CAPITULO 12

La noche había caído sobre el campo de batalla, y la luz de la luna iluminaba tenuemente la escena caótica de la guerra entre la Aldea de la Roca y la Aldea de la Arena. Los gritos de los ninjas resonaban en la oscuridad, mezclándose con el sonido de las explosiones y el destello de jutsus que iluminaban el cielo nocturno. Las sombras danzaban mientras las técnicas ninja se lanzaban con furia; fuego, tierra y viento se entrelazaban en un torbellino de destrucción, mientras hombres y mujeres luchaban a muerte, dispuestos a arriesgarlo todo por la victoria de sus aldeas.

Las técnicas de ninjutsu se disparaban en todas direcciones, y el aire estaba impregnado de un intenso aroma a sangre y humo. Un grito desgarrador atravesó la noche, y un ninja de la Roca cayó, atravesado por un kunai lanzado con precisión mortal. La batalla era brutal, y la luna parecía llorar la pérdida de vidas mientras los combatientes se sumergían en la locura de la guerra.

A kilómetros de allí, en la Aldea de la Arena, el Kazekage, Rasa, se encontraba en su oficina, rodeado de sus consejeros. Su rostro estaba pálido, una expresión grave ocupando su frente mientras examinaba el mapa de la región.

Kazekage Rasa: ¿Cuál fue la respuesta del Hokage?

Preguntó, su voz tensa.

Uno de los consejeros, un hombre de rostro cansado y ojos agudos, respondió con una calma inquietante.

Consejero: El Hokage fue complicado, como siempre. Pero Danzo ciertamente hizo su parte...

Mientras la conversación continuaba, la escena se desvaneció de su oficina y se trasladó a un lugar apartado. Allí, Tn estaba de pie, a kilómetros de distancia del campo de batalla, con una sonrisa arrogante en su rostro. A su lado, Danzo Shimura lo observaba con una mezcla de escepticismo y admiración.

Danzo: ¿Estás seguro de que podrás darles desde tan lejos?

Preguntó Danzo, cruzando los brazos con desdén.

Tn: Cállate y déjame trabajar.

Respondió Tn con confianza, su voz llena de una arrogancia juvenil. Era un prodigio, un ser de inmenso poder, y no tenía tiempo para las dudas de su compañero.

Raíz, los guardaespaldas de ambos, permanecían al lado de Danzo, observando con atención el entorno. Tn extendió sus manos, y una energía palpable comenzó a emanar de él. Con un movimiento fluido, comenzó a mezclar el chakra azul y rojo, creando una esfera de energía que vibraba con poder. La mezcla generó un tono púrpura que emanaba una sensación de vacío absoluto, similar al vacío púrpura que había visto en las leyendas de los grandes ninjas.

A medida que Tn concentraba su chakra, los ninjas en el campo de batalla sintieron un escalofrío recorrer sus espinas dorsales. El aire se volvió denso, y una sensación de terror se apoderó de ellos, haciendo que se detuvieran en seco. Un murmullo de inquietud se extendió entre las filas de combatientes, mientras todos se preguntaban qué estaba ocurriendo.

Tn: Vacío púrpura...

Pronunció Tn, su voz llena de firmeza y desdén. Con un movimiento decidido, lanzó la esfera de energía hacia el campo de batalla.

La explosión fue abismal. Al impactar, un resplandor intenso iluminó la noche, seguido de un estruendo ensordecedor que resonó como un trueno. El ataque se expandió como una onda de choque, arrasando todo a su paso. La tierra tembló y el cielo pareció desgarrarse.

Danzo, observando la destrucción desde la distancia, sintió cómo su corazón latía con fuerza. La potencia del ataque era más de lo que había imaginado. En su mente, pensó con fervor: "Este niño es lo que Konoha necesita para superar a las demás naciones. Este poder... podría ser el camino hacia la Hokage."

Mientras la energía devastadora continuaba su camino, el campo de batalla se convirtió en un desierto de destrucción. Los ninjas de la Roca y de la Arena fueron pulverizados en un instante, como si fueran hojas arrastradas por un vendaval. El ataque dejó un enorme cráter, similar al de una bomba atómica, mientras la luna proyectaba su luz sobre la escena de horror y devastación.

Tn observó con indiferencia el resultado de su ataque, su rostro impasible ante la magnitud de la destrucción. Para él, la vida y la muerte eran conceptos distantes, aprendidos desde una edad temprana en un mundo donde el poder lo era todo. Había sido criado para ser fuerte, y esa fuerza se manifestaba en su capacidad de eliminar a otros sin dudarlo. La empatía era un lujo que no podía permitirse, y en su mente, la guerra y la muerte eran simplemente herramientas en el camino hacia su objetivo.

En la oficina del Hokage, la atmósfera era tensa, cargada de un aire eléctrico mientras Hiruzen Sarutobi se enfrentaba a Danzo Shimura. Las sombras se alargaban en las paredes, reflejando la gravedad de la discusión que estaba teniendo lugar. Hiruzen, con su mirada firme, no podía contener su preocupación por la reciente decisión de involucrar a Tn en el conflicto entre la Roca y la Arena.

Hiruzen: No puedo creer que hayas decidido llevar a Tn al campo de batalla.

Comenzó Hiruzen, su voz resonando con incredulidad.

Hiruzen: Es un niño, Danzo. No debería estar en medio de una guerra.

Danzo, imperturbable, se cruzó de brazos.

Danzo: Los ancianos han aceptado mi decisión, Hokage. Apoyar a la Aldea de la Arena enviando a Tn es un mensaje claro de que Konoha está del lado del Kazekage. Y más importante aún, la aldea de la Arena ahora está bajo el cuidado de Tn Gojo, el heredero de los seis ojos.

Hiruzen: ¡Eso es exactamente lo que me preocupa!

Respondió Hiruzen, su tono elevándose.

Hiruzen: No se puede jugar con la vida de un niño así. ¿Qué pasará si algo sale mal?

Danzo frunció el ceño, su mirada dura.

Danzo: ¿Acaso has olvidado que fueron los ninjas de la Roca quienes intentaron secuestrar a la contenedora del Kyubi? Tn tiene el potencial de ser nuestro mejor aliado, y debería ser tratado como tal.

Hiruzen: No lo sabemos a ciencia cierta.

Replicó Hiruzen, su voz más calmada pero aún llena de seriedad.

Hiruzen: No podemos asumir que este conflicto es una excusa para utilizar a Tn como un peón en un juego que no comprende.

Danzo: Claro que lo saben, pero no quieres aceptarlo.

Insistió Danzo, su tono casi burlón.

Danzo: Tienes ante ti el arma más poderosa del mundo shinobi. Tn Gojo ya es capaz de destruir ciudades con su poder. ¿Y tú quieres que se quede en la sombra?

Hiruzen: ¡Él no es un arma, Danzo!

Gritó Hiruzen, su voz resonando en la habitación.

Hiruzen: Es un niño. Está destinado a ser un protector, no un destructor. No puedo permitir que lo utilices así.

Danzo se acercó, su mirada fija en Hiruzen.

Danzo: Tn no es un niño, ya no. Él es un ninja y debería ser tratado como tal. Si no lo haces, lo estarás condenando a una vida de debilidad.

Hiruzen respiró hondo, intentando calmarse ante la intransigencia de su antiguo compañero.

Hiruzen: Soy el Hokage, no tú, Danzo. Si vuelves a cometer acciones sin que yo esté al tanto, te retiraré de tu cargo. No me importa lo que piensen los ancianos. Yo mando aquí.

Danzo entrecerró los ojos, sintiendo el peso de las palabras del Hokage.

Danzo: Tienes que entender que lo que estoy haciendo es por el bien de Konoha. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras tenemos la oportunidad de demostrar nuestra fuerza.

Hiruzen: No a costa de la vida de un niño.

Respondió Hiruzen, su mirada inquebrantable.

Hiruzen: Tn es un joven con un futuro brillante por delante. No voy a permitir que lo conviertas en un peón en tu juego de poder.

Danzo, frustrado, intentó abrir la boca para protestar, pero Hiruzen lo interrumpió.

Hiruzen: Sal de mi oficina, Danzo. No quiero escuchar más de esto.

Con un gesto brusco, Danzo se dio la vuelta y salió de la oficina, furioso. La puerta se cerró tras él con un golpe sordo, dejando a Hiruzen solo en la penumbra de su oficina, sintiendo el peso de la responsabilidad aplastante en sus hombros. Sabía que estaba en una encrucijada, y la decisión que tomara podría cambiar el destino de Konoha y de Tn para siempre.

La brisa suave de la tarde acariciaba el rostro de Tn mientras caminaba por las tranquilas calles de Konoha, su mente centrada y su actitud confiada. Sabía que su destino lo llevaba hacia la residencia de los Hyuga, un clan conocido por su destreza y su Dojutsu único, el Byakugan. Aunque aún eran niños, el compromiso con Hinata era algo que Tn había aceptado con naturalidad, y hoy se presentaría ante su padre, Hiashi Hyuga, en un gesto que consideraba más una formalidad que una obligación.

Al llegar a la elegante residencia, se detuvo un momento para admirar la arquitectura. Las estructuras estaban diseñadas con un estilo que reflejaba la herencia del clan, con paredes blancas y tejados curvos que se alzaban hacia el cielo. Con una sonrisa segura, se acercó a la puerta y tocó.

Poco después, un sirviente lo recibió y lo condujo a la sala de estar donde Hiashi lo esperaba. El patriarca Hyuga era un hombre de presencia imponente, con una aura de seriedad que lo rodeaba. Al verlo, Tn sintió una mezcla de respeto y curiosidad, pero no había lugar para la intimidación en su interior.

Hiashi: Tn Gojo.

Dijo Hiashi, su voz profunda y autoritaria, pero con un tono que denotaba un respeto tácito.

Hiashi: Es un placer verte. ¿Qué te trae por aquí?

Tn: Gracias por recibirme, Hiashi.

Respondió Tn con una sonrisa confiada.

Tn: Vine a conocerte y hablar sobre mi compromiso con Hinata. Aunque estamos en la misma clase, nunca hemos tenido la oportunidad de hablar.

Hiashi asintió, sus ojos estudiando al joven.

Hiashi: Entiendo. La alianza entre nuestros clanes es importante, especialmente en estos tiempos inciertos. Hinata me ha hablado de ti, y es esencial que ambos comprendan el significado de este compromiso.

Una chispa de arrogancia brilló en los ojos de Tn.

Tn: No te preocupes, Hiashi. Estoy completamente preparado para este compromiso. No solo protegeré a Hinata, sino que también la apoyaré para que se convierta en la mejor ninja que pueda ser.

Hiashi lo observó con atención, sintiendo que Tn tenía un aire de confianza que no podía pasarse por alto.

Hiashi: Es bueno saber que tienes esa determinación. Hinata es... especial. Espero que puedas ser un apoyo para ella, no solo como compañero de clan, sino también como amigo.

Tn: Eso es exactamente lo que planeo hacer.

Dijo Tn, su tono lleno de convicción.

Tn: Quiero que Hinata se sienta segura y feliz. De hecho, estoy ansioso por pasar más tiempo con ella.

Justo en ese momento, la puerta se abrió y Hinata entró, su rostro iluminándose al ver a Tn.

Hinata: ¡Tn!

Exclamó, su voz suave y un poco nerviosa, aunque su mirada reflejaba alegría.

Hinata: No sabía que vendrías.

Tn se volvió hacia ella, su sonrisa ampliándose.

Tn: Hola, Hinata. Solo estoy aquí para conocer a tu padre y hablar sobre nuestro compromiso.

Hinata miró a su padre y luego a Tn, sintiendo un torbellino de emociones.

Hinata: Espero que no te moleste...

Murmuró, sintiéndose un poco tímida.

Tn: Para nada.

Respondió Tn, su arrogancia suavizándose un poco en su tono.

Tn: En realidad, estoy encantado de tener la oportunidad de hablar contigo. Es hora de que nos conozcamos mejor, ¿no crees?

Hinata sonrió tímidamente, sintiendo que las palabras de Tn eran sinceras. La presión que había sentido al principio se desvanecía poco a poco.

Hinata: Sí, me gustaría eso.

Hiashi observó a los dos niños, sintiendo que la conversación había tomado un giro positivo.

Hiashi: Es un buen comienzo. La comunicación es clave en cualquier relación, especialmente en una como la de ustedes.

Tn, sintiéndose en control de la situación, miró a Hinata con una chispa en sus ojos.

Tn: Así que, Hinata, ¿qué te gusta hacer en tu tiempo libre? Me encantaría saber más sobre ti.

Mientras la conversación fluía, Tn y Hinata comenzaron a conocerse, y aunque la formalidad de su situación era clara, había un destello de conexión genuina en el aire. Hiashi, satisfecho con la interacción, no podía evitar preguntarse si, a pesar de las dificultades que podrían enfrentar, había un futuro prometedor para la alianza entre sus clanes.

El Kage de la Roca, Onoki, se acercaba al campo de batalla con pasos firmes, su rostro marcado por la preocupación y la determinación. Sabía que la situación entre la Aldea de la Roca y la Aldea de la Arena había escalado a niveles peligrosos, y como líder, era su deber evaluar las consecuencias de la guerra. Sin embargo, lo que encontró al llegar lo dejó sin palabras.

Al llegar al lugar, se detuvo en seco, su mirada fija en el enorme cráter que se extendía ante él. Era un abismo de destrucción, un testimonio del poder devastador que había sido desatado en la batalla. La tierra estaba arrasada, y el paisaje que antes había sido escenario de una feroz lucha ahora era un desierto desolado, marcado por la pura fuerza de un ataque que parecía haber sido de otro mundo.

Onoki frunció el ceño, su mente procesando lo que estaba viendo.

Onoki: ¿Qué clase de monstruo podría hacer algo así?

Murmuró para sí mismo, su voz llena de incredulidad y temor. La magnitud de la destrucción era sobrecogedora, y aunque había visto muchas batallas a lo largo de su vida, nada se comparaba con lo que tenía ante sus ojos.

Con cada paso que daba hacia el cráter, la inquietud crecía en su interior. Sabía que el poder de Tn Gojo, el joven heredero del clan Gojo, era legendario, pero no había imaginado que su capacidad para causar devastación podría llegar a tal extremo. El Kage sintió que el peso de la situación caía sobre sus hombros; la guerra no solo era un conflicto entre aldeas, sino que había desatado fuerzas que podían cambiar el destino de todo el mundo shinobi.

Mientras contemplaba el cráter, Onoki se dio cuenta de que la lucha no era solo por la supervivencia de su aldea, sino también por el equilibrio del poder en el mundo ninja. La existencia de un niño con tal habilidad era tanto una oportunidad como una amenaza, y en ese momento, se sintió más vulnerable que nunca.

La escena se detuvo en su mente, dejando una sensación de desasosiego que lo acompañaría mientras reflexionaba sobre el camino a seguir en medio de la tormenta que se avecinaba.

CONTINUARÁ.

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