⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀039.

Capítulo un poco largo, así que vuelvo a recomendar leer el capítulo con tiempo de sobra. XOXO.









—Creo que Frank tiene razón —dijo Annabeth—. Un grupo de cuatro.
Tendremos que elegir con cuidado quién va. No nos conviene hacer algo que vuelva a la diosa más, ejem, inestable.

—Yo iré —dijo Piper—. Puedo usar mi embrujahabla.

Las arrugas de preocupación se acentuaron alrededor de los ojos de Annabeth.

—Esta vez no, Piper. Niké se caracteriza por su espíritu competitivo. Y Afrodita también, a su manera. Creo que Niké podría verte como una amenaza —miró a Règine—. Y mucho menos puede ir Règine, eres igual de competitiva que un hijo de Niké.

Las palabras de Annabeth no parecieron ofenderla, Règine asintió dándole la razón porque era así, la asiática normalmente es caracterizada —aparte de su destacada belleza— por ser muy competitiva y más si se tratan de simples juegos.

—¿Quién debería ir, entonces?

—Jason y Percy no deberían ir juntos —respondió ahora Règine—. Júpiter y Poseidón: mala combinación. Niké podría hacer que os pelearais fácilmente.

Percy le dedicó una sonrisa de soslayo.

—Sí, no podemos tener otro incidente como el de Kansas. Podría matar a mi hermano Jason.

—O yo podría matar a mi hermano Percy —dijo Jason afablemente.

—Eso demuestra que Règine tiene razón —dijo Annabeth—. Tampoco deberíamos ir Frank y yo juntos. Marte y Atenea serían una combinación igual de mala.

—Vale —intervino Leo—. Entonces iremos Percy y yo en representación de los griegos. Y Frank y Hazel, de los romanos. No me digáis que no es el equipo no competitivo ideal.

Annabeth y Frank se cruzaron unas miradas dignas del dios de la guerra.

—Podría dar resultado —decidió Frank—. Ninguna combinación va a ser perfecta, pero Poseidón, Hefesto, Plutón y Marte… No veo ningún gran antagonismo.

Hazel deslizó su dedo por el mapa de Grecia.

—Ojalá hubiéramos podido cruzar el golfo de Corinto. Esperaba que pudiéramos visitar Delfos y recibir algún consejo. Además, el camino alrededor del Peloponeso es muy largo.

—Sí —a Leo se le cayó el alma a los pies cuando vio todo el litoral que les quedaba por recorrer—. Ya es 22 de julio. Contando hoy, solo faltan diez días para que…

—¡¿Es 22 de Julio!? ¿¡Tan rápido!? —preguntó alterada Règine, levantándose de la silla con estruendo.

Al notar las miradas de sus compañeros sobre ellos no pudo evitar sentirse avergonzada.

—Eeh, sí, ¿por qué? —preguntó ahora Percy.

—Es que...Ehmmm...—Règine se rascó la nuca en señal de nerviosismo—. Después hablamos, creo que dejé a mi perro sin comer.









—¡Feliz cumpleaños, hermanita! —felicitó Règine nerviosa pues la cara de su hermana no ayudaba en nada a sus nervios, parecía que la quisiera meter tres metros bajo tierra.

—Fue hace tres días. —dijo Drew, entre dientes.

Fruncía el ceño a tal punto que parecía que nada más tenía uniceja, sus brazos estaban cruzados y sus labios apretados.

Las hermanas Tanaka no portaban mucho parecido más que el cabello negro y largo, su característica piel pálida y la nariz fileña, del resto eran totalmente distintas incluso en la personalidad.

—Pero las mejores felicitaciones vienen con retraso.

Drew gruñó pero Règine se rió entre dientes.

—¿En dónde estuviste en estas últimas semanas? Papá y James han estado preocupados por ti, creían que...bueno, ya sabes, habías muerto en busca de Di Angelo.

Aunque Drew nada más había mencionado a su padre y a su padrastro acerca de la preocupación hacia ella, era casi evidente de que ella también se había preocupado hacia su hermana menor.

—Se podría decir que es una larga historia, después te cuento—dijo Règine —¿Qué tal va el campamento? Con respecto al ataque por parte del Campamento Júpiter.

Drew hizo una mueca de desagrado.

—No muy bien, tenemos escasez de campistas por lo que hay probabilidad de que perdamos la batalla. Lo único que nos queda como esperanza es que el plan de Annabeth salga bien, pero sigo diciendo que esa romana no me da buena espina.

—Reyna es muy buena persona al igual que es una excelente pretora, sé que ella daría hasta su vida para evitar que ambos campamentos se destruyan entre ellos.

—¿Si es tan buena pretora cómo es que no evito que su campamento esté por atacar el nuestro? —preguntó la mayor arqueando una ceja.

Règine rodó los ojos, se vio tentada en seguir dándole la contraria pero no era momento de discusiones y menos con su hermana.

La imagen de su hermana se comenzó a desvanecer, eso quería decir que ya le quedaba poco tiempo al mensaje iris.

—Cambiando de tema, ¿será que me puedes enviar más ropa?

Drew frunció el ceño confundida.

—¿Y qué pasó con la que te llevaste? Te fuiste del campamento con casi medio clóset, incluyendo unas cuantas camisas mías —Drew gruñó al ver la cara nerviosa que comenzó hacer su hermana—. Règine...¿qué le pasó a mis camisetas? —dijo furiosa, casi pero casi le salían aire  de sus fosas nasales y la cara se le había puesto roja de la ira.

—Es que... tú sabes, ser semidiosa requiere de ataques monstruosos 24/7 y sumándole la situación para ese entonces, camino a Inglaterra me atacó una hidra y...bueno, me quemó parte de la mochila y nada más pude salvar la ambrosía y el néctar...y un cepillo de dientes.

Drew parecía que tenía ganas de lanzar a Règine por un quinto piso y no cabe duda que lo hubiera hecho si tuviera a su hermana en carne y hueso.

—¡RÈ...!

El mensaje iris se desvaneció justo a tiempo.

—Yo también te amo, Drewcita. —murmuró al aire.

—¿Con quién hablabas? —preguntó Percy entrando a mi habitación antes de tocar.

—Con Drew, hace tres días fue su cumpleaños y...bueno, se me olvidó felicitarla. —dijo Règine riéndose.

—Mejor felicitarla con retraso que no hacerlo —dijo él, con una sonrisa pícara —. Venía a avisarte que ya nos vamos en busca de Niké.

—¿Prometes tener cuidado?

Percy rió antes de responder: —Lo prometo.

—¡Eh, Percy! ¡Deja de coquetear con Règine y ya vámonos! ¡Tenemos a una diosa por capturar! —gritó Leo, a través de un megáfono.

Percy por poco se pone del color de un tomate mientras que Règine sonrió de manera coqueta. Percy la miró por última vez antes de salir de la habitación de Règine.















Tiempo más tarde cuando regresaron los chicos con la diosa de la victoria amordazada y con una enredadera encima y de que Frank y Piper regresaran con un veneno morir al. La tripulación se congregó para llevar a cabo una reunión rápida en la cubierta de proa, principalmente porque Percy estaba vigilando a una gigantesca serpiente marina roja que nadaba por el lado de babor.

—Esa cosa es muy roja —murmuró Percy—. Me pregunto si sabrá a cereza.

—¿Por qué no te acercas y lo averiguas? —preguntó Règine.

—Va a ser que no.

—En fin —dijo Frank—, según mis primos de Pilos, el dios encadenado que tenemos que buscar en Esparta es mi padre… Me refiero a Ares, no a Marte. Por lo visto, los espartanos tenían una estatua de él encadenado en la ciudad para que el espíritu bélico no los abandonase.

—Vale —dijo Leo—. Los espartanos eran raritos. Claro que nosotros tenemos a Victoria atada abajo, así que supongo que no podemos decir nada.

Jason se apoyó en la ballesta de proa.

—Pues vamos a Esparta. Pero ¿de qué nos sirven los latidos de un dios encadenado para encontrar la cura de la muerte?

—¿Y qué has visto en la daga, Piper? —le preguntó Hazel.

La chica no respondió, simplemente tenía la mirada pensativa.

—¿Piper? —preguntó Hazel.

Ella se movió.

—Perdón, ¿qué?

—Te estaba preguntando por las visiones —inquirió Hazel—. ¿Me dijiste que habías visto cosas en la hoja de tu daga?

—Ah…, claro.

Piper desenvainó de mala gana a Katoptris.

—Yo… esto… —trató de aclarar sus pensamientos—. Ahora mismo no veo nada. Pero una visión aparece continuamente. Annabeth y...Règine —pronunció el nombre de la chica con cierta repulsión— explorando unas ruinas…

—¡Ruinas! —Leo se frotó las manos—. Eso ya es otra cosa. ¿Cuántas ruinas puede haber en Grecia?

—Calla, Leo —lo reprendió Annabeth—. Piper, ¿crees que es Esparta?

—Puede —dijo Piper—. El caso es que de repente aparecemos en un sitio oscuro, como una cueva. Estamos mirando una estatua de un guerrero de bronce.
En la visión, yo me acerco a tocar la cara de la estatua y unas llamas empiezan a girar a nuestro alrededor. Es lo único que veo.

—Llamas —Frank frunció el entrecejo—. No me gusta esa visión.

—A mí tampoco —Percy no perdía de vista a la serpiente marina roja, que seguía deslizándose entre las olas a unos cien metros a babor—. Si esa estatua envuelve en fuego a la gente, deberíamos mandar a Leo.

—Yo también te quiero, tío.

—Ya sabes por qué lo digo. Tú eres inmune. Qué narices, dame unas granadas de agua e iré yo. Ares y yo ya nos las hemos visto antes.

Annabeth se quedó mirando la costa de Pilos, que entonces retrocedía a lo lejos.

—Si Piper nos ha visto a las dos buscando la estatua, somos nosotras las que debemos ir. No nos pasará nada. Siempre hay una forma de sobrevivir.

—No siempre —advirtió Hazel.

Como ella era la única del grupo que había muerto y había resucitado, su comentario apagó los ánimos de la tripulación.

Frank mostró el frasco de menta de Pilos.

—¿Y esto? Después de estar en la Casa de Hades, esperaba que no tuviéramos que beber más veneno.

—Guárdalo bien en la bodega —dijo Annabeth—. De momento es lo único que tenemos. Cuando resolvamos el problema del dios encadenado, iremos a la isla de Delos.

—La maldición de Delos —recordó Hazel—. Pinta divertido.

—Con suerte Apolo estará allí —dijo Règine—. La isla de Delos era su hogar. Es el dios de la medicina. Él debería poder aconsejarnos.

La serpiente marina con sabor a cereza expulsó vapor a la altura de la amura de babor.

—Sí, sin duda nos está vigilando —decidió Percy—. Tal vez deberíamos despegar.

—¡A volar se ha dicho! —dijo Leo—. ¡Festo, haz los honores!

El dragón de bronce que hacía las veces de mascarón de proa emitió unos chirridos y chasquidos. El motor del barco empezó a zumbar. Los remos se levantaron y se alargaron hasta convertirse en paletas aéreas acompañadas de un sonido como si noventa paraguas se abrieran al mismo tiempo, y el Argo II se elevó en el cielo.

—Deberíamos llegar a Esparta por la mañana —anunció Leo—. ¡Y acordaos de pasar por el comedor esta noche, amigos, porque el chef Leo va a preparar sus famosos tacos de tofu incendiados!

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