── 𝐭𝐰𝐞𝐧𝐭𝐲.
⌗˚𓏲•🌿ʚ 𝖼𝗁𝖺𝗉𝗍𝖾𝗋 𝗑𝗑 ; 𝘣𝘢𝘳𝘳𝘰.
-Y... ¿aquí guardan el dinero? -preguntó Pope mientras observaba una pequeña casa en ruinas por su ventanilla de la furgoneta.
Después de que la vieja nos dijera la dirección del almacén, nos montamos en el auto de John B y nos dirigimos hacia él. Estaba algo nerviosa, por alguna razón esa mujer no me había dado buena espina.
-Eso dice ella -soltó burlón JJ con una sonrisa maliciosa, también mirando por la ventana-. ¡Ja! Eso dice ella.
-JJ -le llamé la atención con una expresión de "no tienes remedio".
-Basta -ordenó el de tez morena serio, y el rubio cambió su expresión enseguida.
-Jamás he oído hablar de Resurrection Drive -comentó Sarah desde el asiento copiloto.
-Porque eres rica -reprochó el de la gorra.
-Tú tampoco lo has oído -le recordé con una expresión divertida, y JJ me imitó frunciendo la nariz, causando mi risa.
-Gracias -dijo Cameron, sonriéndome.
-Aquí no hay más que malas hierbas -se quejó Kiara.
-Que solo haya eso no significa... -La voz del de ojos oceánicos se fue apagando al mirar por la ventana trasera. Yo, que estaba entre Pope y Kie, me giré para ver que era lo que le sorprendió, y me quedé helada- Que...
Las sirenas del coche que nos seguía sonaron, haciendo que cerrara mis ojos con fuerza y aguantara las ganas de estrangular al conductor de ese vehículo.
-¡Joder! -chillé furiosa.
-¡No me lo puedo creer!
-Pero, ¿qué hemos hecho? -dijo Sarah confundida, al igual que todos.
-JJ -me di cuenta y lo miré seriamente-. Dime que no tienes marihuana aquí. -El nombrado hizo una mueca-. ¡Yo te mato!
-Guarda eso -pidió John B, frenando la furgoneta y girándose al de mechones claros.
-¡Guárdalo ya! -exclamó Pope refiriéndose también al oro. JJ lo envolvió torpemente en una toalla azul.
-Odio a los polis -murmuró.
-¿Has traído la pistola? -cuestionó el castaño.
-No, ¿vale? Me dijisteis que la dejara en casa.
-Menos mal. -Kiara suspiró con alivio, no quería ni imaginarme lo que ocurriría si veían un arma en nuestras manos-. Venga, todo lo demás a la mochila.
-Ya voy, ya voy -repetía por lo bajo JJ, metiendo las cosas de una forma muy histérica.
-Rápido, rápido -lo apresuró Pope.
-¿Cuánta maría llevas encima, tío? -gimoteó la mulata, agobiada.
-Guárdala ahí debajo, ¡deprisa! -grité en un susurro para que el poli no nos escuchara.
Todos nos callamos al oír como quitaban el seguro de un arma. Tragué saliva al ver a un tío moreno apuntando a John B con una escopeta.
-Quiero ver cómo levantáis las manos -dijo el enmascarado.
-Creo que este no es un poli -murmuré y Kie me pegó un codazo para que me callase.
-¡Que levantéis las manos ahora mismo! ¡Tú, baja del coche!
El de ojos verdes hizo lo que le pedía y bajó lentamente, asustado.
-¡Baja del coche, rápido! -siguió vociferando-. ¡Ábreles! ¡¿A qué esperas?! ¿A qué esperas? ¡Ábreles!
John B se acercó y abrió la puerta corrediza. Sarah salió primero, después Pope y luego Kiara. JJ me echó un vistazo y me acarició el hombro para tranquilizarme. Respiré entrecortadamente y bajé, seguidamente lo hizo el rubio.
-Muy bien, guapa -me felicitó el moreno sin dejar de apuntarme con el arma. Iba a soltarle algún que otro insulto, pero me contuve debido a que me podía volar la cabeza en menos de dos segundos.
-No tenemos pasta -se atrevió a admitir Maybank.
-¡CALLA, COÑO!
-¡Vale, vale!
-¡QUE TE CALLES, JODER!
-¡Tranquilo!
-¡Cállate!
-¡Tranquilo!
-¡O te vuelo la cabeza!
-JJ, vamos -dije tirando de su mano.
-¡Tú ni te acerques! -chilló el ladrón yendo hacia mi y poniendo la boca del arma en el medio de mi frente. Tragué saliva mirando fijamente la escopeta, temblando-. ¡A LA CUNETA! ¡A LA CUNETA! ¡OS QUIERO VER A CUATRO PATAS! ¡AL SUELO!
Lentamente nos agachamos y nos pusimos en la posición que dijo, colocando las manos detrás de nuestra cabeza.
-¡LA CARA CONTRA EL SUELO! ¡ESO, QUÉDATE ASÍ! ¡LA CABEZA PARA ABAJO! -Empujó a JJ sin ningún cuidado-. ¡NO LEVANTÉIS LA VISTA, ¿ENTENDIDO?! ¡Ya sabéis qué hacer! -Entró a la furgoneta sin quitarnos el ojo y la escopeta de encima. Empezó a atracar el auto, rebuscando en la guantera, cajones, etc.
-Es una trampa, chicos -informó Kiara.
-Vaya, ¿enserio? -mascullé sarcásticamente. Me sentí mal por hacerlo, pero cuando estaba nerviosa no podía evitar usar la ironía.
-Esa vieja arpía nos ha tangado. ¡Mierda! ¡Joder! -maldijo JJ, golpeando furioso el suelo, causando que las hojas secas revolotearan.
-¡John B, no te hagas el héroe, tío! -susurró Pope a mi lado, y me volteé para ver a lo que se refería.
-¡John B, vuelve aquí cagando leches! -murmuré al ver como se había levantado y se iba sigilosamente hacia el coche de policía. Él solo se puso un dedo en la boca para que guardásemos silencios y se fue-. Este es gilipollas.
El sonido del oro cayendo al suelo me dio una pista sobre que lo había encontrado. Mierda.
Miré de reojo a JJ, se le marcaban las venas del cuello y los brazos por lo enfadado y tenso que estaba.
-¡Ahí quietecitos si no queréis vuestros sesos desparramados por toda la carretera! ¡No mováis la puta cabeza, ¿entendido?!
El hombre corrió hacia su coche y se montó. Yo ya había rezado siete Padrenuestros para que no le ocurriese nada al castaño inútil que se había creído que estaban en una película de ninjas.
Unos forcejeos dentro del auto nos llamaron la atención. La puerta se abrió y John B exclamó:
-¡Tengo la escopeta!
Automáticamente todos nos levantamos y corrimos a donde se encontraba a nuestro amigo y el enmascarado. JJ le pegó un puñetazo, pero el chico se lo devolvió y lo tiró al suelo. Luego lo intentó Kie, ocurriéndole lo mismo. Me acerqué y alcé la pierna para pegarle en la cabeza una patada, pero la agarró antes de tiempo y la giró hacia un lado, haciendo que cayera al suelo boca abajo. De un golpe seco con el pie me pegó en la espalda, y gemí de dolor mientras me salían unas lágrimas.
-¡Tengo el oro! -celebró Pope, enseñándonoslo.
Mi vista algo borrosa se fijó en cómo Sarah le pegaba con la puerta del conductor repetidas veces al hombre de la escopeta, el cual yacía en el suelo, débil.
Kiara y Pope le pegaron unas patadas al mismo tiempo que yo me incorporaba muy torpemente. Normalmente ya lo habría hecho, pero teniendo en cuenta que seguía algo débil por la herida de la señora Crain, no poseía los mismos reflejos que antes.
-¡Hijo de puta! -lo insultó Sarah cuando el desconocido quedó sentado en el suelo con la espalda apoyada en el coche.
JJ me buscó con la mirada y abrió los ojos como platos al verme. Se acercó corriendo y me sujetó para que no me cayera.
-¿Estás bien?
-Nunca he estado mejor -respondí al mismo tiempo que pasaba mi brazo por sus hombros.
Volvimos con el grupo y John B le bajó el pañuelo que tapaba el rostro del ladrón.
-¡Conozco a este desgraciado! -dijo el rubio con voz ronca y agitada. Le indiqué que me soltara, que podía sostenerme sola, y él obedeció.
-Es un camello, Barro o algo así -informé, también reconociendo al tipo.
-Barry -me corrigió, pero yo lo ignoré.
-Conocerá a mi hermano -aseguró Sarah, pasándose una mano por el pelo.
-Le vende coca a mi padre -comentó JJ.
-¡Oye, podría haberos hecho daño a todos...! -No le dio tiempo a terminar su frase porque el de ojos azulados le pegó una hostia con la escopeta. Todos reaccionamos rápidamente y le gritamos que parase.
-Larguémonos -ordenó John B, observando con su amigo una tarjeta que le había robado éste último al camello.
-Queda una última parada -avisó JJ, empujando al castaño y yéndose a la furgoneta.
-¡Eh!
-Veamos dónde vive este cabronazo -susurró para sí mismo Maybank, y todos lo siguieron excepto yo.
-¡Os vais a acordar de esto! -nos amenazó el pelinegro-. ¡No os podéis esconder! ¡Sé perfectamente quiénes sois! ¡Volveremos a vernos, ¿me oís?! ¡¿Me oís?! ¡VOLVEREMOS A VERNOS! -John B lanzó las llaves de su coche con todas sus fuerzas para los árboles que rodeaban la carretera, así le sería bastante difícil encontrarlas.
Le pegué al camello una patada en toda la nariz, partiéndosela, y se calló automáticamente mientras se la agarraba y le chorreaba por la mano un río de sangre.
-Cállate, Barro -me burlé y me apresuré a alcanzar a mis amigos.
-Bienvenidos al Páramo de los coqueros -anunció Sarah cuando la furgoneta entró en una parcela con una casa blanca, alargada y de pocas ventanas, donde supuestamente vivía el camello.
-Vale, o Agatha ha sido la causante de esto... o Barry es un guarro de cojones -dije, mirando por la ventana toda la chatarra esparcida por el jardín.
-Esto me da mala espina -susurró Pope.
-¿Qué hacemos en casa de Barry? -preguntó John B algo frustrado.
-Solo será un segundo -fue lo único que respondió el rubio para luego bajarse del vehículo con decisión.
-¡¿A dónde coño vas?! -le grité después de levantarme de mi sitio y asomarme incómodamente por la ventana de John B, éste último soltando algún que otro quejido.
-¡Yo soy la justicia! -exclamó con diversión y en un tono cantarín sin girarse a nosotros y entrando a la casa.
-¿A qué ha venido eso? -cuestionó el de piel chocolate confundido.
-Creo que alguien debería... -comenzó a decir Kie, pero John B la interrumpió.
-Sí, ya voy. -Abrió la puerta después de empujarme hacia un lado y se fue en busca de Maybank.
Unos minutos después, los que quedábamos decidimos salir del auto y esperarlos de pie. Nada más hacerlo escuchamos a JJ hablar mientras salía del hogar de Barry.
-Bueno, pues tocamos a unos cuatro mil de indemnización por cabeza por la que nos ha liado -hizo cuentas el de facciones marcadas con John B siguiéndolo por detrás.
-¿Ahora nos dedicamos a eso? ¿A robarles a camellos? -preguntó Kiara, perpleja.
-Ese Barry se acabará enterando... -aseguró Sarah.
-Y vendrá a por nosotros -terminé su frase, cruzándome de brazos.
-Claro que vendrá -afirmó Pope, furioso y agobiado-. No es momento de idioteces.
-¿Os ha gustado que os apuntara? -dijo con visible sarcasmo el rubio, defendiéndose.
-JJ, cuando vea que le hemos robado ¿crees que no volverá a por nosotros? -hablé-. Y te aseguro que esta vez no será tan amable y nos volará la cabeza sin pensarlo.
-¡Joder, Verónica, que casi te mata! -chilló JJ, temblando levemente al recordar la imagen de cómo me ponía el arma en la frente.
-¡Pero no lo hizo! En cambio, cuando le robes y se dé cuenta, lo hará.
-¡Yo lo impediré!
-¡Tranquilízate! -lo calmó el pecoso acercándose a su amigo. Si el tema no fuera serio, probablemente ya les habría gritado el nombre de su ship y los habría empujado para que se besaran, pero no era momento para eso.
-Se te ha puesto aquí, colega. -Apuntó la cara del de ojos verdes.
-Oye, tenemos que ir a por el oro, ¿entiendes? -le reprochó Routledge con un tono algo más duro-. Dame la pasta, vamos. -Intentó coger la bolsa y arrebatársela, pero JJ reaccionó y la apartó, agarró el cuello de la camisa de John B y empujó a éste contra la puerta de la furgoneta.
-¡JJ! -exclamé muy sorprendida. El rubio tenía problemas para controlar su ira y yo lo sabía bien, pero ¿hacerle eso a su mejor amigo?
-Te crees muy duro, ¿eh? -dijo el de cabellos oscuros con algo de dificultad. Mordía mi labio inferior debido a los nervios, temía que fueran a terminar su amistad o algo parecido-. ¿Qué harás cuando venga a por nosotros?
-Darle un puñetazo en la garganta -contestó JJ en un susurro, tensando la mandíbula.
-Una idea de puta madre -ironizó John B, el agarre del rubio ya era más débil.
-No pienso devolverlo -negó, refiriéndose al dinero robado. Soltó bruscamente al de ojos pardos y se sentó en la parte de atrás del vehículo para empezar a contar billetes-. ¿Os subís, o qué? -Al ver que nadie le respondía ya que estábamos algo molestos por su egoísmo, nos miró. Bufó y se bajó del auto-. ¿Qué?
-Nos hartan tus mierdas -admitió John B, observándolo seriamente, al igual que todos, excepto yo. Yo no podía enfadarme con él. Estaba seria, pero también entendía su frustración, y no quería que el grupo se dividiera por tener distintas ideas. Tenía que intervenir cuanto antes.
-Ah, mis mierdas...
-Sí, sí, tus mierdas.
-Sí, apuntas con pistolas a la gente... -enumeró Kie, irritada. JJ la observó con el ceño fruncido, y yo entendí el porqué. Él solo intentaba protegernos.
-Actúas como un maldito chiflado siempre -se metió Pope también en la conversación y el rubio se giró hacia él con la incredulidad invadiendo su rostro.
-Eh, Pope, ¡me comí el marrón por ti! ¿Sabes lo que debo por tu culpa? -Vale, eso no era del todo cierto, ya que la idea de hundir el barco de Topper no fue del hijo de Heyward, fue de JJ, así que aunque Pope lo hiciera, el que tenía más culpa era el ojiazul.
-¡Te lo devolveré -le prometió-, pero no te pedí que lo hicieras!
-Acabo de hacerlo. -Me dolió ver a JJ así de mal, parecía decepcionado-. Devolverlo. En este mismo momento. Yo solo.
El adicto a marihuana alternó la mirada entre todos nosotros y se quedó en la mía. Yo negaba levemente con las lágrimas a punto de salir de mis ojos, y él solo apretó los labios disgustado.
-¿Sabéis qué? Que es lo que voy a hacer. -Cogió la bolsa llena de pasta entre sus manos y volvió a observarnos-. Largarme por mi cuenta. -Se colgó la bolsa de los hombros y empezó a caminar hacia la salida de la parcela.
Hice ademán de seguirlo para frenarlo, pero John B lo impidió cuando tomó mi brazo.
-Suéltame -exigí dirigiéndole una mirada asesina.
-Déjalo, Vero, no vale la pena.
-Mis cojones. -Me zafé de su agarre-. Es tu puto mejor amigo, John B. ¿Qué coño te pasa?
Después de esas palabras, corrí detrás del rubio.
-JJ, para -le pedí en un hilo de voz. Él dejó de caminar, y la esperanza volvió a mi cuerpo, pero desapareció igual de rápido cómo había venido al ver sus ojos llorosos y su expresión dura y firme.
-Ya me lo habéis dejado claro, Verónica -dijo frío-. Solo hago gilipolleces, no sirvo para nada aquí, solo os fijáis en lo que hago mal...
-Te equivocas, JJ. Nosotros te queremos, ¿vale? -Intenté acercarme, pero él se alejó; me dio pena-. Nos preocupa las consecuencias de lo que ese camello pueda hacernos. ¡Nos preocupa lo que pueda hacerte a ti! Por favor, devuelve ese dinero. Yo misma te ayudaré a pagar el gasto del barco de Topper, pero no te metas en este lío. Sabes perfectamente que puedo trabajar horas extra, intentar conseguir otro empleo...
-Te lo agradezco de verdad, Nicki -soltó con sinceridad, con un tono mucho más dulce y suave que unos instantes antes-, pero ya he tomado esta decisión. Ya nos veremos.
Sin dejar que pudiera responderle, se dio la vuelta y se largó de allí. No quité mis ojos de él hasta que lo vi desaparecer. Éstos últimos se nublaron por las lágrimas que amenazaban con gotear por mis mejillas. Pestañeé antes de que cayeran y me sequé la humedad para volver con mi grupo de amigos, decepcionada y triste porque nos hubiéramos dividido, ya que eso era justamente lo que no quería que sucediese.
Escuchaba a mis amigos hablar, pero yo no participaba en la conversación. Nos encontrábamos en el restaurante de los padres de Kiara, y no había nadie excepto nosotros. Pope era el único de pie, observaba fijamente el mar desde la ventana. John B, Sarah y Kie, sentados normal alrededor de una mesa. Yo igual estaba entre ellos, frente al castaño, pero en cambio, mi cabeza estaba apoyada en mis brazos cruzados, tenía los ojos cerrados e intentaba relajarme sobre lo que acababa de pasar.
-Ya entrará en razón -dijo convencido John B-. Se ha... Puesto en modo JJ.
-¿Se irá a casa? -preguntó la de rulos con la mirada perdida.
-No hay ninguna probabilidad de que se vaya a casa -aseguró Pope sin apartar la vista del paisaje.
Era cierto. Cualquier persona con dos dedos de frente que sufriera lo que el rubio no lo haría. Si llegaba y se encontraba con su padre, no quería ni imaginarme la paliza que le daría, solo de pensarlo me entraban escalofríos.
-¿Estás bien? -cuestionó el de ojos pardos, asumí que le estaba hablando a Sarah.
-Sí. -La Cameron hizo una pequeña pausa-. ¿Y tú?
-Bueno, estoy entero, así que... -bromeó con un tono divertido. Se oyó un suspiro.
-Bueno, es peligroso empeñar el oro por partes -comenzó a decir Pope mientras caminaba lentamente a nuestro alrededor-, así que... La mejor opción es bajar y sacar el resto. Subirlo todo de una vez y ponerlo en una caja fuerte o algo así, no lo sé... Solo hasta que encontremos a alguien que no nos time. Puedo prepararlo esta noche, lo dejo listo y vamos mañana por la mañana.
-Vale, venga -aceptó John B.
-Es fácil.
-Sí, vamos.
-¿Y qué pasa con lo de mi padre? -preguntó Sarah.
-Mierda -susurró el de cabello ondulado.
Levanté la cabeza con pereza y lo miré con ojos cansados, apoyando ahora la barbilla en mis brazos.
-¿Qué de su padre? -dije, temiéndome lo peor.
-Tengo que ir a pescar con Ward. -Pope y yo bufamos.
-¿No puedes ir a por cuatrocientos millones por pescar? -El sarcasmo de la frase de Kie se notaba bastante.
-No, tengo que ir -negó, bajando la mirada con tristeza.
-¿Qué pasa, tío? Son cuatrocientos millones -soltó malhumorado el de piel negruzca.
-¡Invéntate algo! -propuso la mulata.
-¡¿Me estás jodiendo?! -exclamé poniéndome más recta en mi silla, enfadada-. ¿Dejas toda esta puta búsqueda solo por ir a impresionar al padre de tu novia? ¡¿Justo cuando estamos tan cerca?!
-Tengo que hacerlo, ¿de acuerdo? -se defendió-. Él... Él me salvó, ¿vale? Ahora estaría en un lugar de acogida...
-¡Eso no es cierto! -rebatí, levantándome-. Yo misma podría haberle pedido a mi tía que te acogiera. ¿Por qué coño tienes que ir justo ese día? ¿No puedes aplazarlo?
-¿Qué más da, ¡joder!? -gritó, perdiendo la paciencia, aunque yo ya lo había hecho hace tiempo-. ¿Qué te pasa?
-El problema es que tú nos metiste en este lío del oro, y ahora nos dejas a nosotros salir de él solitos, ¡eso es lo que me pasa, joder! -exploté.
El silencio inundó el local. John B apartó la mirada de mí, molesto, pero los demás se quedaron con ella en mí, sorprendidos por mi actitud.
-Me voy, hoy tengo turno en la cafetería -zanjé en el tema y me fue a grandes zancadas de allí.
-Y entonces lo denuncié y bloqueé. Ahora está en la cárcel por acoso a menores -terminó de contar su maravillosa anécdota Beatrice mientras giraba el cartel de "Abierto/Cerrado" para que indicara la segunda opción.
-Guau -fue lo único que fui capaz de decir. Me encontraba de pie al otro lado del local pasando una escoba por el suelo para quitar posibles migajas o mierda.
Había pasado una hora desde mi pelea con John B, y tampoco la disfruté demasiado. El local estaba casi vacío, no entraba gente ese día, así que mi única diversión fueron las charlas con mi compañera de trabajo.
-Me voy a casa, hoy tengo que preparar la cena. -Bea suspiró a la vez que caminaba hacia los baños para cambiarse. Yo solo asentí y continué barriendo.
Beatrice se fue y quedé yo sola. Mi tía estaba preparando algunas cosas para mañana, así que se iría tarde.
Justo cuando iba a salir por la puerta después de haberme quitado el uniforme y ponerme la ropa normal, Pope y Kiara chocaron conmigo.
-Eh... Hola -dije algo confusa.
-Al final vamos a hacerlo por la noche -soltó directo el moreno, dejándome claro que había cedido y dejado que John B fuera a pescar con el padre de Sarah-. Tienes que acompañarnos.
-Ahg -mascullé-. Bien, vamos.
No tenía que haber aceptado, no sabía lo que me esperaba.
...
¡¡HOLA HOLA!! Bien, pueden matarme. Recuerdan que en el capítulo anterior les dije: ha empezado el verano y podré publicar mucho! *procede a no actualizar por 3 meses*
Lo siento, lo siento, ¡lo siento! Hice nuevos proyectos: un fanfic de Eddie Munson, otro de Javon Walton, ahora tengo otros 2 pendientes...
¡Aquí está la recompensa por su espera! El siguiente capítulo es de la escena del jacuzzi AAAAAHHH!! que emoción!
Muchísimas gracias por todo el apoyo, ya somos 12,4K de lecturas y 1,7K de votos, me muero.
Y casi 700 seguidores! Solo faltan 2!!! AAAHHHH
¡Voten y comenten!
Los leooo :)
•.*❀ ʟᴜᴜ ❀*.•
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