★彡[ᴋᴏᴋɪᴄʜɪ ᴍᴜᴛᴀ]彡★

ᖫᖭ

AU (sin hechicería) / Fluff

《 Sólo así sé escribir sobre Mechamaru xd. 》


UNA HORA había pasado ya, en la banca del parque donde Kokichi estaba esperando. Había quedado de verse con Amaya, su novia, y llevaba unos cinco minutos de retraso. Estaría preocupado de no ser porque la muchacha se perdía fácilmente, y a menudo cuando estaban juntos la tenía que tomar de la mano en todo momento o amarrarle un globo para poder localizarla debido a su baja estatura.

La vio a lo lejos, mirando en todas direcciones menos en la que estaba él. O sea que había llegado pero se perdió y no lo lograba encontrar.

Estaba por gritarle para llamar su atención cuando sucedió algo. Un perro de la calle se acercó a ella y se distrajo, terminando por acariciar al animal un poco sin prestarle atención a su alrededor. Sin embargo, el perro al parecer había pasado bastante tiempo sin recibir cariño, por lo que rápidamente se emocionó y se lanzó encima de ella. A pesar de sus esfuerzos por mantenerse en pie, acabó por caerse, aún con el perro sobre ella. Kokichi se rió, incapaz de contenerse, y fue por su risa que Amaya notó que estaba ahí.

Avergonzada y con el rostro rojo, movió al perrito con cuidado para no lastimarlo y se levantó. Mientras sacudía su ropa del polvo fue que el muchacho decidió levantarse y caminar hacia ella.

— ¿No te lastimaste? Estuvo fuerte la caída. — Amaya infló las mejillas, que aún estaban teñidas de rojo, y frunció el ceño antes de responder.

—...Estoy bien. Sólo me ensucié el cabello.

— ¿Y este grandulón? — el perro de raza boyero de berna, ladró mientras su cola se agitaba. — Supongo que estás bien también. ¿De quién será?

— Creo que es callejero; no tiene collar. Y se ve bastante delgado... — señaló la chica. Sintió un pinchazo de culpa en el corazón al verlo, y entonces se le ocurrió algo. — ¡Ah! ¿Y si nos lo quedamos?

— ¿Así de la nada?

— ¡Sí! Es obvio que lo abandonaron, y me sentiría mal dejándolo aquí. ¡Lo podemos tener en mi casa!

— ¿Tus padres no tendrán problema?

— Nah, estará bien. ¿Qué te parece?

— Bueno... — era cierto que sería cruel dejarlo ahí, pero... — ¿Cómo vas a hacer para llevarlo? Es bastante grande; no lo podemos cargar.

— Se ve bastante dócil. ¿Tal vez nos siga si se lo pedimos... con bocadillos? — sacó de su bolsillo una bolsa de bocadillos para perro.

— ¿Llevas eso encima siempre? Con razón saltó sobre ti.

— Debe tener hambre. ¡Vamos, chico! ¡A mi casa! — y tenía razón. Con los bocadillos, fue fácil hacer que los siguiera.

La risa de Amaya, sumado a los ladridos alegres del perro, era todo lo que se podía escuchar en el baño de casa, donde Kokichi también ayudaba a bañar al animal callejero que se habían encontrado. Sonreía ligeramente al verla a ella divertirse, mientras el boyero de vez en cuando trataba de lamerle la cara.

— ¡Ya está listo! — el perro se sacudió el exceso de agua en su pelo, empapando por completo a Amaya. — Jaja, por lo menos estás limpio. ¿Cómo lo deberíamos llamar?

— ¿No deberías preocuparte primero por cambiarte de ropa? Te vas a resfriar.

— Ah, sí. ¿Pueden salir los dos? Mejor me voy a bañar para lavarme el cabello.

— Como quieras. Pensaré en un nombre para él mientras estás en eso. — le acarició la cabeza al perrito. — Vamos, grandulón. — lo guió afuera del baño y cerró la puerta tras de ellos.

Se sentó en el suelo mientras esperaba, y el perro se sentó junto a él esperando más caricias. No mucho después de eso escuchó la ducha, por lo que centró en el nombre que le podían podían poner al perro.

— Definitivamente no te puedes llamar grandulón... ¿una palabra que tenga que ver con "grande"? Eh, no se me ocurre mucho con eso... — el perro ladeó la cabeza. Obviamente no le estaba entendiendo. — ¿Tú cómo te quieres llamar? — silencio. — Sí, eso pensé.

Se quedó en silencio el resto del tiempo que su novia estuvo en la ducha, y cuando salió, corrió emocionada a sentarse en el suelo con ellos.

— ¿Se te ocurrió un nombre para él?

— Lo siento, nada. Pensé en algo que tuviera que ver con su tamaño, pero... ya no sé.

— ¿Y si lo llamamos Taro?

— ¿Taro? — era corto y fácil de recordar. Era tan simple y no se le ocurrió... — Suena bien. Será Taro a partir de ahora.

— ¡Bien! — sostuvo el rostro del perro con sus manos. — ¡Ya es oficial! Ahora que tienes nombre, ya eres parte de la familia. Bienvenido, Taro.

— Estoy feliz por ti.

— ¿De qué hablas? También es tuyo. No te vayas a desaparecer durante su crianza.

— No parece un cachorro...

— ¡Ya sabes de lo que hablo!

— Bueno, bueno. — reposó su cabeza en el hombro de la fémina. Su cabello aún estaba mojado, pero poco le importaba; estaba cómodo ahí. — Se nos interrumpió la cita.

— Podemos salir mañana.

— Es un buen plan. — se acomodó un poco más donde estaba, sintiendo su mejilla húmedo por el cabello de la muchacha. Tenía la tentación de tocarlo, hasta que algo llamó su atención.

— ¿Pasa algo? — preguntó, notando su ceño fruncido.

— No me gusta tu shampoo nuevo.

Amaya se rió fuerte.

— ¿Eso es todo? ¿Qué es lo que no te gusta?

— No sé, huele muy fuerte. El otro era un aroma más suave, pero lindo y perceptible...

— Pues, la botella de shampoo está nueva y no la quiero desperdiciar.

— Úsalo para bañar a Taro.

— Creo que Taro tampoco se merece olor así. Supongo que no hay opción; tendré que volver a cambiar de shampoo. ¿Debería comprar otra marca?

— La que usabas antes era linda. ¿Por qué la cambiaste?

— Cambió la receta y ya no me sirve; deja mi cabello muy seco. Trataré de buscar algo parecido a la que usaba, pero no puedo prometer nada.

— Con eso es suficiente.

Entonces, incluso si su plan inicial se arruinó, lograron pasar un buen rato donde encontraron una mascota nueva y se divirtieron como nunca. No había sido un día tan malo.

🫀 Actualización cortísima porque tengo mil cosas en la cabeza.

Besitos en las manos, cuídense y tomen mucha agua.

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