|♔︎| 𝐗𝐕. La reina de la tierra negra.

─━━━⊱ CAPÍTULO XV ⊰━━━─

LA REINA DE LA TIERRA NEGRA 

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❝ La reina de la tierra negra era peor, en comparación con ella, Amarantha era casi tan cariñosa como Elain❞.
━━━ Rhysand (Una Corte de Alas y Ruina).

────•𖦹•̀.☦︎ NEHERYS ☦︎•̀.𖦹•──── 


   La reina los había transportado hasta la corte invierno, en las afueras de la ciudad principal. Se quedaron en la parte boscosa mientras esperaban a su majestad, quien había ido a buscar entre las casas de alta sociedad invernal a las niñas para el plan.

Ianthe temblaba de frío, mientras intentaba calentarse las manos con aliento. Aunque llevaba ropa abrigadora, no entendía como seguía teniendo frío.

Ianthe pareció darse cuenta y dijo —Ahora debería gustarme más el frío al... —casi se toca las mejillas, pero lo evita. —Al calor.

—Creí que los fae podían calentarse con magia —comenta él.

—Los fae pueden —Ianthe suena melancólica. —Pero desde que regresé... Es cómo si nada mágico existiera  dentro de mí. Solo lo que me permite la reina con su poder.

La ramas crujieron con una pisada y su majestad apareció entre los árboles, en sus manos llevaba una mediana caja de madera, oscura. La reina usaba una armadura completamente distinta, el acero se plegaba a su cuerpo como otra piel, sus hombreras eran cráneos plateados de cadáveres que tenían muecas de dolor. Neherys se preguntaban si pertenecían a personas de verdad, o sólo eran artificios de adornos, pero prefirió no pensárselo más.

Las manos de su majestad estaban protegidas por armaduras de dedos, tan afiladas como las garras de una bestia cuando le entregó la caja a él.

—¿Qué es eso? —preguntó dudosa Ianthe.

Neherys recibió la caja, no pesaba nada de hecho, era tan ligera como el papel.

—A las niñas les gustan las cajas musicales —dice la reina. —Está es especial.

La idea de Neherys para su majestad, había sido que debían tomar rehenes de la corte del invierno engañandolos de que fueron secuestrados por la corte noche, y así el invierno se pondría en su contra. Pero por supuesto, la reina debía hacer las cosas a otro nivel. Así que mejoró su plan, y lo hizo completamente extraordinario.

—Cuando me vaya, abrirán está caja —empieza a explicar su majestad. —Las niñas tienen una marca. Ellas vendrán por sí mismas cuando escuchen la melodía. Neherys, tú te encargarás de llevar a las sonámbulas al lugar dónde acordamos. Son catorce, siete de sangre noble y siete huérfanas. Ianthe, a las huérfanas llévalas a la ubicación de Tamlin para que las llevé a Hybern. Luego se reunirán para ir juntos hasta al castillo del invierno. Neherys —le advierte la reina solo a él. —Una vez que abras la caja, aguanta y no la cierres hasta que yo lo haga. Deja a las nobles en la cabaña con la caja musical abierta.

Él asiente, memorizado sus órdenes.

La reina desliega con su magia un sobre blanco, lo que seguramente era una carta y se la da a Ianthe. —Despues de poner a las niñas a salvó, irás hasta la corte invierno, te presentarás con la lady invierno cómo su antigua amiga Morrigan y le entregarás ésto —señala la carta. —Tú actuación debe de ser perfecta, ¿Me has entendido? —su tono se endurece, brevemente. —Cuándo sientas que hay problemas, me invocaras inmediatamente y entonces iré por ustedes. ¿Quedó claro?

—Sí, mi señora —dice Ianthe.

—Sus actuaciones deben ser tan reales para quebrantar la confianza de la corte invierno con la corte noche —su majestad les da un vistazo con superioridad a ambos. La reina da unos lentos e imponentes pasos hacía él, le toma el rostro una vez más con un brillo en los ojos. —No me fallen. O habrá consecuencias —sonrié mientras se aparta. —Por ahora, tengo planeado ir a ver a unos viejos conocidos. Es hora de hacerles una visita.

La reina cruza su poder entre bruma azul, desapreciendo. Él se queda con Ianthe en el bosque invernal, listos para seguir las órdenes de su majestad.






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   Cassian aún no había despertado. Respiraba y su corazón latía, pero aún no abría los ojos. Rhysand había traído a la mejor curandera de Velaris y aún así el cambió en la salud de Cassian no era nada notable. Al menos ya no sangraba, Nesta había permanecido a su lado todo el tiempo, no deseaba abandonarlo ni un segundo.

A sus oídos habían llegado todo el asunto del ataque a la corte verano y como está se había doblegado al poder de la reina. Varian había dejado de comunicarse con Amren, y no podían contactar con absolutamente nadie del verano.

Habían dejado de recibir noticias de sus espías en las otras cortes estacionales. Rhysand y Amren viajaron a la corte de las pesadillas, mientras que Feyre se mantenía en Velaris protegiendo al heredero noche. Después de la amenaza de Sloanne, Rhysand había usado la mayor parte de su magia para proteger la casa de viento, y que está no permitiera a la reina realizar sus trampas allí.

Su lord le ordenó que se quedará en la casa de viento, Cassian permanecía en la cama de Nesta en estado deplorable mientras Rhysand trataba de obtener cualquier información. Y él permanecía allí, sin hacer nada mientras la reina conspiraba y causaba caos. Rhysand le había ordenado explícitamente que se quedará a protegerlos, pero simplemente no podía quedarse de brazos cruzados cuando afuera se cosechaba una guerra. «Cuando era ella quién provocaba tanto caos y tanta muerte...»

—Aquí también se está bien, Azriel —dijo en tono suave su benevolente lady, notando su humor. Ella mecía en sus brazos con cuidado al pequeño Nyx.

—Lo siento —el intenta controlar su ánimo. —Sé que debo permanecer aquí mientras tanto. Es solo que... Siento que algo malo sucederá pronto. Algo no está bien.

Ahora empezaba a odiarla, empezaba a odiar a la reina. «¿Cómo le había hecho eso a Cassian? Fue innecesario, y solo lo hizo porque quizo. Porqué era cruel y maligna».

—No la dejaremos ganar —dice decidida Feyre, se le acerca con el heredero en brazos. —Debemos permanecer juntos.

Nyx permanecía profundamente dormido cuando Feyre le pasó el bebé a los brazos de Azriel. Lo sostuvo con cuidado, temiendo dañarlo porque era tan frágil y pequeño.

—Es más fuerte de lo que crees —Feyre sonríe, acariciando con cariño la cabeza de Nyx.

—Seguro que sí —Azriel lo acuna en sus brazos. Era bueno tener algo tan puro cerca de ellos, cuando en el exterior una mujer sumía al mundo en muerte y caos.

El estruendo del cristal romperse, desvaneció cualquier tranquilidad que tenían. Azriel se tensó, protegiendo al heredero en brazos. Pero cuándo se giró, vió a una Elain palida y trastornada.

El bebé Nyx soltó un llanto en sus brazos, por la interrupción de su sueño.

—Lo siento —dice Elain. Un vaso de agua permanecía roto ante sus pies. —Llevaba agua para Nesta. Yo... Limpiare ésto enseguida.

—Esta bien —Feyre, le hace un gesto para que le entregué al bebe. Ella toma a su preciado heredero y lo menea con cariño. —Llevaré a Nyx a dormir.

Su lady le lanza una mirada altiva de que le ayude a Elain o que hablé con ella y después se va. Desde que habían vuelto de la corte de las pesadillas, Elain estaba distraída, y se mantenía apartada de todos.

Ella se agacha, recogiendo los pedazos del vaso que había roto.

—Permiteme ayudarte —dice Azriel alcanzandola. Se agacha con también, tomando los pedazos más grandes del cristal roto. —Podrias dañarte.

—Entonces estaría bien —replica Elain. Sisea al instante y su mano se mancha de sangre, revelando que se había cortado por accidente.

«Estaba así por lo que hizo en la corte de las pesadillas. Cuando asesino a esa curandera pensando que era la reina, pero todo había sido una ilusión de esa cruel y malvada reina».

—Elain no fue tu culpa —dice él, dejando los pedazos de cristal en el suelo. Le tomó la mano con delicadeza para mirar su herida. —Ella ya lo tenía planeado.

—Debí saber, Azriel. Debí saber que era... —las lágrimas se contenían en sus preciosos ojos. —Yo lo siento, lo siento tanto...

Azriel la levanta, aún tomándole las manos, y cuándo están de pie no puede evitar rodearla con sus brazos. Su mentón se apoyó en la cabeza de Elain mientas ella le abrazaba de vuelta. El cabello de ella olía al exquisito rocío de las rosas, dulce y floral.

—No fue tu culpa. No lo fue —le asegura él, acariciando su cabello con delicadeza.

El poder de Rhysand se presentía cerca, y ambos sabían que debían separarse. Elain fue la primera en alejarse de él, limpiandose las lágrimas. —Voy a protegerte de ella, lo haré —le asegura Azriel antes de que Rhysand entrará.

Quería abrazarla de nuevo, decirle que él la cuidaría. Pero ya era tarde, no le dió tiempo.





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   En la costa del mar de Erythrian, se ubicaba su reino en el pasado. El lugar que había gobernado mientras su padre regía en Hybern. Desde que regresó, no lo había visitado. No quería verlo sumido en ruinas, cuando en el pasado fue un reino capaz de doblegar a mortales e inmortales.

Sin embargo, en la otra costa contraría al mar, se ubicaba Cretea. Una isla insignificante para ella, y para todos. Pero no para los que vivían allí adentro, pues la Isla estaba cubierta por un escudo mágico indivisible. Sloanne podía sentir la magia que lo sostenía. Era un hechizo, uno que ella había enseñado a alguien en su pasado, y cómo era un hechizo que ella había creado, sabia revocarlo.

Sloanne pasó la mano sobre la energía del escudó, sentía que había sido formado por más de una sola magía, era por eso que abarcaba la isla completa.

Antes de romper el escudo, ella se hincó en una rodilla al suelo, tocando la arena blanca del lugar. Le habló a la arena, pensando en una maldición nueva, atrayendo la enfermedad y muerte, pensando en como este lugar debía ser condenado por el pecado pasado de sus gobernantes. La arena blanca bajo su mano, pronto comenzó a tornarse en negra, extendiéndose a lo largo y abarcando más arena tras el escudo.

Con un hilo de su magia azul, perforó el escudo sintiendo como su poder se entretejía con el de aquel que lo había creado. Así, su magía se extendió en los tejidos y deshizo el hechizo que protegía a la isla. Mientras ella veía a su maldición recorrer cada tramo del suelo de esta ciudad, revelando que tras el escudo la isla se veía como una ciudad, con edificios en piedras flotantes a los alrededores.

La maldición se ocultó en la tierra, esperando para activarse en el momento indicado.

Sloanne avanzó, mirando a sus habitantes los seraphim que deambulaban volando entre la isla. Sus alas eran distintas a la de los ilyrios, la de los seraphim eran curveadas y de plumas suaves, parecidas a las de un ave. Los mortales e inmortales convivían aquí sin inhibiciones, tenían hijos entre ellos y se respetaban. No había diferencias entre las razas aquí, no había guerra.

Este lugar había prosperado, de las ruinas habían formado casi un gobierno en equilibrio, todo eso mientras su reino se había decaído todos estos siglos. Era injusto para ella, fue traicionada por aquellos que se atrevían a gobernar este lugar. Y mientas ellos habían vivido en paz durante tantos años, ella había sido encarcelada con la bestia de niebla y sombras por siglos enteros. Siglos enteros reviviendo una y otra vez cada momento de dolor en su vida, hasta que un día logró escapar. La irá de Sloanne comenzaba a prenderse. «No había nada de equilibrio en esto, no lo creía justo, e iba a resolverlo».

Había venido principalmente por el anillo de hueso, pero ahora que veía este lugar, no podía evitar anhelar un pedazo de venganza por lo que le hicieron. Pues así, recolectó magia en la palma de su mano, y la lanzó forjandose un camino de fuego azul, para llamar la atención de la gente. Ella era la única que podía atravesar sus propias llamas sin salir herida.

No tardó mucho a qué aparecieran unos guardias seraphim e intentarán abordala. Pero en ellos, reconoció a un solo hombre. El seraphim aterrizó cerca de ella, levantando arena en su caída. Sus alas de plumas blancas se extendieron como un amenaza para intimidar a la enemiga.

Sloanne sonrió. «Todo siempre terminaba en el lugar dónde debía». —Bueno, ¡Hola, Drakon! —ella le miró de pies a cabeza. —¿Feliz de verme?

El seraphim había cambiado mucho desde entonces, ahora existía una agudeza de madurez y experiencia en su mirada. Y ella lo conoció siendo un estúpido y joven príncipe.

Drakon hizo aparecer con su propia magia, una lanza de acero dorado. No la apuntó contra la reina, pero la sostuvo con antelación para cualquier cosa que planeara.

Le vió con despreció, y una pizca de confusión en sus ojos. —Estabas muerta —dijo Drakon retomando firmeza, su ceño se frunció dejándole ver cuánto le odiaba aún. —Debiste permanecer muerta, maldita.

«Como siempre Drakon no se callaba los insultos, era tan desagradable».

—Nunca morí, querido exprometido —dice Sloanne con ironía. —Se nota cuánto me has extrañado. Prosperaste en mi ausencia. Solo que te ves mucho más viejo.

Drakon no sucumbió a sus palabras, en su lugar la miró con acidez. —Deberías regresar al infierno de dónde saliste —siseó. —Perteneces a los muertos.

—Bueno, en teoría mi infierno personal siempre fue este mundo —ella avanzó un paso a él, con audacia. —Así que estoy regresando a el. Y yo siempre he sido la esencia de la muerte misma, así que tus palabras no tienen motivo. Supongo que la edad te ha hecho menos relevante.

Inmediatamente, los seraphim que acompañaban a Drakon se pusieron alerta y se ordenaron  cuando una mujer se aproximó. Ella tenía un vestido de seda dorada tan opulento, como para mostrar la riqueza de la isla. Su cabello peinado decorado con pelas brillantes de Erythrian. Lucía joven, hermosa y casí inmortal.

—No eres bienvenida a nuestro territorio —dijo Miryam con voz gélida. —Vete de nuestra tierra antes de que levantemos nuestras armas contra ti.

Su esclava del pasado lucía cosas bellas y ostentosas, cuando antes se había revolcado en sus propios deshechos. La última vez que le había visto, le enterró una lanza en el pecho para que muriera, pero ahora ella se veía muy bien.

Sloanne se rió al recordar. —La esclava que enamoró al príncipe de la reina para que la liberase de su yúgo —avanzó más hacía esa traidora. —Eso fue ser astuta. De saber que tenías dicho potencial para manipular hombres, lo hubiese aprovechado al máximo en su tiempo.

Miryam y Sloanne ahora estaban de frente, a solo poco de distancia. Una mujer tenía la sangre más cálida que el sol y la otra más fría que el hielo. El destino volvía a unirlas juntas sólo para enfrentarse de nuevo.

—Como ya he dicho, no eres bienvenida aquí. Es mi territorio y no voy a permitirte pasarlo —Miryam habló con suma decisión. —Vete de aquí, esclavizadora —había un rencor pasado en su voz, uno que no se apaciguado nada en todos esos años.

Quizá a Sloanne le ofendió un poco ese último término, pero se abstuvo de rebanarle la garganta a esa traidora. En su lugar, dijo con toda la tranquilidad que pudo recuperar —No he venido a cobrar mi venganza contra ti y todo que me hicieron ustedes en el pasado. No aún. Está vez, lo creas o no, pequeña criada —le dijo a propósito para hacerla enojar. —Solo he venido por algo que me pertenece.

Miryam no reaccionó, volvió a decir con firmeza. —No eres bienvenida aquí —esta vez, sus soldados seraphim sostuvieron sus armas listos para un ataque. —Y no vas a llevarte nada o a nadie.

Sloanne sonrió con suficiencia, —¿Segura que deseas seguir ese camino? ¿Estás completamente segura de que arriesgaras a tu gente sólo por un rencor del pasado?

Miryam rompió la distancia entre ellas, estando a centímetros de la reina. El fuego azul de Sloanne se mantenía a raya. «Parecía que la joven esclava olvidaba con quién se estaba metiendo, olvidaba con quién se había metido hace ya tantos años».

—No eres bienvenida a mi territorio, reina de la tierra negra. Vuelve a tu reino podrido y envenenado —dijo Miryam con atrevimiento y crueldad. —En todos estos años, no he olvidado nada de las atrocidades que hiciste con mi pueblo, con mi gente. Nosotros no olvidamos. Regresa a tu reino enterrado de fantasmas torturados por tus propias manos, tienes demasiadas cuentas pendientes con ellos.

La oscuridad latió dentro de Sloanne, la irá hirvio en su corazón pero se contuvo, se contuvo de hacer todo lo que quería hacer, pues tenía otros planes y no iba a arruinarlos por una esclava sin importancia. Más tarde, la haría pagar. Haría que se arrepintiera de sus propias palabras.

—Cómo yo lo veo, solo tienes dos opciones —hizo un gesto con sus dedos, tratando de para explicar con diplomacia. —Uno, te apartas a un lado y me dejas recuperar lo que he venido a buscar. O dos, cobró mi venganza inmediatamente, destruyó este lugar y cada una de las almas que habitan aquí.

Drakon gruñó aproximándose al lado de Myriam, quizá para protegerla de la irá de la reina. Pero ni siquiera él podría igualar la fuerza de ella.

—Deberían pensarlo bien, antes de decidirlo —dice Sloanne, puliendose las uñas con arrogancia cómo si todo ya estuviera resuelto. —A la corte noche no le fue tan bien con dicha decisión —Drakon y Miryam revelan que aún no se enteraban de lo de la corte noche. —¿Ustedes que salvarían? ¿Algo que desconocen, por algo que han forjado por años? ¿De verdad sacrificarían a sus hijos por ello?

Y finalmente, el semblante de Miryam y Drakon tembló, revelando la verdad de su debilidad. Se miraron entre ellos, pues la verdad de su debilidad era que sus herederos se encontraban allí, y se lo pensarían bien dos veces antes de arriesgarlos. Al igual que la mayoría de personas vivas de buena voluntad, jamás se atreverían a sacrificar a sus hijos.

—¿Qué quieres de esta isla? —le habló Drakon, volviendo a su hostilidad.

—No...—Miryam le hizo una seña para que no continuará hablando con ella.

—No deben saberlo. —Sloanne dijo para convencerles. —Solo deben saber que nadie sufrirá si no se interponen. Pero sí interfieren, todos pagarán por ello.

El semblante de Myriam vuelve a endurecerse. —No te dejaré pasar, maldita torturadora.

—Miryam... —interfiere Drakon, tomándole el brazo con suavidad.

—¡No! —le habla Miryam a Drakon con decisión. —Ella viene por una sola cosa y eso es muerte.

—Joven Miryan, tantos años viva no te han dado nada de sabiduría —le interrumpe Sloanne. —Ahora riges este lugar, una esclava mitad fae y mitad mortal, la cual en todos éstos años solo pudo obtener la juventud eterna, pero no la inmortalidad. ¿Sabes que significa eso? —su voz se oscurece, le habla tan cerca y le mira directo a los ojos. —Qué aún puedo matarte, y que no necesitaré una arma de fresno para hacerlo.

Miryam no retrocede.

—Cuida tus palabras —sisea Drakon.

—¡Cuida tus palabras tú, infeliz bastado! —la reina pierde su paciencia y su molestia alcanza la base de su poder. —Esta es su última oportunidad. O me conceden pasar tranquilamente, o tomó toda su isla bajo mi entero  poder. Decidan, porqué ¿De verdad deseas volver a tus días de esclavitud, Miryam? —le habló solo a ella. —¿Liberaste a tu gente de mi tierra negra solo para volver a condenarlos siglos después? Siglos después de nuevo a mí. Así es como las cosas debíeron terminar, y lo sabes.

Esas palabras tuvieron un efecto en la mujer. Le aguanto la mirada unos segundos, y luego se giró buscando la aprobación de su pareja antes de decidir cualquier cosa. Drakon compartió una mirada conciliadora con ella, un gesto de apoyo.

—Menciona qué es lo que has venido a buscar aquí —dice Drakon con firmeza. Miryam aún seguía pensándolo, no quería permitirle el paso.

—Como ya dije, no deben saberlo —Sloanne sabía que dirían que sí, o de lo contrario ya hubieran alzado sus armas contra ella.

—Si te permitimos el paso, promete que jamás volverás a poner un solo pie en esta isla de nuevo. Y que no dañarás a absolutamente nadie en tu búsqueda, ni sí quiera a un solo insecto ¿Me has escuchado? —dice Miryam con autoridad.

Ella no estaba de humor y no tenía tiempo para iniciar una batalla aquí ella sola contra esos malditos traidores, podía, pero tenía que volver con Ianthe y su caballero. Y seguramente el hacer pagar a Drakon y Miryam sería tan perfecto y calculado que requeriría de tiempo. Después de todo, ya había colocado una maldición antes de este trato.

—Lo prometo —mintió Sloanne, extendiéndo la mano con diplomacia para sellar el trato con aquellos traidores.

—Así no —dice Miryam muy segura de que algo planeaba. Ignoró su gesto conciliador. —Quiero escuchar la promesa por tus propias palabras, reina traicionera —siseó, conteniendo su breve rencor.

Bueno, después de tantos años la joven esclava aún conocía uno que otro de sus trucos. Y Drakon y Myriam lo sabían, sabían que ella haría alguna especie de trampa. Ambos recordaban de lo que su poder fue capaz de hacer en el pasado. No por algo ambos huyeron de ella, traicionandola.

—Yo Sloanne de Hybern, antigua reina de la tierra negra y próxima gobernante de todo Prythian, prometo que no podré un pie de nuevo en esta isla después de haber obtenido lo que vine a buscar —esta vez ella decía la verdad. Pero había una trampa que ella ya había planeado. —Prometo que no dañaré a nadie en mi camino, y me iré en paz.

«Por qué para hacerles pagar, ella enviaría a la peor pesadilla de Miryam en su pasado».

—Bien —aunque Miryam no lucía tan convencida, dijo —Ahora toma lo que viniste a buscar y lárgate de aquí después —Myriam estaba cruzada de brazos. No le daría la mano para sellar el trato. Se dió la vuelta, dejandole con la mano extendida.

«Semejante grosería solo lo podía hacer la hija de una esclava». Si hubiera nacido para ser una reina, tendría la diplomacia para sellar tratos con el enemigo». Pero era evidente que sus años gobernado este lugar, no le habían dado nada de la clase que debía poseer una verdadera gobernadora.

Drakon permaneció ahí, aún mirándole con despreció. Y no era el único. —Te estaré vigilando, reina maldita —le dijo. —Y si planeas algo más, iré a buscarte a los confines del mundo solo para matarte.

Ella se ríe con burla. —Suerte con ello, querido Drakon, ¿O debería llamarte exprometido? —menciona. —Si no pudiste hacer eso hace quinientos años, ¿En serio crees que podrás hacerlo ahora?

Sloanne sacó un cuchillo de su cinturón y sonrió. Inmediatamente el resto de los seraphim, incluyendo Drakon, le apuntó con sus armas.

—Hombres. Siempre usando primero su espada antes que el cerebro —se entierra el cuchillo en su propia mano, abriendo una herida profunda para que brotará la suficiente sangre.

Pero su sangre no se vertió en el suelo al acumularse, no, su sangre oscurecida flotó en el aire como un pequeño hilo escarlata. El anillo de hueso había sido forjado de su propia sangre, y la sangre mágica siempre se conectaba a su verdadero poseedor. Ella le guiaría a su objeto del tesoro aterrador.

El anillo de hueso volvería a su poder solo para traer a sus aliados en esta guerra. Los muertos tomarían la venganza contra los enemigos de la reina. Largo volvería a ser su reinado, por siglos....


Hola mis queridos lectores, siempre es un placer encontrarlos en casa actualización. ❤️

¿Qué Sloanne es la reina de la tierra negra? Así es, mis estimados.
Principalmente inspiré a Sloanne en esta misteriosa reina de los libros, y aquí está el capítulo tan esperado. Esté capítulo planeaba ser muy largo, pero por simpleza lo reducí, y lo separaré en otra parte. Así que pronto habrá actualización de nuevo.

¿Sloanne contra Miryam? ¿De que equipo son? Amé escribirlas mientras se enfrentaban.

Y para emocionarlos un poco, breve spoiler del próximo capítulo:

Se viene la mate de un Gran Lord aliado, ¿Logran adivinar de quién?

Por último, ¿Qué les parece la música de fondo? 😅

Los leo.
Reciban muchos besos de Sloanne.

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