── 𝐭𝐡𝐫𝐞𝐞.




⌗˚𓏲•🌿ʚ 𝖼𝗁𝖺𝗉𝗍𝖾𝗋 𝗂𝗂𝗂 ; 𝘶𝘯𝘢 𝘧𝘪𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘢𝘭𝘨𝘰... 𝘥𝘦𝘴𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘰𝘭𝘢𝘥𝘢.







Kiara y Pope me acompañaron a mi casa ya que les pillaba de camino del sitio a donde iban a coger el barril de cerveza para la fiesta. Al llegar a mi dulce hogar y echarle un vistazo al jardín suspiré aliviada, la perra de Agatha no había causado casi ningún daño, tan solo un árbol caído, pero no tenía importancia.

Cogí la llave de casa que siempre llevaba en mi bolsillo y abrí la puerta. Enseguida un olor a aceite caliente y bacon inundó mis fosas nasales. Me acerqué a la cocina, de donde provenía dicha esencia.

—¡Tía Eva! —la saludé, abrazándola por detrás. Ella dejó la espátula con la que hacía su huevo frito, se dio la vuelta y besó mi frente mientras me devolvía el abrazo con una dulce sonrisa.

—¡Hola, cariño! ¿Qué tal te fue?

—Bastante bien, hemos estado todo el día limpiando el jardín de John B, la tormenta ha querido dejar huella —inventé una excusa rápida y convincente.

Ese era uno de mis talentos: mentir. Siempre se me había hecho fácil formular algo coherente y que los demás se crean sin hacer preguntas en menos de dos segundos; pensaba con tanta rapidez que no dudaban en creerme. Otro truco era no desviar nunca la mirada de los ojos del otro. Si lo hacías, te notaría nervioso y es más probable que sepa que le estás mintiendo.

—¿Vas a cenar aquí? —me preguntó mi tía—. Lo digo porque solo he hecho para mí, pero te puedo preparar enseguida...

—No hace falta. Los chicos y yo hemos organizado un barril en la playa y supongo que llegaré tarde.

—De acuerdo, sin problema.

Eva solía dejarme hacer lo que quisiera, me daba mucha libertad, por eso nunca le pedía permiso, porque sabía que diría que sí. Es la mejor.

—Voy a cambiarme, que me están esperando.

Me dirigí al cuarto de baño y me di una ducha rápida para refrescarme y no sentirme una cerda. La higiene era muy importante para mí. No soportaba tener el pelo sucio, oler mal, o no poder lavarme los dientes después de comer algo. Me estresaba. Por eso me duchaba todos los días y siempre me aseguraba de salir de casa con cinco litros de colonia encima y los dientes blanquísimos.

Cogí lo primero que vi en el armario: un crop top rojo, unos vaqueros negros (obviamente cortos, hacía mucho calor) y mis converse básicas.

Desenredé mi pelo con un cepillo lo más rápido que pude y decidí que lo dejaría secar al aire libre. Sin más tiempo que perder, me despedí de mi tía y me eché una carrera hacia el Château. Estaba más que segura de que todos estarían ahí y yo era la única que faltaba, cómo no. No me gusta la impuntualidad, pero no sé cómo lo hago que nunca llego a la hora acordada.

—¡Al fin llegó la reina! —exclamó con ironía JJ nada más verme entrar por la puerta del porche, exhausta—. ¿Has venido nadando?

—Cierra la boca, me acabo de duchar. —Lo miré lo más mal posible—. Algo que deberías probar algún día, por cierto.

—Qué graciosa. —Me sonrió falsamente de brazos cruzados y yo le devolví el gesto.

—Será mejor que nos vayamos —decidió John B, harto de nuestras peleas de niños de diez años.

Juntos nos encaminamos hacia la playa, a tan solo unos tres minutos andando. JJ y John B llevaban el barril, Pope los vasos, Kiara la manguera que conectaríamos a la cerveza para servir y yo mis asombrosas ganas de comer algo. Me encantaba ayudar.

Cuando por fin mis pies tocaron la arena, observé el lugar. Había algunos troncos secos caídos gracias a nuestra amiga Agatha, pero por otra parte nos servirían de asientos. Movimos varios, haciendo una especie de circulo en cuyo centro está el tesoro; es decir, el alcohol.

Los siguientes minutos nos los pasamos sirviéndonos, apuntando la manguera a la cara de otros, riendo, jugando... disfrutando como niños.

Media hora después en la playa había unas treinta personas. Los rumores en esta isla se extendían con rapidez, y más si se trataba de una fiesta con cerveza gratis y sin vigilancia adulta.

Treinta minutos, tres vasos de cerveza llevaba. Era mi bebida favorita, una adicta me podría considerar. De todos modos no me preocupaba, sabía controlarme y además me tardaba en hacer efecto. Podría beberme otras tres y seguiría como una rosa... casi.

John B entregó otro vaso.

La gente no paraba de llegar. Y venía de todo tipo: Pogues (nosotros), los Kooks (una banda de inadaptados pijos y malcriados) y los turistas o turi-lerdos, que no se enteraban ni del clima y solo venían a pasar aquí una semana con su familia.

A los dos minutos me vi sola en el puesto de servir. Me sentía como una camarera, pero no me molestaba; me gustaba ver las caras de la gente, socializar con ella, etcétera. Mi compañero había decidido reemplazarme por una turista rubia y buenorra, con la que ahora estaba hablando, ambos algo alejados del jaleo.

—No pierdes el tiempo, John B —susurré con una sonrisa ladina, mirándolos de reojo.

Luego busqué a mis otros amigos, que hacía varios minutos que no sabía de ellos. Enseguida los localicé.

Kiara estaba cerca de mí hablando con un chico sobre los signos zodiacales.

Muy Kie de su parte.

JJ se encontraba un poco más alejado, entre un gran grupito de gente que lo escuchaba con atención. Seguramente estaría contando alguna anécdota graciosa que le hubiera ocurrido.

Mientras tanto, Pope hablaba con una chica sobre cadáveres. Tampoco me sorprendió.

El chico parecía entusiasmado, pero la muchacha estaba asqueada.

Pobre chaval, nadie lo entendía. A veces sentía lástima por él. Ojalá que algún día encontrara a la persona correcta para dialogar sobre esos temas que tanto le interesaban sin parecer un friki.

Dejé de vigilar al moreno cuando sentí una mirada posada en mí. Una mirada potente, que me atravesaba el cuerpo, que quemaba.

Qué asco.

Rafe Cameron.

Rubio, ojos azules, un Kook, un clasista de mierda, un prepotente, un niño de papi. Un gilipollas. Lo odiaba con todas mis fuerzas.

—¿Cómo tan sola, pequeña Pogue? —preguntó después de ver mi cara de asco.

—Ya sabes lo que dicen: mejor sola que mal acompañada —respondí, llenando su vaso de cerveza y dándoselo, esperando que tras eso se marchara.

—Antes no eras así conmigo —susurró inclinándose hacia mí misteriosamente—. ¿O no te acuerdas?

—Vaya, los rumores de que te fumas algo van a acabar siendo ciertos —contraataqué, dándole un sorbo a mi cerveza y alzando las cejas, con mis ojos fijos en los suyos, imponiendo seguridad.

—¿Alguna vez dejas de estar a la defensiva?

—Sí, suele ser cuando la persona con la interactúo me cae bien. Pero a ti te detesto, así que lárgate.

Me mantuvo la mirada firme durante unos cuantos segundos, esperando a que la apartara o me sintiera intimidada, pero aunque me sintiera así jamás iba a demostrárselo.

Finalmente, sonriendo con suspense, se marchó, y por fin pude soltar un suspiro de alivio.

Estaba caminando entre la gente centrada en mi bebida (me sentía algo mareada ya, pero podría sobrevivir, la fiesta todavía no había empezado) cuando siento que me empujan por detrás, tirando un poco de cerveza en la arena.

—Ostia, perdón. —La voz se disculpó y me di la vuelta, mirando por primera vez a la persona.

Era un chico con pelo castaño tirando a rubio y ojos azules brillantes, me sacaba media cabeza. Piel clara y facciones marcadas. Vestía con una chaqueta de cuero abierta que dejaba ver sus definidos abdominales, unos vaqueros y unas deportivas negras.

Vaya, si no podía conseguir a Leonardo DiCaprio me tendría que conformar con este, que tampoco estaba nada mal...

—No... importa —dije lentamente dándole un descarado repaso que no pasó desapercibido por él debido a que lo vi sonreír y alzar una ceja.

—¿Cómo te llamas? —preguntó olvidando el pequeño momento de hace unos segundos y tratando de entablar una conversación.

—Verónica, ¿y tú?

—Soy Zac. —Me sonrió—. ¿Vives por aquí? —El chico tomó un sorbo de su vaso de cerveza y me miró curioso, esperando mi respuesta.

—Sí, soy de la zona sur. —Fruncí los labios levemente con fastidio, ya me gustaría a mí ser de la otra parte de la isla y estar todo el día tomando el sol en una hamaca del jardín con piscina de mi mansión—. Los pobres o Pogues, según los Kooks. Supongo que serás un turista, no te he visto por aquí antes.

—Exacto. Vine con mi familia para pasar aquí el verano con mis tíos.

—Pues sé bienvenido a Outer Banks, el lugar en el que los ricos son unos clasistas de mierda que solo les importan ellos mismos y las 10 prendas de ropa que se compran cada semana, mientras que la zona obrera se parte las manos trabajando y apenas puede pagar la hipoteca cada mes.

—Vaya, era más... —trató de encontrar una palabra que lo describiera, pero no lo consiguió—. En el folleto. —Reí y bebí de mi cerveza. Comenzamos a caminar por el lado de la playa.

—Oye ¿y qué edad tienes? —pregunté interesada.

—Diecisiete, ¿y tú?

—Dieciséis —respondí y él sonrió.

—Guay. ¿Entonces eres Pogue?

—Me gustaría decir que no, pero no me gusta mentir. —En realidad mentir era una de mis pasiones pero hay que quedar bien.

—No te preocupes. Yo supongo que soy un Kook, porque nos hemos ido a la casa de mis primos y ellos son muy ricos.

—Vaya, pues no pareces un Kook. No te ofendas —aclaré rápidamente—, no me refiero a ropa y eso, sino a que me has caído bien.

El de ojos azules rio abiertamente y bebió de su cerveza. Quedamos en un silencio algo incómodo. Paré de caminar y miré al mar. Por el rabillo vi que Zac hacía lo mismo.

-Amo el mar. -comenté- Siempre que me estreso o enfado vengo aquí. Las olas me calman y hacen que mis ganas de pegarle en la cara a alguien se reduzcan.

—Recuérdame que no te hable cuando estés furiosa. —Reí nuevamente y lo miré.

—Nunca pensé que me llevaría bien con un Kook. —Él no respondió, solo hizo que las comisuras de sus labios se curvaran hacia arriba—. Estamos lejos de la fiesta. Deberíamos volver, ¿no crees?

El sol empezaba a esconderse, dentro de una media hora ya habría oscurecido.

—Sí, tienes razón. Vamos. —Caminamos de nuevo y me senté en uno de los troncos. Él lo hizo a mi lado izquierdo.

—¿Y quiénes son tus primos? Me ha dado curiosidad —pregunté y llené mi quinto vaso de cerveza. Soy una de las personas de la isla que aguanta mejor el efecto del alcohol. A pesar de encontrarme algo mareada por haberme bebido cuatro vasos, podía tranquilamente tomar otros tres y seguiría consciente, o al menos eso me gustaba pensar.

-No sé si los conocerás. Son... -los gritos victoriosos de la gente de al lado nos distrajeron. Era JJ, competía con la misma chica rubia de la cabaña de esta mañana (Meredith, creo) a ver quién se bebía la cerveza más rápido.

—¿Quieres ir? —me dijo observando mis ojos, que parecía que desprendían ganas de participar. Asentí enérgicamente.

—¡Muevan sus traseros, perras!, ¡ha llegado la que machará al Rey de las Cervezas! —grité cuando terminaron de competir Meredith y JJ.

La rubia se movió sonriéndome y susurrándome buena suerte. Esa chica me caía genial, la había visto varias veces de lío con JJ y era súper maja. Por desgracia, seguro que para el rubio solo sería una más para la lista. Qué pena, la verdad; cuando quiera algo serio se habrá quedado sin mujeres y todas lo mandarán a la mierda, aunque bien merecido lo tendrá que cabrón.

De todos modos, me senté en su lugar y le sonreí a JJ.

—Segura, ¿Wade? —se burló él, dando por hecho que iba a machacarme, pero yo tenía otros planes.

—¿Seguro tú, Maybank? —pregunté desafiante y con una sonrisa torcida.

Ambos entrelazamos nuestros brazos derechos y cogimos dos vasos de cerveza bien llenos que nos ofrecieron los que veían la "carrera".

—Bien, a la de tres. —Oí la voz de Mason, un amigo Pogue—. Una, dos... ¡tres!

JJ y yo comenzamos a beber lo más rápido que pudimos. Después de 10 segundos, tiré mi vaso, victoriosa.

-¡Oh, mierda! -se quejó JJ y tiró su vaso al suelo, al cuál le quedaban un par de sorbos.

Alcé los brazos y grité victoriosa mientras bailaba raramente. JJ me sacó el dedo y yo le saqué la lengua.

Me encantaba ganar, pero cuando no lo hacía, era muy mala perdedora.

—Quiero la revancha —sentenció el rubio señalándome con su dedo índice, a lo que yo alcé los brazos en señal de rendición pero sin dejar de festejar mi victoria—. Pero antes iré a darle un vaso a John B.

—¡Que trates de retrasar la próxima ronda no significa que te vayas a librar! —le recordé y JJ volvió a enseñarme su precioso dedo corazón con una sonrisa irónica.

Después me giré a buscar a Zac —se me había olvidado que estaba con él antes— y lo vi detrás de mí, sonriendo.

-Enhorabuena, Verónica. -me felicitó el de ojos azules- Creo que no deberías beber más, vas a acabar fatal mañana.

—No temas, controlo el tema del alcohol. —Me encogí de hombros—. Aunque gracias por preocuparte. —Sonreí.

—Está bien, pero no te pases. —Miró detrás de mí—. Me llama mi primo. ¡Hablamos luego! —se despidió y yo, sin decir una palabra, sonreí y me fui a donde estaba JJ.

—Mira, John B —escuché al de ojos oceánicos hablarle a nuestro mejor amigo y mostrarle la cerveza—. ¿Quieres? —le ofreció el vaso que le sobraba. Me acerqué por detrás a ellos y los saludé a ambos.

—Hola, Vero —John B sonrió. En cambio, JJ solo hizo un movimiento con la cabeza a modo de saludo.

—¿Sigues picado porque te he ganado? —JJ echó la cabeza hacia atrás riendo.

—Ha sido la suerte del principiante.

—Ya veremos cuando te machaque la próxima vez.

—Ahora voy, pero antes espera y mira. —Se giró hacia su izquierda, igual que yo, y pude ver a la princesa Cameron y su plasta novio Topper caminar a nuestro lado. JJ la paró—. ¿Quieres una, Sarah?

-No, gracias. -respondió amablemente Sarah. La verdad, no he hablado nunca con ella, pero me alegra que nos muestre respeto.

—Oh, ¿no es lo suficientemente pija? —se burló JJ. Le di un pequeño codazo en las costillas para que cerrara la boca.

—No, no...

—¿Sabes qué? —interrumpió Topper—. Me la quedo yo. —Intentó cogerla pero JJ la apartó.

—No, se lo he preguntado a ella. Y como tú no me lo has pedido por favor.

—Oh, pedido por favor...

—Sí, si lo hubieras hecho...

Eso pasó tan rápido que no me dio tiempo a ver muy bien, pero Topper hizo no sé qué cosa haciendo que JJ tirara el vaso que le ofreció a Sarah en la cara y en la camiseta. El rubio reaccionó rápido y se acercó amenazante, agarrándolo de la camiseta.

—¡Me parto contigo, macho! —gritó mi amigo.

—Eh, eh... —lo calmó John B.

—¡Putos Pogues! —gritó el Kook. Ahora me dirigí yo dispuesta a pegarle un puñetazo, pero el de ojos verdes se me adelantó y lo hizo primero.

-¡Tíos! ¡Dijimos que no íbamos a liarla! -gritó Pope acercándose.

Nada más reprimírnoslo, Topper le devolvió el golpe a John B, tirándole al agua.

-¿¡PERO QUÉ HACES!? -grité siendo retenida por Kiara- ¿¡Te has vuelto loco!?

—Venga, John B —se burló de Routledge—. No querrás que te ahogue como a tu viejo.

Intenté soltar la mano de Kiara, pero ella me apretó con fuerza.

John B corrió hacia Topper tirando a los dos al mar. Empezaron a golpearse en los costados, ninguno dispuesto a abandonar la pelea.

—¡Ya vale! —gritó Kie. Sarah también gritaba porque pararan, asustada y alterada.

John B tiró a Topper al agua y salió fuera. Lo miró amenazante.

—¡Venga, Topper! ¿A qué esperas, cabronazo?

Cuando mi amigo iba a atacar, el rubio lo embistió y cayeron al agua. En un rápido movimiento, Topper se puso encima apretando con su mano la cabeza a John B, ahogándolo.

—¡Mierda! —chillé. Mi ira hizo que Kiara me soltara.

Corrí hasta Topper y le pegué una patada en el costado, tirándolo al mar.

-¿¡Eres gilipollas!? -el de ojos azules se levantó pero le pegué un puñetazo con toda la fuerza que pude en la cara, tirándolo por segunda vez- ¡LO IBAS A AHOGAR, IDIOTA! -me senté encima de él y le pegué puñetazos repetidas veces.

—¡Verónica, para! —Kiara y Sarah me gritaron al mismo tiempo.

Me levanté lentamente, le pegué otra una última patada y corrí hacia John B.

—¿Estás bien? —Lo cogí de las manos para ayudarlo a él.

En eso siento un empujón fortísimo en mi espalda, que hace que caiga de frente al mar sin darme tiempo a colocar las manos. Me puse de rodillas para sentir un líquido caer de mi nariz. La toqué y vi rojo. Me sangraba la nariz por el orificio derecho.

-¡Aprende a no meterte en peleas, zorra!

Me giré y vi a Topper volviendo a ahogar al castaño mientras me gritaba. JJ apareció con... oh, no... el arma en las manos. Puso la pistola en su nuca, y pude ver la expresión de terror de Topper en su cara, mientras ponía las manos a sus lados.

-Sí, es lo que crees. -dijo JJ mientras todo el mundo corría fuera de la playa al verlo con el arma- Tú decides, colega.

—JJ... —susurré levemente acercándome.

Me miró con furia en sus ojos, y al ver el hilo rojo cayendo sobre mi boca, noté como presionaba con más fuerza la pistola.

—JJ, déjalo —pidió mi amiga morena.

—¡JJ, suelta la pistola! —gritó la novia de Topper.

—¿Has dicho algo, princesa?

—¡Que sueltes la pistola! —repitió la rubia llorando. JJ aflojó el agarre y Sarah fue a donde Topper.

-¡ESCUCHADME TODOS! -gritó JJ- ¡Marchaos de nuestro lado de la isla! -acto seguido pulsó el gatillo de la pistola y sonaron dos disparos. Me estremecí al oír el ruido. Los chillidos de la gente continuaron mientras la playa se vaciaba.

—¡¿Te has vuelto loco?! —Pope empujó a JJ, y luego lo hizo Kie—. Idiota. ¿A qué coño ha venido eso?

—Le he salvado la vida —le gritó de vuelta el rubio—. ¿Te enteras? ¡Casi lo ahoga, joder!

—¡Gilipollas! Lo vas a estropear todo.

Ignoré la discusión de mis amigos y corrí con el recién casi-ahogado. Me tiré de rodillas colocándome enfrente suyo, y cogí su cara entre mis manos.

—Dios mío. ¿Estás bien? —pregunté mirándolo a los ojos. Tenía algún rastro de sangre por la cara y los ojos medio cerrados por lo que le acababa de suceder.

—Sí, Ronnie... —Lo abracé escondiendo su cara en mi pecho y puse mi cabeza encima de la suya. Él rodeó mi espalda con sus brazos.

-Casi te ahoga. Juro que lo mataré, lo mataré... -planeé sin dejar de abrazarlo, casi con lágrimas en los ojos.

—No pasa nada, mira lo que te ha hecho. —Se separó y me miró.

-Eso no me importa, John B. -dije mientras me limpiaba la sangre restante- Si te hubiera llegado a ahogar... Es que lo mato, lo descuartizo vivo...

John B sonrió y vi como se le cerraban los ojos y caía desmayado.

—Mierda. —Volví a levantarlo— ¡Dejad vuestra estúpida pelea y venid a ayudarme, joder! —les grité a mis amigos.

Vinieron todos corriendo, excepto JJ, que se fue hasta donde la furgoneta, con la cabeza agachada.

Tendría que hablar con él.








...








¿Soy la única que ve una especie de ship entre Verónica y John B?

Jónica (Yónica) vibes okno soy muy mala poniendo nombres.

Los leooo :)


•.* ʟᴜᴜ *.•

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top