𝘼𝙘𝙘𝙞𝙙𝙚𝙣𝙩𝙚 𝟭/𝟮
𝐀𝐃𝐕𝐄𝐑𝐓𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀:
Estɑ histoɾiɑ contiene comentɑɾios sugeɾentes,
humoɾ negɾo ocɑsionɑl, spoileɾs γ contenido
no ɑpto pɑɾɑ todo público.
Leeɾ bɑjo su pɾopiɑ ɾesponsɑbilidɑd.
Cuatro años después
Cuatro años habían pasado desde el nacimiento de Shoto, y el pequeño había crecido en un entorno que, a la vez, era un refugio de amor y un campo de batalla emocional. Afortunadamente, para Enji, Shoto había desarrollado su quirk, una poderosa combinación de fuego y hielo, heredando lo mejor de sus padres.
En contraste, hacía tres años, cuando David cumplió cuatro años, también despertó su quirk, que resultó ser el mismo que el de Enji: el fuego. Este hecho no solo llenó a Enji de orgullo, sino que también complicó aún más la dinámica familiar. David había crecido en un ambiente donde su padre era un héroe consagrado, pero también donde la sombra de las expectativas pesaba sobre él.
La relación entre Enji y Elena había florecido a pesar de las dificultades inherentes a cualquier pareja. A sus veintisiete años, Elena se había convertido en una mujer hermosa y fuerte, y juntos formaban una pareja que, aunque enfrentaba peleas y desacuerdos, se encontraba cada vez más enamorada. Enji, ahora con treinta y cuatro años, sentía que había encontrado en Elena un apoyo inquebrantable, alguien que entendía su mundo y lo aceptaba con todas sus imperfecciones.
Por otro lado, la relación de Enji con Rei había alcanzado un punto de quiebre. El abuso emocional y físico que había ejercido sobre ella se había intensificado, y Rei vivía con un profundo temor hacia su marido. A pesar de haber sido un matrimonio arreglado, el desdén y la violencia habían eclipsado cualquier rastro de amor que pudiera haber existido. Rei se había convertido en una sombra de sí misma, atrapada en un ciclo de miedo que la mantenía alejada de su propia felicidad.
Touya, ahora con once años, observaba con creciente desesperación cómo su hermano Shoto se convertía en el hijo perfecto que siempre había deseado ser a los ojos de su padre. La presión de demostrar su valía lo impulsaba a entrenar incansablemente, esperando que algún día Enji lo mirara y le dijera que era su adoración, que él también podía ser su sucesor. Sin embargo, esas palabras jamás llegaban, y la ausencia de reconocimiento de su padre solo alimentaba su angustia.
Fuyumi, ahora de diez años, había asumido el rol de protectora de sus hermanos. Con una madurez impropia de su edad, se dedicaba a cuidar de Touya y Natsuo, intentando crear un ambiente más seguro en medio del caos familiar. A pesar de su juventud, ella comprendía las dinámicas de su hogar, y su amor por sus hermanos la impulsaba a actuar como un baluarte de esperanza y apoyo.
Natsuo, de ocho años, había comenzado a resentir a su padre por el daño que infligía a la familia. No solo por el sufrimiento que causaba a Rei, sino también por la forma en que ignoraba a sus otros hijos. Al ver cómo Enji obligaba a Shoto a entrenar desde tan corta edad, Natsuo sentía que su padre había olvidado por completo que él también existía, que él también merecía atención y amor.
A su vez, Shoto se había visto obligado a entrenar sus quirks al día siguiente de haberlos obtenido, impulsado por la presión de convertirse en el próximo símbolo de la paz. Enji no parecía preocuparse por el daño físico y mental que esto podría causarle; su única ambición era que Shoto se convirtiera en un héroe que llevara su legado. La inocencia de su hijo se veía amenazada por la carga de expectativas que le imponía, y Enji estaba ciego a los efectos de su obsesión.
La atmósfera en el hogar Todoroki era una mezcla de amor y dolor, de aspiraciones y desilusiones. Mientras Enji se enfocaba en moldear a Shoto como el héroe que necesitaba, la familia se desmoronaba lentamente a su alrededor, con cada miembro luchando por encontrar su lugar en un mundo que parecía haber olvidado lo que significaba verdaderamente amar. En este complejo entramado de relaciones, la búsqueda de la perfección se convertía en una prisión, donde cada uno de los Todoroki debía enfrentarse a sus propios demonios y a las expectativas de un padre que no conocía el significado del amor incondicional.
En esos momentos, Enji se encontraba de regreso en México. La calidez del hogar se sentía palpable, y la escena que se presentaba ante él era un remanso de paz en medio de la tormenta de su vida. David estaba sentado en el regazo de su padre, recostando su cabeza en el pecho de Enji mientras miraban la televisión, inmersos en un mundo de aventuras y héroes.
—Papá -llamó David, rompiendo el silencio con su voz infantil.
—¿Qué pasa, campeón? -preguntó Enji, acariciando suavemente la cabeza del menor, disfrutando de la cercanía y del momento compartido.
David levantó la mirada hacia su padre, sus ojos brillando con un entusiasmo contagioso.
—Yo voy a ser un héroe -aseguró, la determinación en su voz era evidente.
—¿En serio? -sonrió Enji, sintiendo una oleada de orgullo. La inocencia y la ambición de su hijo lo llenaban de una calidez reconfortante- ¿Y por qué quieres ser un héroe? -preguntó, curioso por conocer los motivos detrás de ese sueño.
Elena, que observaba la interacción desde el sofá, no pudo evitar sonreír. Ver a David y a Enji en ese abrazo, compartiendo un momento tan genuino, le ablandaba el corazón. Era un recordatorio de lo que realmente importaba en la vida, y esa conexión entre padre e hijo era algo que siempre había anhelado ver.
—Porque quiero ser como tú cuando sea grande -dijo David con emoción, su voz llena de admiración- Quiero ser un héroe igual de fuerte e increíble como tú en el futuro -añadió, sus palabras rebosantes de esperanza.
Enji sintió que su corazón se llenaba de orgullo y ternura. La admiración de David por él era un reflejo de lo que él mismo había soñado en su infancia. Sin embargo, también sentía una punzada de preocupación ante la carga que su hijo podría enfrentar.
—Es por eso que quiero que me ayudes a entrenar mi fuego -mencionó David, sus ojos brillando con la determinación de un futuro héroe.
La petición de David resonó en Enji, quien se dio cuenta de que tenía la oportunidad de guiarlo por el camino que él mismo había recorrido. Sin embargo, una parte de él también sabía que el camino de un héroe no era fácil y que el entrenamiento podría traer consigo desafíos que David aún no comprendía plenamente.
—Claro que sí, león -respondió Enji, su voz llena de calidez- Te enseñaré todo lo que sé. Pero recuerda, ser un héroe no solo se trata de tener poder; también se trata de ayudar a los demás y hacer lo correcto
David asintió, sus ojos llenos de admiración y emoción.
Elena, observando la escena, sintió una mezcla de alegría y preocupación. Aunque la relación entre Enji y David era hermosa, sabía que las expectativas que Enji podría imponer sobre su hijo eran grandes. No obstante, en ese momento, no dejó que esos pensamientos la distraigan; en su lugar, se unió a ellos en la conversación.
—¿Y qué tipo de héroe quieres ser, David? -preguntó, sonriendo mientras se acercaba a ellos.
—Quiero ser el mejor, como papá -respondió David, su voz llena de determinación.
Elena sonrió, sintiendo que ese momento compartido era un pequeño respiro en medio de las complicaciones de la vida. Enji y David estaban construyendo una conexión que, aunque atravesada por la presión de convertirse en héroes, también estaba llena de amor y apoyo.
A medida que la tarde avanzaba y la luz del sol se desvanecía, la familia disfrutaba de su tiempo juntos, creando recuerdos que, con suerte, serían un refugio en los momentos difíciles que podrían venir. Enji sabía que su papel como padre era fundamental, y aunque las sombras de su vida personal lo acechaban, en ese instante, todo lo que importaba era el amor que compartían y el futuro que estaban construyendo juntos.
•┈••✦ ❤ ✦••┈•
Dos Años Después
Dos años habían pasado desde aquel día memorable, y Enji había estado entrenando a David como había prometido. Elena no podía evitar sentir un profundo orgullo por su hijo. No solo por el progreso que había hecho en sus entrenamientos, sino también porque, con cada día que pasaba, David se parecía cada vez más a su padre.
La similitud entre ambos era asombrosa. Los ojos azules de David, el cabello rojo y los rasgos faciales eran un reflejo tan exacto de Enji que no hacía falta una prueba de paternidad; era evidente para cualquiera que los viera juntos que eran padre e hijo.
Y eso es algo que Elena agradecía inmensamente.
Elena sonreía al pensar en cómo su técnica de manipulación había funcionado. Había logrado mantener a Enji a su lado, y lo había hecho de la mejor manera posible. Había cultivado la imagen de una madre orgullosa y dedicada, todo mientras alimentaba el fuego de su relación con Enji y le ofrecía el apoyo que él necesitaba.
Sin embargo, en medio de esa felicidad, había un oscuro y retorcido secreto que Elena no podía ignorar. Disfrutaba del dolor emocional y físico que infligía a Rei, la esposa de Enji. Sabía que estaba mal, pero cada vez que pensaba en la mujer que ocupaba el lugar que ella deseaba, no podía evitar sentir un profundo odio hacia ella. Rei tenía lo que Elena anhelaba: un matrimonio, una familia, y el estatus de ser la madre de los hijos de Enji.
La vida de Rei se había vuelto un infierno, y Elena sabía que su sufrimiento era el resultado de la manipulación emocional que había tejido a su alrededor. Era una satisfacción retorcida, un veneno que se alimentaba de la desesperación de Rei, y aunque Elena sabía que su comportamiento era moralmente cuestionable, no podía evitarlo. La idea de que Rei disfrutara de una vida que ella misma no podía tener la llenaba de rabia.
Mientras Enji se dedicaba a entrenar a David, Elena a menudo se encontraba reflexionando sobre su situación. Aunque su sueño de ser la pareja de Enji se había hecho realidad, la sombra de Rei seguía pesando sobre ella. La esposa de Enji era un recordatorio constante de lo que estaba dispuesto a sacrificar, de lo que nunca podría alcanzar sin que alguien sufriera en el proceso.
Elena se sentía atrapada en un ciclo de emociones contradictorias. En un momento, se sentía triunfante por tener a Enji a su lado, disfrutando de la conexión que compartían. En el siguiente, la culpa la invadía al pensar en cómo esa felicidad provenía del sufrimiento de otra persona. Pero esa culpa era rápidamente ahogada por la satisfacción de saber que, al menos por ahora, ella era la que tenía el control.
En su mente, la vida de Rei se había convertido en una especie de juego; un juego que ella estaba decidida a ganar a toda costa. La lucha por el amor de Enji había dejado cicatrices en su alma, pero también la había empoderado de una manera que nunca hubiera imaginado.
Mientras el sol se ponía y la luz del día comenzaba a desvanecerse, Elena sabía que, aunque su vida estaba llena de sombras, también había encontrado su camino. Había logrado construir una vida que la hacía sentir viva, aunque eso significara dejar un rastro de dolor a su paso. La ambición de ser la única en el corazón de Enji la guiaba, y estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para mantener esa ilusión.
•┈••✦ ❤ ✦••┈•
Unos Días Después
📍 Mansión Todoroki, Japón
Rei se encontraba en la entrada de la casa, sintiendo el peso de la tensión en el aire. Su corazón latía con fuerza mientras sujetaba a Touya de los hombros, tratando de obtener su atención.
—Quieto. ¿Vas a la montaña otra vez? -se atrevió a preguntar, buscando una conexión con su hijo. La preocupación se reflejaba en su rostro- ¿Por qué no juegas con tus-?
Touya, con una expresión de desdén, se zafó del agarre de su madre. Con un gesto brusco, quitó el brazo de Rei de sus hombros, como si su contacto fuera un recordatorio de su impotencia.
—No necesito amigos -respondió, su voz cortante como el hielo, mientras se giraba para mirarla con desafío- Son de otro mundo
Rei sintió una punzada en el corazón al escuchar su respuesta. Sabía que el dolor y la soledad de su hijo eran profundos, pero se atrevió a seguir adelante.
—Touya, ¿de verdad quieres ser un héroe? -preguntó, su tono lleno de esperanza y preocupación.
Touya no dijo nada, pero su mirada, intensa y llena de odio, lo decía todo. La rabia que había acumulado se reflejaba en sus ojos, y Rei sintió que la distancia entre ellos se hacía más grande.
—Creo que los deseos de tu padre solo te hacen sufrir -continuó ella, buscando hacerle ver otra perspectiva- Hay muchos mundos distintos. Tienes más opciones. Mira al exterior, no solo a papá -trató de persuadirlo, su voz temblando con la emoción que la envolvía- Encuentra lo que quieres realmente
Touya la interrumpió de inmediato, su voz cargada de veneno.
—¿Qué podrías saber tú, mamá? -su tono era hiriente, como si cada palabra fuera una daga- ¿Has leído un libro iluminador? Tu familia te vendió porque eran pobres. Tú no tenías otra opción
Rei sintió que el aire se le escapaba de los pulmones. La sorpresa la dejó momentáneamente sin aliento.
—Tou... -murmuró, su voz apenas un susurro, incapaz de comprender la profundidad de su resentimiento.
Touya, con una mirada desafiante, abrió la puerta de la casa. Antes de salir, se detuvo y lanzó una última mirada por encima del hombro, su expresión llena de desdén.
—Por eso nací yo... -declaró, su voz resonando con una mezcla de rabia y dolor- Tú eres su cómplice -y con esas palabras, salió de la casa, dejando a Rei con un vacío desgarrador en el corazón.
—Touya... -murmuró con dolor, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos mientras observaba la figura de su hijo alejarse. La impotencia la invadía, y el eco de sus palabras resonaba en su mente, dejándola atrapada en una ola de tristeza y desesperación.
•┈••✦ ❤ ✦••┈•
Unas Horas Después
Touya, lleno de energía y emoción, se acercó a Enji con una sonrisa radiante que iluminaba su rostro.
—Papá, ven al pico Sekoto el próximo día festivo -dijo, con la voz cargada de entusiasmo, casi saltando de alegría ante la idea de compartir ese momento con su padre.
Enji lo miró, sorprendido, pero rápidamente esa sorpresa se transformó en furia. Sin pronunciar una sola palabra, se acercó a su hijo y levantó la camisa que Touya llevaba puesta. Al hacerlo, reveló su abdomen, que estaba marcado por profundas quemaduras, un testimonio doloroso de su dedicación al entrenamiento.
—¿Quemaduras? Entrena con partes que no vemos -pensó Enji con sorpresa y preocupación, sintiéndose dividido entre la ira y el miedo- ¿Volviste a hacerlo? -preguntó, su voz cargada de furia, el tono de su padre resonando con la autoridad que siempre había intentado imponer.
Touya, sin dejarse amedrentar, respondió con una chispa de orgullo en sus ojos.
—Es impresionante. Tienes que venir —-exclamó, moviendo su pie derecho de arriba hacia abajo, una clara señal de su emoción desbordante- No sé si Shoto será capaz de hacer lo mismo. Podría ser hasta mejor que All Might. Tendrás que reconocerlo -dijo, mientras miraba su mano y rascaba su nuca, un gesto nervioso que contrastaba con su anterior confianza- Te alegrarás de haberme tenido -añadió, mirando a Enji con una mezcla de desesperación y anhelo, como si buscara la validación que tanto deseaba.
Enji se quedó en silencio, su mente en ebullición. Sin decir nada, se dio la vuelta y se alejó de Touya, caminando con pasos firmes y rápidos por los pasillos de la mansión. Cada paso resonaba en su mente mientras se dirigía a su habitación. Al entrar, se encontró con la mirada expectante de Rei y Shoto. El pequeño, al ver a su padre, se escondió detrás de su madre, buscando refugio en su presencia.
Enji, con la furia aún hirviendo en su interior, se acercó a Rei. Sin pronunciar una sola palabra, levantó su mano y le dio un golpe directo al rostro, lo que hizo que ella cayera al suelo, sorprendida y aturdida.
—¡¿Por qué no lo detuviste?! -le gritó con furia, su voz resonando en la habitación como un trueno- ¡Te lo encargué!
—¡Papá, no seas malo con mamá! —-Shoto le gritó con desesperación, sus ojos llenos de lágrimas que comenzaban a resbalar por sus mejillas, su pequeño cuerpo temblando de miedo al ver la violencia que se desataba ante él.
—¡Fuera, Shoto, esto no te concierne! -respondió Enji, su voz dura y fría, despojando al niño de la oportunidad de intervenir en la tormenta que se desarrollaba entre sus padres.
Rei, sintiendo el ardor del golpe en su rostro, se levantó del suelo con dificultad, temblando con fuerza. Las palabras que le había dicho Touya esa misma tarde resonaban en su mente, retumbando como un eco doloroso.
¿Qué podrías saber tú, mamá?
—Tenía opciones limitadas, pero fui yo la que lo elegí. Esperaba poder sonreír, pero... -recordó el momento en el que fue vendida a Enji, un recuerdo que la llenaba de tristeza- Yo no puedo pararlo... -murmuró, su voz temblando con la fragilidad de su situación.
—¡Hazlo tú! ¡Yo no estaré pendiente de él! -le gritó Enji, su desesperación y frustración manifestándose en cada palabra- ¡Hazlo tú! -la tomó del cuello de su blusa, apretando con fuerza como si intentara transferirle su rabia.
Rei sintió que el aire se le escapaba, su corazón latiendo a mil por hora.
—¿Qué estás viendo ahora? No me mires así -pensó, sintiendo la presión de su mirada.
El rostro de Touya apareció en su mente, y se dio cuenta de que era el mismo rostro de odio con el que Enji la estaba mirando en ese momento. La conexión entre padre e hijo era innegable, pero también lo era el dolor que ambos estaban causando.
•┈••✦ ❤ ✦••┈•
Unos Días Después
Madrugada
📍Pico Sekoto
Narra Touya:
Papá, ven al pico Sekoto el próximo día festivo.
Es impresionante. Tienes que venir.
No sé si Shoto será capaz de hacer lo mismo. Podría ser hasta mejor que All Might.
—No puedo llorar. No debo llorar -sollocé a lo bajo, sintiendo cómo la presión de mis emociones me abrumaba- Maldita sea. Papá... ¿Por qué no estás aquí? Papá... -mi cuerpo se prendió fuego, y el calor comenzó a consumir cada parte de mí.
El dolor era insoportable. Quería detenerme, pero no podía.
Estaba quemándome vivo.
—¡Agh! ¡Quema! ¡No puedo detener las llamas! -exclamé con desesperación, cada palabra saliendo de mi garganta como un grito ahogado.
Mis alrededores comenzaron a arder. El pasto y los árboles se incendiaban, devorando todo a su paso, como si mi dolor fuera un fuego que se extendía sin control.
—¡No! No quiero morir -pensé, una oleada de pánico recorriendo mi cuerpo- Todavía no... Todavía no le he enseñado -sentía que mi piel se estaba derritiendo, cada segundo una eternidad de sufrimiento- ¡Todavía no le he enseñado nada! -la imagen de papá apareció en mi mente, su figura fuerte y autoritaria, pero también llena de desdén.
Con mi cuerpo aún envuelto en llamas, caminé hacia un río cercano. A medida que me acercaba, el agua brillaba como una promesa de alivio. Sin pensarlo dos veces, me lancé al agua, sintiendo el frío chocar contra mi piel ardiente.
—Papá... -pensé, antes de cerrar mis ojos, dejando que la oscuridad me envolviera. El río me abrazó, y por un breve momento, el dolor se desvaneció, llevándose conmigo las llamas que habían intentado consumir mi ser.
Narra Enji:
Corría con rapidez hacia el pico Sekoto, mi corazón latía con fuerza desde que recibí esa llamada de la policía, un eco de desesperación que resonaba en mi mente.
—Endeavor, necesitamos que venga de inmediato al pico Sekoto. Todo se acaba de incendiar, y sospechamos que su hijo, Touya, fue el culpable de esto. No encontramos a su hijo
Al recibir esa noticia, salí corriendo de casa sin decirle nada a Rei ni a los niños. La urgencia me empujaba a seguir al policía que iba delante de mí, atravesando el Sendero del bosque con una determinación que apenas podía contener.
Al llegar al lugar, lo que vi me llenó de desesperación. El fuego consumía todo a su paso, y el humo se elevaba hacia el cielo, una señal de destrucción que me heló la sangre.
—Touya, por favor, ojalá estés bien -pensé, una súplica silenciosa que resonaba en mi interior.
—Endeavor -un policía caminó hacia mí con una expresión grave- Lo lamentamos mucho. Hemos estado investigando, sin embargo, no hemos encontrado rastro del paradero de su hijo
—¿Están seguros? -pregunté, tratando de mantener la calma, aunque el pánico comenzaba a burbujear en mi pecho.
—Completamente seguros -otro policía se acercó a mí, entregándome la mochila de Touya, un objeto que ahora parecía tan vacío- Hasta el momento, esto es lo único que hemos encontrado de él. En caso de que encontremos algún rastro de él, iremos a su casa o le haremos una llamada
—D-De acuerdo -murmuré, sintiendo el peso del mundo aplastarme.
El regreso a casa fue una tortura. Cada paso se sentía como una eternidad, y sentía que todo el mundo me daba vueltas. Al llegar a casa, me encontré a Rei esperándome, su expresión una mezcla de preocupación y miedo.
—¿Q-Qué sucedió? S-Saliste corriendo -murmuró, su voz temblorosa.
—Tu hijo... Eso es lo que pasa -gruñí, la frustración y el dolor retumbando en mi pecho- Touya se escapó anoche... Al parecer, fue ayer al pico Sekoto... Incendió todo a su paso, no hay rastro de él. La policía lo sigue buscando -le di la mochila de Touya, sintiendo que entregaba una parte de mi alma- Esto fue lo único que la policía encontró de él... Vendrán o llamarán una vez encuentren algo de Touya... Por el momento, debemos esperar -le dije, mi voz apenas un susurro.
—¿Q-Qué...? -murmuró, tomando la mochila de Touya en sus manos, los ojos llenos de incredulidad y tristeza.
No dije nada más y caminé por los pasillos hacia la habitación, sintiendo que el peso de la culpa y la preocupación me aplastaban.
Ojalá y estés bien, Touya...
•┈••✦ ❤ ✦••┈•
Unas Horas Después
Narrador Omnisciente:
Un policía se encontraba en la mansión Todoroki, la atmósfera tensa y cargada de incertidumbre. Los pequeños no habían ido a la escuela por orden de Enji, quien había decidido que no era un buen día para que enfrentaran la rutina normal. En la sala de estar, los niños, Rei y Enji estaban sentados, la ansiedad palpable en el aire mientras esperaban la llegada de la noticia que tanto temían.
El policía, con una expresión grave y seria, tomó un momento antes de hablar. Sabía que las palabras que estaba a punto de pronunciar cambiarían la vida de la familia Todoroki para siempre. Se aclaró la garganta y, con un tono suave, pero firme, comenzó a hablar.
—Lamentablemente, después de una ardua investigación, no logramos encontrar muchas cosas -mencionó, sus ojos recorriendo los rostros pálidos de los presentes- Solo encontramos una mandíbula inferior, y después de haberlo mandado al laboratorio, nuestras sospechas fueron confirmadas... El joven Touya murió quemado -dijo, dejando caer la noticia como una piedra pesada en el silencio de la habitación.
Esas palabras resonaron en el aire, y cada miembro de la familia sintió como si un balde de agua helada cayera sobre ellos. La realidad se hundía en sus corazones, y el mundo exterior parecía desvanecerse. La sala, que antes había sido un refugio, se convirtió en una prisión de desesperanza.
Touya había muerto.
Rei, sintiendo que su mundo se desmoronaba, se llevó las manos a la boca, los ojos llenos de incredulidad. Cada palabra del policía era un eco de un horror inimaginable. La mente de Enji se sentía abrumada, como si el aire se hubiera vuelto denso y difícil de respirar. Las palabras no podían ser reales.
—D-Debe de ser un error -Rei dijo con desesperación, su voz temblando mientras trataba de aferrarse a una esperanza que se desvanecía rápidamente- No puede ser... ¡Touya no puede estar muerto! -exclamó, con lágrimas comenzando a brotar de sus ojos, su corazón rompiéndose en mil pedazos.
Los pequeños, Fuyumi, Natsuo y Shoto, estaban en silencio, incapaces de comprender la gravedad de lo que estaban escuchando, pero sintiendo en sus corazones que algo terrible había ocurrido. Fuyumi miraba a su madre, buscando respuestas en su rostro angustiado, mientras que Natsuo, con sus ojos llenos de confusión, apretaba los puños, intentando contener sus propias lágrimas.
Shoto, el más pequeño de todos, aunque solo tenía seis años, entendía lo suficiente como para saber que lo que estaban diciendo era algo horrible. Sus ojos, normalmente llenos de curiosidad, ahora estaban oscuros y serios, reflejando el dolor que sentía en su pequeño corazón.
—¿Mamá? -preguntó Shoto, su voz apenas un susurro, como si temiera romper el silencio que envolvía la habitación- ¿Touya... no va a volver?
Rei se volvió hacia su hijo, y al ver su expresión inocente, su corazón se rompió aún más. No había respuestas que ofrecerle, no había consuelo que pudiera aliviar el dolor que todos sentían.
—No, cariño -dijo finalmente, su voz llena de tristeza- Touya no va a volver... -las palabras salieron como un susurro, y en ese momento, se dio cuenta de que no solo habían perdido a su hijo, sino que también habían perdido la esperanza.
El policía, sintiendo la angustia palpable en la habitación, miró hacia el suelo, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para consolar a una familia que estaba en medio de una tragedia. Enji, por su parte, sentía que una parte de él se había apagado. La rabia y la culpa comenzaban a mezclarse en su interior, y aunque sabía que no podía cambiar lo que había sucedido, el dolor de no haber podido proteger a su hijo lo consumía.
La sala se llenó de un silencio sepulcral, donde los únicos sonidos eran los sollozos ahogados de Rei y los suaves susurros de los niños, que comenzaban a comprender la magnitud de la pérdida. El policía, sabiendo que su misión había terminado, se despidió con un gesto de respeto y compasión, dejando a la familia en su dolor.
Mientras él se alejaba, cada uno de ellos se quedó atrapado en sus propios pensamientos, enfrentando el abismo de la tragedia que se había abierto ante ellos. La vida, tal como la conocían, había cambiado para siempre.
Los días siguientes a la tragedia en la mansión Todoroki se convirtieron en un verdadero infierno. La atmósfera estaba cargada de tensión, y cada rincón de la casa parecía resonar con el eco del dolor y la pérdida. Enji, sumido en su propio tormento, se volvió cada vez más irritable. Sus hijos aprendieron rápidamente a tener cuidado con lo que decían y hacían, conscientes de que cualquier pequeño error podría desatar la furia de su padre.
—¡¿Por qué no puedes hacer nada bien?! -gritó Enji una tarde, dirigiéndose a Natsuo, quien había dejado caer un vaso al suelo. La rabia en su voz reverberaba en las paredes, y el miedo se instaló entre los niños.
Natsuo, con lágrimas en los ojos, se sintió pequeño e impotente, incapaz de comprender por qué su padre estaba tan enojado. Fuyumi lo abrazó, tratando de consolarlo, mientras Shoto observaba en silencio, sintiendo el dolor en su corazón.
En medio de esa tormenta emocional, Enji encontraba un resquicio de paz cada vez que hablaba con Elena o con David. Sus visitas a México se convirtieron en un refugio, una breve escapatoria de la angustia que lo envolvía en Japón. La conexión que sentía con ellos era una luz en medio de la oscuridad.
Al llegar a México, el ambiente era completamente diferente. La calidez de la casa de Elena lo envolvía, y la risa de David resonaba como un bálsamo para su alma herida. En esos momentos, podía dejar atrás el peso de la culpa y el dolor, centrándose en el amor que compartía con su hijo y la mujer que lo había apoyado incondicionalmente.
—¡Papá! -David corría hacia él, sus ojos brillando de alegría- Estaba esperando que llegaras. ¡Hoy vamos a entrenar!
Enji sonrió, sintiendo que el peso de su tristeza se aligeraba al ver la felicidad de su hijo. A pesar de la tormenta que lo acechaba, esos momentos con David y Elena eran su salvación.
—Claro, campeón -respondió Enji, acariciando la cabeza de David- Vamos a trabajar en tu fuego
Mientras entrenaban, Enji podía sentir la presión y el dolor de la vida en Japón desvanecerse, aunque solo fuera por un breve momento. La conexión que tenía con David y Elena lo llenaba de esperanza, permitiéndole dejar de lado la tormenta que lo rodeaba.
Sin embargo, en su interior, sabía que la tristeza y la rabia siempre estarían presentes. La pérdida de Touya era una sombra que lo seguiría, un recordatorio constante de su propia imperfección como padre. Pero en esos días en México, se prometía a sí mismo que haría todo lo posible para proteger a David y a Elena, para que nunca tuvieran que experimentar el mismo dolor que él había sentido.
A medida que pasaban los días, Enji se dio cuenta de que, aunque la vida nunca volvería a ser la misma, había algo por lo que luchar.
La habitación estaba envuelta en una suave penumbra, iluminada solo por la tenue luz de la luna que se filtraba a través de las cortinas. Enji, después de un largo día de entrenamiento y de lidiar con sus propios demonios, se encontraba agotado, tanto física como emocionalmente. La presencia de Elena a su lado era un bálsamo, un alivio que necesitaba desesperadamente.
—Necesitas relajarte -murmuró Elena, mirándolo a los ojos con una intensidad que lo hizo sentir visto, comprendido.
—Lo sé -respondió Enji, escondiendo su rostro en el hueco del cuello de Elena, donde el aroma de su piel lo envolvía como una manta cálida. Era un lugar donde podía dejar de lado sus preocupaciones, aunque solo fuera por un momento. Pero en su corazón, la pérdida de Touya pesaba como una losa.
—Nada de esto hubiera pasado si tu esposa te hubiera hecho caso y no dejara que Touya entrenara a tus espaldas -acarició suavemente la espalda de Enji, sus palabras saliendo como un susurro en la noche. Lo que Enji no sabía era que esas palabras eran una táctica de manipulación, una sutil manera de incitarlo a que sintiera más resentimiento hacia Rei.
—Sí... Lo sé -murmuró Enji contra su cuello, sintiendo cómo la frustración y la culpa se mezclaban con el alivio que le proporcionaba la cercanía de Elena.
Elena, sintiendo que estaba logrando su objetivo, continuó hablando, su tono suave y seductor.
—Yo puedo ayudarte a relajarte -dijo, su voz casi un susurro, mientras se separaba un poco para mirarlo a los ojos. Al ver la confusión y el anhelo en su mirada, sintió que tenía el control de la situación.
Enji, intrigado por lo que había escuchado, retiró su rostro del hueco del cuello de Elena y la miró con una sonrisa coqueta, la chispa de la curiosidad brillando en sus ojos.
—¿Ah, sí? ¿Cómo planeas hacerlo? -preguntó, su voz suave, casi juguetona.
Elena no respondió de inmediato. En lugar de eso, se inclinó hacia él y lo besó, un beso que comenzó suave y tierno, pero rápidamente se tornó más apasionado. La conexión que compartieron en ese instante fue electrizante, una mezcla de deseo y anhelo que parecía arrastrar a Enji lejos de sus problemas y su dolor.
Mientras sus labios se encontraban, todo lo que Enji había estado sintiendo se desvanecía momentáneamente. El peso de la culpa, la tristeza por la pérdida de Touya, todo se deslizaba hacia el fondo de su mente, reemplazado por el calor y la cercanía de Elena.
El beso se profundizó, y Enji sintió que la calidez de Elena lo envolvía, llenando el vacío que había dejado la tragedia. En ese momento, se permitió olvidar, aunque fuera por un instante, el peso de la realidad que lo acosaba.
Enji se entregó al momento, dejando que la pasión lo guiara, sin saber que cada decisión que tomara lo acercaba más a un abismo del que sería difícil escapar.
Accidente 2/2
¡Hola, hola, mis queridos lectores!
¿Cómo están? Espero que se encuentren muy bien, aunque hoy vengo con un capítulo lleno de emociones intensas y giros oscuros.
Primero que nada, ¿ya tomaron agua? Recuerden que es fundamental mantenerse hidratados. ¡El agua es vida! Así que asegúrense de tener siempre a mano un vaso lleno. La hidratación no solo es crucial para nuestra salud física, sino que también ayuda a mantener nuestra mente clara y enfocada. Así que, ¡a beber agua!
¿Les gustó el capítulo del día de hoy? Espero que sí, aunque sé que el tema es delicado. Como han visto, hemos llegado a un punto trágico en la historia: la muerte de Touya Todoroki. Este evento ha dejado una profunda herida en la familia, y la atmósfera está cargada de dolor y culpa. Sin embargo, en medio de esta tragedia, Elena no pierde la oportunidad de manipular los sentimientos de Enji.
Aprovechando la devastación que ha causado la pérdida de su hijo, Elena siembra más dudas en la mente de Enji, aumentando su odio hacia Rei. Ella sabe que su papel como amante le da una ventaja, y utiliza este momento para profundizar la brecha entre Enji y su esposa. La relación de Enji con su familia se vuelve cada vez más tensa, y Rei, junto con Natsuo, Fuyumi y Shoto, sienten un miedo palpable por la ira que Enji puede desatar.
No olviden que pueden seguirme en mis redes sociales. Encontrarán los enlaces disponibles en mi página web, en mi perfil. Ahí estaré subiendo algunos spoilers del próximo capítulo, claro, si es que logro recordar que tengo redes sociales, ¡ja ja! A veces me distraigo con tantas cosas y se me olvida, pero prometo intentar ser más constante. Siempre me encanta interactuar con ustedes y conocer sus opiniones, así que no duden en dejarme sus comentarios.
Quiero saber cómo creen que se desarrollará esta situación. ¿Creen que Enji caerá completamente en la trampa de Elena, o habrá un giro inesperado que cambie el rumbo de la historia? Sus pensamientos son siempre bienvenidos y enriquecen nuestra comunidad.
En fin, eso sería todo por hoy. Agradezco de corazón su apoyo y su tiempo. Cada lectura, cada comentario y cada mensaje significan el mundo para mí. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo! No puedo esperar para compartir más aventuras y emociones con todos ustedes.
Los quiere mucho,
DekuHistories.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top