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DIA LIBRE

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Me moví hacia un lado de la cama sin poder cerrar mis ojos, llevaba horas girando sobre esta sin signo de sueño.

Estaba convencida de que logré dormir más de lo normal, dormía entre cuatro o cinco horas y creo que hoy logré dormir seis.

Al saber que no dormiría más. Me levanté de la cama, hoy era mi día libre y decidí saber qué pasó con mi pequeña prima. Hace meses casi un año que no la veo, lo mejor es saber quienes la acogieron y pagar por hacerlo, de cierta forma es responsabilidad mía o lo siento de ese modo.

Recogí mi cama dejando esta arreglada, antes de bañarme limpie mi habitación por completo odiaba que estuviera desordenada o sucia. Al estar en el subterráneo me prometí no vivir en más suciedad, fue casi un año que viví entre mierda robando y la mayoría de la comida se la daba a las personas que estaban peor que yo.

Cuando termine me adentre a la ducha, era muy temprano y por ello no había nadie en ellas. Algo que me alegraba aunque no lo exprese, odio que se me queden viendo las cicatrices de mi cuerpo.

No necesitaba más de cinco minutos para terminar de ducharme, como era mi dia libre e iría a el Distrito Shiganshina.

Me coloqué una blusa blanca de cuello de tortuga bordado dejando mis hombros al descubierto junto a un pantalón negro entallado con unas botas del mismo color. Me faje guardando los documentos en mi espalda baja siendo sostenido por el pantalón, me hice mi cebolla dejando unos largos mechones sueltos.

Salí de mi habitación para ir a la cocina preparando un poco de té, no necesitaba desayunar, con una taza de té era más que suficiente para toda la mañana. Mientras el té se hacía limpie la cocina al no saber qué hacer, cuando termine serví en una taza aquel liquido.

Me recargue en la barra mirando por la ventana la oscuridad irse despejando. Tome con ambas manos la taza de los extremos dejando el agarre al frente, desde que era niña la he tomado así por temor a que se rompa.

Escuche unos pasos acercarse a la cocina, me dio un poco de intriga eso ya que es muy temprano y normalmente todos duermen. Por el rabillo de mi ojo mire aquella cabellera azabache pararse en el marco de la puerta mirando a mi dirección.

Lo miré de reojo conectando sus ojos con los míos, ninguno expresaba nada. Pude ver como me barrio con la mirada de pies a cabeza un poco extrañado por mi vestimenta.

──Si gustas puedes servirte té. ─ofrecí, había hecho para dos personas y no quería desperdiciar aquellas hierbas. ──. Y no. No tiene veneno. ─cerré mis ojos para abrirlos mirando los suyos.

Se adentra a la cocina sin decir palabra alguna, lo primero que hizo fue pasar sus dedos por debajo de la mesa.

──¿Tú limpiaste? ─lo miré de reojo ante esa repentina pregunta.

──No me gusta la suciedad. ─dije afirmando eso. ──. ¿Algún problema?

──No. ─dicho eso se sirvió té.

Volví a poner mi mirada a la ventana observando las nubes mientras bebía un poco de ese líquido caliente olvidando por completo su presencia, aunque no lo miré sentía su mirada clavada en mi.

──Tú vienes del subterráneo, ¿no? ─preguntó recargando su espalda contra la pared con su taza sostenido por una de sus manos de una forma distinta a la normal.

No contesté, solo me limité a beber mi último sorbo de té para después lavar mi taza junto a la tetera, todo eso bajo su intensa mirada.

Estaba por salir de la puerta, pero me detuve a unos centímetros de él.

──No vengo del subterráneo. ─contesté en el marco de la puerta. ──. Sin embargo, por desgracia estuve un tiempo en ese sitio. ─estaba dispuesta a irme pero su voz me detuvo.

──La cicatriz de tu mano es prueba de ello, ¿verdad? ─lo miré de reojo, él hizo lo mismo. ──. También por eso sabias los lugares por donde me seguiste.

──Hoy no supervisaré su entrenamiento. ─mi vista regresó al frente ignorando aquellas palabras. ──. Su capitán se encargará de eso. ─dicho eso salí de la cocina.

Necesitaba despejarme un poco.

Cerré mis ojos respirando el aire fresco.

Ya había llegado a el Distrito Shiganshina, eso era lo más fácil comparado con encontrar el lugar donde la pequeña azabache vive ahora.

Tendré que ir preguntando por los lugares hasta dar con el paradero.

En el camino encontré a un grupo de hombres, llevaban el uniforme de las Tropas de Guarnición. Quienes se supone que son una de las divisiones militares encargadas de proteger y mantener el orden dentro de las murallas, pero por lo visto ellos solo juegan cartas mientras bebían.

──Disculpen. ─me acerqué para preguntar, ellos dejaron de jugar para enfocar su mirada en mí. ──. Alguno de ustedes conoce a una pequeña niña de nueve años, es pálida y tiene el cabello azabache un poco más abajo de sus hombros.

──Mmm... se me hace conocida esa descripción. ─miré al hombre rubio.

──¿En serio? Me puede decir dónde la ha visto.

──Vive no muy lejos de aquí, en la casa de los Jeager. ─apuntó el camino que seguía recto. ──. A siete casas giras a la izquierda y la que está en la colina es donde viven.

──Se lo agradezco.

──No es nada. No todos los días ves a una hermosa señorita pasar por aquí. ─simplemente me aleje despidiéndome con la mano.

Seguí las indicaciones del hombre llegando a la casa que según él, es donde viven los Jeager, quienes acogieron a la pequeña azabache.

Toqué tres veces, ya era más del medio día lo que indica que no deben de estar dormidos.

──Un momento. ─escuche una suave voz hablar del otro lado, cuando la puerta se abrió se dejó ver a una señora castaña de ojos color ámbar claros. ──. ¿Le puedo ayudar?

──Buenas tardes. Soy Liberty Ackerman, la prima de Mikasa. ─ella se sorprendió, pero después sonrió.

──Mucho gusto, soy Carla Jeager. ─se presentó. ──. ¿Te parece mejor hablar adentro?

──Claro. ─se hizo a un lado dejándome pasar.

──Puedes sentarte.

──Gracias. ─me senté en una silla frente a la mesa.

──Mikasa está con mi hijo afuera. Llegarán en poco tiempo. ─comentó sirviendo un vaso de agua lo cual me alegró. ──. Cuando ocurrió lo de sus padres, Grisha, mi esposo no lo pensó dos veces para que Mikasa viviera con nosotros. ─tomó asiento frente mío. ──. La policía había dicho que su único familiar estaba en una expedición fuera de las murallas. No pensé que fueras una mujer tan valiente para haberte unido a la Legión de Reconocimiento.

──Los acontecimientos que he vivido en mi vida me llevaron a unirme. ─dije bebiendo un poco del agua. ──. Cuando llegue de la expedición a los pocos días me dieron la noticia. El hermano menor de mi padre fue asesinado junto a su esposa en su casa secuestrando a su hija, me dijeron que ella estaba a salvo, que una familia la había acogido. ─la mire a los ojos. ──. Le agradezco que lo hayan hecho. A pesar de ser mayor de edad, lo mejor es que se quede aquí. Mi trabajo es casi de tiempo completo, tengo pocos días libres y no podré estar con ella. Le prometo pagar para ayudar un poco en la economía.

──No tienes que pagar, ni agradecer nada. A mi esposo y a mi, no nos molesta tener a Mikasa con nosotros. Ella y Eren se llevan bien, siempre se la pasa protegiendo a mi hijo de los niños que lo golpean. ─soltó una ligera risa. ──. Para ser una niña de nueve años, es muy fuerte. Viene de familia, ¿no?

──Algo así. ─comenté bebiendo un poco de agua.

La puerta fue abierta dejando ver a dos niños entrar, el primero era un niño idéntico a Carla solo que con ojos de color azul verdoso detrás de él venia la pequeña con una bufanda roja.

──Ya regresamos, mamá. ─el pequeño se dio cuenta de mi presencia. ──. Etto, ¿quién es ella? Se me hace conocida.

Cuando la pequeña Mikasa me miró abrió sus ojos sorprendida de verme, sin dar tiempo a nada corrió directo abrazar mi cintura.

──Liberty. ─la escuche murmurar entre mi blusa. ──. Estas bien. Sigues viva. ─le acaricie su cabeza o mejor dicho le di golpecitos ya que no soy buena en ese aspecto.

──¿Quién es ella, mamá? ─preguntó de nuevo el hijo de la castaña.

──Es la prima de Mikasa, Liberty Ackerman.

──¿Prima? ─me miró, mi mirada inexpresiva se conectó con la suya. ──. ¡Yo te conozco! ─dijo de repente.

──Yo no mocoso. ─dije sintiendo a Mikasa separarse de mí.

──Te he visto en la Legión de Reconocimiento, vas en un caballo negro. ─simplemente lo miré. ──. ¡Llevas la capa de las alas de la libertad! ¡Y sales de las murallas! ¡Mikasa, no sabía que tuvieras una prima genial!

──Eres un mocoso muy ruidoso. ─dije cruzando mis brazos. ──. Te mataré. ─dije fríamente en forma de juego, este tembló un poco pasando saliva.

──Tu prima da miedo. ─murmuró detrás de Mikasa.

Su mamá soltó una pequeña risa al ver esa escena, tal vez no sea un mal día.

Solté un suspiró al por fin llegar a la base. Ya había oscurecido, sólo caminaba gracias a la luz de la luna.

Me la había pasado casi todo el día con la familia Jeager, también le comenté a la pequeña azabache que solamente la vería uno o dos veces al año, mi deber me lo impedía verla más seguido. Sin embargo, les prometí mandar dinero aunque ninguno de los mayores quería aceptar, decían que no era necesario.

La Sra. Jeager fue muy amable y me recibió de brazos abiertos, un poco hartante ya que no me gustaba ese tipo de cosas, en cambio su esposo fue más reservado y formal algo que me agrado de cierto modo. Mientras que su hijo no me dejaba fastidiar con eso de cómo me sentía cuando salía de las murallas, fue entonces que tuve que dejar claro que cuando no estoy trabajando me olvido de ello por completo.

Solo por ese pequeño detalle no lo llame escoria o mierda, pero si algún día llegan a estar en la legión no seré la misma y eso también va para Mikasa.

Decidí ir al despacho de Erwin antes de ir a mi dormitorio, seguramente debe de estar esperando mi presencia para saber como me fue en el día, aunque no lo parezca me sigue tratando como una pequeña en pocas ocasiones.

Toqué tres veces la puerta escuchando un "adelanto" de su parte.

──Con permiso. ─dije entrando encontrando a el rubio en su silla mientras Mike estaba a su lado. ──. Vengo a reportar mi regreso.

──Justo estábamos hablando de ti. ─lo miré sin expresión en mi rostro. ──. Cosas buenas. No pienses mal. ─aclaró al no recibir una palabra mía.

Me limite a mirar a el otro rubio, en cuanto sintió mi mirada en él solo miró a otro lado.

──Qué estupidez. ─me crucé de brazos.

──¿Cómo estuvo tu día? ¿Algo interesante que contar? ─preguntó poniendo su atención en unos papeles.

──Fue mejor de lo que esperaba. ─dije mirando por la ventana. ──. Contuve mis ganas de golpear a uno que otro hombre y en especial a un niño. ─ambos me miraron. ──. Ese niño me conocía por las veces que he ido de expedición.

──Te admira y tú quieres golpearlo. ─no dije nada. ──. Creo que es mejor que no lo golpearas.

──Hubieras esperado a que su madre no te viera. ─Erwin le dio una mirada reprobatoria a el gigantón. ──. ¿Qué?

──¿Algo que valga la pena saber de lo que sucedió hoy? ─pregunté cambiando el tema. ──. ¿Los reclutas se portaron bien?

──Me imagino que sí. ─contestó escribiendo algo en unos papeles. ──. Hoy estuvo relativamente tranquilo.

──Hmp. ─mi vista quedó perdida entre un punto. ──. Ya veo.

──Deberías ir a descansar. ─lo miré. ──. Mañana seguirás supervisando a los reclutas.

──Qué estupidez. ─cerré mis ojos para dar media vuelta y salir. ──. Los veo mañana. ─me despedí antes de cerrar la puerta detrás mío.

Antes de ir a dormir fui a la cocina, preferí tomar un té para poder dormir un poco. Me gustaba tomar té en la noche antes de dormir para que el sueño me pegue, si es que se digna de hacerlo.

Me senté en la silla dejando la taza en la mesa, estaba sumergida en mis pensamientos y no me di cuenta de que alguien más estaba en la cocina.

──Si sigues con esa cara de estúpida se te enfriará el té. ─regrese de mis pensamientos cuando escuche su voz.

No le di importancia y tome mi taza entre mis manos llevando aquel líquido ahora tibio a mis labios. En unos pocos meses sería la próxima expedición hasta entonces tendré que estar supervisando sus entrenamientos, es un dolor de trasero pero no tengo opción.

Me imagino que uno de ellos entró a mi habitación solo para ver si tenía yo los papeles. Realmente van en serio con su trabajo.

──Patético. ─solté de repente ante mis pensamientos, él me miró de reojo al escucharme. ──. ¿Y qué tal? No desordenarón mi habitación, ¿cierto? ─pregunté bebiendo de mi té.

──¿Qué te hace creer que entramos a tu habitación? ─preguntó con desdén.

──Por tu forma de verme en la mañana. ─puso su atención en mí. ──. Cuando me recorriste con la mirada te diste cuenta que era mi día libre e iba de salida. No supervisaría su entrenamiento y sería la oportunidad perfecta para buscar esos documentos. ─lo miré directamente a los ojos. ──. ¿O me equivoco, escoria?

No dijo nada, simplemente miró por la ventana bebiendo de su té. Me levanté de mi silla cuando termine mi taza, caminé a la salida una vez que lavé los trastes que use.

──Mocosa. ─lo escuche antes de salir del marco de la puerta. ──. Voy a matarte.

Simplemente lo ignore y salí de la cocina. Su amenaza o mejor dicho declaración me dio igual, no es el primero ni el último que me quiere matar.

MAMESGD!

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