nueva arma la lanzó no muy lejos haciendo reír a Peter.

— Ven, te enseñaré a usarla.

Giselle asintió feliz y lo siguió hasta un pequeño espacio que usaban como campo de tiro donde en varios árboles tenían dibujos de tiro al blanco y en otros pocos dibujos de piratas. Hasta después de un buen rato que Giselle aplicaba más fuerza en sus tiros y ya podía lanzar con más precisión, Peter la detuvo orgulloso dispuesto a grabar su nombre en aquella resortera.

De un lado, con ayuda de un cuchillo escribió «Ardilla» y del otro «Darling».

— La amo, Peter. Muchas gracias. — Lo abrazo por el cuello.

Al tiempo, volvieron a reunirse con los demás niños perdidos donde Giselle les mostró su nueva arma y sobretodo amenazando a Conejo alegando que ya tenía con que perseguirlo para darle caza, cosa de la cual, el niño se burló retándola a intentarlo, pero en ese momento los gemelos apenas notaron la extraña forma de hablar de la rubia notando que le faltaban dos de sus dientes frontales.

— Wow, ¿Cómo te hiciste eso? — Indicó sin aliento uno de ellos.

— ¿Fue en una pelea? — Cuestionó el otro.

— ¿Te dolio?

Giselle negó a todas sus preguntas y algo penosa se encogió de hombros.

— Me caí. — Murmuró simple, ya no quería verso débil.

— Pues se ven geniales, a mi me gustan. — Zorrillo habló a un par de pasos y Giselle sonrió grande dejándolos ver aún más — ¿Dónde quedaron?

— Los dejé bajo mi almohada antes de venir, así El Hada de los dientes me dejara dinero.

Ante el nombramiento de la famosa hada recolecta dientes, una diminuta rubia se abrió paso entre los niños emocionada yendo a abrazar a Giselle por la mejilla y asintiendo repetidamente con su habitual tintineo.

El reino de las hadas de los dientes estaba lejos de Nunca Jamas, Tooth a diferencia de la reina Clarion, era una guardiana, mientras que las hadas de Neverland eran las encargadas de llevar las estaciones al mundo. Más, ser El Hada de los dientes era algo superior — a su parece — ya que, ella convivía más con niños y pasaba más tiempo en tierra firme.

Varias preguntas fueron lanzadas hacia la pequeña rubia sobre cómo funcionaba aquello, pues, aunque Tinker hablara bastante del tema no era lo mismo a diferencia de alguien que ya vivió ese sueño, pues muchos antes de llegar a Neverland apenas sabían de su existencia y no estuvieron tan expuestos al mundo de fantasías de los cuentos de hadas.

Giselle siguió mostrándole los huecos entre sus dientes a los niños perdidos mientras explicaba el procedimiento para que por la noche Tooth llegara a recoger su diente e intercambiarlo por dinero, en tanto, la famosa campanilla se acercó cautelosa a Peter mirándolo acusadora.

— ¿Se cayó? — Preguntó con los brazos cruzados y una ceja alzada.

— Ah no, yo no tuve nada que ver. — Inmediatamente se defendió ofendido y ella siguió incrédula — Fue... Una torpe niña de su escuela. — Hizo una mueca de asco ante la última palabra.

"Escuela" estaba entre sus cosas menos preferidas y vaya que la lista era larga.

» — Ya le mostré cómo defenderse, tengo la situación bajo control.

— ¡¿A eso llamas tenerlo bajo control?! — Peter retrocedió unos pasos al ver al hada con la cara roja de furia volar directo a su nariz — ¡No puede golpear a alguien más! ¡¿Qué tal si le regresa el golpe?!

— Sabrá como responder, es suficientemente capaz. — Aseguró tranquilo.

— Es una niña, por el árbol del polvillo. ¿Te volviste loco?

— No, pero tú si. — La de vestimenta verde lo miro indignada y el río por su expresión — La quieres sobreprotejer, déjala ser, es lo suficientemente ruda como para enfrentarse a una inglesa estirada.

Tinker bell bufó derrotada sentándose en el hombro de su amigo y él al ver sus niños estaban entretenidos viendo los huecos de Giselle se alejó un poco de ellos para hablar a solas con su alada amiga.

— Es que no puedo evitarlo, hay algo dentro de mi que me grita que la proteja... — Confesó abatida.

— ¿En serio? ¿Cómo?

— No lo se, es como si mi nuevo propósito sea cuidarla... O tal vez siempre lo tuve y no salió a la luz hasta que la conocí. — Jugó con sus dedos —Es una conexión extraña, ni siquiera yo lo entiendo.

Peter asintió pensativo hasta que abrió los ojos sorprendido.

— Y no será que... — Tinker alzó una ceja esperando a que continúe y él rió bobamente dando a entender su punto, por lo que el hada abrió la boca sorprendida.

— ¿Será? — Se alzó en vuelo entusiasta pero al instante se dejó caer nuevamente en el hombro de Peter — No, imposible. Existen millones de niños, seria mucha coincidencia.

— Tal vez por eso logró entrar a Neverland, esa conexión contigo. — La rubia sonrió divertida.

— Pues, tienes la eternidad para pensarlo, rey de la juventud. — Hizo una exagerada reverencia antes de irse volando con los demás al ver que estaban por comenzar un nuevo juego.

— ¡Y de Nunca Jamás también! — Señaló en tono alto.

Sin más que hacer también se unió al juego cuando recién dividían los equipos para buscar la bandera.

A mitad del juego, Giselle junto a Tinker Bell decidieron esconderse juntas en espera de alguien que quisiera invadir su base y robar su bandera hecha por hojas.

— Casi lo olvido. — El hada golpeó su cabeza capturando la atención de la niña — Roseta te envía esto.

La ojiazul extendió la palma de su mano recibiendo pequeñas bolitas que parecían mariquitas sin lunares.

— ¿Qué es esto?

— Semillas de peonias, dijiste que eran tus favoritas.

Giselle asintió fascinada con las semillas en mano. La primera vez que vio dichas flores fue en un arreglo floral para el bautizo del hijo de uno de los amigos de su papá y quedó encantada con ellas, más no tenía entendido cuál era la temporada de aquellas bellezas en Londres.

— ¿Podemos sembrarlas? — La otra asintió resonando su usual tintineo.

Ambas buscaron una buena locación no tan lejos que pudieran recordar y que tampoco las dejara tan expuestas a ningún peligro. Mientras araban la tierra algo húmeda, Giselle llamo la atención de su diminuta amiga.

— ¿Crees que mis duevos dietes sean más boditos que los adteriores?

— Lo más probable, — Asintió mirando cómo la otra rubia echaba las semillas en el pequeño hoyo  — pero tú sonrisa igual es muy hermosa, con o sin dientes. — La pequeña se sonrojó.

— ¿Crees que a Harry le parezca bonita?

— ¿Quién? — Preguntó estupefacta por la revelación.

— Es mi vecino... Para mi es lindo, yo también quiero que el piense que soy linda.

— Indudablemente... — La apoyó — Pero ¿Ese niño te gusta? — El sonrojo de la pequeña aumento mientras asentía con cierta vergüenza. Por ello, la pequeña hada dio una vuelta en su propio eje creciendo de tamaño al de una humana normal, por lo cual, ahora se agachó hasta estar a la altura de la niña — ¡Cuéntamelo todo!

Giselle acato lo dicho hasta el punto donde ambas olvidaron que estaban custodiando una bandera. Le comento de sus roces cuando ambos eran más pequeños pero desde el campamento sintió que había madurado dejando esa actitud de niño molesto de lado, cosa que llamó bastante a su interés, puesto que ahora era muy educado y respetuoso, además de guapo — a su parecer —. También hablo de cómo quería invitarlo a jugar a su casa pero este ya no parecía muy atraído con esa idea, en cambio, simplemente caminaron por el parque charlando de sus gustos y demás, nada muy relevante.

El tiempo paso volando para las chicas que ni siquiera se dieron cuenta cuando habían capturado su base, perdiendo el juego, pero poco o nada les importó al estar tan absortas en su plática.

No fue hasta que Giselle tuvo que irse cuando en tres parpadeos se desvaneció tal cual humo en tres parpadeos.

Más tarde, la pequeña hada con vestimenta de hojas de paseaba por los alrededores tarareando cualquier melodía feliz que se le ocurriera, haciendo que su buen humor no pase por alto por su mejor amigo.

— ¿Y esa sonrisa? — Se recostó en lo alto de un árbol queriendo descansar poniendo su brazo sobre sus ojos evitando que la luz del sol lo molestara.

— Por fin tuve una charla de chicas. — Canturreó extasiada dando vueltas alrededor de su cabeza.

— ¿Y qué te dijo? — Preguntó pese a que no estaba muy interesado en una charla de ese tipo.

— Que le gusta un niño de su calle.

Ante lo dicho, el castaño se levantó abruptamente desequilibrando el vuelo del hada. Chasqueó la lengua enfadado y de un salto de bajo del árbol para después caminar sin rumbo.

El amor.

Hizo una mueca de asco, el amor nunca lo ha llevado a nada bueno, es algo simple que vulnera a las personas y las hacen tomar decisiones equivocadas, generalmente en adultos. Dicen que para el amor no hay edad, pero era ridículo que un niño fuera capaz de amar con la intensidad de alguien maduro, de igual manera, si Giselle seguía encaminándose a su mundo pronto no quedaría nada de ella.

— ¿Qué ocurre? — Velozmente, Tinker llego a su lado intentando acomodar varios mechones de su cabello.

— Allá las horas siguen pasando. — Murmuro rascando su nuca mientras que Tinker lo miró interrogante, pero, por la mirada que le dirigió supo exactamente a qué se refería.

— Creí que no quería hablar de eso...

— Algún día íbamos tocar el tema. — Mencionó en un bufido irónico.

— Pero hoy al escucharte como la apoyabas creía que ya estabas mentalizado con la idea. — Dijo lenta.

— Por Neverland, claro que no, ¿Cómo me preparo para eso? — Alboroto su cabello con enojo — Es... difícil.

— En algún momento ella va a crecer y... Queramos o no llegará un punto en el que... — Trago duró — Deje de creer en nosotros.

La rubia agachó su cabeza con tristeza pero al momento fue interrumpida por el reclamo de un furioso Peter.

— ¡Es que si tan solo me dejarás...!

— No, Peter. — Lo cortó rápidamente, callándolo — Ella no es una niña perdida, solo viene de visita por las noches.

El chico la miró impotente un par de segundos antes de soltar un profundo suspiro calmándose.

Frente a los demás el gran Peter Pan era el chico rebelde que no seguía reglas, era dueño de su propia vida y destino, sin ataduras o remordimiento, pero, con su amiga Tinker era muy distinto, pues, de alguna manera fue la primera criatura que conoció de Nunca Jamás y una figura reconfortante que lo abrazaba en esas solas noches donde su mente lo obligaba a escapar de la horrible realidad que vivía en el orfanato de aquel sucio pueblo.

La quería y apreciaba bastante, todos podrían haberlo visto molesto y comportarse como un arrogante, pero ella era la única que lo había visto llorar.

— Pero podría quedarse... — Suavizó su tono.

— Peter. — Llamó en tono de advertencia sin cambiar su postura.

Todos en Neverland se encargaban de hacer su mejor intento por crear felicidad en los niños solos y abandonados que llegaban gracias a Peter, pero Grace no era uno de esos casos especiales, pese a que todos ya le habían tomado un gran cariño, sabían que en algún momento ella dejaría aparecer y sería el momento de decir adiós, pues ella tenía una vida prometedora a futuro y arrancárselo por simple capricho no sería justo.

— Si, ya entendí, no me lo tienes que repetir. — Suspiró frustrado sentándose en las raíces del árbol donde antes estaba — ¿Sabes? Él no me veía pero seguía yendo a su ventana cada noche.

El castaño escondió su cara en el hueco entre sus rodillas y hubo silencio entre ambos hasta que el hada se acercó a él sentándose en su hombro intentando darle un abrazo, sabía que el tema de Rumple era muy difícil y sensible para él. Pues, aunque ya tuviera todo lo que deseaba y fingía ya no importarle nada más, muy dentro de él sentía mucha culpa al verse tan débil por ceder a su egoísmo.

» — Deje de hacerlo cuando alcanzó mi edad... No pude con eso. — Carraspeó para deshacer el nudo en su garganta. — ¿Por qué tuvo que llegar? — Se lamentó levantando la mirada al cielo — ¿Por qué tuve que encariñarme con ella? ¿Por qué no se puede quedar? — Sintió sus ojos aguados pero se negó a soltar una sola lágrima — ¿Por qué debe crecer?








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