𝐗𝐈𝐈. Promesa de muerte

CAPÍTULO XII

PROMESA DE MUERTE

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────•⁂ CASSIAN ⁂•────


   Rhysand había enviado un séquito de tropas de la corte noche, para ayudar a la corte verano cuando la reina se aproximará. Sé sabía que ella había conquistado la primavera y el otoño. Y Azriel recién les alertó sobre que la reina probablemente también planeara invadir la corte invierno. Y aunque su lord había ofrecido ayuda y soldados a Tarquin y Kallias, éstos se negaron a aceptarla. Últimamente la confianza entre las cortes se estaba desquebrajando, y los altos lores no sabían cómo actuar si la reina llegaba a reclamar lealtad a sus cortes. «¿Pelearían en su contra, o se pondrían a las órdenes de la reina?»

De cualquier forma, Cassian había levantado un pequeño campamento junto a sus soldados a varios kilómetros del castillo de Adriata, esperando, si la corte requería de ayuda cuando la cruel reina apareciera.

Hasta ahora, no tenían ninguna idea sobre dónde estaba Mor. Él no se atrevía a pensarse la idea de que ella quizá podría estar muerta, como le dijo cruelmente Nesta. Cassian esperaba de todo corazón que su amiga estuviera sana y salva. Rhysand seguía buscándola y aún no daba con ella en ningúna parte.

Creían que estaba en Hybern, pero la magia de la reina había creado un escudo tan poderoso y expansible que abarcaba las tierras de Hybern. Desde entonces, Rhysand no podía transportarse más allí, porque cada vez que lo había intentado durante el último día, su magia nocturna se agotaba al intertar pasar el escudo. Pero simplemente Rhysand no pudo, Incluso se había llevado a Nesta con él, pero era como si los poderes de su lord y su compañera no eran suficientes para combatir contra el de la reina. 

En éstos momentos, Cassian deseaba ponerle fin a todo esto, detener la inminente guerra que se estaba desarrollando entre la reina y ellos. Tenía miedo de que su familia se involucrara tanto hasta el nivel de perder a alguno de ellos. No quería perder a Nesta y a sus hermanos. «Si tan solo existiera algo que pudiera destruir a la reina, o matarla». Rhysand la había matado una vez y ella revivió como si nada. «Debía existir un arma que pudiera matarla, o una que le revocará poder... Una que evitará su inmortalidad para así matarla, y que no volviera a revivir...»

Pero todas sus ideas se alejaron cuando Rhysand se transportó hasta el campamento, se le veía agotado y preocupado. Seguramente había intentado traspasar el escudo de nuevo para encontrar a Mor. No había descansado nada desde que Mor desapareció, de hecho, el único que había podido dormir en estos días había sido el bebé Nyx, quién por cierto crecía más rápido que un bebé ilyrio.

—Intenté comunicarme con Kallias para advertirle, pero él se niega a aceptar mi ayuda. Dice que peleará con sus propias fuerzas de su corte contra la reina —llegó a decirle Rhys. Se palpó las cienes, estresado.

—El invierno no confiará en nosotros, no olvidarán lo que sucedió bajo la montaña —dijo Cassian. Cuando Rhysand había matado a la gente del invierno por orden de Amarantha.

Cassian también estaba estresado, estaba cansado de estar alerta y protegerse de una amenaza, él solo quería regresar a su casa, pasar tiempo con su compañera y esposa, juntarse para comer con su familia.

—¿Azriel ha conseguido algo de los espías? —preguntó para evitar ponerse nostálgico por no compartir calor con su Nesta. Desde esta tarde no se había comunicado con ella mediante el lazo.

—La reina se mantiene en secreto, seguramente en la corte otoño —respondió Rhys, colocó su daga  en la mesa, cerca al mapa de Prythian dónde habían marcado los posibles lugares dónde encontrarían a su amiga. —No sé dónde encontrarla. No puedo encontrarla aún —se enfadó Rhysand consigo mismo.

Las antorchas de las carpas, extrañamente se apagaron de la nada. No había viento nocturno, lo que no explicaba como se habían apagado. Los soldados se levantaron, muy alertas, mirándose entre ellos para saber que había pasado.

Repentinamente, las antorchas comenzaron a prenderse una por una, y sus sifones temblaron rebeverando en poder. El fuego que encendía cada antorcha, era azul.

Esa era la señal, los soldados sacaron a relucir sus armas. Después de que había sucedido en Ilyria, todos sabían qué ese fuego azul no significaba nada bueno.

Una silueta cruzó el camino entre las tiendas, iba con una capa oscura, encapuchada, su magia azul relucía de entre la oscuridad de su capa.

—Advertí que nos volveríamos a ver —dijo Sloanne de Hybern, retirándose la capucha y revelando su rostro manipulador.

Todos sus soldados esperaban la orden, para usar sus armas contra ella. Estaban rencorosos, habían sido víctimas de sus torturas. Sintió a Rhysand inundarse de cólera a su lado, el semblante se le oscureció y miró fijamente a la reina.

—¿Dónde está Morrigan? —habló él.

La reina intensificó el fuego de las antorchas.

—Sí, tu querida prima se portó muy mal conmigo. Así qué por ella no deberías preocuparte. Está a salvó, supongo —dijo la reina. Avanzó a pasos firmes y lentos. El campamento enteró se tensó ante la magnitud de poder que desbordaba.

—¿A qué has venido? —le dijo Rhysand.

La reina avanzó más, el césped bajo sus pies se enegrecio a cada paso.

—Darte otra breve advertencia —se desprendió la capa de los hombros, revelando lo que tenía puesto; un traje de pelea justo como los que vendían en la tienda de Emerie.

Cassian juraría a qué se parecía uno de Nesta.

—Como tú me mataste primero —se detuvo a un metro de ellos. Cassian mantuvo la mano en la vaina de su espada, por si las cosas se salían de control.

Juraría que incluso aquel traje olía a Nesta.

—Es justo que tomé la vida de tu hijo —sentenció la reina. —O quizá la de sus parejas.

Pero era ese breve aroma, apenas distinguible que provenía de la reina. Era sangre, olía a sangre.

Pero Cassian estaba seguro que no era cualquier sangre, era la sangre de Nesta.

Cassian solo notó que tenía su espada afuera y la direccióno para cortarle la cabeza de un tajo a la reina. Ella retuvo la hoja con su magia azul. Cassian volvió a cambiar de posición su espada, empezó a lanzar tajada por tajada sin medida alguna, solo buscaba dañar a la reina, acabarla. Cuando direccióno su ataque para un corte de destripe, sintió un suave rose en el cuello.

Se alejó de la reina, tocándose el cuello. Al ver sus dedos, estos estaban teñidos de rojo. «Le cortó la garganta...»

Cassian instantáneamente hizo presión en la herida.

El poder de Rhysand se desató sin restricción, ordaz de oscuridad hicieron retroceder a la reina. La oscuridad de la noche la invadió, cegandola. Eso le dió poco tiempo para que su hermano le sanará la herida, pero está no se arregló, la sangre seguía brotando y él no podía cellarla.

—Dejen estos juegos tontos de pelea, no me da tiempo para ellos. Ya te veré en la corte noche lord, cuando tomé a tu heredero —la reina desapareció en la oscuridad que había creado Rhysand, como si también formara parte de ese poder.

Él los transportó inmediatamente, cambiando de ambiente y apareciendo en la sala oscura de la corte noche. Cassian vió a Nesta aproximarsele con el rostro pálido, Elain y Azriel tras ella. Él veía borroso el rostro de su compañera, la tocó, sintió su cabello trenzado, sabía que lo había manchado de sangre, su Ness, Nesta el amor de su vida. Estaba viva y sana. Era lo que importaba. Cassian empezó a ver oscuridad, completa oscuridad.


────•⁖℘༒ AZRIEL ༒۝•────


   Él y Nesta corrieron a un Cassian debilitado, herido. Tenía el cuello cortado, le brotaba la sangre cada que su corazón latía. Azriel jaló una de las cortinas de la sala, la enrolló lo más rápido que pudo para hacer presión en la herida de Cassian.

—Elain, vé por un sanador —le apresuró Azriel.

Elain nerviosa por la situación, salió corriendo de la sala.

—¿Dónde está? —les gritó Rhysand. Apenas se inclinó para sanar con magia la herida de Cassian. Pero está no sanó, Rhysand se esforzó más —¿Dónde está la reina? —volvió a preguntar, fatigado. Dar magia para sanar a Cassian lo estaba debilitando.

Azriel levantó la cabeza buscando alguna señal de la sanadora, mirando a su alrededor. Sus sombras empezaron a susurrarle que estuviera atentó, pues la reina se encontraba allí y estaba cerca.

A Cassian le escurría sangre de la boca, su pulso estaba disminuyendo.

—¡Salvaló! —le gritó Nesta con histeria a Rhysand —¡Salvaló ahora!

—La sanadora vendrá pronto —le dijo Azriel a su hermano para que aguantará la magia qué evitaba que Cassian muriera.

—Tú no vas a dejarme —le gruñó Nesta a Cassian—, ¡Levántate ya! —le exigió.

—¿El fuego plateado no es capaz de sanar?

Keir se les había aproximado, mirando la situación con una fría calma, tanta que hacía a Azriel querer molerlo a golpes, pero ahora sus hermanos eran lo más importante.

Azriel se levantó buscando a Elain, ya había tardado en su búsqueda.

—Usa tus supuestas llamas plateadas, dama de la muerte —le dijo Keir.

Nesta no ignoró aquello, con lágrimas silenciosas y el rostro furioso, extendió sus manos sobre el cuello de Cassian esperando invocar aquellas llamas que antes no había podido contener. Sus dedos temblaban, estaban manchados de la sangre de su pareja.

—Parece que están en problemas y que necesitan un buen sanador —se escuchó la voz de la reina en toda la sala.

Cuando Azriel levantó la vista, la poderosa reina sostenía una daga contra el cuello pálido de Elain, su daga, la misma con la que le había torturado en la fortaleza de Hybern. «¿Cómo pudo haberla conseguido, sí estaba en su cinturón? ¿Se le había aproximado tanto y no se había dado cuenta?».

Pero el rostro astuto y arrogante de la reina, se convirtió en una fea mueca de dolor cuando su hombro fue atravesado por una espada oscura desde atrás.

—Nadie lastima y amenaza a mi familia —escuchó decir a Rhysand, se reveló a la espalda de la reina.

Sloanne soltó a Elain, y está aprovecho para quitarle la daga, en un giró calculado, Elain le enterró la daga, justo en el ojo cómo la había hecho con Hybern.

Azriel casi pega un grito, sosteniéndose el ojo, pensando que el dolor le recorrería también, por su lazo.

La reina...

Su pareja...

Pero el no sintió nada.

Apenas Elain arrancó el cuchillo del ojo de la reina, está se quedó congelada, soltó un alarido de dolor. Pronto su piel dejó de ser pálida, su estatura empezó a disminuir, y el cabello se le tiñó a uno castaño.

—Lo ven, ustedes solo juzgan y actúan. Pero nunca se detienen a pensar las cosas —era la voz de la reina de nuevo.

El corazón de Azriel se aceleró, pero por temor ya que sus sombras le advertían que la furia de la reina no sería piadosa.

Sloanne salió de su escondite, justo tras Rhysand y Elain. Su rostro bello sin una sola herida.

—Y así es como se asesina a la sanadora que salvaría a tu amigo —la reina se burló y dió un breve aplauso.

Elain soltó el cuchillo, completamente horrorizada. Se alejó del cuerpo acabado de la sanadora. Rhysando no podía creerlo, que se había equivocado, que había matado a una inocente.

—Pero si desean pelear —la reina sonrió—, no me opondré.

Se escuchó el gritó de Elain cuando fue arrojada por la magia azul hasta el otro lado de la habitación, su cuerpo delicado rodó hasta golpearse contra la pared del salón.

—Me encanta repartir maldiciones, y tú jamás serás amada —la magia de la reina golpeó contra Elain.

Azriel se levantaría corriendo por ella, pero se detuvo cuando la reina hizo pedazos la espada que atravesó a la sandora. Azriel levantó un escudo con sus sifones para retener los pedazos de la espada oscura que la reina direccióno para atacarlos, estos se estrellaron contra su escudo cobalto, evitando que dañaran a Nesta.

Nesta forzó a sus manos a sacar la magia, las forzó de la misma forma en la que había tomado poder del caldero. Expandió sus dedos, dándole forma a sus llamas, vertiendo fuego plateado en la herida de Cassian.

—Querían matarme, pero fallaron. Es justo que ahora sea mi turno de matarlos a ustedes —dijo Sloanne.

Con su magia azul levantó la mesa en la que habían estado sentados junto a Keir, la lanzo contra Rhysand, pero éste la destruyó en pedazos con su poder.

—Me falta enterrarte una espada por la espalda también querido Rhysand. Y a esa niña, le arrancaré el ojo que buscaba quitarme, así también como el que le quitó a mi padre —la reina avanzó.

Nesta selló la herida de Cassian con su líquido de fuego plateado, moldeo su poder para sanarlo.

Azriel se levantó con Cassian a salvó de la muerte, se lanzó y empujó a la reina con todo y sombras contra la pared para evitar que llegará hasta Elain.

—No te atrevas a lastimarlos —le dijo, —Por favor, no le hagas daño —susurró, esperando que ella de verdad lo escuchará, que le hiciera caso por el simple hecho de ser su pareja destinada, por el simple hecho de compartir un lazo juntos.

—No te metas en esto, príncipe de sombras —Sloanne lo apartó a un lado con la fuerza brutal de su magia. —Simplemente cobraré justicia por lo que buscaban hacerme.

Azriel iba a detenerla de nuevo, pero al intentar moverse de su lugar, se dió cuenta que no podía hacerlo, de verdad no podía moverse. Sus extremidades estaban entumecidas, intentó hablar pero sus labios no se movieron ni un solo milímetro. Era como... si estuviese petrificado,

Rhysand fue a ayudar a Elain.

—Si te acercas a mi hermana, te acabaré —le advirtió Nesta, liberando su espada de su vaina, sus ojos azules brillaban en plata, la magia del caldero había alcanzado a Nesta.

—Te hubiese llevado a ti en vez de Morrigan. De seguro serías menos aburrida que ella —le dijo Sloanne caminado hacia Nesta. —La dama de la muerte, te dicen ¿No es así? —la reina rió suavemente, viendo a Keir, quién la había llamado así. —Pues querida dama, la reina de la muerte está aquí, y no desea compartir su título con nadie más.

Un crujido se escuchó, y Nesta perdió el equilibrio. El fuego plateado dentro de ella se apaciguo. Nesta cayó, sosteniéndose de sus manos, gruñó para después tomarse la pierna como si está se le hubiese roto.

—No me gustaría dañar a una admiradora de la muerte, así que no te metas conmigo y no te mataré —dijo la reina, la vió tocarle con suavidad el cabello a Nesta.

Nesta se alejó de ella, retrocediendo hasta Cassian para protegerlo, poniéndose ante él como un escudo.

—Tú no me temes Nesta, pero pronto aprenderás a hacerlo —le escuchó decir a la reina. Le jaló de manera atroz el cabello a Nesta, tan fuerte que le arrancó un mechón de la parte de atrás.

—Tú harás historia hoy Nesta, una que las cortes no van a olvidar —le dijo la reina.

—Una reina que juega a la guerra nunca triunfa —escuchó decir a Keir.

Mientras él se había mantenido lejos de la pelea, apenas se enfrentaba a la reina.

—Especulas sobre conquistar, pero no te he visto conquistar a una sola corte —la enfrentó Keir.

La reina dejó a Nesta, encaminandose con detenimiento hasta Keir.

—Lo verás, pronto lo verás. Después de todo, está corte la vendré a buscar hasta el final, cuando hayan visto como tomó una a una todas las cortes de Prythian, justo cuando no exista ni un solo aliado para ustedes, solo entonces vendré —reveló Sloanne. —Y cuando venga por tu heredero Rhysand, no estarás ahí para salvarlo. Yo te prometo que cobraré la muerte que me debes. Te hago una promesa de muerte.


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