|♔︎| 𝐕𝐈. El nuevo reinado de Hybern.



─━━━⊱ CAPÍTULO VI ⊰━━━─

EL NUEVO REINADO DE HYBERN

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❝ En la guerra, como en el amor, para acabar es necesario verse de cerca ❞.
━━━ Napoleón I.

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  Había viajado casi al otro lado del mundo en los últimos tres días, siendo transportado por territorios cómo consecuencia de la resurrección de la nueva reina. En Hybern, comandantes y partícipes de la guerra anterior habían sido asesinados, así como gente de ilyria también.

Azriel acopló a sus sombras para que le ayudarán a esconderse, abarcaba cada rincón oscuro y sin luz para escuchar el testimonio de los sobrevivientes. Así comprendió que la asesina siempre parecía estar a un paso adelante de él, pues cuando Azriel creía alcanzarla, está se cambiaba a otro lugar del mundo.

La reina hizo lo prometido, asesinó a todo aquel que la invocara por su nombre. Primero empezó con los Ilyrios, después en Hybern. Y después de varias horas, él le había perdido el paso a la reina, Azriel estaba seguro de que ella se encontraba en el castillo de su inmundo padre, en Hybern. Pero no podía llegar a las cercanías, ya que tenía que transportarse y él no poseía tal poder, pues Rhysand le había prohibido acercarse al dominio del castillo de Hybern.

Mor lo recogió a kilometros del norte, lejos de la posición de la reina, lo llevó de regreso a casa hasta Velaris. Todo el círculo íntimo se encontraba ahí, Cassian le echaba un vistazo al libro que Nesta leía sobre linajes antiguos de Prythian, Mor se sentó al lado de Amren en un sofá, y Elain...

Ella pretendía no verlo en un espacio de la habitación. Había pasado apenas dos semanas desde que ella le había regresado el regaló que buscó para ella. Así que ya llevaba dos semanas desde que Rhysand le prohibió acercarse a ella, y no habían compartido una sola palabra. Pues él había cumplido con su promesa, con rencor, pero lo había cumplido. Ahora ella lo odiaba o algo parecido, y él también se odiaba a sí mismo. Así que prefería evitar a Elain.

Además, no podía negar que un instinto dentro de él le provocaba buscar a la reina de forma incesante, atravesando continentes. Él sintió que ella era su pareja, pero no podía serlo, no quería que fuera ella pues ¿cómo la persona que causaba tanta muerte y tortura en el mundo, era la otra mitad de su alma?

Azriel quería enfrentarla para asegurarse que no eran compatibles, que no debían estar juntos y todo esto era un error de la madre y el caldero.

Se alejó de esos pensamientos inmediatamente cuando Rhysand entró a la sala. Al parecer Feyre se había quedado cuidando de Nyx, era coherente, porque lo que estaría apunto de decir sería bastante inquietante para oídos de un recién nacido, aunque este no entendiese nada. 

—Adelanté —indicó Rhysand desplegando las alas para sentarse en un sillón.

—En Hybern masacró a sus comandantes y soldados, fugitivos y sobrevivientes de la guerra —explicó Azriel. —Los que prometieron lealtad a ella o pidieron piedad, fueron castrados, eso incluye a ilyrios.

Elain se inquietó, fingió retomar su compostura.

Estaba tan molesto, odio ver cómo había dejado su rastro de tortura por el mundo, odio verlo y saber que había sido ella quien había cometido semejantes horrores. Ella no podía estar destinada para él, era un monstruo feroz e insaciable.

—Es demencial —dijo Amren—¿porqué ejecutaría a sus aliados?

—Creo que piensa hacer lo que prometió —expresó Cassian—, castigar a todo aquel que ha hecho daño.

Tenía razón, violadores y machos que le cortaron las alas a sus mujeres murieron. Pero eso no era excusa para tal crueldad.

—Continúa, Azriel —dijo su lord.

—Aquellos que se les dió piedad, testificaron que un chico la acompañaba. Un ilyrio. Ahora se encuentra dentró de las fortalezas de Hybern —continúo Azriel. —Debo ingresar a su castillo para saber que es lo que trama.

—No, no vas a ir allá —dijo Rhysand. —No hasta que sepamos a qué nos enfrentamos.

Azriel tenía que verla, comprobar que no eran nada, que todo había sido un error. —Si no hacemos nada, ella seguirá atacando —intentó convencer a su hermano.

—No podemos arriesgarnos más. Ella no es cualquier persona. Su poder no es como el de cualquiera —dijo Rhysand—. Ella renació, yo la maté y ella volvió de la muerte. Le quebré la mente, la hice pedazos y aún así su mente volvió a restaurarse. No puedo entender que tipo de ser es, ¿Porque nadie sabía de ella? ¿Y aparece justo ahora?

—¿No es lógico? —inquirió Nesta— Su padre ha muerto, y ella vuelve para tomar el trono que dejó.

—Hybern jamás habló de ella, Amarantha jamás la mencionó. Debemos saber el origen de está extraña reina —indicó Rhysand. —Jamas en toda mi vista la eh visto. No sé de dónde pudo haber aparecido —el lord noche se veía agotado, había gastado magia en su lucha con la guerra.

—Quizá Jurian pueda tener respuestas —sugirió Cassian para levantar el ánimo— estuvo tantos años atado a Amarantha y sirviendo a Hybern, seguro debe saber sobre algo que nos ayude a comprender su origen.




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  Ella regresó por el chico que le había ayudado, necesitaba un fiel sirviente y él se mostró muy fiel al ayudarle en las montañas heladas de ilyria. El joven había sido un marginado, denigrado por su propia especie por poseer el don de la misericordia. Sloanne no poseía tal don, pero lo admiraba.

El chico temió al principio, pensó que venía a matarlo.

—Sirve en mi honor —ofreció ella —y dejaras de ser un bastardo. Serás recordado eternamente en la historia. Te daré poder y gloria.

El chico dudó un poco, la había visto resurgir más poderosa luego de ser lastimada, el joven conocía su capacidad en su mayor esplendor.

—Yo... Señora, yo no quiero un título que sea recordado eternamente. Discúlpeme, pero es así —dijo él, un poco temeroso. —A mí solo me gustaría... Un techo bajo el cual vivir y comida en mi estómago. Y si usted puede brindarme eso, soy enteramente suyo, señora.

El joven ilyrio se rindió y se puso a sus pies.

Mientras ella sonreía. —Majestad, llámame por mi título. Soy una reina.

—Majestad —inclinó su cabeza a merced de la reina, aceptando que ahora estaría de su lado.

Después de eso, se lo llevó y le creo una espada mágica, le pidió ejecutar a su lado. Él aceptó, arrebató vidas en su honor. Le dió una armadura y lo nombró su caballero ante su reino. Ella le advirtió que sí fallaba, o si se atrevía a traicionarla, le haría pasar un destino mucho peor que la muerte.

Y así, Sloanne empezó la búsqueda de su nueva corte.




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   —Los ilyrios están insistiendo, quieren la cabeza de la chica en una estaca —informó Cassian.

—Estan enfurecidos y quieren vengarse por lo que ha estado haciendo —explicó Azriel a su lord.

—Algunos ilyrios dicen que si la corte no hace nada para hacerla pagar por sus crimenes, ellos lo harán sin el consentimiento de la corte.

—Esta causando revuelos por todos lados, Helion y Tarquin preguntan por ella, y aún no ha arribado en sus cortes. ¿Porque solo nos está afectando a nosotros? —se preguntó Rhysand.

—Dice ser la heredera de Hybern, pero él jamás tuvo hijos —dijo Mor—, incluso sus sobrinos jamás fueron nombrados como herederos ¿Cómo es posible que ella sea la reina? Es decir... ¿quién fue su madre? ¿Y hace cuanto que fue concebida?

—¿Alguien más sopecha la teoría de que podría ser la hija de la horrorosa unión entre Amarantha y ya saben...? —dudó Cassian.

La hija de Amarantha e Hybern no podía ser su compañera, Azriel se negaba a aceptarlo. «¿Porque la madre y el caldero le estaban haciendo ésto?».

—Puede ser probable, aúnque no creo que ese sea el caso —dijo la alta lady en tono suave, llevaba al pequeño integrante de la familia en sus brazos. —Hybern tuvo el caldero durante algún tiempo antes de la guerra, no sabemos lo que pudo hacer con el —Feyre teorízaba que Hybern pudo haber creado a su hija mediante magia oscura y el caldero.

—Si ese fuera el caso, ella apenas si tendría más de un año de edad —mencionó Amren—, y ella luce como una mujer, explica eso.

—Sea lo que sea, debemos pararla —declaró Azriel. Ellos no habían visto lo que hizo con sus víctimas, aquella chica era una bestia, de eso estaba muy seguro ahora.

—Bien, te llevaré a Hybern —le dijo Rhysand—, pero solo como espía, no quiero que interfieras, solo quiero saber lo que está tramando.

Y así fue, su hermano lo transportó al éste de Prythian, dónde moraba el reino de las tinieblas. Azriel se desvaneció en sombras, infiltandose como lo había hecho hace un tiempo mientras el rey tenía el caldero bajo sus muros.

La ciudad estaba tranquila y desierta, sus habitantes parecían estar guardados en sus casas, temían a lo que su reina les pudiera hacer. La salvaguardas mágicas del castillo estaban derrumbadas, vislumbraba unos pocos guardias en las entradas. Azriel se deslizó cerca de ellos y descubrió que aquellos guardias no eran usuales. Ellos no respiraban, ni se movían, sin embargo sabía que estaban atentos. Parecían estatuas vivientes, creados de un material mucho más oscuro que la obsidiana.

Las puertas estaban abiertas, una tentativa para que pasaran. Azriel sintió un ligero tirón de presentimiento, transpaso rincones oscuros y paredes para lograr llegar a la parte trasera del castillo, en un jardín, césped oscuro crecía ahí. Vió a la reina moverse con agilidad, tiro de bruces a un macho ilyrio.

—Si vas a servirme, debes ser el mejor —dijo ella.

—Lo siento, majestad —dijo el ilyrio—, muestreme de nuevo.

Él era el chico de los rumores, el ilyrio traidor que peleaba por la enemiga.

La reina ladeó su cabeza mirando tras su hombro, quizá lo había sentido formado en sombras, Azriel cambio su posición.

—Después —dijo ella—, retirate.

El chico le reverenció y se adentró en el castillo.

—Es de mal gustó espiar —dijo la reina.

Azriel se ligerezo en sombras y se delizó tras ella. Quizá si tenía una oportunidad, podría acabar con ella, asesinarla antes de descubrír porque la madre y el caldero los habían unido.

Sus sombras lo abandonaron, corrieron despegandose de él, revelandolo de su escondite. Un tirón en su interior le hizo permanecer de rodillas ante la reina.

—¿Has venido por tu daga o a matarme? —le dijo ella.

Venía por otra cosa totalmente distinta, quizá...

—O quizá por el lazo —lo dijo como si pudiera leer sus pensamientos. —¿Es que acaso no sentiste la conexión, Azriel? —se inclinó hasta él, le tomó la mano y se la recorrió con sus dedos delgados y fríos.

Una extraña sensación se retorcía en su interior, un instinto de querer estar más cerca de ella. Pero ella era un monstruo, lo había comprendido en todo el rastro de matanza que marcó.

—Jamas sentiría nada por ti, eres cruel y vil —le dijo Azriel sin piedad.

—Bien. No esperaba besos o abrazos —el rostro de la reina se tornó más oscuro.

Sintió el dolor atravesarle la mano sin ninguna medida, Sloanne le había clavado su propia daga en la mano.

—Ofendiste a una reina. Debería arrancarte la cabeza —se alejó de él, su lazo fue tironeado desde el interior. —Sin embargo, hoy no tengo tiempo para castigarte, así que te lo mencionaré solo una vez —Sus ojos chispearon en magia azul. —Intenta ingresar a mi castillo de nuevo y quedarás maldecido con el peor de los maleficios. Y sí te encuentro de nuevo a mi espalda desde tus sombras, voy a torturarte.

Sloanne le dió una patada increíblemente fuerte en estómago, tanto que le arrebató el aliento, lo arrojó tan lejos como pudo. Se dió cuenta que el lugar donde aterrizó, lo conocía. Estaba de vuelta en Velaris, ella lo había transportado.






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  Después de haber echado al espía con sus sombras, viajo hasta la corte primavera junto a su caballero. Lo que había sido una mansión antes, ahora eran ruinas y muros rotos. Las demás pertenencías eran irreconocibles, ella sintió todo el rastro de la bestia que dominaba aquel lugar, sabia que vendria hasta ella de cualquier modo. Y usualmente tenía razón, el lord primavera apareció hecho una completa bestia. Su tamaño era enorme, de garras poderosas, cuernos afilados y un rostro que podía hacerte temblar de miedo.

Incluso su voz sonó temible cuando dijo —¡Fuera de mi dominio!

La reina tomo una profunda respiración, como si deseara golpearlo por su instinto territorial. —Tu y yo podríamos ser aliados, sabes. Mi padre y tuyo ya lo fueron antes. ¿Porqué no volver a hacerlo?

—¡Fuera! —le rugió la bestia.

A Sloanne no le gustaba nada que le rugieran los machos, así que concentró su magia antes de que el lord primavera intentará atacarle. Cuándo la bestia se arrojó a ella, chocó con un muro de magia antes de tocarla. Tamlin dejó de ser el monstruo, su cuerpo fae volvió, su rostro volvió a ser el de un hombre.

—¿Qué me has hecho? —le gritó.

—Te alejé de tus garras para tener una charla que te beneficiará más adelante —Sloanne hizo una seña a su ilyrio para que se alejará un poco.

—¿Tú quién eres? —bufó Tamlin, mirando con desconfianza y desagrado a su ilyrio.

—Yo soy la mujer que va a salvarte de tu miseria, Tamlin. Soy la mujer que va a salvarte del dolor y la ruina de tu pasado —Sloanne le hizo aparecer con magia ropa decente para el lord.

—¿Qué es lo que quieres? —dijo él, aún hostil.

—Más bien ¿Qué es lo que tú quieres, Tamlin? —inquirió ella. —Te consederé un deseó, el que sea, será una muestra de mí confianza.

—No te creó. Nadie puede ofrecerme tal cosa sin un precio.

—En definitiva requiero de un precio, pero es menor a lo que te puedo ofrecer. ¿Cuál es tu deseó más profundo? Dímelo y lo haré realidad.

—¿Qué tipo de deseó? —esta vez se mostró un poco interesado.

—Veamos —pensó Sloanne. —Puedo darte poder, riqueza, respeto —dijo persuasiva—, puedo hacer que la gente te tenga miedo o que te amé. Incluso puedo revivir a los muertos por ti, ¿Se te ocurre alguien en especial?

—No voy a venderme ante ti, bruja —le espetó finalmente.

—Entonces permanece miserable eternamente en este lugar de ruinas. Sigue sufriendo como una repulsivo bestia salvaje mientras todos se burlan de ti —Sloanne quería sembrarle discordia y motivos para unirse a ella. —En el pasado fuiste un gran lord, respetado, amado y temido. Y ahora eres... Ésto —le señaló su pelo enmarañado y sucio. —un monstruo que se regodea en la propia escoria que el mismo creó. Eso es para cobardes y débiles.

—¡No soy cobarde! —replicó de repente.

—Así es como te ven todos. El cobarde y patético débil que perdió su corte por la obsesión a una mujer que jamás lo amó.

—¡Ya basta! —sus garras amenazaban con salir.

Lo que Tamlin no sabía es que su inestabilidad emocional lo hacía más suceptible a ella, y le estaba absorbiendo magia mientras hablaban.

—El precio que pido por el deseó que quieres, es fácil. Yo soy la reina heredera de Hybern, olvidaría toda tu traición a mi padre en la guerra. Si me juras lealtad, voy a darte todo lo que pidas, Incluso derribar enemigos por ti, darte en bandeja de oro a tu verdadero amor.

Y aquellas últimas palabras parecieron funcionar, porque el lord divagó en sus pensamientos buscando una decisión.

—No volveré a atarme a Hybern, tu reino es detestable —le terminó diciendo. 

—El reino de mí padre era detestable, este será uno nuevo, mi único reinado. Yo te daré poder y gloria si me eres leal. —pensó en un motivo mucho más susceptible a oídos de Tamlin. —Destruiría al lord noche y todo su séquito, si así lo deseas.

Entonces Sloanne supo que se lo había ganado.

—¿Destruirlos? —dudó el lord.

—Destruirlos —afirmó ella.

—Mi precio no es tan bajo. Si me aliaré contigo requiero de lo que más me beneficie —mencionó Tamlin.

—Acepta servirme y comenzaré con tu lista de deseos, mi lord.

Tenía que decirlo, decir su permiso como testigo a los elementos.

—Acepto.

No necesitaba más, Tamlin había cedido. Fue entonces que pudo reclamar la mitad de su poder. La corte primavera sería suya, así como todas las demás.



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