𝐗. Una maldición sobre belleza

CAPÍTULO X

UNA MALDICIÓN SOBRE BELLEZA

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────•✰ MORRIGAN ✰•────

Morrigan corrió con desesperó para encontrar un reflejo en dónde mirarse. Se aproximó al trono de oro, pero ahí su reflejo era borroso. Alcanzó ansiosa una bandeja dorada y tirada en el suelo, cuando la alzó para mirarse el rostro, la bandeja comenzó a deshacer su forma, volviéndose líquido frío en sus manos. La reina la había deshecho con su magia.

—Creeme Mor, te hago un favor. Permitirte no ver tu rostro será la obra más caritativa en este día —habló la reina.

—¿Qué me has hecho? —preguntó Mor. Pues ella se sentía diferente.

Bajo la mirada a su cuerpo, las manos le temblaron al tocarse el cabello, el cual no era más rubio y brillante, se había puesto plateado y reseco. Se miró las manos, su piel también era cambiada en segundos, se ponía pálida y blanda.

—Basta, detén ésto —pidió Mor.

No tenía la certeza de si era una ilusión o una verdadera maldición, pero se sentía bastante real en su cuerpo.

—Ahora sí pareces de tu edad, querida Morrigan.

Está reina era una maldita cruel, se divertía con ésto, ver a las personas sufrir. En el fondo, Mor quería que su primo o amigos vinieran a ayudarla, que la alejaran de las garras de la reina, pero si ellos venían, la reina los tendría y eso sería mucho peor. Acababa de ver cómo su magia oscura había controlado el poder de un gran lord, el más antiguo de los que habitaban en Prythian. Manipuló el poder que le pertenecía a alguien más, eso era imposible hasta ahora.

—Pelear contra mí no te servirá Morrigan. Siempre pensaré en un castigo peor que el anterior, y así te controlaré, a base de tortura. Eso lo aprendí de mi padre. O bien puedes estar dispuesta para mí, servir en mi nombre y yo te daré aquello que más has deseado en toda tu vida. Ese es mi método. Se mi enemiga y lo lamentarás.

Mor le lanzó una mirada de despreció —Yo jamás te seré leal. La corte de los sueños jamás te dejará ganar.

La reina se quitó la corona y la lanzó con brutalidad contra la pared, el oro quedó abolido repiqueteando sobre el suelo, incluso con la fuerza ejercida, el rostro de la reina se mostraba apacible. Se inclinó a su altura.

—Si así lo deseás —hizo un movimiento con su mano, su magia azul creó un pedazo de espejo flotante.

El espejo floto sobre su cabeza hasta descender frente a su rostro.

—Así es como luce tu lealtad —le dijo la reina.

Morrigan se aproximó al reflejó, se miró un segundo y al otro después, se le rompió el corazón. Se cubrió el rostro inmediatamente, avergonzada del nuevo rostro que le había dado la reina. 

—Revierte ésto, por favor —pidió Morrigan, lágrimas silenciosas cayeron entre sus mejillas.

—Tú te lo buscaste, querida Mor. Tú te hiciste esto.

—No —dijo para convencerse. —No, no, no...

Liberó su rostro de ocultarse, pero mirar de nuevo su reflejo era doloroso. No era la misma Morrigan, la reina había cumplido al pie de la letra su hechizo, toda su belleza y juventud se había vaciado.

—No, por favor no —se tocó las mejillas flácidas. Sobre su boca había arrugas.

—Niega todas las veces que quieras, eso no lo vuelve menos real.

Ahora al verse frente al espejo, lo único que encontraba era a una anciana de rostro arrugado y nariz caída, en sus ojos no había brillo, no había vida.

Morrigan se dió por vencida, se sentó sobre el suelo, abrazando sus piernas y escondiendo el rostro entre sus rodillas. Ella lloraba, no sabía cómo reparar las cosas. No sabía cómo repararse a sí misma. Su único estúpido poder era sobre la verdad, ¿Y de que servía eso? ¿Cómo podía luchar la verdad contra la muerte?

—Llora en luto tu belleza —la reina hizo un movimiento desplegando su magia, la niebla azul recorrió cada rincón de la habitación. —Solo te condenas a ti misma —sus ojos se encendieron con magia. —Yo te maldigo, Morrigan de la noche y la verdad, te maldigo a qué jamás podrás decir la verdad sobre ti, jamás volverás a decir, escribir, cantar o dibujar tu nombre. No podrás contarle a nadie quien eres realmente. Tú no morirás, envejeceras cada que que intentes traicionarme, cada que intentes mencionar tu nombre. Tú no morirás, mi magia no te permitirá morir. Así seas una podrida momia, seguirás en vida, atada a mis reglas por toda tu eternidad.

—¿Porque yo? ¿Porque a mí? —preguntó Morrigan.

—Pudiste haber sido amable conmigo, sin embargo me juzgaste y me aborreciste sin conocerme. Por eso te maldigo y por eso voy a castigarte. Castigaré a todos aquellos que se atrevan a juzgar.

—Inicia castigandote a ti misma —siseó Mor—. Tú juzgas, decides quién está libre o atado a tu juego.

—Morrigan —la reina sonrió—, a veces tienes que ser la única juzgadora en el mundo, para liberarlo de toda la escoria y miseria que habita en el. Ahora, deja de lloriquear y levántate, que tengo una guerra que planear.

────•⁖℘༒ AZRIEL ༒۝•────

Elain había tenido una visión sobre Mor, exactamente aquí en la corte de las pesadillas, con Keir. Mientras Rhysand y Cassian atendían los preparativos para confrontarse a las tropas del otoño, él había permanecido en la corte noche junto a Nesta. Sentados en una mesa, vigilaban a Keir por la inquietante visión de Elain.

Nesta miraba fríamente y con despreció a Keir, la usual expresión de la hermana Archeron. Elain miraba la pared a su derecha, como si esperase que algo apareciera de ahí en cualquier momento. Azriel movía su pie con ansiedad, antes no habría mostrado un gesto similar, pero le carcomían unas ansias extrañas de ver a la reina. Estaba nervioso porque pensaba en la idea de que ella atravesaría ese pared que vigilaba Elain, que Sloanne le dijera a su familia que era su compañera de alma.

—¿Algo lo inquieta, jefe de espías? —dijo Keir.

Azriel retomó su compostura a una más autoritaria.

—A fin de cuentas, ¿Porque se me retiene aquí? —preguntó Keir.

—No estamos reteniendote, estamos vigilando —aclaró Azriel.

—Estamos vigilando que no te asesine tu hija —reclamó Nesta, al parecer también le molestaba esperar.

—¿Morrigan matarme? No se atrevería a tanto —dijo Keir. —Soy su padre y una cría no dañaría a su padre, sin importar cuánto daño le haya hecho.

—Yo no estaría tan segura de eso —le respondió Nesta.

—¿Y qué me dice usted? —preguntó Keir— ¿Perdonó a su padre después de tanto daño?

Nesta se tensó como un gato a punto de atacar, hablar sobre su padre creaba en Nesta una actitud completamente diferente.

—Cierra la boca, que tú sabes bien lo que le has hecho a Mor —habló Azriel.

Si Mor se lo pidiese, extinguiría del mundo a ese ser tan despreciable que tenía como padre. Pero evidentemente Keir tenía razón, no todos los hijos se atrevería a asesinar a sus padres por mano propia, no importa cuan crueles hubieran sido con ellos. Cómo Eris, que tuvo que recorrer a una reina para acabar con su padre, porque no tuvo valor de hacerlo por sí mismo.

—Entonces es cierto —mencionó Keir—, el lord otoño ha muerto. Y uno nuevo se alza al lado de la reina —se recargó en su silla—. No hicieron caso a mi palabra, pero en lo que a mí respecta, es inteligente unirse a la reina en vez de pelear contra ella, como lo hizo Eris Vanserra y el lord Tamlin.

Ese último nombre causó confusión entre los tres.

—¿Tamlin se ha aliado con la reina? —preguntó Nesta.

—Creí que lo sabían ya —sonrió Keir—. Lord Tamlin se ha recuperado de lo que sea que lo atormentaba, ha hablado con su pueblo y reclutó a sus antiguos guardias. Proclamó que estaría del lado de la reina de Hybern.

Azriel fingió que aquella noticia no le sorprendía, mantuvo su expresión neutral.

—Teniendo a la primavera y el otoño de su lado, ¿Porque la reina se arriesgaría a atacar la corte verano? Cuando podría hacerla su aliada también, antes de pelear —especuló Keir— ¿Será que el verano es solo una distracción? ¿O planea algo más?

Azriel se levantó de su asiento, desplegando las alas. Se retiró sin avisar, salió de la sala para poder despejar su mente y enviar un mensaje de advertencia a su alta lady.

────•♕︎ SLOANNE ♕︎•────

Se transportó hasta la frontera otoño con verano, junto con Morrigan. Eris había organizado un campamento de guerra, el cual marchaba contra el verano.

Sloanne localizó la tienda de guerra del heredero otoño, los hombres de Eris discutían asuntos sobre el terreno de batalla y cuántos hombre poseían entre sus fuerzas, así como los enemigos.

Había enviado a su ilyrio Neherys a qué permaneciera con el ejército otoño. Era sus ojos y oídos ahí.

Apenas ingreso a la carpa de Eris, su comandante y líderes se quedaron en silencio. Aquellos hombres otoño se tensaron con su presencia, porque justo eso provocaba el poder de la reina. O quizá era porque se enteraron de la noticia sobre el terrible asesinato de su lord.

—Su majestad —habló Eris—, no la esperábamos tan pronto. Y menos con compañía —le dió un vistazo a Morrigan, quién lucía como una anciana.

Eris miró un instantes a la mujer, sospechando por un breve tiempo sobre su verdadera identidad, como si su intuición le dijera que no veía lo que realmente debía.

Sloanne avanzó hasta llegar al asiento del heredero, miró la mesa donde sus planes estaban plasmados en el mapa de Prythian.

—¿Así que atacaran primero estás tierras? —señaló el punto marcado en el mapa.

—No podemos llegar hasta el castillo de Adriana así de fácil —se excusó Eris.

—¿Cuántos hombres? —preguntó.

—Siete mil, listos para pelear —aseguró Eris.

Por supuesto había más soldados de los cuales disponer, pero sobre eso Eris no le hablaría.

—Quiero cien hombres del otoño en Adriata —declaró la reina—, cincuenta más serán hombres de la primavera.

—No podemos conquistar el verano con solo ciento cincuenta hombres —dijo el comandante otoño. —Ademas debemos de avanzar durante semanas hasta llegar a Adriata.

El resto, se quedó en silencio, incluso Eris. Sloanne avanzó hasta el comandante, paso a paso hacía tensar al hombre. Hasta que lo tuvo de frente y lo miró a los ojos —¿Deseas morir, soldado?

El resto de los líderes miró a Eris, para que evitara lo que estaba apunto de hacer, incluso el propio comandante le dió un vistazo a su nuevo lord para que interviniera. Eris mantuvo su expresión fría e inescrutal.

—No, su majestad —se rindió el hombre, bajando la vista.

Sloanne le dió la espalda, dirigiéndose a todos los presentes ahí. —Puedo conquistar una corte sin la ayuda de ningún hombre.

—¿Y para qué estamos nosotros, su majestad? —se atrevió a preguntar de nuevo el comandante.

—Para servirle a su lord, y su lord me sirve a mí. Así que se hará como yo diga. Cien soldados del otoño y cincuenta de la primavera, lord Tamlin viene en camino —indicó Sloanne.

—No podemos llegar a Adriata sin avanzar en el terreno del verano —explicó Eris. —Llegaremos a la ciudad verano en una semana.

—Llegaremos a Adriata está misma noche —Sloanne avanzó mirando a los ojos a cada soldado. —Tengo un plan, pero solo requiero de hombres fuertes y de alta confianza.

—Estamos a sus órdenes, majestad —habló Eris por todos.

—Neherys, llévate a la mujer de aquí. Y no la pierdas de vista —le ordenó. El Ilyrio tomó a Morrigan del brazo, quién se negó al principio pero dejó que el Ilyrio la sacará.

Sloanne se aproximó al mapa de la mesa —Requiero una flota de tres barcos, los haremos avanzar a plena vista del verano —señaló el punto en el mapa. —Ciencuenta hombres del otoño, con los cincuenta de la primavera, rodearán el castillo verano. Le haremos ver cómo un asedió, lo cual por supuesto hará recurrir al verano en ayuda de las demás cortes.

—El verano cuenta con más de cincuenta mil soldados, ¿Cómo planea asediar su castillo con solo cien hombres? —dijó incrédulo el jefe de navíos.

—Pondre a dormir a esos cincuenta mil hombres —habló Sloanne. —Los cincuenta que restan, tendrán su misión dentro del hogar de lord Tarquin. La princesa de Adriata será nuestro objetivo, a ella está prohibido hacerle daño, así como a lord Tarquin el su hermano Varian.

—¿Cincuenta hombres contra un gran lord? —dudó Eris.

—Es por eso que tú te encontras con ellos y dirigiras a esos cincuenta hombres. Necesitas a la princesa de Adriata para someter a lord Tarquin.

—Espero que seas conciente de que Rhysand ayudará a Tarquin, traerá a sus ilyrios bastardos y peleará contra ti —dijo Eris.

—De Rhysand y su séquito, me encargaré yo y lord Tamlin —Sloanne se emocionó, pues ahora no habría vuelta atrás en su plan. —Prepara a tus hombres, lord de fuego. Tenemos un reino que conquistar.

Hola a todos, ya se que me tarde bastante en traerles este capítulo, se los prometí hace tiempo y no cumplí, hasta apenas. Estoy emocionada de que con el tiempo se han unido más lectores hermosos, estoy muy agradecida con ustedes por leer, comentar y votar en esta historia.

Les agradezco por el apoyo y todo.

Muchos besos de la poderosisima Sloanne para ustedes 💕.

—Anna R.

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