RAFE CAMERON*
DOLORIDA Y SATISFECHA
original: @rafeandonlyrafe
꥟
ADVERTENCIAS: 18+ only!!, smut, p in v sex, unprotected sex (reader is on birth control), dubcon!!, mentions of baby trapping, kinda pregnancy kink? its more of a control thing, dom!rafe, kinda fluffy at the end??, manipulation, bruises.
RAFE DORMÍA PROFUNDAMENTE A TU lado, y eso por sí solo bastaba para que lo odiaras. Bueno, en realidad no lo odiabas, pero aun así. Su fuerte brazo te rodeaba la cadera, con la mano extendida sobre tu estómago. Sus anillos brillaban bajo el sutil resplandor de la luz de la luna.
La mayoría de la gente habría visto esto como un acto de cariño; sin embargo, Rafe había decidido mantener su promesa de castigarte.
—Te portaste como una maldita niña pequeña toda la semana, y no estoy de humor para lidiar contigo.—Rafe te regaño a primera hora del día mientras te apretujaba las mejillas con fuerza. Tú te habías limitado a hacer un mohín, sabiendo que al final se encargaría de quitarte esa maldita actitud.
Eso había sido una ilusión.
Habían pasado tres horas desde aquella terrible experiencia y dos desde que Rafe se había dormido. En esas dos horas, habías dado vueltas en la cama, esperando secretamente que eso lo despertara. Al parecer, no habías perdido la actitud, aunque el día había terminado.
Al darte la vuelta de nuevo para mirar a Rafe, cediste. Le pasaste la mano por el pecho desnudo.
—¿Rafe?—susurraste en voz baja. Esperaste un momento, observando cómo permanecía imperturbable y tranquilo. Maldito sea.
A medida que tu excitación aumentaba y tus bragas se mojaban más, te desesperabas más. Subiste tu pierna sobre su cadera, intentando quedar lo más cerca posible de él.
—¡Rafe!—suplicaste que despertara. Esta vez, un gemido resonó por toda la habitación. Su mano se deslizó por tu pierna, apoyándose en tu trasero justo debajo de tus pequeñas bragas.
—Sigues teniendo una actitud de mierda.—refunfuñó molesto. Te quejaste, provocando que te agarrara con más fuerza. Por fin abrió los ojos, y Rafe te fulminó con la mirada.—¿Qué quieres? ¿Eh?—preguntó Rafe con maldad. Le hiciste un mohín mientras empezabas a darle suaves besos en su pecho desnudo, subiendo lentamente por el cuello.
Te moviste hasta colocarte a horcajadas sobre las caderas de Rafe, con su mano aún metida posesivamente bajo tus bragas. Gimoteaste cuando tus caderas se movieron contra las suyas mientras te inclinabas hacia su oído.
—Te necesito, Rafe.—le dijiste en voz baja, besándole lentamente la mejilla. Rafe gimió.
—No voy a recompensarte por tu estúpido comportamiento.—te regañó Rafe con cansancio. Te invadió la rabia mientras te incorporabas. Cruzaste los brazos sobre el pecho y lo miraste fijamente.
—Bueno, tal vez no estaría actuando como una perra si me lo hicieras...—empezaste a cúlpalo. Era una mentira que no llegaste a terminar porque Rafe te cortó.
—Te reto a que termines la puta frase. Si no te lo hiciera bien, no me estarías despertando ahora mismo. No estarías frotando ese coño húmedo contra mi puto pene, suplicándome que te coja hasta dormirte. Eres una puta niña necesitada.—siseó Rafe, dándote una nalgada con rudeza. Te quedaste boquiabierta, medio sorprendida, medio enfadada, porque tenía razón.
—¡Estás siendo malo!—casi le gritaste. Intentaste apretarte contra él de nuevo, pero Rafe te sujetó las caderas durante un minuto antes de empujarte.
Rafe no tardó en abalanzarse sobre ti, apretándote el pecho contra el colchón. Sus piernas bloquearon tus muslos y notaste su pene medio duro contra ti. Levantaste las caderas, pero Rafe las volvió a empujar hacia abajo.
—¿Quieres que te coja? ¿Eso va a arreglar tu maldita actitud de mierda? Bien. Te cogeré. Te haré sentir bien para que la próxima vez uses las putas palabras en vez de quejarte y lloriquear todo el puto día.—dijo Rafe mientras te bajaba las bragas por las piernas. Jadeaste una vez al sentir el aire frío golpeando tu coño desnudo, y otra cuando Rafe te subió la camiseta y te la puso por encima de la cabeza.
—¡Rafe!—gritaste cuando Rafe se movió lo suficiente como para tirarte de las caderas hacia arriba y darte un fuerte golpe en tu coño chorreante.
—Cállate. Quéjate una vez más y tendré que llenarte la garganta. Aguantarás lo que te dé, mocosa.—gruñó Rafe, golpeando de nuevo tu humedad. Haciendo un mohín, asentiste de todos modos.
Los dedos de Rafe se detuvieron cerca de tu clítoris, y te costó un esfuerzo no retorcerte contra sus gruesos dedos. Las sábanas se arrugaron en tus manos mientras intentabas calmar tu respiración y mantener tu actitud bajo control. La tentación estaba ahí, pero te abstuviste de suplicarle algo. Cualquier cosa.
Finalmente, Rafe hundió dos de sus dedos en ti. Un suave gemido resonó en tus labios mientras tus ojos se cerraban. Antes de que pudieras deleitarte con la sensación durante demasiado tiempo, Rafe se detuvo. Mantuvo sus dedos enterrados dentro de ti, pero no se movió. Esperaste. Nada. Levantándote, te giraste para mirar a Rafe. Tu respiración se entrecortó cuando tu movimiento hizo que sus dedos se movieran.
—Rafe... por favor, haz algo.—le suplicaste en voz baja, con la mente aturdida por la necesidad. A estas alturas, no te importaba mantener la actitud. La necesidad de que te metiera su pene era demasiado como para resistirse.
—Oh, ahora que te metí los dedos, ¿te portarás bien? Quería pasarme toda la noche en este puto coño, pero esa puta actitud... —Rafe se detuvo, observando cómo movías ligeramente las caderas, intentando empujarte contra sus dedos.
—Lo haré mejor. Te lo prometo, Rafe.—murmuraste cuando te diste cuenta que te estaba mirando fijamente. Rafe empujó varias veces con los dedos, observando cómo tú también lo hacías.
—¿Vas a trabajar para conseguirlo?—murmuró. Tus caderas vacilaron, pero no de placer. Querías que Rafe hiciera el trabajo. Querías que Rafe te pusiera en tu lugar, no que te hiciera hacer todo el trabajo, aunque fuera tu orgasmo lo que estuviera en juego. Rafe se dio cuenta de tu vacilación y rió sombríamente.
—No, supongo que no lo harás. Necesitas que yo haga todo el trabajo para asegurarte que te sientas bien. ¿No es cierto?—se burló Rafe. Abriste la boca para responder, pero él te detuvo.
—Si las siguientes palabras que salen de tu boca no son 'gracias, Rafe', entonces no digas nada.—gruñó Rafe mientras empujaba sus dedos aún más dentro de ti.
—¡Gracias, Rafe!—jadeaste, levantando ligeramente las caderas en un intento de corresponder a sus embestidas.
—Eso es, nena.—tarareó Rafe en voz baja. Cerraste los ojos cuando el pulgar de Rafe empezó a juguetear con tu clítoris necesitado. Un gemido retumbó en tu garganta mientras ladeabas la cabeza, intentando enterrar tus sonidos en el colchón. Rafe te agarró del pelo, echándote la cabeza hacia atrás hasta que pudiera oírte mejor.
—No te escondas de mí, mierda. Has estado suplicando por esto.—soltó Rafe. Sus dedos se deslizaron fuera de ti inesperadamente. Gritaste, abriendo los ojos de golpe mientras le devolvías la mirada. El mohín de tu cara mezclado con la mirada suplicante de tus ojos casi lo hizo disculparse aunque te merecieras su mezquindad.
—Te necesito, Rafe.—gimoteaste, levantando de nuevo las caderas. Esta vez, Rafe te dejó apretar tu coño expuesto contra su pene cubierto. Te dolían los dedos, apretando con los nudillos blancos las sábanas debajo de ti. La pesada mano de Rafe agarró tus caderas tartamudeantes, y podías oír los gemidos jadeantes que dejaba escapar.
—Mierda, nena.—gruñó Rafe. Volvió a detener tus caderas y casi lo empujaste para que terminara el trabajo por ti misma. Pero te abstuviste porque ¿un orgasmo por ti misma? Maravilloso. ¿Un orgasmo provocado por Rafe? Jodidamente celestial.
—Rafe, por favor.—gimoteaste. Rafe murmuró algo parecido a jodidamente impaciente, pero tú lo ignoraste, demasiado concentrada en encontrar la liberación.
Casi volviste a suplicarle, pero entonces Rafe deslizó su endurecido pene dentro de ti. Te mordiste el labio mientras se instalaba por completo dentro de tus doloridas paredes.
Esto podría ser el paraíso, pensaste mientras Rafe se inclinaba para besarte la mandíbula. La acción era completamente ochentera con respecto a la anterior, pero no te opusiste. Suspiraste aliviada cuando por fin empezó a metértela, despacio al principio. Luego, tocó fondo repetidamente hasta que te quedaste sin un puto aliento.
Agarraste su brazo junto a tu cabeza, pero Rafe lo apartó de tu alcance antes de agarrar tu mano con la suya. Tus ojos se cerraron mientras Rafe seguía demostrándote que te equivocabas.
Nunca se le había dado mal cogerte, pero tú siempre habías tenido un problema de actitud.
Rafe se reajustó, bajando hasta que su boca estuvo justo al lado de tu oreja.
—¿Esto es lo que querías?—preguntó Rafe en voz baja, ralentizando sus embestidas mientras las profundizaba. Asentiste con la cabeza, con la mente en blanco cuando Rafe te rodeó con su brazo. Colocó su bíceps bajo tu garganta, haciéndote una llave en la cabeza mientras te penetraba más profundamente.
—Joder, Rafe. Gracias.—jadeaste. Su mano dejó la tuya para frotarte el clítoris. Gimoteaste, tu orgasmo se acercaba. Rafe te cogió durante todo el orgasmo, usando el lubricante para aumentar tu placer. Agarraste el bíceps de Rafe cuando no se detuvo, incluso después que te hubieras corrido.
—Rafe, no puedo...
—Lo harás.—te interrumpió Rafe. Su voz era áspera cuando lo dijo, y casi le suplicaste que siguiera. Debió de haber oído el pensamiento, porque no aflojó el ritmo y siguió cogiendo incluso mientras temblabas bajo él. Intentaste hundir más las caderas en el colchón, pero Rafe te siguió. Tus ojos se pusieron en blanco de placer.
Tu segundo orgasmo se acercó más rápido que el anterior y no pudiste contener los gemidos que salían de tus labios. Quitaste el brazo de Rafe de tu garganta. Bueno, lo intentaste.
Su agarre fue firme cuando por fin derramó su semen en tu coño. Jadeaste cuando por fin se ralentizó antes de detenerse del todo.
Ambos se quedaron en silencio, con Rafe aún sujetándote con fuerza. Tu mejilla se apoyaba en el bíceps de Rafe mientras estabas acostada, por fin satisfecha después de haber estado siempre caliente durante la última semana.
—Gracias, Rafe.—jadeaste. Rafe tarareó en señal de aceptación.
—Tienes que aprender a comunicarme, nena.—murmuró Rafe con cansancio. Asentiste con la cabeza. Rafe se apoyó en ti y te sentiste tan bien, tan reconfortada. Su pene seguía cómodamente enterrado en tu interior mientras los dos se dejaban llevar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top