── 𝐭𝐰𝐞𝐥𝐯𝐞.




⌗˚𓏲•🌿ʚ 𝖼𝗁𝖺𝗉𝗍𝖾𝗋 𝗑𝗂𝗂 ; 𝘦𝘭 𝘳𝘰𝘺𝘢𝘭 𝘮𝘦𝘳𝘤𝘩𝘢𝘯𝘵.







JJ se puso en el timón, mientras que Pope y John B conectaban el dron y miraban la pantalla. Kie y yo nos encontrábamos en el borde del barco, la castaña sujetando el cable amarillo de trescientos metros, y yo con una tiza, para marcar cada ve que llegáramos a un punto de control con la cuerda, y así no perder los metros que llevábamos.

No podía estar más emocionada. ¡Nos saldría el dinero por las orejas! No tendríamos que preocuparnos nunca más por los gastos económicos, tendríamos casas gigantescas... ¡Ricos! Ya podía oler el Merchant.

Cuando estábamos más o menos en la zona del tesoro, John B le ordenó a JJ que echase el ancla, y el rubio lo hizo enseguida.

-Al fin, chicos... -sentenció el castaño, feliz, con el dron en sus manos-. Por ser de los Kooks. -Colocó el aparato en el mar, y éste se hundió lentamente.

-¡Vale, JJ! ¡Estamos justo encima! ¡Diez segundos al noroeste!

-¡Vale, diez segundos al noroeste!

Kiara comenzó a bajar el cable, hasta que una marca roja en éste apareció.

-¡Treinta metros! -grité, dibujando con la tiza una línea.

Pope soltó un jadeo de susto, y eso hizo que todos nos giráramos hacia el bruscamente. Estábamos demasiado nerviosos. ¡Ricos, por fin seríamos ricos!

-¿Qué, qué, qué, qué, qué? -se alteró John B, emocionado, mirando la pantalla.

-No es nada... -murmuró, abochornado, Pope-. Perdona creía que...

-No me hagas eso, tío. -se quejó JJ, poniendo nuevamente sus manos en el timón.

-Lo siento, creía haber visto... -El moreno dejó de hablar-. Y, citando "El Hobbit" -empezó otra frase, dejando la anterior en el olvido-, "Bajando, bajando, al pueblo de Trasgos, bajando, bajando, vas tú, muchacho".

-¡Cuando seamos ricos recordadme que le compre una nueva vida a Pope, que esta ya la está malgastando! -me burlé, sin dejar de apuntar una raya en el borde del barco cada vez que veía una marca roja en el cable.

Llevábamos más de cien metros de cable tirado en el mar, y seguíamos sin ver rastro del Merchant. No me preocupó, faltaba más de la mitad de camino para tocar el suelo, así que podría tardar en aparecer. Lo que sí me preocupaba era el tiempo, las nubes grises estaban sobre nosotros, y unas bastante más negras, no tardarían en llegar aquí.

-¡Ciento veinte metros! -les informé a los demás.

-La marea cambia -soltó Kie, preocupada, al ver que el oleaje era más fuerte.

-¡Oye, JJ!

-¡Dime! -le respondió el rubio a John B.

-¡Diez segundos, con calma! ¡Sur, sureste! ¿Entendido?

-¡Recibido! -JJ comenzó a girar el barco en esa dirección.

-¡JJ, veinte segundos a velocidad media, sur!

-¡Recibido! Venga... ¡Aleja el cable de la hélice!

-¡Eso intento! -Kiara tiraba del cable con dificultad. Enseguida agarré otra parte del cable, ayudándola a no perder el dron. Justo cuando decidíamos ir a por el Merchant, había tormenta. ¿Por qué, Dios? ¿¡POR QUÉ NOS ODIAS!?

-¡JJ, dale! -le dijo John B.

-¡Doscientos diez metros!

El anemómetro del barco giraba demasiado rápido debido al aire de la tormenta. Le dirigí una mirada rápida a Kiara, bastante inquieta, y ella me la devolvió. No podíamos rendirnos tan fácilmente, no nos iríamos sin el oro.

-JJ, no lo muevas!

-Doscientos setenta! -El cable se estaba terminando.

-¡JJ, vamos a volcar, tío! -Me tensé al oír las palabras de mi amigo John B. Necesitábamos encontrar el oro, y cuanto antes.

-¡Doscientos ochenta! -marqué otra línea.

-¡Gira en dirección noroeste! ¡Diez segundos! -JJ guió el barco, siguiendo las instrucciones del pecoso. Este último se giró hacia su amigo de al lado, esperanzado-. Pope, ¿cómo vamos?

-Ya casi está...

-¡Hay demasiada corriente! ¡Lo vamos a perder! -gritó Kie, tirando del cable hacia ella como si no hubiera un mañana. Parecía dispuesta a acabar en el agua para no soltarlo. Tiré de él con todas mis fuerzas, ayudando a mi amiga todo lo posible.

-¡Sur, suroeste, JJ! ¡A tope! -exclamó John B-. ¡Velocidad media! ¡Mantén el rumbo! Dame una alegría, Pope. ¿Qué ves?

-Nada, nada de nada. -Dejé de hacer fuerza ante las palabras de Pope, desanimada y abatida.

-Deberíamos estar justo encima.

-¡Doscientos noventa! -continué soltando cable, mientras Kie hacía fuerza para no perderlo-. ¡Doscientos noventa y cinco!

Joder, ya deberíamos ver algo, debería haber algo...

-¡Doscientos noventa y ocho!

-¡Ya veo el fondo! ¡Veo el fondo! -Sonrió Pope, esperanzado, mientras dirigía el dron buscando el Royal Merchant.

-¡Mantenlo, JJ! ¡Reduce un cuarto! ¿Vale? -ordenó John B. Cuando Kiara y yo llegamos a los trescientos metros, dejamos el cable y corrimos hasta el monitor-. Ya deberías ver algo, ya deberías ver algo...

-¡Ya lo sé!

En ese momento, en la pequeña pantalla se pudo divisar la parte delantera de un barco hundido. El Merchant. El Royal Merchant. Ahí estaba, delante de nuestros ojos, o más bien, delante del dron.

-No me jodas. -Mis ojos abiertos como platos volvieron a la normalidad, y sonreí enormemente.

-¡¿Veis algo?! -exclamó JJ desde el volante.

Habíamos encontrado lo que nos convertiría en Kooks.

No tenía palabras, no podía decir nada debido al asombro. JJ salió de la cabina, impaciente por saber si lo habíamos logrado. Nadie le contestó. La única y suficiente respuesta que obtuvo fue el gran salto que pegué hacia él, abrazándolo como koala.

-¡JJ! ¡LO HEMOS ENCONTRADO! -grité. Mis ojos se humedecieron por la gran excitación de haberlo conseguido. Me bajé del cuerpo de JJ, y ambos comenzamos a chillar y bailar como locos-. ¡POR FIN! ¡Seremos ricos, JJ!

Lo abracé sin dejar de pegar saltos, al igual que el rubio. Alcé la cabeza para mirarlo, sus ojos brillaban por la emoción. Le cogí ambas manos, riendo y llorando de alegría.

-No está ahí.

Me di la vuelta bruscamente. Habíamos dejado de celebrar como niños pequeños en cuanto Pope murmuró eso.

-¿Qué has dicho? -pregunté, totalmente desconcertada.

-Saca el dron de ahí. -tartamudeó John B, suspirando-. Joder...

Miré a JJ. Su boca estaba entreabierta, y su vista, fija en el moreno. Todavía agarraba mis manos, pero en cuanto reaccionó, las soltó inmediatamente, y se metió a la cabina.

-Oye, podemos hacer otra pasada -intentó buscar Pope una solución para relajarnos-. Recargamos la batería y volvemos a bajar.

-Tío, lo hemos recorrido tres veces -gritó JJ molesto, desde su puesto de conductor-. ¡Ahí no hay nada!

-¡Cállate! -lo cortó Kiara, negando que esto no hubiera servido de nada.

-¿Qué? ¡Es la verdad!

-¡El oro podría estar enterrado! ¡No lo sabemos!

-Si estuviera ahí lo habría pillado el detector de metales -comentó John B, abatido-. Se nos han adelantado.

-O nunca estuvo ahí... -susurró JJ, comenzando a conducir.









Volví a la cafetería. Los domingos, mi tía siempre me pide que, si tengo tiempo, la ayude unas horas. Y no tenía nada mejor que hacer, si sentarme en el sofá a llorar por no haber conseguido encontrar el oro era un mal pasatiempo.

-Hola, tía Eva -saludé a mi tía nada más abrir la puerta, la cual cogía el dinero de una mesa circular, en la que se habría sentado su último cliente.

-¿Qué pasó, cielo? -Eva se acercó a mí rápidamente al verme desanimada y me abrazó.

-No, nada, tranquila. -Forcé una sonrisa lo más real posible.

-No te creo, dime que ocurre.

-Tía, estoy... bien -la tranquilicé y me relajé para sonar más natural.

-Sigo sin creerte... Pero cuéntamelo si lo necesitas, estoy aquí para ti -la abracé.

-Estoy bien, tía Eva. Solo vengo a trabajar un rato -me alejé de ella para coger mi uniforme. Fui al baño y me lo puse, y al salir observé como mi tía atendía a una pareja de turistas.

Me senté en el taburete del mostrador, esperando a cualquier persona que entrara y me pidiera algo.

-Hola, Bea -saludé a mi compañera de trabajo, la cual salía de la cocina.

-¡Oh, hola, Vero! -Se puso frente a mi, apoyando sus codos en el mostrador y juntando sus manos-. Vienes justo el día que no necesitamos ayuda. -Reí y negué divertida.

-Perdona, es que, no sé si lo sabes... no soy psíquica -comenté sarcástica.

-Bien, bien... ¿Y cómo es que estás aquí? Casi nunca vienes los domingos por la tarde.

Me encogí de hombros ante su pregunta, dándole a entender que vine sin ninguna razón.









Ya habían pasado dos horas. Dos horas en las que el restaurante había sido pisado por tres personas: las que trabajábamos allí.

-Esto es eterno... -Beatrice se sentó en el suelo y apoyó su espalda en el mostrador, mirando hacia la puerta. Me levanté del taburete y rodeé el mueble que nos separaba, tomando asiento al lado izquierdo de la mulata.

-Ni que lo digas, es como si el reloj avanzara un minuto cada cinco. -Cerré los ojos, posando mi cabeza en el mostrador.

-¿En qué momento acepté este trabajo? -gimoteó Bea, lloriqueando falsamente.

-¿En qué momento aceptamos nacer? -la corregí, haciendo lo mismo que mi amiga.

-¿En qué momento os acepté en el trabajo? -Abrí los ojos como platos, encontrándome con mi tía sonriendo divertida y de brazos cruzados frente a nosotras. Empezó a caminar hacia la cocina-. Menuda imagen le estáis dando al local. Levantaos y haced algo útil, vagas. -Dntró en el sitio de hornear.

-Sí, sí... ahora vamos, señora Wade -le aseguró la de ojos avellana, alzando el pulgar de su mano derecha. Enseguida, la de rasgos mulatos giró su cabeza perezosamente, mirándome-. Si tuviera una botella de cerveza del tamaño de este edificio en la mano ahora mismo, me la bebería sin pensármelo dos veces.

-Pareces borracha sin haber bebido todavía, no jodas, Beatrice. -Me reí, sin duda, aunque nosotras dos no quedáramos mucho y solo nos viéramos cuando trabajábamos, nos habíamos vuelto muy amigas.

El sonido de la campana indicando que la puerta se había abierto nos hizo girarnos a ella, encontrándonos con Kiara mirándonos con una ceja alzada.

-¿Y vosotras trabajáis en una de las cafeterías más populares de Outer Banks? -nos preguntó la chica, acercándose a nosotras.

-Parece que la gente ha amanecido hoy criticona... -se burló Beatrice, levantándose de su sitio-. En fin, iré a ayudar a tu tía para que no siga insultándonos. -Se marchó a la cocina sin esperar respuesta.

-¿Qué haces aquí, Kie? -le pregunté mientras me incorporaba y me ponía en pie.

-Después hay cine de verano... -balbuceó con las manos detrás de su cuerpo- y podríamos ir a ver la película que pondrán, he oído algo de que será de Spider-Man... JJ y Pope también vendrán, ¿te apuntas?

La verdad es que distraerme con cualquier cosa haría que olvidara la tremenda decepción de no haber encontrado el oro, y sería divertido. Dudé un poco con la cabeza, haciendo una mueca. Kiara puso ojos de cachorrito e hizo puchero. Juntó sus palmas, rogándome que aceptara.

-¿A qué hora empieza? -respondí finalmente, poniendo los ojos en blanco. La morena dio un saltito feliz, aplaudiendo.

-Tú espérame en tu casa, y sobre las ocho estaré allí -sonrió, emocionada.

-Cómo quieras -suspiré, encogiéndome de hombros. Entonces, recordé algo-. No, espera. -Mi amiga dejó de caminar hacia la puerta, para girarse hacia mí-. ¿Podrías venir una hora antes, a las siete más o menos?

-¿Por? -Frunció el ceño algo extrañada por mi petición.

-Ya lo sabrás cuando vengas. -Le guiñé un ojo, colocándome detrás del mostrador. Kie me dedicó una sonrisa algo confusa, pero igualmente se marchó sin preguntar más, despidiéndose de mí con la mano.









Tosí, tosí y volví a toser.

Joder, maldita cerveza. Soy tan gilipollas que me había atragantado al beber un sorbo, porque respiré al mismo tiempo, y se me fue el líquido por otro lado.

Apoyé la mano en mi pecho, calmándome. Si me hubieran grabado, creo que mi vídeo estaría de los primeros en la sección de "Muertes debidas a los atragantamientos más estúpidos de gente que tiene las neuronas descolocadas".

-¡Que te nos mueres, Verónica! -Giré mi cuerpo, el cual estaba tumbado en la hamaca, para mirar detrás de mí. Kiara se acercaba con las cejas alzadas, negando con la cabeza mientras reía. No pude evitar fruncir la nariz y los labios, avergonzada.

Me bajé de la hamaca y me senté en uno de los dos árboles de los que colgaba ésta, con la espalda apoyada en él. Kie se puso a mi lado derecho y abrazó sus piernas juntándolas a su pecho, para después posar su barbilla encima de sus rodillas. Ambas mirábamos el mar, hipnotizadas por la luz anaranjada del atardecer y el sol escondiéndose entre las olas.

-Y dime, ¿por qué estoy aquí tan pronto? -me preguntó, sin parar de observar las aguas marinas.

-Vaya, qué sutil eres a la hora de decir que no te gusta pasar tiempo conmigo. -bromeé sarcástica.

-Joder, Ronnie -se carcajeó la castaña, pegándome un golpe amistoso en el hombro. Agarró la cerveza de mi mano y le pegó un trago, causando un quejido y un "consíguete la tuya, Carrera" por mi parte.

-Necesito un consejo.

-Pues deberás ser más concreta. ¿Con qué, exactamente?

-A ver... no sé cómo explicarlo... -me aparté de su lado y me puse enfrente suyo, con las piernas cruzadas. Ella se colocó igual que yo, con mi misma posición, mientras bebía otro sorbo y me miraba expectante- ¿Tú qué harías si una persona a la que consideras tu amigo te empieza a ocasionar cosas... diferentes?

-Vero, no jodas. -Kie abrió los ojos como platos- ¿Te gusta alguien de... nuestro grupo? -no hablé, pero mi mirada debió de explicarle todo.

-En una situación hipotética... -hice una leve pausa, pensando en las palabras que diría- ... si tu mejor amigo empezara a coquetearte y tú no supieras si es de broma o no, pero, aun así, hace que te sintieras extraña... de manera positiva, ¿qué harías?

-Poco más y dices su tipo de sangre, Verónica. -dijo irónica Kiara. La miré mal, y su expresión se volvió seria. Pero no intimidante, sino relajada y comprensiva-. Dejémonos ya de situaciones hipotéticas. Sé que estás hablando de JJ. -Alcé las cejas y abrí la boca sorprendida. ¿Tanto se notaba?-. Bien, tú me diste a mí un consejo parecido cuando te conté lo de que me separé del beso de John B. Eso era porque no me gustaba, solo me preocupaba por su bien, y me llegó a atraer algo, pero...

-Pero es John B. -finalicé su frase- Te entiendo, Kie. A ver, no sé lo he contado a nadie... pero John B y yo estuvimos saliendo hace unos años.

-¿¡Qué!? -la chica parecía muy asombrada.

-Cuando teníamos trece años, yo estaba muy triste debido a que... mi padre me hubiera abandonado. -la expresión de Kiara se suavizó- Y él me trataba genial, me consolaba, me hacía bromas para olvidar mi situación... -recordé aquellos tiempos. John B podía ser idiota la mayoría del tiempo, pero agradecía haberlo tenido en mi vida en esos tiempos, y claro que agradecía tenerlo ahora- En resumen, empezamos a salir... pero después de unos meses, ambos nos dimos cuenta de que no nos veíamos como novios, sino como amigos, incluso hermanos. -la de ojos castaños asintió, habiendo estado muy atenta a la historia- El caso, Kie, es que con JJ siento cosas distintas a cuando estaba con John B. Me hace sentir... ¿especial? Esto es muy confuso, joder.

-Verónica, esto puede parecer muy desordenado en tu cabeza, pero es sencillo. -me cogió las manos, las dos nos mirábamos a los ojos, atentas a las expresiones y palabras de la otra- Te gusta JJ. -abrí los ojos cómo platos, ahora la alucinada era yo.

-No. No, no, no, no, no. No puede ser -negué algo alterada-. Joder, Kiara. La regla, ¿y si lo estropeo todo? No me puede gustar, por algo John B creó la regla. Es imposible que JJ sienta algo por mí, al igual que yo por él.

-Lo primero, olvídate un segundo de la puta regla de mierda y céntrate en escuchar a tus sentimientos y a tu corazón; y segundo. -Kiara dejó de hablar, cogiendo aire- Por Dios, Vero. He visto cómo te mira -comenzó a enumerar las cosas con sus dedos-, he visto sus reacciones cuando le dabas un beso, un abrazo, o le decías algo bonito, he visto la manera en la que te coquetea y observa cada movimiento que haces, hipnotizado, he visto cómo te trata y cómo te protege. ¿No recuerdas lo que ocurrió ayer? Se veía desde lejos cómo estabais enfadados, pero cuando vio que no salías del agua, fue el primero en ir con su tabla a ayudarte. Estaba casi llorando cuando te vio salir del agua tosiendo, sin fuerzas y desesperada. Verónica, a JJ no le gustas. -hizo una pequeña pausa, preparándose para decir lo que estaba pensando- JJ está enamorado de ti, al igual que tú de él.

Las últimas palabras resonaron una y otra vez por mi cabeza, intentando analizar lo que dijo. Por ésta pasaron todos los recuerdos que tenía con él: las risas, los chistes, la marihuana, los golpes, las veces que fuimos juntos a hacer surf, o las que se quedó durmiendo en el sofá cuando su padre abusaba de su poder sobre él y lo maltrataba.

JJ y yo habíamos sufrido demasiadas cosas, y ambos habíamos acudido al otro cuando nos sentíamos destrozados, sin ganas de seguir con la mierda de vida que nos había tocado.

Y ahí, por fin, es cuando me di cuenta de todo.

Yo era el soporte vital de JJ, y ese rubio, era el mío.









Una película de Marvel. Eso es lo que veríamos.

La verdad, me alegraba bastante. Otro de mis hobbies era mi obsesión por las series y las sagas de películas, entre ellas Marvel (o Harry Potter, sin duda esas dos eran mis favoritas).

-Spider-Man: Homecoming -dijo JJ el título de la película, con una voz grave y tétrica.

No sabía cómo hablarle después de la charla que tuve con Kiara, estaba algo cohibida, intentando estudiar cada una de las palabras que le diría para no cagarla. Odiaba que me empezara a gustar alguien, y una de las razones era la que había citado anteriormente.

Un proyector iluminaba una gran lona blanca sujetada por postes con las palabras que leyó el rubio. La gente se sentaba en la fresca hierba verde, impaciente por empezar a ver a Tom Holland sin camiseta y a la guapísima Zendaya. La mayoría de las personas traía sillas, mantas y neveras con bebidas frescas, reservando sitios.

JJ llevaba dos sillas, una debajo de cada brazo; Pope llevaba otra; Kiara traía una mochila con frituras y comida para cenar; y yo cargaba con un par de mantas. Siempre me gustó sentarme en el suelo, para mí era más cómodo, así que también cogí una toalla de piscina que me encontré por casa.

No teníamos ni puta idea de dónde cojones estaba John B, pero no quisimos presionarlo. No haber encontrado el oro y haber podido terminar lo que su padre empezó debía de estar carcomiéndole el coco al pobre chaval.

-Qué bien que se siga haciendo esto -sonrió Kiara feliz, quitándole la silla a Pope y desplegándola en un lugar, para después dejar su mochila en ésta-. Paz, tranquilidad... y a disfrutar de la vida en Outer Banks, ¿no estáis contentos?

-Doy botes -susurró sarcástico Pope.

-Mi sofá es muy cómodo, para qué mentir. -comentó ahora JJ, igual de entusiasmado que el de tez negra, al mismo tiempo que abría las dos sillas a la vez y las colocaba al lado de la de Kie.

-Yo vine por Tom Holland. -me encogí de hombros haciendo puchero, extendiendo la toalla enfrente de las tres sillas. Miré a Kiara, la cual abrió la boca, pero sin emitir ningún sonido, diciéndome algo como: "Y por JJ". La maté con la mirada, asustada porque alguno de los chicos la hubiera visto y entendido.

-Vamos, Vero -me llamó la morena, indicándome que fuera con ella-. ¡Traeremos bebidas! -le gritó al par, esperando que la escucharan. Juntas caminamos hasta un puesto de refrescos-. Hola, ¿nos pone dos Pepsis, por favor?

-Y una Coca-Cola. -le pedí, para después dirigirme a Kiara- Team Coca-Cola siempre, Kie. Deberías saberlo. -la morena rodó los ojos y cogió las dos Pepsis que le había entregado el dependiente. Yo agarré mi bebida justo después.

-Hola, Kie. -una voz masculina hizo que ambas chicas nos giráramos hacia ésta- Oh, hola, Vero. Qué bueno verte. ¿Cómo te encuentras después de lo del palo de golf? -se burló. Kie me regaló una mirada confusa y un ceño fruncido, sin saber a qué se refería exactamente. Fui a pasar por delante de mi amiga, ese chico ya me había cabreado, pero la de rasgos mulatos puso su mano, impidiéndome el paso. Volví a mi sitio, mirándole amenazante, con ganas de matarlo.

-¡Hola, Rafe! -saludé con alegría fingida-. ¿Qué tal? ¿Tan capullo como siempre porque tus padres están demasiado ocupados como para prestarte atención? -Ahora fue el rubio quien se acercó peligrosamente a mí, pero respiró profundamente y se quedó en su sitio. Sonreí de lado, disfrutando la pequeña victoria que tuve.

-¿Cómo estás, Kiara? -le preguntó el de ojos azules intentando sonar interesado y apartando sus ojos de los míos, centrando su atención en la castaña.

-Bien.

-Guay, me alegro. -Rafe se inclinó hacia nosotras, susurrando lo que nos iba a decir a continuación-. Decidle a vuestro amiguito que sabemos lo que hizo. -Me congelé al oír sus palabras. Esperaba que lo que hubiese pensado no fuera lo que en verdad quería decirnos.

-Perdona, ¿de qué amiguito nos estás hablando?

-Él ya lo sabe. -El rubio rotaba la vista de una a otra, intentando intimidarnos, pero nuestras miradas eran peores.

-Rafe, por una vez, deja de entrometerte en la vida de los demás, ¿sí, cariño? -le pedí irónica, dispuesta a marcharme cuanto antes. Cogí la mano de Kie y la arrastré conmigo.

-Tan ruda como siempre, ¿eh? Pequeña Pogue, no has cambiado. Siempre amenazando, pero quedándose en su sitio sin mover ni un dedo.

Quise darme la vuelta y pegarle un buen puñetazo en esa cara de gilipollas, pero Kiara me agarró el brazo, impidiendo que hiciera lo que deseaba ahora con todas mis fuerzas.

-¡Adiós! -se despidió Rafe divertido.

-Gilipollas -murmuró mi amiga.

-¡Que te follen, aborto fallido! -exclamé bastante alto, procurando que me escuchara. Giré la cabeza hacia la morena-. Ahora vuelvo, voy a agitar esta Coca-Cola y a metérsela por el culo.

-Verónica, déjalo -me interrumpió mi plan maléfico contra el Kook-. No merece la pena. Y luego me tienes que contar a qué coño se refería con lo del palo de golf. -Palidecí levemente, pero asentí con la cabeza.

Volvimos al lugar donde estaban el rubio y el moreno, ambos hablando entre ellos y riéndose de probablemente las estupideces que soltaba JJ.

-Hemos visto a Rafe -informó Kiara entregándole una de sus bebidas al de ojos oceánicos-. Y ha dicho y cito textualmente: "Decidle a vuestro amiguito que sabemos lo que hizo". ¿A qué viene eso? -Abrí los ojos, dirigiéndoles una mirada de advertencia.

-¿Dónde está? -se apresuró a preguntar JJ, apretando su mandíbula marcada.

-Ahí detrás. -La castaña apuntó con su cabeza detrás de los chicos, para sentarse en la silla que quedaba libre. Enseguida hice lo mismo que mi amiga, pero fue sobre la toalla. Abrí la botella de refresco que me había dado el dependiente y bebí un sorbo, mirando la pantalla e intentando ignorar la situación.

-Genial, el escuadrón de la muerte -dijo Pope sarcástico después de girarse completamente hacia la banda de Kooks.

-No mires. -JJ agarró la cabeza del moreno y la giró hacia delante- Te lo advierto, tío: como me acorralen, me lío a hostias. Me pongo a repartir. Me tienen harto, ¿sabes? Y si no funciona, tengo esto aquí, ¿vale?

-Sí, sí... -susurró Pope, tranquilizándose a sí mismo-. Tenemos que permanecer unidos. No vendrán si estamos juntos.

-Como un banco de peces.

-Eso es...

-JJ, por favor, dime que no has traído un arma aquí -pidió Kiara, aunque la morena ya sabía la respuesta. El rubio no contestó-. JJ, hay niños.

-No, Kie. No me he traído el arma. Todo controlado, ¿de acuerdo? -la cortó el rubio, pero nadie le creyó.

-¡Bien, gracias! Muy convincente, me encanta, JJ -habló irónicamente Kiara, visiblemente molesta-. Es un principio básico. Nada de secretos entre Pogues. ¿De qué estaba hablando Rafe?

-Kiara. -Volteé mi cabeza a la vez que apoyaba la espalda entre las piernas de JJ-. Puede que se líe esta noche -sentencié.

-¡?Tú también sabes de lo qué hablan?! ¿Y qué significa que puede que se líe esta noche? -Kiara estaba confusa, enfadada y sin entender nada.

-Sois gilipollas, de verdad -les reprimí a los dos varones que había en el grupo, dándome la vuelta y mirándolos acusadora-. Os lo avisé, os lo avisé... ¿Y cuántas veces? Oh, sí. Más de cinco, chicos. Y encima JJ se enfadó conmigo por no estar de acuerdo con él una vez en la vida, por haber pensado en hacer lo correcto. ¡Os dije que traería consecuencias, par de tarados!

-Verónica, lo tenemos todo controlado. -intentó callarme JJ, firme.

-¡Claro que sí! Con una pistola y un delito que supone varios años en prisión entre manos. Controladísimo -susurré la última palabra y volví a mirar a la lona. La película empezaría en cualquier momento.

-Vero. -Giré la cabeza, observando a la que me había llamado.

-¿Sí, Kie? -sonreí sarcástica.

-¿Por qué Rafe te dijo algo de que "no habías cambiado"? -Puso voz grave cuando dictó las palabras del Kook, imitándolo.

Tragué saliva en seco, buscando algo coherente que decir, a la vez que notaba las miradas de JJ y Pope en mí, interesadas por el cotilleo. Parecían mi abuela difunta cuando escuchaba algún nuevo chisme.

-No sería nada, Rafe es imbécil. -fue lo único que respondí- La peli ya empieza, callaos. -susurré al oír como todo el mundo dejaba de hablar y miré nuevamente a la pantalla.

Por fin, ver a Zendaya y Tom juntos me confirmaría que ser hetero nunca fue una opción.








...








Aquí tienen el cap 12... Como ya vieron, por fin Verónica dejó su ceguera a un lado y se dio cuenta más o menos de lo que sentía por JJ, ¡AL FIINNNN RONNIE! Y yo que ya te había comprado unas gafas ;-;

Gracias por el apoyo, estoy oliendo ya 1K de visualizaciones.

¿Les sorprendió que Vero y John B salieran de pequeños?

No sé, pero yo exijo que Beatrice sea pana de Vero y . ¿Qué creéis vosotras?

Espero que les haya gustado, voten y comenten<3

Los leooo :)


•.* ʟᴜᴜ *.•

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top