𝟬𝟮
🃏 *;;↱ ᵕ̈ JOKES ON YOU ↲፧ ˏ'୭̥*
02. ፧ ❝ THE MAN WHO LAUGHS ❞
— Just a clown.
COLGÓ EL TELÉFONO frustrada para después llevar sus manos a su rostro para restregarlo con molestia.
Se sacudió levemente intentando deshacerse de tanto estrés. Junto a su equipo, apenas hace unos días habían terminado los tres primeros prototipos de la Hextech, pues, los cristales que encontraron eran bastante inestables, por lo que, habían optado por contenerlos en un recipiente más resistente y creyeron que fue todo un éxito, pero hace menos de dos segundos, uno de los ingenieros a cargo del proyecto le informó que, mientras intentaban soldar uno de los prototipos en los conductos para las nuevas armas, hubo una clase de fallo que terminó creando un supuesto desastre en el laboratorio.
Tendría que averiguar los daños y revisar que no haya ningún herido, además de investigar nuevos materiales más resistentes para la contención de energía de la Hextech, sería un largo día en la oficina. No le molestaba trabajar en lo que amaba, pero no podría darse el lujo de dedicarle todo su tiempo, pues, por la tarde deberá reunirse con los padres de Theo para la comida y finalmente ir al asilo Arkham.
Comenzaba a arrepentirse de agregar más responsabilidades a su vida, pero así era ella, le gustaba el constante movimiento y no sentirse una rica inútil que simplemente se casará para ser un lindo adorno en la casa.
Pensar y trabajar era de sus grandes pasiones, la distraían y callaban de otros desastres en su mente. Pero más amaba poder hacer algo por el mundo, o al menos en su distrito. Era consciente de que estaba en una posición de muchos privilegios y regodearse de estos sin mirar más abajo no entraba en sus valores ni en la imagen de perfección que quería mostrar.
Suspiro mirando la hora y procedió a apurarse en arreglarse y lucir impecable, como siempre. Sus atuendos siempre estaban a la moda y eran sumamente elegantes pese a que la mayoría de días siempre consistían en pantalones de tiro largo de vestir que se acentuaban a su pequeña cintura con alguna blusa elegante y suelta que llevaba fajada junto con algunas zapatillas (aunque en la empresa siempre portaba con su viejo y sucio overol).
Mientras se maquillaba su mente voló a otro lado y por alguna razón terminó contando el tiempo que faltaba para su boda, tres meses y catorce días exactamente.
No estaban perdiendo el tiempo para nada, poco después de la fiesta, ya se encontraban listos los planes para comenzar los preparativos y todo gracias a Eugene, él organizador que contrató hace poco y que le demostró que la reputación en su trabajo no era por nada.
Estaba emocionada.
Ya era como si estuviera casada con Theo; vivían juntos desde hace poco menos de dos años y llevaban una vida de cónyuges, pero aún así no se sentía completa, aunque fuera solo un absurdo papel firmado por un juez lo quería y anhelaba para estar con el amor de su vida con todas las de la ley.
Tenían seis años de hermosa relación conociéndose cuando ambos estaban por terminar sus respectivas carreras, él administración por la empresa de su padre, —aunque al final decidiera irse por el medio político — y ella ingeniería mecánica.
Enamorarse del otro no fue tan complicado, tenían metas similares que querían alcanzar juntos. Aunque, lo que definitivamente los conectó fue su pasión de luchar por lo correcto y hacer el bien peleando por lo justo.
Y como si hubiera invocado al anterior nombrado este llegó recién salido de la ducha dejando su toalla húmeda en algún lugar para después depositar un suave beso en la mejilla de su prometida y tomar asiento a su lado.
— ¿Será día pesado? — Preguntó con una sonrisa impecable que a él le encantaba.
— Ni que lo digas. — El castaño suspiro con una sonrisa — Las elecciones se acercan y si quiero que me elijan debemos trabajar en la campaña.
— Eres la mejor opción que ha tenido esta ciudad. — Lo animó — Claro que lo harán.
— No lo sé, los villanos siguen aumentando y...
— Pero Batman se está encargando de ellos ¿no es así? — Tomó su brazo para reconfortarlo — Tenemos un protector de nuestro lado, seguiremos bien.
— Eso espero. — Respiro hondo — Entonces, nos veremos para la comida con mis padres a las tres ¿estoy bien? — Ella asintió con una sonrisa y él le respondió — Perfecto, en una hora tengo una junta con el gobernador, estaré libre para la comida.
Ambos agradecían tener asistentes tan eficaces que hacían milagros con sus horarios.
— En media hora iré a visitar el asilo de Gotham, luego iré a la fábrica y después de la comida a Arkham. — Ella relató lo que sería su día.
Theo hizo una mueca ante el último lugar al que pasaría. Adoraba que fuera tan noble y ayudará a los demás, aquella iniciativa lo hacía tener mucha más popularidad entre los ciudadanos. Pero aún no le agradaba la idea de que fuera a aquel psiquiátrico donde residían los peores villanos de la ciudad.
— Se que no te gusta la idea. — Se adelantó al ver la negativa en el rostro de Theo — Pero no puedo quedarme así, de brazos cruzados. Muchos de ellos quieren redimirse y yo los puedo ayudar.
El castaño tragó duro. La cualidad más grande de Hera siempre fue el buscar bondad en toda persona que se le pusiera enfrente sin importar su historia, era hermoso pero peligroso, más de una vez fue testigo de cómo varios intentarían abusar de ese voto de confianza pero gracias al cielo, él estaba cerca para impedirlo, más no se animaba a matar las esperanzas que Hera tenía en la humanidad. Y si de algo estaba seguro es que Arkham es un sitio sin esperanzas.
— Solo... Ten mucho cuidado ¿okey?
— Te lo prometo.
Y así sellaron su promesa con un beso lleno de amor, felicidad y tranquilidad.
───𝘈𝘳𝘬𝘩𝘢𝘮 𝘈𝘴𝘺𝘭𝘶𝘮.
Pensando en su retorcida mente tan rota igual que los vidrios de la ventana que solo miraba aquellos atardeceres de su adolescencia en la casa abandonada a una cuadra de su hogar. Aquel miserable hombre mordía sus uñas desgastadas y quebrantadas molesto consigo mismo y con el jodido y preciado murciélago. Estúpidos presos, ciudadanos imbéciles.
Su plan era perfecto y aprueba de fallas. El que incluso estuviera sentado en ese horrible intento de cama en el asilo de Arkham era parte del mismo.
Aunque aún no superaba su anterior hazaña a la de hace unas noches. Bufó. Esperaba un poco más de ruido por parte de Dent, que todos entendieran su punto, pero, no se podía nacer con el estilo que tanto lo caracterizaba a él. Le gustaba ser observado y el centro de atención.
Gozaba de tener las vidas en sus manos al igual que los hilos de las marionetas de los tontos de Gotham.
Levantó la cabeza al escuchar la nueva hazaña de Batman de la boca de otro recluso. Para ser un hombre que no le gusten los reflectores no podía evitar estar en la boca de todos con la insignia "héroe". Soltó una carcajada baja. Ese pobre diablo parecía tener un deseo porque la gente lo rebajara a una sucia escoria, como él.
Igualmente las personas seguían viendo a Harvey como un icono y no como el desquiciado en quien lo convirtió. ¡Él! Y nadie lo supo, por ahora, claro.
Gruño molesto y golpeó su cabeza con el mármol de su estúpida celda, blanca y aburrida.
Según averiguó, el nuevo dos caras, estaba en el hospital en coma por una caída de un edificio. Esperaba tanto que despertara y así Gotham viera su suerte en manos de hombres como él.
— ¡Hey, idiota! — Golpearon fuertemente la gran puerta de metal que lo privaba de su libertad, mientras que él observó con cierta curiosidad la brigada de guardias armados a través del gran cristal.
Acto seguido estos quitaron todos los seguros que la complementaban y entraron aproximadamente cinco guardias armados con porras.
Sonrió divertido y desinteresado e incluso esta se expandió al notar como uno de los uniformados hombres tragaba saliva nervioso. Pues, aunque en aquella institución le quitaron su maquillaje tan característico aún daba un aspecto siniestro con aquellas ojeras casi negras alrededor de sus ojos, y las bellas cicatrices en sus mejillas, aunque las odiara amaba lo que estas hacían en los demás.
— Es tu hora de receso. Muévete. — Anunció el que parecía liderar la unidad.
Más el del cabello verde deslavado lo ignoró, tenía cosas más importantes en que pensar.
» — ¿Tienes mierda en los oídos? — preguntó en un tono alto el mismo guardia golpeando con su bastón uno de los tubos que sostenía esa fea cama, pero él no se inmutó.
Aquel guardia soltó una carcajada sin una pizca de gracia completamente harto y furioso.
» — ¿Sabes? — pronunció en un tono extrañamente calmado — Creo que es hora de darte tu bienvenida.
— Si te refieres al mismo pudín rancio de siempre, paso.
El uniformado se acercó hacia la cama y de un solo jalón levantó a aquel criminal de ella y lo observo por largos segundos con rencor.
— Desde que nos dijeron que te volvieron a atrapar... — Inició lento — No sabes con cuantas ansias esperaba mi turno.
— Adivinare, — Bramó igual con burla — ¿tu sueldo del mes pasado se terminó?
Pese a que el temido Guasón era varios centímetros más alto, el oficial Griggs no titubeó un solo instante.
— Muy gracioso. — Sin más preámbulos el oficial le dio un rodillazo en el estómago que lo hizo doblarse por un momento. El de cabello corto se agachó a su altura — El puente que destruiste... — Hizo una pausa — Mi hija estaba en él.
A pesar de la falta de aire, el Joker no se iba a quedar callado.
— Deberías ser más específico, — Su voz salió más rasposa de lo que era — destruí muchos puentes últimamente. — rió burlándose del aquel hombre.
El oficial solo lo miro con odio para después hacerle una señal a los demás guardias que sin perder tiempo comenzaron a golpear a aquel villano con todo el rencor de vidas destruidas de Gotham mientras esté solo largaba risotadas en el suelo.
Encorvado y a pasos lentos — pero seguros — entró a la tranquila sala llena de enfermos mentales e hizo una mueca de asco antes de que se le fueran retiradas sus esposas.
Sintió leves pinchazos en sus muñecas pero poco o nada le importaba, disfrutaba del dolor, lo hacía sentir vivo, pero aún así, aquel psiquiátrico lo enfermaba bastante.
Aunque de cierta forma, era interesante compartir su nuevo hogar temporal con otros villanos cómo Doctor Destiny y Riddler, aunque ninguno le llegaba a los talones. Igual, era un fastidio estar rodeado de enfermos mentales tan patéticos, como los esquizofrénicos paranoicos o depresivos suicidas.
Había un hombre de unos cuarenta años que estaba cerca de sus celdas y no dejaba de parlotear con temor que la CIA lo buscaba por quien sabe que tantas estupideces, era tan molesto que solo quería desgarrarle la garganta para que por fin se callara.
Relamió sus cicatrices sin poder evitarlo, era una clase de tic que no pudo controlar desde que las tenía. Miró a su alrededor con detenimiento paseándose entre los locos buscando un rostro en específico, tenía que estar ahí, el lo sabía, pero igual que en su encierro anterior, no lo encontró.
Rodó los ojos, seguramente tenían al maldito muy bien escondido. Sintió cierta envidia por ello ¿qué no había hecho suficiente como para ser considerado de alto rango? De todas maneras, no podía dejar llevarse por ello, tenía que encontrarlo, sabía que frente a él podría aliviar el vacío que se instaló en su pecho desde que Batman lo atrapó.
Se sentía sin rumbo, desquiciado al no tener un plan en mente, algo en que ocuparse y divertirse, era tan desesperante y aburrido. Debía haber algo interesante por ahí en lo que podría entretenerse y tomar para sus siguientes planes. Alguno debía servirle para su nuevo propósito.
Su vista cayó en Warren White, un ex empresario acusado de fraude y que padecía algún tipo de demencia que lo volvió imposible de imputar o tener algún tipo de proceso con la ley. Pero no engañaba a nadie, o al menos no a él, era obvio que fingía, sino, no sería tan obvio cuando hablaba con su supuesto amigo imaginario. Tan ridículo y común. Aunque ello no significaba que no podría divertirse con él, buscaba atormentar a alguien nuevo después de todo, pero este no encajaba en lo que él estaba buscando.
Otra que llamó su atención fue Barbara Kean, una sexy psicópata, encarcelada por homicidio. Su silueta comenzaba a tomar forma en sus próximos proyectos, aunque dudaba un poco, pues, esta se mostraba antisocial y con la capacidad de romperle un brazo sin importar las consecuencias.
Podría ser, no tenía un objetivo específico y no mentiría, le llamaba tanto jugar con las personas antes de seleccionar a la candidata perfecta. Batman ahora tenía a Batwoman, él también podría tener alguien que se ocupe de ella durante las bromas.
Se acercó a la rubia que miraba un programa de yoga y relajación en la antigua televisión, apacible.
Sin preámbulo, se acercó al aparato y cambio de canal con una sonrisa burlona, lo cual, la hizo erguirse rápidamente.
— ¡Oye, yo estaba mirando eso! — Reclamó, pero al ver de quién se trataba de encogió nuevamente en el sofá.
No le demostraría temor, pero tampoco era tonta como para meterse con ese payaso.
— Y ahora verás esto. — Musitó tranquilo sentándose en el gran sillón a su lado mientras que ella lo miraba enojada.
Miró leves instantes lo que antes fue el show de Murray, seguía llamándose igual por derechos de autor aunque ahora el nuevo anfitrión era menos carismático. Nunca olvidaría cómo la última noche del verdadero Murray marco algo en él y adoptó un nuevo ídolo.
— Cámbialo. — Pidió en voz baja.
— No, no quiero. — Dijo recargándose en sus propios brazos adoptando una posición relajada.
— ¡Guardia! — Gritó la ojiazul harta de aquel tipo y uno de los encargados del piso no tardo en aparecer, logrando que se sintiera más segura, de alguna manera.
— ¿Cuál es el problema?
— No te fijes ahora, amigo mío. — El de cabello largo le restó importancia — Pero parece que la dama se está marchitando. — Hizo referencia a la menopausia con un tono galante haciendo que la mujer se enfureciera más.
— Él empezó. — Se dirigió al guardia señalando al intruso — Yo estaba aquí tranquila.
— Shh shh— La callo tomándola fuertemente por el rostro y girando su cara a la pantalla — Disfruta del show y guarda silencio.
— Demente... — Susurro entre dientes.
— Se que tu lo eres ¿pero qué soy yo?
— Como sea. — El oficial bufó y sin ánimos de escuchar peleas entre locos, cambió el canal por las noticias — O ven esto, o se van a sus celdas. — Sentenció.
El Joker aunque levemente fastidiado por ello, miró burlonamente a Barbara antes de que ella se pegara al otro extremo del sofá alejándose de él.
— No me importa. — Masculló.
Cuando el cuidador se marchó, el de cabello largo se deslizó nuevamente invadiendo el espacio personal de la rubia.
— Si me das la mano, yo seré tu esclavo. — Sonrió coqueto y ella hizo una mueca de asco.
— ¡Guardia!
El hombre alargó una carcajada y alzó las manos alejándose entre risas — Que antipática. — Gruñó antes de volver a recargarse en el sofá prestando atención a las noticias.
~ Soy Jack Rider, en vivo, desde el centro de Gotham, en la conferencia de prensa de Crownguard Industries. Donde se revelará más información sobre la Hextec, la cual, ha causado mucho revuelo en la ciudad, no solo por su naturaleza, sino por la gran inversión que se le adjudicó, siendo esta de casi ochenta millones de dólares...
« Idiotas ricos » Pensó el psicópata.
~ Industrias Crownguard planea demoler finalmente después de tantos años "Ace Chemicals" para construir un campo de prueba y base de operaciones para este nuevo proyecto, así...
Antes de que el reportero siguiera hablando, en un arranque de rabia el Joker arrojó el control remoto hacia la televisión estrellándola.
— ¡¿Cómo se atreven esos idiotas y creídos imbeciles a hacer un estacionamiento en mi planta!?
Barbara alzo una de sus cejas al escuchar su frase como si él fuera el dueño, pero, aún así sonrió con sorna.
— Creo que te tomaron el pelo...
— No te pases de lista, rubia. — Murmuró amenazante con la voz ronca.
No dejo de mirarla amenazante hasta que recibió un golpe en su pierna que lo hizo mirar al causante aún más molesto.
— Contrólate, Guason. — Lo amenazó con su vara — No quiero desorden aquí con todos estos locos.
El de cabello verde se levantó lento y provocador.
— ¿Quiere ver un truco de magia?
Barbara no supo exactamente qué ocurrió después de que aquel lunático soltara esa frase, pues, de un segundo al otro, el temido payaso tenía al oficial en el suelo golpeándolo con su propia arma desatando toda su furia y rabia contenida.
No podían demoler la fábrica de químicos, era un error enorme. Era importante y representativo para él aunque nadie lo supiera, no podían quitárselo. Le recordaba igual a una grabadora dañada el pésimo día que lo convirtió en el monstruo que es ahora y que impulsaba su sed de destrucción. Además, ahí se encontraban los químicos que necesitaba y que habían matado a varios de sus secuaces, era una mina de oro para él. No podían derrumbarlo y destruirlo todo.
Justo ahora, se encontraba junto a su mejor amiga: La locura. Esta nunca lo abandonaba aunque solo pudiera escucharse su respiración en ese estrecho y oscuro cuarto de aislamiento. La oscuridad nublaba su vista y las voces ensordecían sus oídos junto con las sombras que lo rodeaban, lejos de temerles, las recibía con anhelo.
Cortaba sus manos ansiosos y con rabia rompiendo sus uñas al haberlas afilado con la pared de metal detrás de él.
Tres días sin la luz del sol, interacción, comida o agua, no le importaba, ha soportado peores.
De pronto, uno de los guardas abrió la puerta anunciando el final de su castigo por haber golpeado al hombre de seguridad y antes de ser llevado a su celda, lo trasladaron a otra habitación igual de horrible que reconoció enseguida.
Se dejó caer, débil, en la fría silla de metal y mirando a la nada, hasta que minutos después finalmente entró la psiquiatra de turno.
Levantó un poco su cabeza y la examinó rápidamente. Una mujer, al rededor de treinta años, de mediana estatura, extremadamente delgada, tenía un rostro molesto y amargado aunque eso no evitaba que luciera mucho más joven de lo que seguramente era, tenía una impecable bata blanca y su cabello atado en una coleta alta, definitivamente su tipo eran las rubias.
Se relamió los labios, nada lo detendría.
La doctora y su paciente, tan cliché.
— Paciente número 987991. Nombre, desconocido — Él sonrió orgulloso — Alias, Joker... — La voz de la mujer tembló leves instantes hasta que carraspeó calmando sus nervios — Seremos amigos un largo rato, mejor acostúmbrate. — Se sentó frente a él aferrándose a la carpeta en sus manos — Veo que llegaste temprano.
— Solo para tener un momento juntos. — Sonrió tranquilo — ¿Cierro las ventanas? — Las señaló dejando a la vista sus manos esposadas haciendo que la rubia soltara un suspiro aliviada.
— Muy listo querido amigo. — Bramó sería recuperando un poco de confianza — Me gustaría hacerte un par de preguntas.
— Usted dirá. — No le quito los ojos de encima, lanzándole una mirada profunda.
— ¿Tienes «extravagancia excesiva» o encanto superficial?
— Cualquiera diría que soy encantador por naturaleza. — Sonrió galante — ¿Quiere saber cómo obtuve estas cicatrices?
— ¿Tienes un gran sentido de autoestima? — Lo esquivo con otra pregunta y él sin tomarle mayor importancia, sonrío autosuficiente pero cuando estaba por abrir la boca ella lo interrumpió — ¿Tiene una necesidad excesiva de estimulación o propensión al aburrimiento? — El de cabello verde asintió y se acercó hacía el frente dispuesto a soltar uno de sus tantos monólogos confusos pero ella lo calló en un instante — ¿Eres un mentiroso patológico?
El hombre algo ofuscado se echo para atrás en la silla y dejo caer su cabeza hacia atrás hastiado, que aburrida mujer.
¿Le pagarán extra por cada pregunta que hace o por qué tanta prisa?
No le servía, era igual que todos, tenía esa pizca de miedo en su mirada pese a que se aseguraba firme, no había nada más cobarde que hacerse el valiente.
Entro a aquella institución portando seguridad y confianza, si demostraba cualquier rastro de debilidad cualquiera de los que estuviera encerrados ahí podría aprovecharse de eso.
Todo el proceso fue largo y aburrido más no se quejó, entendía perfectamente que tenían que tener muy bien controlado quien entraba y salía, nunca se sabía, pues, a pesar de ser uno de los lugares con mayor seguridad de la ciudad, muchos de los reos lograban escapar.
Suspiro y le regalo una sonrisa corta y amable al oficial que le asignaron para su protección durante su visita, Liam Giggs, después de haberse presentado con el doctor Huntoon, el director de Arkham.
Continuó con los protocolos luciendo tranquila, ya que, según escuchó, si algo le ocurría, él oficial cargaría con todo el peso de los platos rotos, no era para menos, era lo que podría decirse primera dama de Gotham, bueno, aún no, pero pronto.
Respiro hondo cruzando la gran puerta de metal donde se encontraban los criminales más peligrosos de la ciudad y que eran custodiados por ocho policías, dos en cada esquina del cuarto donde podían tener su "descanso", como ver la televisión y convivir entre ellos.
— ¡Hey! — Llamó la atención Giggs recibiendo varias miradas que la pusieron nerviosa — Ella es Hera Crownguard. Tiene lástima de ustedes y hará su servicio social, pórtense bien sino ya saben lo que les espera, escorias. — Amenazó a la multitud con voz neutra y con un rostro de terror. — Nada personal, señorita. — Aclaró en un susurro hacia la rubia la cual solo asintió poco convencida.
Eran personas iguales que ellos, estaba un poco en contra de que sean tratados así, pero, no podía hacer nada al no tener voz ni voto en aquel lugar, y tampoco podría meter sus narices el primer día.
— Adelante. — Señaló el lugar dándole espacio sin estar seguro de lo que haría aquella bella mujer en un lugar como ese.
Volvió a sonreírle algo incomoda por lo anterior ocurrido, aunque, rápido busco a alguien que luciera pacífico para poder acercarse primero. No fue hasta varios minutos después que finalmente logró visualizar entre la multitud a una mujer rubia con cara de aburrimiento hojeando una revista.
Sonrió entusiasta y se aproximó a tomar asiento frente a ella.
— Hola. — Saludó pero la mujer la ignoró — Soy Hera, ¿cuál es tu nombre?
La rubia le dedicó una mirada de reojo.
— Kean, Barbara. — Dijo seca.
— Bien, Barbara. Te noté algo aburrida ¿te parecería armar un rompecabezas conmigo? — Sacó dicho juego de su gran bolso con un tono muy diferente a la de su compañera.
La mayor estaba por negarse pero la mirada amenazante de Giggs detrás de la ojiazul la hizo tragarse sus palabras.
— Claro. — Formuló desinteresada en cambio Hera expandió su sonrisa emocionada.
Fue un buen comienzo, creía estar haciendo las cosas bien, si seguía así tal vez en un futuro aquellos pacientes tendrían un cambio significante.
— Perfecto.
Abrió la caja vaciando las piezas en la mesa haciendo que la otra rubia frunciera levemente el ceño.
— ¿Qué es? — Tomó la caja observando el dibujo que debería tener al final pero no encontraba algo coherente.
— Es la Guernica de Picasso. — Levantó sus cejas, eso explicaba el porqué tantas figuras extrañas, mientras que Hera se sintió aliviada ya que con ello podría tener tema de conversación — Habla del bombardeo que ocurrió en esa ciudad durante la Guerra Civil española. — Explicó — Y muestra la oposición del artista en la guerra.
Barbara rió divertida, aquella chica no lucía de más de veinticinco años era joven y fresca además de aquella chispa de felicidad que parecía irradiar la enfermaba. Pero aún así, Kean sostendría que no era mala persona, solo alguien con muy mala suerte y pésimo gusto en hombres.
— ¿Y tú, que piensas de la guerra? — preguntó juntando varias piezas para comenzar a armarlas por su cuenta y después juntarlas con las que Hera estaba armando.
— Creo que... Hay mejores métodos para lidiar con los conflictos que la violencia.
— ¿Eres pacifista? — Manifestó con burla.
— Podría decirse, si. — Le sonrió amable — ¿Qué edad tienes, Barbara?
La mujer no lucía como una colegiala pero si joven y eso la intrigaba.
— Treinta y dos. — Levantó la vista unos segundos — ¿Y tú, rubia?
— Veinticuatro.
Después de ello ambas mujeres quedaron en silencio cuando Barbara decidió romperlo.
— ¿Qué haces aquí?
— Servicio social, me gusta ser voluntaria...
— No. — La interrumpió — ¿Qué haces realmente aquí?
— Ya te lo dije, quiero ayudar. — La mayor soltó una risa seca.
— Los estudiantes que de verdad tienen que hacer su servicio social aquí sobornan a los enfermeros para que les firmen sus asistencias, no te creo que sea por gusto que estes aquí.
— Pues, deberías hacerlo porque hasta el momento lo he disfrutado. — Comenzó a levantarse de su asiento queriendo dar por terminada la conversación y buscar a otro interno con quien hablar.
— Si, claro. — Opinó sarcástica — ¿Y esto qué? — Señaló la mesa con el rompecabezas — ¿Debo hacerlo ahora o esperar a que alguien de aquí no te asuste tanto como para querer volver a terminarlo?
Hera se distinguía por muchas cosas y el no perder la compostura ni amabilidad era parte de su gran paciencia.
— Como gustes, podemos terminarlo juntas si quieres, volveré el jueves. — Barbara chasqueó la lengua.
— Me parece, ricitos de oro.
— ¡Hey! — Giggs golpeó la mesa ante la mala broma de Kean, cuidar a la señorita Crownguard también era procurar que no se pasaran de listos con ella.
— No, tranquilo. — La rubia lo tomó del hombro — Esta bien. — Calmo los aires e intento sonreírle para calmarlo. — Nos veremos pronto, Bárbara. — Se despidió sin esperar respuesta de la mujer buscando otra persona.
No demoro mucho ya que logró visualizar a un hombre de cabello largo hasta por los hombros jugar solitario luciendo bastante concentrado. Bingo, ella amaba el póker y así no habría necesidad de gastar otro de sus juegos de mesa para poder regalarle a más pacientes.
Vio sobre su hombro como Liam se distrajo con un paciente y sin estar dispuesta a esperarlo se dirigió hacia el extraño ¿qué podía salir mal?
Pudo darse cuenta que muchos ni lo tomaban en cuenta o evitaban mirarlo y eso a pesar de darle un mal presentimiento siguió adelante, ella no iba a ser como los demás y juzgar sólo porque si, tenía fé en ellos.
Ya estando a menos de un metro de distancia estiró su brazo dudosa tomando el hombro de aquel extraño sintiendo un fuerte escalofrío que la hizo estremecerse por toda el aura oscura que aquel transmitía. En tanto, el hombre giró asombrado de sentir alguien cerca de él; por lo general nadie se atrevía a entrar a su círculo personal.
La miro con el ceño fruncido y Hera logró sentirse intimidada ante aquellos potentes ojos negros rodeados por oscuras ojeras y mejillas desfiguradas. Y fue entonces cuando sintió un balde de agua fría caerle encima al saber a quien tenía en frente.
Era el mismísimo Joker. Nadie más portaba una sonrisa así.
¿Cómo pudo ser tan idiota para acercarse? No dejaría de estar paranoica los siguientes meses. Era una experiencia extraña, de esas veces que tu vida peligra por breves instantes y no te das cuenta hasta que estas a punto de recibir el golpe.
Si vivías en Gotham era imposible no saber de él. El payaso que lograba poner la ciudad de cabeza con cada uno de sus planes y que le causaba fuertes jaquecas a Theo cada que hacía apariciones por las calles.
El mal en persona.
Pese al miedo, tragó duro y puso su mejor cara de amabilidad aún recta a sus principios y propósito en el lugar, no juzgaría, solo ayudaría.
— ¿Necesita otro jugador? — Preguntó titubeante y él frunció aún más el ceño — O podría ofrecerle algo, tal vez ¿agua o algunas galletas?
Él siguió sin responder, más en cambio se recargó sobre su silla alejándose de la mesa donde habían cartas regadas mientras masticaba analítico un palillo de madera sin apartar sus ojos curiosos de ella.
Hera comenzó a jugar con sus manos completamente insegura con la situación queriendo alejarse inmediatamente, no sabía que en lo que se metía, pero, sus pies por alguna razón parecían estar pegados al suelo. Segundos después él extrañó sonrió mostrando burla en su rostro y abrió su boca para hablar, pero, antes de que siquiera pudiera formular una sílaba, Hera sintió un jalón en su brazo que la hizo retroceder de inmediato.
Miro a Liam aún desorientada fijándose como este la arrastraba por entre las mesas lo más lejos de aquel sujeto.
— ¿Qué sucede? — Preguntó sin aliento.
— Él — Señaló con la mirada al paciente que volvía a acomodarse para seguir con su juego.
Hera frunció el entrecejo hasta que se encontraron lo bastante lejos del Guasón.
» — Sé que vino a ayudar, pero aquí hay reglas. — Espetó serio — El alcalde mando una lista con los criminales a los que tenía prohibido acercarse, y él es uno de ellos. — Volvió a señalar al joven de cabello largo.
Sin poder evitarlo, Hera se sintió molesta con Theo ante la poca confianza hacia ella, no importa cuantas veces le dijo que podría cuidarse sola y que tendría cuidado, no le importo y aún así hizo de las suyas.
Se cruzó de brazos indignada.
— Me parece que están exagerando. — Reclamó en su tono elegante usual — Y le pido de la forma más atenta que a la próxima que mi prometido haga algo parecido me informe inmediatamente.
— Usted no entiende, ese hombre... — Giró a verlo un momento dándose cuenta de algo. — ¡¿Quién le dio un cuchillo al payaso?! — Grito histérico llamando la atención de Hera.
Segundos antes el mismísimo Joker se acomodaba nuevamente en su silla con dolores después de ser interrumpido. Jodido Giggs, era muy inteligente al golpearlo por lugares no visibles, pero, ¿quién era el para quejarse?
Suspiro mirando de reojo a la mujer rubia que era arrastrada por dicho oficial lejos de su persona. Tal vez era una nueva enfermera, quien sabe, no le importaba. Una muy hermosa, eso si, pero bastante estúpida.
Acomodó una de las cartas de su juego haciendo trampa y miro a los alrededores de que nadie lo haya visto.
Soltó una leve risa pero casi de inmediato bufo con aburrimiento mirando el sándwich que debía comer hace más de media hora pero no quería ni acercársele, no era porque temiera que estuviera envenenado, pues sabía que el murciélago al saber que muchos querían matarlo se aseguró de amenazar bien a todos para que no le tocaran su preciada vida. Suspiro, tal vez si lo quería en el fondo.
Soltó una carcajada ante el pensamiento.
Tomó la navaja de bolsillo que mantenía escondida en su calcetín — y que le robo al guardia nocturno — desblindándola y encajándola en aquel emparedado abriéndolo por la mitad para observarlo con curiosidad y asco observando un pollo seco y lechuga oxidada.
— ¿¡Quién le dio un cuchillo al payaso!? — Escuchó el grito frustrado de Giggs, lo cual, lo hizo lanzarlo lejos fingiendo inocencia.
Pero aquella arma calló sobre el hombro de otro paciente que comenzó a chillar de dolor y él sin contenerse se carcajeó hasta encontrarse con la mirada del idiota de Giggs.
— Ups. — Se encogió de hombros fingiendo inocencia.
Ahora miro a la mujer rubia junto a él divertido mientras dos guardias lo tomaban de los brazos esposándolo para llevarlo seguramente a su cuarto y está al hacer contacto visual con él lo miro con temor para después bajar su pequeña cabeza, como si él no existiera.
Hera aún con la cabeza gacha respiro hondo tomando una pose rígida para después mirar a Liam con nerviosismo.
Una idea completamente loca se le metió a la cabeza. Entendía que había personas sin la vida rosa igual que ella, que tenían sus razones para ser así y aunque no los justificaba quería ayudarlos a redimirse, o al menos a no ser sobajados.
— Hace poco lo volvieron a traer. — Regresó a la realidad saliendo de sus pensamientos — A eso nos referimos, debe tener cuidado, no se acerque a él, es peligroso.
Dejo de escucharlo viendo cómo el criminal intentaba resistirse al agarre de los guardias y como estos ya tenían sus manos sobre sus porras, casi acariciándolas con anhelo.
— Suéltelo. — Ordenó a Giggs en voz baja.
— ¿Cómo dijo? — La chica contó hasta tres después de morder su lengua.
— ¡Que lo dejen en paz! — Giró a sus espaldas hablando en un tono alto haciendo que todos los presentes se quedaran helados ante su petición.
— Señorita Crownguard... — Murmuró en advertencia pero ella lo ignoró dándole la espalda completamente, encargando a los que sostenían al de cabello verde.
— No lo hirió a propósito. — Miró de reojo al pobre que estaba siendo calmado y atendido por un enfermero, igual, la herida no lucia grave ni profunda, fue más un rasguño — Y de cualquier modo, es culpa de la ineptitud de la seguridad, por no vigilar de manera adecuada a los pacientes.— Enfatizó la última palabra para demostrar que no se encontraban en una cárcel, sino un hospital.
Giggs, preocupado por meterse en algún lío con el millonario y candidato Galavan, resopló frustrado antes de hacer una seña para que dejaran libre al Joker.
Hera asintió satisfecha y sin querer hacer contacto visual con alguien más después de la escena que montó, encaminó su atención a otro paciente que no tenía pinta de ser un villano.
En cambio, el temible Joker estaba igual de pasmado que todos, aún así, su mente solo gritaba una cosa al reconocer el apellido de la rubia que segundos antes lo defendió.
« Bingo ! »
Admiro tanto a Nolan y Heath
por hacer un Joker tan aterrador
y genial pero ES TAN DIFÍCIL
escribir algo tan perfecto como
ellos y solo dire que me base un
poco en el Joker de Batman:
Animated series... Espero que les
guste 🥺 prometo que más
adelante tomará un camino
más "oscuro".
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