Single Chapter .Part II.

Estaban acomodados en la cama, descansando en almohadas rellenas de algodón y cubiertos con suaves sábanas. El príncipe Frank rodeaba la cintura de Gerard con su brazo mientras éste mantenía el rostro escondido en el cuello del príncipe, respirando su suave aroma. Ambos dormían desnudos plácidamente.

Tres semanas y media habían transcurrido y durante aquel tiempo Gerard casi no había salido de la habitación del príncipe Frank. Se habían dedicado a conocerse, platicaban mucho, tenían todo el sexo que querían y por las tardes, cuando el sol adornaba con sus rayos más tenues el balcón en la habitación del príncipe, éste se dedicaba a recitar versos para Gerard, quien acomodaba la cabeza sobre la piernas del príncipe, escuchándole atento recibiendo al mismo tiempo caricias sobre su cabello. A Gerard le encantaba ver las expresiones que hacía Frank al hablar, la forma en que movía sus manos y reía, todo él era maravilloso.

La ropa de Gerard había sido enviada a buscar a su casa. Un par de sirvientes del castillo fueron los encargos de llenar una vajilla cuadrada con sus pertenencias. La madre de Gerard los había visto recoger sus ropas, su perfume entre algunas otras cosas con lágrimas en sus ojos. Aunque en su interior ella estaba feliz por su pequeño hijo.

Frank despertó tallando sus ojos con su mano izquierda, se tomó su tiempo para bostezar y apartar un poco la pereza que quedaba en él. Eran alrededor de las 5 de la mañana, momento en el que debía salir a correr, era la única actividad física que estaba realizando ya que los entrenamientos con el resto de hombres pertenecientes a la legión se reanudarían hasta la próxima semana.

Con pesar y delicadeza empujó un poco a Gerard y lo acomodó sobre las almohadas para que no sintiera su falta. Besó su frente y se levantó, caminando desnudo hasta encontrar la ropa cómoda y los zapatos que usaría. Lavó y secó su rostro y salió de la habitación. Todos los pasillos eran silenciosos, los guardias simplemente estaban ahí, quietos sin hacer ningún de tipo de ruido.

Al salir a los jardines del castillo el viento mañanero golpeó el rostro del príncipe provocando que un escalofrío le recorriera el cuerpo. Inició su rutina con un pequeño estiramiento, luego de unos minutos comenzó a trotar entretanto su mente empezó a divagar con libertad. En pocos días ya no podría estar junto a Gerard todo el tiempo, inclusive ese día tenían una reunión con el rey. Pero lo que más le preocupaba era su hermano y aquel asunto con Gerard, había tratado de evitarlo pero estaba seguro que ya no podría hacerlo.

Cubierto de sudor y con el cabello pegado a la frente Frank regresó a su habitación una hora después. Al entrar lo primero que notó fue la cama vacía. Sonrió malicioso y se dirigió al baño, antes de abrir la puerta se deshizo de toda su ropa mojada.

Encontró a Gerard desnudo en frente al espejo de cuerpo completo, mantenía sus ojos cerrados mientras aplicaba aceite de rosas sobre sus brazos y hombros. Caminó en silencio hasta él y sin pensarlo dos veces se colocó a sus espaldas, lo abrazó por la cintura y depositó un beso en su cuello haciéndolo respingar.

—Buenos días gatito lindo —dijo contra la piel de su cuello, aspirando su aroma dulce.

—Buenos días mi príncipe —le respondió Gerard ahogando un suspiro.

—¿Despertaste hace mucho?

—Noté el frío de tu ausencia.

—Lo siento bebé, no quería interrumpir tu sueño.

—No hay problema Frankie...

Gerard giró sobre sus talones sintiendo como los fuertes brazos de Frank se deslizaban a largo de su abdomen sin soltarlo, abrazándolo ahora por las caderas, apegándolo a su cuerpo. Siendo atraídos por los labios ajenos, se unieron en un beso que dejó de ser inocente  cuando el príncipe Frank metió su lengua en la boca de Gerard, lamiendo todo a su paso.

Se separaron con los labios brillantes y sus respiraciones erráticas.

—Eres tan hermoso —dijo el príncipe juntando su frente con la de Gerard.

Gee empezó a caminar haciendo que el príncipe Frank retrocediera hasta que sus pantorrillas chocaron con el borde de la tina. Le ayudó a entrar y le pidió que se quedara de pie mientras agarraba agua del cántaro. La dejó escurrir del recipiente sobre el cuerpo del príncipe con lentitud. Luego se inclinó y buscó el jabón y la esponja para tallarle. Esparció con cuidado el jabón y comenzó a deslizar con delicadeza la esponja por todo el cuerpo del príncipe. Gerard se mantenía a un lado de la tina pues ya se había bañado.

Deslizó sus dedos con lentitud extrema sobre los tatuajes en el pecho del príncipe, observando como la espuma le cubría. El príncipe tenía los brazos a los lados de su cuerpo dejándose hacer, mordiéndose el labio inferior mirando el trabajo que realizaba Gerard.

Un pequeño suspiro salió de sus labios cuando las manos de Gerard se deslizaron desde su marcada V en el abdomen hasta la zona de la entrepierna, acariciando superficialmente la polla semi dura del príncipe. No sé entretuvo mucho, se inclinó hacia abajo para tallar las piernas de Frank. Alzó su mirada y sonrió al toparse con un par de ojos avellanas cargados de lujuria.

—Mi príncipe... —dijo cuando sintió la fuerte mano de Frank sobre su cabeza.

—Eres tan bueno Gerard, ven aquí.

Frank lo tomó del brazo y lo puso de pie, lo abrazó contra su cuerpo y arremetió contra sus labios besándolo con fogosidad. Sus dientes chocaron y sus salivas se mezclaron deliciosamente. Gerard movió sus caderas creando fricción entre sus miembros, el de Frank ahora estaba completamente duro al igual que el suyo.

—Creo que necesitas enjuagar tu cuerpo Frankie... —dijo Gerard sonriente. Le pidió a Frank que se sentara en la tina mientras él la llenaba de agua.

Cuando estuvo lista se alejó, se sentó en un banco pequeño que estaba junto al espejo y recostó su espalda en la fría pared. Empezó a jugar con dos dedos en su boca, lamiendolos y llenándolos de saliva lo más que podía. Le guiñó un ojo al príncipe y llevó ese par de dedos a hacer círculos sobre su entrada.

—¿Te gusta mi príncipe? —preguntó con un gemido al tiempo que introdujo el primer dedo dentro de él.

El príncipe se quedó un par de minutos en el agua viendo el espectáculo frente a sus ojos. La imagen de Gerard estimulandose con un par de dedos era demasiado caliente. Frank se puso de pie y salió de la tina, sin molestarse por secar su cuerpo caminó hasta colocarse frente a Gerard, tomó su polla con su mano derecha y se masturbo un poco, de la punta brotó un poco de líquido preseminal y lo untó por todo su falo para estar un tanto lubricado. Se agachó hasta quedar a la altura del rostro de Gerard y tomó sus labios, mordisqueandole el labio inferior cuando lo escuchaba gemir por los dos dedos que ahora estaba moviendo dentro de si mismo.

—Quiero que te corras para mi, solo con ese par de dedos en tu culo. Vamos gatito, hazlo y tendrás una buena recompensa —dijo el príncipe, su aliento impactando sobre los labios de Gerard.

El de cabello negro asintió con rapidez moviendo sus dedos un poco más adentro. Se sorprendió cuando el príncipe se hincó sobre sus talones y lo tomó de la parte posterior de sus rodillas, sosteniéndoselas en el aire. De esa forma los dedos de Gerard podían deslizarse con mayor facilidad en su interior.

—¿Mejor? —preguntó Frank sin despegar su mirada del pequeño agujero de Gerard.

—Si mi príncipe, gracias...

—Curva un poco tus dedos hacia arriba —susurró.

Gerard así lo hizo. De manera inmediata su boca se abrió en una perfecta O y sus gemidos se volvieron más fuertes, estaba rozando su próstata con sus dedos y su polla no se podía sentir menos agradecida. El líquido preseminal estaba regado por todo su abdomen.

Frank sonrió satisfecho al verlo, se inclinó un poco más hacia adelante hasta alcanzar las bolas de Gerard y llevarlas a su boca, jugaba con cada una de ellas y su lengua, dejando escapar mucha saliva de más para que se deslizara hasta donde los dedos de Gee se movían sin parar. La propia polla del príncipe colgaba pesada y rojiza entre sus piernas.

—Aghh Frankie... ahhh estoy tan cerca... —jadeo Gerard arañando con su mano libre la espalda del príncipe quien no había dejado de chuparle—. ¿Puedo correrme por ti? —le preguntó.

Definitivamente al príncipe le encantó escuchar aquello, abandonó las bolas de Gerard con una sonrisa en sus hinchados labios y se lanzó a besarlo.

—Puedes Gee gatito, correte...

El príncipe Frank se inclinó una vez más sobre Gerard tomando está vez la cabeza de su polla en la boca. Gerard se sintió en los cielos cuando la húmeda lengua de Frank se arremolino en su punta, moviéndose en círculos mientras lo succionaba. Lo arañó con más fuerza cuando sus dedos tocaron su fondo una última vez.

Derramó toda su carga dentro de la boca de Frank. Sintió sus mejillas quemarse cuando Frank se separó de su pene y en sus labios podía ver los rastros de su propio semen.

—Eres delicioso Gee...

Sutilmente Frank bajó las piernas de Gerard cuando éste sacó sus dedos, sin embargo el príncipe se quedó ahí, en medio de las piernas del pelinegro. Se estiró un poco para alcanzar la mandíbula de Gerard, la besó y marcó un largo camino húmedo con su lengua hasta llegar a su cuello, a un lado de su manzana de Adán. Lo mordió y succiono esa porción de piel, marcando su dominio. Con su mano derecha tomó el pene de Gerard y comenzó a bombear de arriba hacia abajo rápidamente.

—Frankie... —jadeo con los labios entreabiertos sintiendo aún el cosquilleo de su orgasmo recorrer su vientre.

—Me encantas Gee, te voy a follar tan mal —gruñó contra su cuello—. ¿Quieres mi polla en tu culo? ¿La quieres? —preguntó con voz ronca.

Gerard no podía creer como los dedos mágicos de Frank habían conseguido que su polla despertara tan rápidamente o talvez habían sido los besos furiosos de Frank sobre su cuello o quizás la voz grave de Frank hablándole de esa manera. Estaba tan perdido en su placer post orgásmico que solo consiguió asentir a la pregunta de Frank.

—Contestame con palabras cuando te hable Gee gatito... —dijo Frank sobre su oído para después pasar a morder su labio inferior con u  poco de fuerza y estirarlo un poco.

—Si... si mi príncipe. Quiero tu enorme polla en mi culo —respondió con voz temblorosa cuando Frank lo liberó.

—Así me gusta —le dijo lamiendo sus labios ahora—. Ponte de pie —le ordenó soltando sin aviso la polla de Gerard.

Frank también se puso de pie y caminó hasta la pared contraria. Gerard veía los rastros rojos que había dejado en su espalda y como la cola del príncipe se movía con inquietud de un lado hacia otro. Estaba tan excitado y Gerard no podía esperar para complacerlo.

—Ven aquí.

La voz de Frank era tan sexy y demandante que Gerard sentía que podría vivir toda una vida escuchándolo hablar sin aburrirse. Podía escucharlo recitar, hablar, cantar, ordenarle y siempre sentiría esa flama ardiente de pasión y deseo emanar de su pecho.

Se colocó obediente frente a Frank. Al instante fue apresado entre la pared de mármol y el cuerpo de Frank, quien lo tomó del muslo derecho y lo llevó a la altura de su pelvis.

—¿Confías en mi? —preguntó el príncipe sobre sus labios. Gerard asintió temblorosamente—. Voy a cargarte mientras te follo y no quiero que reprimas tu preciosa voz. Quiero que todos aquí sepan quién es tu dueño...

—Mi príncipe —susurró y se apegó a los labios de Frank besándolo efusivo, la adrenalina le corría por la venas al reproducir la palabra dueño en su mente una y otra vez.

Con su otra mano Frank tomó el otro muslo de Gee y lo cargó. Gerard enrolló sus piernas fuertemente a las caderas ajenas y se sujetó de sus hombros sintiendo como la cabeza de la polla de Frank chocaba directamente en su entrada que ahora estaba más abierta por la posición.

Un par de movimientos con su cadera y el príncipe comenzó a ingresar en Gerard, sentía como se estiraba a su alrededor con cada centímetro que ingresaba en su interior, cálido y delicioso, magnífico. Cuando su pubis tocó los glúteos de Gerard comenzó a embestir contra él, fuerte, certero y sin piedad.

Gerard echó su cabeza hacia atrás dejándole el total acceso de su cuello casi inmaculado a Frank, solo sus propias marcas violetas yacían ahí logrando que para los ojos del príncipe Frank, Gerard luciera perfectamente imperfecto.

Enterró sus uñas con más fuerza en la espalda de Frank dejando largas franjas rojizas en él cuando en una de sus embestidas el príncipe impactó en su próstata.

—¡Ahhh Frank! —gritó Gerard—. Más duro mi príncipe, no pares por favor.

Frank sonrió malicioso cuando redujo el ritmo de sus embestidas y sacó casi toda su longitud. Antes de que Gerard pudiese reclamar volvió a entrar en él, en una estocada limpia que le arrancó todo el aliento.

Continuó gimiendo desesperado el nombre de Frank con sus ojos cerrados y su respiración acelerada. Frank sintió como el interior de Gerard se contrajo y apretó aún más su polla adentro, así que soltó una de sus piernas y la llevó a tomar su pene en su mano, tocándolo suavemente.

—¿Quieres correrte ya gatito? —preguntó.

—Por favor Frankie... ahhh mi príncipe ¿me puedo correr?

Frank embistió con más rapidez, soltó la polla de Gee para volver a tomarlo y apoyó su cabeza en el pecho ajeno sintiendo su propio orgasmo casi en la punta de su polla.

—Hazlo.

Las piernas de Gerard apretaron con más fuerza las caderas de Frank mientras se corría por segunda vez esa mañana. Los dedos de Frank se clavaron en sus muslos dejando profundas marcas. Su semilla se esparció en el interior de Gerard al tiempo que jadeaba su nombre.

—¡Amo estos buenos días! —exclamó el príncipe después que su polla suave se deslizó hacia afuera del culo de Gerard, lo bajó con cuidado y lo ayudó a incorporarse. Gerard sentía sus piernas temblar y su corazón latir a un ritmo errático.

—¡Son perfectos! —completó Gerard con una sonrisa.

Frank lo abrazó por la cintura y depositó un beso delicado sobre sus labios. El cabello de Gerard estaba tan desordenado y sus mejillas tan rojas, sin hablar de su cuello marcado, eso provocó que el príncipe Frank sonriera orgulloso. Todos verían a su gatito marcado por él, todos incluido Anthony, quizás así olvidaba su loca idea.

—Creo que se nos hace tarde gatito.

—¡Dios! Olvidé el desayuno con el rey —se lamentó Gerard.

—No te preocupes, mis hermanas son las últimas en levantarse así que siempre empezamos tarde.

—Pero, ¿y la reunión?

—Tampoco te preocupes por ello Gee. Ahora debemos limpiarnos y arreglarnos. Quiero que te pongas algo muy lindo.

Frank fue el primero en limpiarse, fue muy rápido y le dijo a Gee que le daría su espacio para que se aseara con tranquilidad entretanto él iba a la habitación. Frank se adentró con prisa a sus aposentos, se apuró a buscar en uno de sus cajones un pequeño cofre de madera, el cual Robert le había llevado unos días atrás. Sacó lo que estaba ahí guardado y lo asentó en la superficie de la mesa al lado de la ventana.

Cuando Gerard entró a la habitación Frank estaba vestido, con su cabello bien arreglado, esperándole.

—Que guapo eres —le dijo Gerard. El príncipe sonrió y dio una pequeña reverencia con su cabeza.

Gerard buscó entre sus pertenencias algún vestido que combinara con la ropa de Frank. Uno rosa pálido con un corte V en el pecho le parecía perfecto, contrastaba con todo lo negro que Frank estaba usando.

Al estar listo se colocó frente al espejo de la habitación y se arregló el cabello. Frank que lo había estado observando en silencio se acercó a sus espaldas y pasó las manos por su cuello con delicadeza. Gerard respingó al sentir algo helado deslizarse por su cuello y sus manos fueron a cubrir su boca cuando el destello verde fue visible ante sus ojos a través del reflejo en el espejo.

Una esmeralda. Para que te recuerde el hermoso color de tus ojos y para que la prosperidad acompañe tu vida siempre —dijo el príncipe junto a su oído. Terminó de colocarlo y depositó un beso en la parte posterior de la cabeza de Gerard.

—Pero Frankie... —dijo Gerard reprimiendo las lágrimas que querían escurrir de sus ojos.

—Shuuuu... no digas nada. Ahora vamos, termina de arreglarte, te espero en la puerta. —Antes de salir golpeó el glúteo izquierdo de Gerard y se marchó sin esperar respuesta.

Gerard se sentía tan emocionado y feliz que acarició la piedra redonda de su nueva pertenencia por un largo rato. Era una piedra preciosa muy hermosa, brillante. Gerard se sentía afortunado. El príncipe Frank era el mejor del mundo, en todos los aspectos.

゚・:*✿

La amplia extensión de la mesa cubría casi todo el espacio en el salón, tenía veinticuatro sillas a sus alrededores y al centro cuatro bandejas llenas de las uvas y manzanas más deliciosas que se cultivaban en el reino.

El rey estaba sentado a la cabeza, a su mano izquierda estaba la reina Linda. A ella le seguía el príncipe Anthony. En frente de la reina le había correspondido sentarse a Frank y a su lado estaba Gerard. El príncipe Frank no había soltado su mano desde que abandonaron la habitación y mucho menos lo había hecho cuando tomaron lugar en sus respectivos asientos.

Como Frank había dicho con anterioridad, Aglaia y Eufrosine, sus hermanas menores, de 18 y 16 años respectivamente, habían sido las últimas en llegar. Saludaron a su padre con un beso en la mejilla, luego a la reina, a los príncipes y por último a Gerard. Se vieron intrigadas por él al punto de que la mayor se sentó a su lado y su hermana la siguió.

El desayuno transcurrió en un ambiente relativamente tranquilo. El rey incluyó a Gerard en las charlas como un miembro más de la familia y la reina Linda lo elogió muchas veces por todas las cosas que comentaban, incluso por algo tan sencillo como que el pelinegro había aprendido de su madre a cocinar y a bordar.

Una mirada celeste penetrante sobre Gerard había sido lo que lo había hecho sentir un poco incómodo. El hermano gemelo de Frank, el príncipe Anthony le miraba sin disimulo, con una sonrisa chueca en sus labios. Comentó tantas veces sobre la belleza impoluta de Gerard que éste tenía las mejillas de color carmín. Él se atrevió incluso a señalar en voz alta acerca de las marcas en el cuello de Gerard. Aglaia lo defendió, alegando que no era asunto de Anthony lo que Frank y Gerard hicieran en la privacidad de sus aposentos.

Pero el menor de los gemelos tenía un plan, estaba presionando y molestando a Frank por haberlo ignorado durante tanto tiempo. Además no pensaba darse por vencido con tener una oportunidad con el gatito de ojos verdes.

Por su parte Gerard a pesar de sentirse incómodo no podía borrar de su mente una fantasía que había tenido mucho tiempo antes de siquiera pensar en acercarse al castillo. Claro que al convivir y conocer con tanta plenitud al príncipe Frank esa fantasía suya había sido enviada a un lugar oscuro en sus pensamientos.

Sin embargo Anthony y su mirada mordaz no hacia más que avivarla como fogata ardiente dentro de Gerard. Sus gestos corporales y el tono de su voz era una clara incitación a la tentación para él. Gerard se regañó mentalmente un par de veces al descubrirse observando al príncipe frente suyo, se recordó que estaba con Frank, que Frank era lo mejor de su vida, él ya lo quería tanto.

¡Pero Dios! Anthony estaba frente a él, sonriéndole de esa manera tan sensual y era idéntico a Frank. Era un sueño ver casi a la misma persona dos veces frente a él. Seres hermosos.

Gerard agradeció internamente a la divina deidad cuando el desayuno acabó. Frank le tendió su mano para ayudarle a levantarse, lo tomó por la cintura y le besó con el resto de su familia no muy lejos de ellos.

—No quiero que estés solo en nuestra habitación gatito... ve con las chicas a conocer los jardines, hay uno dedicado a los lirios. Te va a encantar verlos —le dijo Frank con dulzura.

—Está bien Frankie, trataré de esperarte en... —se sonrojo y bajó la mirada ante lo que iba a repetir—. Nuestra habitación...

—Nuestra —recalcó Frank con seguridad.

—En nuestra habitación, traeré flores ¿no te molesta?

—Claro que no, puedes hacer lo que gustes.

—Gracias mi príncipe.

Gee abrazó a Frank por los hombros, cerrando sus ojos ante el suave contacto.

—Si mi hermano está incomodándote con sus comentarios tontos puedes decírmelo —le susurró el príncipe.

—Estoy bien, no te preocupes.

Se despidieron con un último beso. Después los tres hombres de la realeza se retiraron al salón real donde se llevaría a cabo la reunión. Gerard y las princesas siendo acompañados por la reina fueron a visitar el jardín de lirios. Dos escoltas marchaban en silencio detrás de ellos.

El aire fresco y el aroma de todas aquellas lindas plantas de coloridos pétalos le ayudaron a Gerard a olvidar los ojos penetrantes de Anthony y las ideas que rondaban sus pensamientos durante el desayuno. Se sintió tranquilo y liberado, además la charla con Eu sobre anécdotas del príncipe Frank le hicieron sentir mucho mejor.

゚・:*✿

El buen humor que Gerard había adquirido en la visita a los jardines se vio empañado cuando escuchó un par de voces afuera de la habitación. Él había regresado hacia poco, se había cambiado de ropa y esperaba a que Frank regresara para que fuesen a buscar algo de comer. Dudó en acercarse a la puerta y escuchar mejor, pero al final la curiosidad terminó ganando.

—¡Tú me lo prometiste Frankie!

—Yo dije que lo pensaría. —Escuchó a Frank responder.

—¡Y por eso te alejaste de mi casi por tres semanas!

—¡Ya para Tony! —dijo Frank con cansancio—. No entiendo porque estás tan obsesionado con eso.

—No estoy obsesionado, es solo que Gerard me gusta, bueno no me gusta de gustar, su cuerpo me gusta. ¡Joder!

Gerard sentía sus piernas temblar. No podía creer lo que escucha y menos podía creer que los príncipes estaban discutiendo por su culpa.

—Yo no puedo simplemente decirle a Gerard que vaya a tu habitación porque tienes ganas de estar con él. Nunca haría eso.

—Yo no te pedí que lo enviaras a mi habitación, te pedí que lo compartieramos. Ya sabes, estar los dos con él al mismo tiempo.

—Eso es imposible...

—¿Porqué? —cuestionó Anthony interrumpiendo a Frank—. ¿Al menos estás seguro de que Gerard no aceptaría?

—¿Porqué insistes tanto?

—Por que sé que los tres la pasaremos bien y por que vi en los ojitos de Gerard que a él le gustaría experimentar.

—¿Ahora lees mentes, miradas o algo así? —bufó Frank.

—¡Te propongo un trato! —el mayor rodó los ojos y chasqueo la lengua—. Será cosa de una vez, te lo juro. Si le preguntas a Gerard y él está de acuerdo entonces lo hacemos pero si él dice que no, yo no vuelvo a pensarlo siquiera. Un trato justo, ¿no te parece?

Hubo silencio por un largo, Gerard contuvo la respiración tratando de escuchar todo. No podía dar una explicación a la explosión de sentimientos y pensamientos al escuchar que Frank aceptaba aquella propuesta. Se alejó de la puerta y caminó hasta el sofá a los pies de la cama. Se sentó con la vista perdida en sus rodillas pensando en todo y nada a la misma vez.

Acepto pero si él se siente incómodo o algo, detienes esta locura ahí mismo. Y no estoy jugando. —Fue lo que el príncipe Frank había respondido.

Minutos después el príncipe Frank entró a la habitación se apoyó a la puerta y cubrió su rostro con sus manos, ese asunto lo iba a enloquecer. Se sentía frustrado y enojado con Anthony pero no iba a negar que le prendía la idea de que compartir a Gee, de verlo llorar por tanto placer recibido. Pero él no era un puto egoísta que obligaría a Gerard a hacer algo que no quisiera. Otra parte dentro de él ardía en vergüenza siquiera de pensar en proponerle aquello.

No supo cuánto tiempo se mantuvo ahí quieto con sus ojos cerrados analizando todo lo que había sucedido. Gerard por su parte había levantado la vista hacia él cuando lo escuchó entrar, se quedó mirando como Frank parecía tener un fuerte debate interno consigo mismo.

Gerard a su vez aprovechó para pensar un poco y tomar una decisión, por lo que había escuchado él tenía en sus manos la oportunidad de decidir y quitar de los hombros de Frank esa carga. Si Gerard era completamente sincero quería aceptar el trato de Anthony, le encantaría estar con ellos dos al mismo tiempo. No era que Anthony le gustase, al menos no de la forma en que le encantaba Frank, era el simple hecho de imaginar compartir con alguien que lucía físicamente igual a Frankie... sería algo grandioso y magnífico. Sabía bien que estaba dejándose llevar por algo muy banal como la apariencia física pero ellos dos juntos eran demasiada tentación para él y para su fantasía más grande de la vida. Sentía su polla dar un pequeño tic al interior de sus bragas con solo pensar en dos pares de manos fuertes recorriendo cada parte de su cuerpo y dos pollas jodiendolo al mismo tiempo.

No obstante, Gerard admiraba, respetaba y quería a Frank. Nunca lo lastimaría, mucho menos por decidir algo que únicamente tenía el propósito de satisfacer un gusto propio. Tenía muy en claro que no era la pareja del príncipe Frank pero dormían juntos, compartían muchas cosas y Gerard no podía simplemente hacer lo que quisiera. Estaba seguro que el príncipe jamás le impondría nada así que lo mejor que podían hacer era hablarlo.

Aclaró su garganta y tímidamente se removió en su lugar.

Frankie... —dijo con voz suave.

El mayor se sobresaltó al escucharlo pues había estado tan ensimismado que no había notado su presencia en la habitación.

—Gee perdón, estaba muy distraído pensando... no te vi, perdóname cariño...

Gerard se sonrojo y le dedicó una sonrisa tierna, estiró su mano hacia el príncipe y le hizo una señal con su cabeza para que se acercara a él.

—Ven Frankie. Creo que necesitamos hablar.

El príncipe tomó entre sus dedos la suave mano de Gerard, le acarició el dorso mientras tomaba asiento a su lado. Gerard apoyó su espalda en el brazo del sillón y jaló a Frank sobre su pecho. Frank cerró sus ojos sintiendo la mezcla del aroma a vainilla y aceite de rosas que despedía el cuerpo de Gerard sintiendo como su cuerpo se liberaba de la tensión y de su mente se disipaban todas sus preocupaciones.

—Quiero pedirte disculpas Frankie... —empezó Gerard acariciando a su vez el cabello del príncipe que se arremolinaba alrededor de sus orejitas—. Escuché que discutías con alguien aquí afuera y me acerqué a la puerta a escuchar. Perdóname, sé que no debí hacerlo —dijo con sinceridad.

—¿Escuchaste todo? —preguntó Frank con un poco de temor.

—Si mi príncipe. —Por el tono de voz que Gerard estaba usando, el príncipe Frank se sintió tranquilo. No parecía molesto por los comentarios impertinentes de Anthony. Frank pensó que había sido un tonto por siquiera permitirle hablar de eso—. No te sientas mal, he visto la preocupación en tu mirar. No es necesario que me expliques nada.

—Pero Gee...

—Quiero saber que piensas de la propuesta de tu hermano con sinceridad. Te prometo que no te voy a juzgar y tampoco me sentiré mal por lo que me digas.

Frank tomó una inhalación profunda y asintió. Se abrazó más al pecho de Gerard y habló;

—Yo... una parte de mi quiere apartar a Anthony y a cualquiera de tu lado. No quiero que nadie te mire o que te elogie, quiero... ser él único... —susurró despacio. El corazón de Gerard se alegró tanto por escucharlo—. Pero hay otra parte de mi... que... —Gerard depositó un beso sobre su coronilla para animarlo a continuar hablando—. Ésta parte de mi quiere verte de rodillas, suplicando por mi polla mientras mi hermano te folla por detrás... quiero escuchar tus deliciosos gemidos.

La respiración de Gerard se aceleró considerablemente y apretó sus ojos con fuerza. ¡Esto no podía ser!

—Frank...

—Y me siento molesto conmigo mismo por pensar de tal forma y me siento molesto con Anthony por haber puesto esas ideas en mi cabeza...

—¿Te puedo decir algo? —le interrumpió. Frank alzó su cabeza para verle a los ojos. Las pupilas de Gerard estaban dilatadas y sus mejillas tan rosadas. El príncipe asintió—. Hace un tiempo cuando miraba a los príncipes pasar en sus caballos por la plaza pensaba en que eran hombres tan guapos, deseaba tanto poder hablarles o algo, aunque fuese simple. Luego de un tiempo mi atención se empezó a centrar en ti, en tu forma de caminar, en tus ojos y en lo preciosa que era tu voz, aquella vez que leíste un edicto dictado por tu padre. Nunca podré olvidarlo. —Gerard sonrió y Frank también—. Pero también estaban estas fantasías que venían a mis pensamientos por las noches, siempre estabas presentes en ellas, sin embargo no podía evitar que también lo estuviese Anthony...

Frank se incorporó del abrazo de Gerard, se sentó a su lado relajándose un poco ante el rumbo que estaba tomando la conversación. Poco a poco sus inseguridades se estaban yendo.

—Te juro que nunca he pensado en él mientras estamos juntos. Jamás. Solo ocurrió ésta mañana durante el desayuno. No podía evitar pensar en cómo sería estar con dos personas que lucen idénticas a ti. ¿Te imaginas eso? Dos Frankies sobre mi, sería tan excitante y emocionante...

—¿No te molestaste conmigo por haber hablado de esto antes con mi hermano?

—Nunca podría enojarme contigo Frankie... —Gerard lo tomó de la mejilla y se acercó a él besando sus labios castamente—. Escuché casi todo lo que él te dijo, así que mi respuesta es si al trato pero solamente si tu estás de acuerdo. Quiero decir tu y yo estaremos tranquilos porque hemos hablado de esto y nos gustaría experimentarlo pero también tu hermano estaría bien, tu relación con él seguiría igual... no lo sé, realmente lo que más quiero es que te sientas tu estés bien y cómodo... —finalizó con una pequeña sonrisa.

El príncipe guardó silencio un momento meditando las palabras de Gerard y después de varios minutos llegó a la conclusión de que le gustaría hacerlo, además a Gee también parecía gustarle la idea pero tenía un par de condiciones para ello.

—¿Me prometes que es solo para cumplir una fantasía?

—Te lo juro mi príncipe.

—Está bien pero tengo un par de condiciones. —Gerard asintió atento a escucharlo—. Esto es algo que se hará solo una vez. Nadie puede saberlo, no quiero que mi padre o mi madre se entere. Además no quiero que Anthony bese tus labios, me pertenecen solamente a mí.

—Únicamente a ti... —reafirmó Gerard besándolo una vez más.

—Yo hablaré con mi hermano después y le haré saber esto. Gracias Gee.

—Gracias a ti Frankie...

゚・:*✿

Nada más que una cama de dos plazas era lo que estaba al centro de la habitación. Los postes del dosel estaban vacíos. Amontonadas a la cabecera estaban un sinnúmero de alhomadas y sábanas color perla cubrían el colchón.

Esa era la habitación que el príncipe Frank había escogido para ellos esa noche. Tres días habían transcurrido desde la charla y el príncipe Anthony cuando supo la decisión que habían tomado no pudo dejar de sonreír triunfante, aunque claro su sonrisa se borró un poco cuando Frank le prohibió besar los labios de Gerard además de que deberían hacerlo en una habitación desocupada pues él no quería tener que dormir en la misma cama cada noche.

Los tres días habían transcurrido con tanta rapidez para todos que se les hacía increíble que ya estuviese por suceder. Cuando todos se habían retirado a sus aposentos a descansar, Gerard y Frank salieron de su habitación, tomados de las manos caminaron en silencio por el pasillo que les llevaba a su destino. Al entrar encontraron todo como el príncipe había mandado a pedir.

—Creo que nos anticipamos a llegar —dijo Gerard al notar la ausencia del príncipe Anthony.

—Eso es bueno... puedo empezar a besarte todo lo que yo quiera...

Frank lo tomó de las caderas con fuerza y comenzó a besarlo, introdujo su lengua en el interior de su boca y comenzó a moverla de una manera casi salvaje. Deslizó sus manos sobre los glúteos de Gerard y subió la tela del camisón que estaba usando dejando al desnudo la pálida piel.

—Me encantas tanto... —murmuró desplazando sus besos al cuello de Gerard, bajando a lamer sobre sus clavículas y rasparlas un poco con sus dientes.

Gerard echó su cabeza hacia atrás para dejarle mejor acceso al príncipe mientras colocaba una de sus manos en medio de sus cuerpos. Acarició la polla ya dura de Frank sobre la tela de sus pantalones, apretó todo el bulto en su mano una y otra vez.

—¡Dios mío! —exclamó una tercera voz después de haberse escuchado el cerrar de la puerta—. ¡Qué preciosa vista!

El enorme culo de Gerard se exponía frente a los ojos del otro príncipe, las manos de Frank vagando por el, pellizcando comenzando a crear marcas rojizas.

Sin perder el tiempo Anthony se deshizo de su camisa y se unió a ellos. Como un experto tomó a Gerard de las caderas y se apegó a su espalda lamiendo el costado derecho de su cuello.

—Lamento haber iniciado sin ti hermano —dijo Frank—. Recuerda no dejarle marcas en el cuello tampoco.

—No te preocupes hermanito.

Gerard que se había mantenido en silencio disfrutando de los besos sobre su cuerpo y de las manos de Frank en sus glúteos, gimió alto cuando Anthony tomó su polla entre sus dedos y comenzó a masturbarlo. A solicitud de Frank, Gerard no había llevado ropa interior.

—Que bonito como suenas Gerard. No puedo imaginar cómo gritas cuando te cogen. ¿Cómo grita Frankie?

—Como una musa. Sus gritos son melodías para los oídos —respondió Frank continuando el juego de su hermano provocando que Gerard se excitara más.

—Que delicia...

Anthony soltó la polla de Gerard y llevó sus manos a arrancarle el camisón. Lo dejó totalmente desnudo ante sus ojos. Su cuerpo era perfecto, sin manchas de tinta, con piel suave y blanca que contrastaba a la perfección con su cola negra. Le recorrió los muslos con sus manos fuertes y le apretó el culo cuando lo alcanzó. Frank se había trasladado a pellizcar y lamer sus pezones rosados.

—Que culo tan hermoso y perfecto.

—Lo tiene. —dijo Frank, tomó a Gerard del cabello y lo besó, Anthony golpeó con un poco de fuerza su mejilla derecha dejando la marca de sus dedos en la piel y pegó su enorme bulto en medio del culo de Gerard, presionando mientras volvía a besarle el cuello—. ¿Qué quieres hacer Gee? Dinos...

—Quiero chuparlos... sus pollas... ¡Oh Dios! —jadeo cuando Anthony movió sus caderas con fuerza simulando que lo penetraba.

Frank colocó su dedo pulgar en el labio inferior de Gerard y lo arrastró hacia abajo, luego lo lamió y se alejó dejándolo esperando por más. Retrocedió un par de pasos para retirarse su ropa.

—De rodillas Gerard —ordenó. Anthony sonrió ante la obediencia con la que Gerard se dejó caer en el suelo ante Frank—. Hermano ven aquí. Gee está desesperado por nuestras pollas.

—Toda una putita... —dijo Anthony—. ¿Frankie te ha dicho puta algún día Gerard?

La mirada de Anthony era tan severa y demandante que hacía que Gerard se sintiera mucho más sumiso y obediente. Negó con simpleza mientras apretaba sus dedos en la base de la polla de Frank.

—Por lo que veo tampoco te enseño modales...

Gerard trató de continuar con lo que anhelaba, su boca salivaba de más viendo la rosada punta llena de preseminal de la polla de Frank. Abrió sus labios dispuesto a llevarla dentro pero un tirón en su cabello le hizo gemir. No fue tan fuerte pero le había tomado de improvisto.

—¡Usa tus palabras cuando te hable! —dijo Anthony sobre su rostro, la boca abierta de Gerard era una tentación muy grande. Se abstuvo soltandolo para retirarse lo que restaba de su ropa.

—Si... si señor... —respondió Gerard con voz temblorosa viendo cómo el príncipe quedaba desnudo ante él. La polla de este saltó a su rostro completamente dura, era casi tan larga como la del príncipe Frank pero un poco menos gruesa.

—Bien. Haz tu trabajo.

—Hazlo gatito lindo —le dijo Frank complacido.

Gerard asintió y tomó la polla de Frank entre sus labios, ahuecando sus mejillas para chuparle mejor mientras masturbaba a un ritmo rápido la polla de Anthony. La mano fuerte de Frank se posicionó sobre la cabeza de Gerard como de costumbre, cerró sus ojos y comenzó a gemir en voz baja. La lengua de Gerard hacia círculos sobre el eje de Frank e intercalaba sus movimientos con pequeñas succiones solo en la ranura. A Frank le encantaba.

Abandonó la polla de Frank con la respiración acelerada, con sus labios rojos y brillantes. Le sonrió y sin dejar de masturbarlo tomó la polla de Anthony, chupando con un poco más de rapidez y mirando fijamente los ojos de Frank.

—¡Joder bebé! Que precioso —le elogió Frank.

Escucharlos hablar a ambos era una experiencia distinta. Frank era dominante pero dulce y cariñoso, mientras que Anthony era del tipo de dominante que le gustaba humillar y eso estaba bien para Gerard pero prefería una y mil veces la dominancia dulce a la que Frank lo había acostumbrado.

Frank le daba la dosis justa.

Gerard sacó la lengua y rodeó todo el falo de Anthony hasta alcanzar sus bolas donde las chupó una por una. Luego regresó sus labios a la cabeza y lo succiono un par de veces más.

—Tienes una boca muy buena Gerard pero me muero por probar tu culo. Quiero comerte.

Gerard soltó su polla y chupó la de Frank llevando más de la mitad hacia su garganta y sacando la longitud, todo aquello sin parar de apretar las bolas de Anthony entre sus manos.

—Mmmm Gee, acuéstate en la cama, sobre tu espalda y abre bien las piernas... —le dijo Frank.

El pelinegro lo obedeció con rapidez. Se despegó de la polla de Frank con un chasquido ruidoso y se apresuró a subirse en la cama acomodándose en la posición que le habían pedido. Abrió sus piernas y expuso ante los ojos de los príncipes su entrada pequeña, rosada y limpia.

—Cuanta perfección —escuchó que dijo Anthony.

—Tratalo bien —le dijo Frank a su hermano que se lamía los labios mientras colocaba una almohada debajo de los glúteos de Gerard para alzarlo más.

Frank subió a la cama y se acomodó ahorcadas sobre el pecho de Gerard con cada rodilla a los lados de sus hombros y con su polla frente a sus labios rojizos.

—Lo estás haciendo de maravilla cariño —le dijo moviendo su pelvis sobre los labios de Gerard—. Voy a follarme esa boquita tuya, sé bueno para mi.

—Si mi príncipe —le respondió Gerard en un susurro abriendo su boca para que Frank introdujera en ella su polla dura como piedra.

Al mismo tiempo Anthony inició su labor. Dejó escapar un chorro de su saliva sobre la entrada de Gerard y sin preámbulos deslizó su lengua sobre su agujero. Movía su lengua en movimientos circulares, intercambiando con pequeños mordiscos sobre su anillo de músculos apretados.

Los dedos de las manos de Gerard se clavaron con fuerza en los muslos de Frank y sus ojos se pusieron en blanco. Sentía que su polla goteaba tanto preseminal solo con el trabajo que hacía esa lengua en su agujero.

Su garganta vibró alrededor de la polla de Frank cuando un intento de gemido intentó salir de la garganta de Gerard.

—¡Oh Gee! Haz eso de nuevo...

Frank movía sus caderas con cuidado pues no quería lastimarlo pero la sensación que Gerard le estaba haciendo sentir le tenía nublada la vista, solo quería empujar con más fuerza.

El culo de Gerard se relajó y permitió que dos dedos de Anthony se deslizaran dentro de él con facilidad mientras la lengua del príncipe no dejaba de lamer y lubricarle.

—No puedo más Frankie, ¿puedo tomarlo? — preguntó.

—¿Estás listo Gee? —Gerard asintió a la pregunta de Frank, su mandíbula dolía pero le encantaba tanto el sabor de Frank en su boca y el peso de su polla en su lengua que no le importaba—. Bueno, girate. Sobre tus manos y rodillas.

Frank sacó su polla de la boca de Gerard y se sentó a un lado, masturbándose mientras Gee se acomodaba y Anthony se colocaba detrás de él. Gerard gimió alto cuando la polla de Anthony se abrió espacio dentro de él, fue fuerte y certero, no espero a que se acostumbrara y empezó a penetrarlo rápidamente. Se sostenía fuertemente de las caderas de Gerard enterrando los dedos para moverse con mayor brusquedad. El príncipe Frank observó un par de minutos la expresión del rostro de Gerard, las gotas de sudor que corrían por su espalda y el como la polla de su hermano era absorbida perfectamente por su interior.

Tomó la polla de Gerard con su mano y la acarició al mismo tiempo que la suya. Anthony gruñia ante la sensación de que la que su polla era víctima, Gerard tenía un culo divino, era apretado y sus grandes glúteos tan suaves. No sé abstuvo y le soltó varias nalgadas sobre ellos dejandolos bastante rojos.

Gerard sentía tantas sensaciones recorriendo su cuerpo. El sabor del presemen de Frank aún en su boca, la mano que se movía deliciosamente sobre su polla, las estocadas duras que le daba Anthony y el picor que sentía en la piel de sus glúteos. Todo era delicioso pero aún quería más, podía aguantar más. Quería que Frank lo cogiera también.

—¿Quieres más? —de pronto la voz rasposa de Frank estaba sobre su oído. Era como si hubiese escuchado sus pensamientos sucios. Solo pudo sonreír y asentir disfrutando de la dulzura con la que su príncipe le besaba el hombro—. ¿Quieres las dos pollas a la vez? ¿Te gustaría?

—Ahhh ¿podemos intentarlo mi... mi príncipe? —le preguntó con dificultad pues las embestidas de Anthony hacían que su cuerpo se moviera de atrás hacia adelante con mucha rapidez.

—Solo si estás bien con ello, si te sientes incómodo detenemos todo.

—Yo... estoy bien Frankiee... ahhh... yo... preparame un poco ahhh...

Gerard abrió la boca y su saliva se escurrió de ella cuando Anthony golpeó el punto más dulce dentro de él. Era tan brusco y salvaje pero seguía siendo bueno. Frank aprovechó y lo besó con fogosidad reduciendo el ritmo que ejercía su mano en la polla colgada de Gerard, quería que aguantara más en correrse.

Frank se arrastró junto a su hermano viendo más de cerca las marcas en el culo de Gerard y viendo cómo la polla de su hermano lo tenía bien abierto. Su propia polla palpitaba dolorosa queriendo ser parte de la diversión.

Llevó a su boca sus dedos índice y pulgar y los lubrico con bastante saliva. Cuando los sintió los suficientemente húmedos los retiró y le indicó a su hermano que redujera su ritmo pero sin salir de Gerard. Acercó su dedo índice a la entrada de Gerard, Anthony deslizó su pene con lentitud hasta que solo su cabeza rozaba el agujero de Gerard para que Frank pudiera introducir su dedo.

Gerard gritó fuertemente cuando el dedo de Frank y la polla de Anthony se metieron en él. Le ardía pero no dejaba de ser placentero. Si así se sentía un dedo no podía imaginar cómo serían dos pollas. La idea de aquello hizo que su polla palpitara en la mano de Frank. Para Frank fue una señal de que todo estaba bien con Gee así que añadió un segundo dedo, éste entró con mayor facilidad y cuando los gemidos resonaron con mayor audición deslizó su tercer dedo en la cavidad de Gerard.

Él mordió el interior de su brazo cuando los dedos y la polla se movieron más rápido en su agujero. Se sentía tan abierto y húmedo. Las palabras de Frank y las frases sucias de Anthony no ayudaban a que el placer lo obligara a que un calor se fuese instaurando en su vientre bajo.

—Frankie... ahhh... creo que estoy listo —se obligó a decir para no disparar su carga en la mano de Frank y en la cama.

Frank sacó sus dedos y Anthony dio un par de embestidas profundas más antes de retirarse. Frank se arrastró al respaldar de la cama y se acomodó semi acostado sobre las almohadas, llenó de saliva su polla y esperó a que Gerard llegara a su regazo. Lo ayudó a acomodarse sosteniendo su polla firme mientras Gerard se presionaba contra ella. Frank clavó sus dedos con fuerza en los glúteos de Gerard cuando su polla se deslizó adentro, le encantaba la sensación que sentía cuando Gee estaba arriba.

Gerard marcó su propio ritmo apoyándose de los hombros de Frank e impulsandose con sus muslos para saltar sobre su polla. Le pidió a Frank que dejara caer las palmas de sus manos con fuerza en sus glúteos pues ese ardor le hacía retrasar su orgasmo.

Anthony se acercó a ellos cuando Gerard lo llamó, se colocó con las piernas abiertas sobre las de Frank, empujando con su mano izquierda la espalda baja de Gerard y con la derecha dirigiendo su polla al agujero de Gee.

—Si sientes que es demasiado me dices. Me retirare de inmediato, no quiero lastimarte —dijo el príncipe Anthony con un leve toque de preocupación.

—Si, está bien —consiguió responder.

Gerard cerró sus ojos y apoyó ahora sus brazos a los hombros de Frank, éste último lo tomó de los glúteos y los abrió un poco para que Anthony se deslizara con mayor facilidad. Gerard se quedó sin aire al sentir la dureza del menor de los hermanos rozar su entrada. El momento con el que soñó estaba ahí. Para que lo disfrutara.

Los cuerpos de los tres hombres estaban cubiertos en sudor, los tres jadeaban y respiraban entrecortadamente.

Gerard se tensó y gritó cuando Anthony empujó más hacia abajo su espalda y forzó un poco sus caderas para que la cabeza de su polla lo penetrara. Sintió una punzada que se extendía a lo largo de su columna y le erizaba los vellos del cuerpo.

—¿Estás bien? ¿Quieres parar? —le preguntó Frank preocupado. Los ojos de Gerard estaban llorosos, temía haberlo lastimado.

—Duele pero... estoy bien solo necesito respirar.

Para que Gerard se sintiera mejor Anthony llevó una de sus manos a acariciarle la polla que aún tenía dura contra el vientre de Frank y la otra de sus manos a recorrer su espalda, dejando besos a lo largo de su columna. Frank por su parte masajeo sus glúteos y le besó el cuello, mordiendo levemente y lamiendo todos los espacios que tenían sus marcas violáceas.

—Podemos seguir...

El nuevo ángulo de la polla de Frank tocaba directamente la próstata de Gerard, cada golpe que el príncipe daba con sus caderas hacia arriba lo hacía alucinar. El ardor y el dolor siempre persistía pero se combinó perfectamente con el placer. La polla de Anthony encontró un ritmo bueno con el que moverse.

Ambos príncipes no podían negar que compartir ese agujero tan pequeño no los estaba volviendo locos. Anthony fue el primero en sentir la tensión en su vientre y en sus muslos así que aceleró más el movimiento de sus caderas y el de su mano pues por los gemidos que Gerard dejaba escuchar sabía que estaba a nada de correrse.

—Eres maravilloso Gee, estoy muy orgulloso de ti —le dijo Frank.

Anthony atrás de ellos gruñó mientras se corría provocando que su semilla hiciera más fácil el trabajo de embestir de Frank. Antes de retirarse de Gerard le empujó la cabeza para que sus labios se encontraran con los de Frank.

Cansado y complacido el menor de los príncipes se dejó caer en la cama viendo como su hermano se enterraba con fuerza dentro de Gerard y como su semen resbalaba por las bolas de Frank. Se rió de ello.

Gerard continuó besando a Frank siendo él el que dominaba con su lengua en el interior de la boca del príncipe. Gimiendo en el beso cuando explotó manchando con su semen el pecho tatuado de Frank.

El príncipe Frank lo apretó con fuerza de las caderas y lo mantuvo ahí quieto mientras se corría con tanta fuerza. Ese orgasmo había sido glorioso.

Gerard se separó agitado de los labios de Frank. Pasó su mano por el rostro del príncipe y besó la punta de su nariz. A su vez Gerard sentía el ardor caliente que estaba apoderado de su agujero estirado y la sensación pegajosa que producía el semen que se escurría de él. Cuando se movió para que la polla flácida de Frank se deslizara de su interior la punzada que sintió le hizo saber que no podría caminar bien por un par de días.

Se quedó acomodado en el pecho de Frank regulando su respiración. El príncipe le acariciaba le espalda y repartía besos en su cabeza.

Anthony al sentirse recuperado se removió y se incorporó en la cama. Se acomodó sobre Gerard y le besó la mejilla.

—Gracias Gerard, eres espectacular. Gracias hermanito por haberlo compartido conmigo.

—Cállate tonto —le dijo Frank sonriendo.

—¡Es verdad! Pero bueno, me retirare pues siento que hay mucho amor en el aire con ustedes dos y no me quiero contagiar. ¿Hay algo que desees Gerard? —preguntó al bajarse de la cama y buscar su ropa.

—Tengo mucha sed —dijo Gee, sentía sus párpados pesados y su garganta arder.

—Mandaré algo para ustedes a su habitación.

—Por favor pide que nos lleven paños y agua tibia —pidió Frank.

—¡Bien! ¡Me retiro! ¡Buenas noches chicos!

Con prisa el príncipe Anthony salió de la habitación, Frank se rió de la actitud de su hermano. El desgraciado había conseguido lo que había querido, pero fue bueno, la pasaron bien.

—¿Estás bien? —le preguntó a Gerard.

—Quiero dormir, me siento muy cansado.

—Duerme mi ángel, yo te llevaré a la habitación.

Gerard besó el pecho del príncipe Frank con suavidad y cerró sus ojos cayendo en un sueño profundo. El príncipe se encargó de cubrirlo con una sábana y llevarlo cargado a la habitación, lo limpió y lo arropó. Luego el también se limpió y se metió bajo las sábanas abrazando a Gerard contra su pecho.

A la mañana siguiente como era de esperar el príncipe Frank se levantó antes que Gerard, salió de la cama con cuidado y vio que en la mesa yacía intacta la bandeja con comida y bebida que les había llevado la noche anterior.

Él se sentía hambriento y sabía que Gerard se despertaría de igual modo así que decidió ir a la cocina a buscar desayuno recién hecho.

Su estado de ánimo estaba alegre. Tanto así que conversó con las cocineras muy animadamente y les ayudó a cortar los trozos de las frutas que a Gee le gustaba desayunar. Mientras subía las escaleras que lo llevaban a su habitación una idea cruzó su cabeza. Le hizo sonreír grande y orgulloso de si.

El príncipe Frank sabía bien que su hermano era un hombre de palabra, él iba a respetar el acuerdo que había hecho sin embargo él quería que todos en el reino supieran que Gerard Way era suyo, lo quiera a su lado para el resto de sus días.

Abrió la puerta con un poco de dificultad pues llevaba una bandeja llena de comida en sus manos. Se sorprendió un poco al ver un par de ojos verdes que le observaban con cariño.

—Buenos días gatito hermoso ¿cómo amaneciste? —le preguntó cuando se sentó a su lado, colocó la bandeja sobre la cama y se inclinó a depositar un beso en la frente de Gee.

—Estoy bien solo un poco adolorido.

—Mandaré a que traigan algo para tu dolor cariño, no te preocupes, quédate en cama todo el tiempo que quieras.

Gerard le sonrió y le acarició la mejilla. Luego se incorporó en la cama con un poco de dificultad y tomó el vaso de jugo que el príncipe le ofrecía. Gerard se sonrojo al sentir que su cuerpo desnudo estaba limpio y que olía bien, seguramente era porque el príncipe de había encargado de él la noche anterior. Bajó su mirada observando la esmeralda sobre su pecho y susurró;

—Muchas gracias mi príncipe...

Frank negó y lo tomó de la barbilla para que alzara el rostro. Le dio un tierno beso antes de preguntar:

—Gerard... ¿A ti te gustaría ser mi princesa? Quiero decir que si te gustaría convertirte en mi pareja...

La respiración de Gerard se aceleró y sus ojos se llenaron de lágrimas con una rapidez impresionante. No le importó no poder contenerlas pues eran lágrimas de felicidad.

Se arrojó a los brazos del príncipe Frank repitiendo muchas veces que aceptaba convertirse en su princesa.

 
 
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Me gustaría saber que les pareció esta pequeña historia. A futuro, ¿Les gustaría leer un fic que tenga este mismo nivel de smut?

Si han llegado hasta acá, no olviden dejar sus votos y comentarios. Es la mejor recompensa que puedo obtener como escritora.

Lots of love - Sof 💓

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