009

Cuando Jeno cumple los doce años deja atrás ese amor por los marineros y su habitación cambia, le dice adiós a los antiguos juguetes y los posters se van a la basura, su ropa también se renueva y su personalidad está en un complejo proceso, es parte de estar madurando, pronto, cuando tenga trece años entrara a la adolescencia y ya no tiene que comportarse como un niño, y adelanta el proceso porque quiere ser el primero entre sus amigos que lo haga. Ya no le puede seguir llevando dulces a Renjun, ha comprendido que eso solo lo hace un niño caprichoso y él quiere que Renjun sea un buen niño, que se comporte para así por fin poderlo presentar a sus padres, también comprende que decirle todo el tiempo que le gusta solo hará que su ego crezca.

A pesar de los años sigue llegando despues de clases a la pequeña casa de Renjun, sigue ayudándolo con sus tareas y jugando con él, pero ha dejado de darle la mano, ya no le pide besos o le dedica palabras bonitas, porque eso entre dos chicos es demasiado extraño, asi que ha dejado eso atrás.

—No es muy difícil —Repite cuando termina de explicarle un problema matemático. Aunque Jeno le explique una y mil veces Renjun jamás parece entender, su atención siempre se desvía y termina con pidiéndole a Jeno que vayan con los demás—. Ya no puedo hacerlo todo yo, tienes que poner de tu parte.

—Pongo de mi parte, pero la mía es la más aburrida, para ti es fácil porque ya pasaste por esto —Se queja Renjun dejándose caer al suelo, empuja sus cosas con los pies hacia a Jeno y él suspira—. ¿Por qué tengo que hacerlo? En clases no entiendo nada, repruebo los exámenes. Lo único que hago bien es... esto, y esto lo haces tú.

El rostro de Renjun mostraba completo asco, quizás por la situación o porque siempre lo hacía cuando quería que Jeno le diera ánimos, pero Jeno se quedó callado. A pesar de querer ayudar siempre a Renjun, Jeno se cansaba, se estresaba de la poca iniciativa del menor y de como quería escapar cada segundo, era algo que ya no aguantaba como antes, tal vez porque ya dejaba de ser un niño y su paciencia se iba agotando, o porque quería llegar más temprano a casa y hacer sus propios deberes. De cualquier modo Jeno siempre cedía a lo que Renjun quisiera.

—Eres un niño caprichoso —Se queja Jeno tomando las cosas y poniéndose a ello, no nota cuando Renjun comienza a sonreír, pero aun si lo hiciera no le molestaría, porque él ama verlo feliz—. ¿Qué harás cuando yo no este?

—Buscarte.

—¿y si no me encuentras?

Renjun no responde de inmediato, se levanta
y se arrodilla frente a Jeno tomándolo por
sorpresa.

—Jeno, eres un tonto. Siempre puedo encontrarte.

Y eso es verdad, siempre que Renjun lo quiera lo va a encontrar, no importa cuánto madure Jeno o si no lo hace.

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