★彡[ᴍᴇɢᴜᴍɪ ꜰᴜꜱʜɪɢᴜʀᴏ]彡★
ᖫᖭ
Universo Canon / Comedia
Megumi examinó las manchas en las paredes de la tienda; impregnadas desde apenas unos minutos atrás donde la trabajadora había dicho que ocurrió algo raro. Según su testimonio, salió a sacar la basura del lugar y escuchó la alarma de robos activarse sola, corrió dentro de nuevo para revisar qué había pasado y para cuando volvió todo estaba hecho un desastre. Sin saber qué hacer, llamó a la policía, quienes habían mandado — por una razón que ella no entendía — a aquel muchacho de su edad. Los artículos parecía que salieron volando de las estanterías, las puertas de los refrigeradores estaban abiertas, y para colmo, había un líquido desconocido saliendo de las paredes.
— Qué asco. — había hecho el intento por tocarlo para averiguar de qué se trataba, pero su viscosidad le impidió examinarlo por demasiado tiempo. Lo que sea de lo que hubiera salido esa cosa, en definitiva no era humano; lo cual explicaba por qué lo habían llamado a él. Sacudió su mano, disgustado, y se volteó hacia la pelirroja detrás suyo que observaba cada uno de sus movimientos. — ¿Cuántas veces dices que ha pasado esto ya?
— Toda la semana... no se detiene. Al principio pensé que eran ladrones y por eso llamé a la policía, pero cuando llegaron aquí dijeron que no habían rastros de alguien entrando aquí. Hasta revisé las cámaras de seguridad, pero no hay nada. La tienda pareciera embrujada.
— Es probable.
— ¡Yo lo decía exagerando! ¿Cómo que es probable?
— ¿Tú eres la dueña de casualidad?
— No, qué va. Soy sólo una empleada, pero el mánager salió de la ciudad por unos asuntos que tenía pendientes y me dejó a cargo de manera temporal. — la desesperación se apoderó de ella; miró hacia arriba con los ojos llorosos. — Si regresa y la tienda está en éste estado, de seguro me despide... ¡¿Qué se supone que haga?! ¿Por qué tenía que pasar justo cuando estaba a cargo...?
— Tranquila, creo que sé de lo que se trata. Aunque todavía no sé por qué provoca estos ataques... me gustaría investigar más, pero no sé cuándo sucederá el próximo.
— ¿Crees de verdad que suceda otra vez...? — eso no la reconfortaba para nada.
— Espero que no; haré lo que pueda para que no vuelva a suceder. Mi profesor está conmigo, así que nos podemos encargar fácilmente y podrás regresar a tu vida normal. También ayudaré a limpiar este desastre; es demasiado para una sola persona.
— ¡Muchas gracias! — su amabilidad la tenía conmovida. Había estado sufriendo toda la semana por esos incidentes, y recibir tanta ayuda de su parte era increíble.
— Bien, entonces... eh... — iba dirigirse a ella, solo para darse cuenta de que no conocía su nombre. Revisó la placa en su uniforme para informarse rápidamente sin tener que preguntarle de forma directa. "Rumi Shimizu"; era lo que había escrito. — Shimizu-san, tendré que pedirte que te vayas a casa por hoy. No sé cuánto nos vaya a llevar encargarnos de esto.
— Entiendo, entonces se los encargo. ¡Muchas gracias de nuevo! — su espalda se curvó en una reverencia, sólo para que Megumi le hiciera una seña con la mano para que se detuviera.
— No te inclines; no es nada del otro mundo.
— L-Lo siento... — volvió a su posición original. Es que el chico estaba siendo tan amable que no lo podía evitar; la ponía nerviosa lo atento que era dada la situación.
Después de aquello, se fue a su casa justo como le dijeron y volvió al día siguiente a su trabajo como si nada hubiera pasado. No obstante, el muchacho al que había visto se vio obligado a regresar varias veces puesto a que dijo que el problema no se solucionó por completo.
Cada vez, Rumi lo recibía y le informaba de la situación de nuevo; él se quedaba y ayudaba a ordenar antes de pedirle que se fuera a casa mientras se encargaba. Intercambiaban palabras seguido; a veces hasta se aburrían y se contaban el uno al otro cosas de sus vidas diarias mientras limpiaban el desastre que quedaba en el local. A diferencia de ella, Megumi tenía una vida mucho más interesante; ahora tenía una mejor comprensión del trabajo que hacía y qué era exactamente lo necesario para, dicho con sus palabras, "encargarse del problema". Era increíble que teniendo su edad fuera capaz de tanto, y ese mero hecho la hacía admirarlo profundamente.
Y con el tiempo, esa admiración se convirtió en algo más.
Cada día esperaba impaciente a la llegada de Megumi, y trataba de armarse de valor para pedirle aunque sea una cita. Pero el miedo a que sus sentimientos no fueran recíprocos la consumía y, al final, no se atrevía ni a mencionarlo. Así que esperaba al día siguiente, y luego al siguiente, y al siguiente después de ese con la esperanza de algún día lograrlo.
Ahora, tenía un sólo problema respecto a esto...
Y es que desde hacía casi dos semanas que era la pelirroja quien activaba la alarma de robos a propósito para que Megumi viniera a investigar. Ya ni habían ataques misteriosos, pero necesitaba una excusa para hablarle y no sabía qué más hacer.
— Qué extraño... hace una semana que busco sin parar y no hay nada; los ataques deberían haberse detenido hace tiempo. ¿Cómo es que la tienda se está volviendo un desastre por su cuenta?
Ella la desordenaba.
— S-Sí... yo también me lo pregunto.
— Tampoco hay nada en las cámaras de seguridad; es como si se hubieran borrado solas las grabaciones.
Ella las borró.
— Un verdadero misterio...
— Honestamente, ya no sé qué más hacer. Supongo que me quedaré hasta el cierre de nuevo a ver que pasa y te ayudaré a limpiar mientras tanto.
Y así seguía, una y otra vez todos los días. Megumi la ayudaba a limpiar y ella se acobardaba de pedirle una cita. ¡No podía seguir con la mentira para siempre! En algún momento iba a darse cuenta de que había algo raro.
— Y eso es lo que pasa... — se decidió a explicarle a un amigo suyo, a ver si él tenía una solución, pero su reacción fue mucho más intensa de lo que esperaba.
— ¡¿Has estado activando la alarma de robos a propósito?! ¡¿Estás loca?! ¡Eso es totalmente ilegal! ¡Si te descubren la mentira te van a arrestar! — la fémina de ojos claros casi llora con el regaño que le dieron, pero se contuvo.
— ¿Y qué se supone que haga...?
— Tienes que terminar con esta locura ahora mismo. Deja de activar la alarma y ya está; nadie se enterará. Maldición, es que además has estado borrando cosas de las grabaciones de seguridad...
— Lo siento... pero si lo dejo de hacer, Fushiguro no regresará.
— ¡Entonces invítalo a salir de una vez! ¿Qué prefieres? ¿Que te arresten o enfrentar tu miedo de pedirle UNA cita a un chico?
— Ya, ya... tienes razón. Mañana será la última vez, lo juro, y entonces le pediré salir.
— Más te vale.
El día siguiente, justo como prometió, activó la alarma de robos por última vez. Fushiguro, junto a su profesor, llegaron poco después, pero había algo diferente en el chico que llamó su atención. Apenas llegó, lucía molesto y se dirigió directamente a ella, sin siquiera revisar nada.
— H-Hey...
— No me digas "hey". Revisé el lugar al menos unas veinte veces y no hay nada; nada en absoluto. ¿Y sabes qué es lo peor? El líquido extraño que dejaba atrás lo que estaba causando esto ya no aparece desde hace casi un mes. No está, o sea que ya no hay razón para que esto siga sucediendo... la única explicación es que seas tú quién esté haciendo esto.
— Ah...
— ¿No lo niegas? — la contraria se quedó en silencio, dándole la respuesta que necesitaba. — Bien, eso lo resuelve. Le diré a la policía y problema solucionado.
— ¡E-Espera! ¡No le digas a la policía, mi mánager me matará! ¡Ya no lo voy a hacer más, lo juro! — suplicó, aferrándose a su ropa, pero sólo logró alentar su paso y ser arrastrada.
— No lo hubieras hecho, entonces. ¿Para qué harías algo como eso de todas maneras?
— ¡Es que te quería pedir una cita pero me daba miedo!
Se detuvo.
— ¿Qué... acabas de decir?
Su mirada la hizo sobresaltar, y se arrepintió de inmediato de haber confesado.
Mientras tanto Gojo, que en un principio estaba acompañando a su estudiante para asegurarse que todo saliera bien, ahora se estaba aguantando la risa para no interrumpir el drama de que sucediera.
— Que... la razón por la que activé la alarma todas esas veces era porque quería seguirte viendo. Te iba a pedir que saliéramos, pero me dio miedo y todo se me salió se control. ¡No le vayas a decir a mi mánager!
— Olvida tu mánager por un segundo. ¿Hiciste todo esto por esa razón? Casi un mes desordenando la tienda una y otra vez nada más para pedir una cita. Jamás conocí a una persona tan dramática.
— Lo lamento mucho...
A pesar de su enojo inicial por haberlo hecho perder su tiempo, ella lucía verdaderamente arrepentida. Sí, claro, lo que hizo fue ridículo e irresponsable, pero la conocía lo suficiente como para saber que no era mala persona. Convivió con ella todo ese mes y llegó a conocerla bien; estaba seguro de ello. Igual y estaba siendo muy duro con la muchacha por cometer un error... uno gigante.
Soltó un quejido en voz alta. Ya estaba bastante cansado de toda la situación como para complicarse más la vida llamando a la policía acerca de eso, y Rumi no dejaba de insistir en que su mánager "la mataría".
— Mira, creo que lo que menos quiero ahora es complicar más las cosas, y entiendo las razones que tenías... — un sonrojo se asomó en sus mejillas antes de continuar. — Salgamos en una cita si tanto quieres. No le diré a nadie lo que pasó.
— ¡¿En serio?!
— Sí, pero tienes que jurar que no harás nada así de loco otra vez. Si quieres ser mi novia, esperaría no tener que ayudarte a limpiar desastres tan grandes de forma regular.
No lo pudo evitar, unas cuantas lágrimas se le escaparon al escuchar su respuesta, a la vez que sus mejillas adquirían el mismo color carmín que las del chico. Se había dado cuenta de lo tonta que había sido por meterse en esa situación sólo por el miedo a invitarlo a salir.
— Gracias...
— Bueno, no llores que no es para tanto.
Y así, Rumi logró conseguir salir con el chico que la ayudó con los ataques misteriosos a la tienda en donde trabajaba. Salieron a varias citas y formalizaron su relación no mucho después. Mientras Megumi continuaba con sus cosas que ella no entendía de su escuela, Shimizu mantuvo su trabajo y vivió la vida más normal que le era humanamente posible; pues tuvo ya suficientes problemas relacionados a eventos extraños. A día de hoy, evita siquiera mirar la alarma de robos, y se ponía nerviosa cada vez que veía a un policía cerca; pensando que quizás podía leerle la mente y averiguaría todo lo que estaba ocultando.
Ahora ambos eran felices y tenían citas regularmente. Rumi perdió su miedo a pedirlas, incluso, por lo que ya no tenían problemas relacionados a ese ámbito. De hecho era muchas veces ella quien iniciaba las salidas a algún lugar aleatorio que se le ocurría de un momento a otro.
A veces, hasta recordaban y se reían de la manera en que se conocieron. Sí, fue raro e incómodo cuando sucedió, pero mirando atrás era una linda memoria que causaba hasta gracia por lo ridícula que fue. En especial la parte donde Shimizu lloraba por todo y suplicaba sin parar que no le dijeran nada a su mánager para evitar cualquier tipo de inconveniente en su trabajo. Parecía que le importaba más eso que ser arrestada por cometer un crimen.
Hablando de su mánager, agradeció al cielo que no hubo más problemas durante el tiempo en que éste estuvo fuera de la ciudad y ella quedó a cargo. Tenía un temperamento horrible, y si se enteraba de los problemas que causó durante su ausencia de seguro la encontraban en la orilla de un río al día siguiente.
🫀 Este es un poquito más largo que el anterior, aunque es más comedia que otra cosa. Vuelvo otro día 🤙
Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.
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