𝐕𝐈𝐈. El toque de una rosa
CAPÍTULO 7
EL TOQUE DE UNA ROSA
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────•♛ SLOANNE ♕︎•────
Mientras que con Tamlin lo había embelesado con ambiciones, para la siguiente corte a su emisario debía seducirlo. Sabía que Eris deseaba ascender al trono de su padre y gobernar como lord otoño. El fae se encontraba entrenando a sus sabuesos, ella se le aproximó. En esta parte del bosque, la magia del lord otoño podía presentir su poder. Eris pareció reconocerla desde el principio.
—¿Eres tú, cierto? —dijo con astucia— La reina de Hybern.
«Al menos tendría que ahorrarse las presentaciones».
—He venido a hacerte una oferta —dijo ella.
—Su majestad considerándome en sus próximas ofertas. Debe necesitar en exceso mi ayuda —regresó la atención a sus sabuesos de humo.
A Sloanne no le agradaban los hombres que hablaban de más, hizo un hechizo para que su boca se sellará.
Fue cuando Eris se alarmó, pues quería deshacer el hechizo, se llevó las manos a la boca por la desesperación de no poder abrirla. Sus sabuesos comenzaron a gruñir, le atacarian si continuaba torturando a su dueño. Sloanne rompió el hechizo.
—No seas insolente y escucha —le dijo ella. —Quiero que te unas a mi reinado.
—Vaya inició para buscar aliados —se quejó, una vez libre.
—Se que eres un hombre ambicioso y determinado —si lo quería de su lado, quizá subirle un poco el ego le ayudaría llegar a su objetivo. —Yo seré la reina y gobernare este mundo, mis enemigos serán destruidos y borrados de la historia, mientras que mis aliados serán poderosos y recordados por la eternidad. Tú pareces un hombre inteligente Eris, y yo soy una mujer poderosa, imagina que singular equipo podíamos hacer.
Eris sopesó sus palabras por unos segundos.
—Usted me halaga de más majestad, aunque debo pedirle que sea más específica con sus peticiones ¿Qué busca exactamente de mí?
—Lealtad. Tú completa lealtad a mí.
—¿Y qué recibiré a cambió, majestad?
—Poder.
Entonces Eris sonrió —Debería especificar que tipo de poder ofrece.
Sloanne también le sonrió, él no esperaba lo que hizo, pues creó con magia una hoja filosa parecida a un arma letal, la empuñó como viento, y las cabezas de los sabuesos de Eris se desprendieron y rodaron en la tierra fuera de sus cuerpos.
Él se alarmó al instante, sorprendido por sus mascotas, no lo podía creer, vió la furia crecer en sus ojos y justo cuando iba a despedir su poder de fuego contra ella, con unas palabras y un movimiento de sus manos, los sabuesos revivieron, en un parpadeó se encontraban vivos y coleando, uno de ellos se aproximó juguetón a Eris. Lo acarició sin comprender lo que acababa de ver.
—Sirve en mi honor, dame tú lealtad y te daré semejante poder —se aproximó a un Eris petrificado para mencionarle al oído. —Podria arrebatarle la vida a tu padre para ponerte en su trono.
Eris se giró, tan cerca que podían besarse. —Decidir ahora, sería tonto de mi parte, majestad. Pero pensaré su petición.
Ella se alejó dándole un vistazo a los ojos —No tardes mucho —le advirtió— o podría ofrecerle el trato a alguien que si acepte servirme a la primera. De ti, tendría que deshacerme.
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—¿Qué lo veamos en la casa de Vassa y Jurian? —preguntó Cassian.
—Lo que sea que tenga que decirnos, debe ser importante o no nos habría llamado —dijo Rhysand. —Quiero que vayas a ver, con Nesta, sobre lo qué tiene que decirnos Eris —dijo a Cass.
—Es un idiota venenoso —alagó Cassian.
—Podria ser un idiota venenoso con información —explicó Rhys.
—Yo iré, veré a Eris —se ofreció Azriel. Después de todo, necesitaba más información sobre la reina.
—Bien —pensó Rhysand unos instantes—. Llevá a Elain contigo.
Azriel no esperaba eso, «¿Acaso escuchó mal?»
—Puede ser peligroso —lo contradijo Az.
—Llevala contigo, quiza Eris muestre más confianza si la ve.
—Si no pudo tener a Nesta ¿Ahora le darás a Elain? —dijo Cassian con sarcasmo.
Eso le hizo enojarse, Elain no debía aproximarse a la serpiente de Eris. Y Rhysand no debía enviarla con él, si quería que se alejara de ella.
—No es sensato...
—¡Llevala! —declaró su hermano, sin duda alguna.
Primero Rhysand había querido que se alejara de ella, y ahora que estaba tan alejados, los quería unir. Así que fue a buscarla al jardín, dónde ella regaba sus flores y las inspeccionaba. lucía muy bonita como siempre, y su aroma se perdía entre las exquisitas flores que la rodeaban. Si la hubiera besado aquél día, estaba seguro de que jamás se habría podido detener, hubiera querido besar sus labios por un largo y eterno tiempo.
Se aclaró la garganta para mostrar su presencia en el jardín, pero al parecer ella ya se había dado cuenta.
—¿Si? —dijo ella.
—Rhysand quiere que me acompañes a una misión, es importante tu presencia —dijo él.
Entonces Elain se giró a él —No creo que deba ir.
—Si estás preocupada, estaras bien, te protegeré.
—No es por eso.
Era por él, porque la había rechazado.
—Le diré a Rhysand que estás indispuesta —le dio la espalda para marcharse.
—Espera... —dijo ella. —Iré contigo.
Rhysand los transportó a las afueras de la casa de Vassa, le advirtió con una mirada que tuviera cuidado con Elain. Eso le había hecho estar más enojado con su hermano, estaba siendo un idiota por hacerle esto. No creía justo que Elain no pudiera pertenecerle.
Y quién le pertenecía no la quería. No quería a Sloanne, quería a Elain.
Lucien se encontraba ahí, les abrió la puerta. Este se sorprendió al ver a Elain, ella le saludó más por amabilidad.
«Había traído directamente la chica que le gusta a los brazos de su verdadera pareja».
—Y yo preguntándome a cual de sus bastardos enviaría Rhysand —dijo Eris.
Elain se sintió incómoda, Lucien le ofreció alguna bebida, pero está le rechazó. Vassa no estaba porque era de día, y Jurian ni idea.
—Habla ya, Eris —le dijo Azriel.
—Y la hermana Archeron más bonita, un placer —fingió una reverencia.
—¿Porqué nos llamaste?
—Porque su problema ahora también es mío —dijo él. —Esa reina de Hybern, fue a buscarme.
Azriel se estremeció, la mención de ella le provocaba tal cosa.
—¿A ti? ¿Porqué?
—Quiere que le sirva —continúo Eris. —Se ofreció a darme aquello que siempre he querido a cambió de mi lealtad. Ella me convertirá en alto lord otoño.
Creía haber escuchado mal, o Sloanne se había ofrecido a matar a Berón Vanserra.
—Tambien estuvo en la corte primavera, habló con Tamlin y le ofreció algo —dijo Lucien.
—¿Qué? —le preguntó Azriel, razonando todas las posibilidades de esa posible alianza.
—No quiso mencionarlo, pero su mansión.... —Lucien contó cómo si no lo pudiera creer —Regresó a la normalidad, como si nunca hubiese sido destruida, él está volviendo a administrar la corte, ha convocando a sus antiguos guardias y sirvientes.
—¿Y porque aún sigues en la casa de Vassa en vez de averiguar qué hace tu lord? —le replicó Azriel.
—Tamlin no me quiere cerca, desconfía por mi amistad con Feyre. Además, Tamlin...
—Lo echó de la corte -concluyó Eris por su hermano. —Respecto a la oferta de la reina, apuesto a que también le ofreció algo parecido a Tamlin —dijo Eris.
Sintió la presencia de Rhysand en su cabeza, sintió que tomó algunos datos de lo que decía Eris.
—¿Y qué le respondiste? —habló Elain.
—Le dije que lo pensaría.
—¿Y aceptaras? —preguntó Elain.
—Si seré el lord del otoño no me dejaré ser regido por nadie superior a mi —dijo él—, y si me niego, la reina fue muy específica en que me asesinaria después de mi padre y pondría a alguien más como lord otoño. La reina me ofreció un trato a mi primero, pero si se lo hubiese ofrecido antes a mi padre, él habría aceptado serle leal. Así que aceptaré su trato, para hacerla caer.
—¿A qué te refieres? —le preguntó Azriel.
—Planeaba tener está conversación con el lord noche, pero ya que te ha enviado en su lugar, le sugeriría que comenzará a alertar a los otros lores, porque ella avanzará a la corte verano a ofrecer lo mismo, y así continuará con los demás.
—¿Esto no sería como una conquista? —les preguntó Elain.
—Si, lo sería. Por eso debemos hacer algo antes de que llegué con los demás lores —le respondió Lucien.
—Entonces... —dijo Elain.
—Entonces aceptaré la oferta de la reina —admitió Eris. —Nos haría bien tener a un doble cara de su lado, para informarle al otro bando.
Eris se ofrecía como espía.
—Puedo endulzarle la confianza con mi lengua, o quizá mi cuerpo —dijo Eris— además la belleza de la reina es inigualable, no sería un sacrificio meterme entre sus sábanas para desvelar sus secretos.
Eso lo hizo enfurecer repentinamente, una sensación en su lazo. Azriel estaba aproximándose a él para darle su merecido, la voz de Rhysand en su cabeza lo detuvo.
—Acepta —dijo Azriel con rencor a Eris, transmitió el mensaje de su lord. —Se nuestro espía con la reina.
Tuvo que tragarse la nueva sencion de reservo para la reina, no quería que Rhysand o nadie se diera cuenta.
Para volver tenía que llevar volando a Elain, ella se sentía un poco incómoda, le rodeó con sus brazos inhalando su aroma floral, ella era preciosa, como un sol radiante. Y quería tanto abrazarla como si fuera suya, pero tenía prohibido realizar tal acto.
—Lo siento —dijo él—, la noche antes de la batalla de bolas de nieve...
—Tú... ¿Tú no querías besarme? —preguntó Elain, no le vió a los ojos por vergüenza a lo que había preguntado.
—No —dijo él. —Yo si quería besarte.
—¿Y? ¿Porque no lo hiciste?
No debía responderle, Rhysand le dijo que se alejara de ella, pero él lo había enviado con ella ¿Acaso su hermano quería castigarlo por algo malo que realizó?
—No tengo permitido besarte —le dijo él.
—¿Por qué no? —reclamó Elain.
—Porque tienes pareja —repondió.
—No le pertenezco. No somos nada.
Azriel aterrizó en el suelo de la casa de viento, depósito a Elain para que se alejara de él, pero no lo hizo, ella se mantuvo cerca, sus ojos castaños estaban respletos de vida e inocencia, ella era tan preciada como un pétalo de rosa.
—Besamé —pidió ella en un susurro.
No podía creerlo, lo que había soñado se estaba volviendo real.
—Besamé —repitió Elain siendo más clara.
Azriel le tocó el mentón, estaba demasiado tentado a hacer lo que ella pedía, pero temía que si iniciaba una vez, no pudiera detenerse.
—Ve adentró, Elain —le dijo conteniendo sus emociones.
—Besamé o... —ella divagaba en posibles soluciones o reclamos.
—¿O qué?
Pero la respuesta fue evidente, Elain se aproximó a él y posó los labios contra los suyos. Ella sabía a dulces de rosas, su boca era calida y su beso se sintió suave y frágil. El instinto de Azriel buscaba algo más, quería reclamar algo completamente salvaje e intenso, buscaba dolor y pasión, cada emoción juntas. Quería desesperación, no está clase de paz que sentía al besar a Elain.
Ella se separó, pues noto algo raro.
—No querias besarme —lo acusó ella, se separó de él.
—Elain....
Ella le dió la espalda, totalmente avergonzada.
—Dejame —le pidió.
Y él no se lo negó, salió volando de la casa de viento.
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