── 𝐭𝐞𝐧.
⌗˚𓏲•🌿ʚ 𝖼𝗁𝖺𝗉𝗍𝖾𝗋 𝗑 ; 𝘻𝘰𝘯𝘢 𝘥𝘦 𝘬𝘰𝘰𝘬𝘴.
Observé como John B y Kie jugaban a aguantar la respiración bajo el agua. El castaño salió primero, y pocos segundos después lo hizo la morena. Kiara le sacó la lengua divertida, ganándose una aguadilla por parte del chico. Cuando mi amiga salió del agua intentó hacer lo mismo, pero John B tenía bastante más fuerza y la ahogó de nuevo a ella. Kie le tiró agua amistosamente y el de ojos verdes le devolvió la salpicadura.
Bebí un sorbo de mi cerveza apoyada con los brazos en la viga de madera del muelle. Mis amigos parecían novios, aunque el beso que tuvieron fuera incómodo debido a lo acaramelados y tiernos que se veían juntos. Giré mi cabeza a la izquierda, encontrándome con la pierna de Pope tensa. El chico estaba encendiendo y conectando la cámara al dron, porque decía que quería aprender a utilizarlo antes de ir a buscar el Merchant.
-¡Hey, chicos! -llamó el moreno a los que nadaban juguetones en la marisma-. ¿Podéis bajar y hacer algo enfrente de la cámara para ver si funciona?
Sin responder, los dos se sumergieron en el agua. Me levanté y miré por la pequeña pantalla en los controles de Pope, y me fijé en como hacían poses graciosas, sacaban el dedo o saludaban riéndose.
Miré a JJ y él me miró a mí con una sonrisa graciosa, entendiéndonos mutuamente.
Nos pusimos al lado de Pope y empezamos a toquetear cualquier botón para molestarlo. El de piel oscura nos quitaba las zarpas de encima con un fuerte manotazo, pero seguimos un tiempo más jodiéndole.
-Dios bendiga a los frikis. -reí por la frase de JJ mientras dejaba mi lata de cerveza en el suelo- De verdad, tío. ¿Cómo controlaríamos un dron sin ti?
-Técnicamente es un vehículo teledirigido...
-Calla, calla -lo cortó el rubio, harto del empollón y sus explicaciones científicas-. Es demasiado temprano. -Asentí y JJ se acercó a mí por detrás-. ¿Sabes para lo que no es temprano?
-Ilumíname -dije irónica, dándome la vuelta y mirándolo a los ojos con una ceja alzada y mis brazos cruzados.
-¡Un buen chapuzón! -mientras el de ojos oceánicos lo decía, me cogió por las piernas y la espalda, como a una princesa.
-¡¿Qué?! ¡JJ, no! ¡No! ¡Ni se te ocurra! -grité aferrándome a su cuello, pero igualmente me lanzó al agua y me tuve que soltar del agarre-. ¡JJ, me cago en...! -Dejé de hablar ya que había chocado con el agua. Al menos estaba en bikini y no me había mojado la ropa.
Emergí y respiré aire, para seguidamente enseñarle el dedo corazón al rubio. Nadé hasta las escaleras del muelle, aún con JJ y Pope riéndose de mi estrepitosa caída.
-¡Ha estado de puta madre! -comentó alucinado Pope, mirando la pantalla.
-¡Ya ves! -le siguió el de ojos claros- ¡Se ha visto como si fuera a cámara lenta!
Sonreí sarcástica mientras apoyaba ambos pies descalzos en la madera de la construcción y me escurría el pelo. Miré a JJ sin ninguna expresión en la cara y me acerqué a él. El rubio debió de ver mis intenciones, por lo que empezó a correr hacia el Château. Se tropezó torpemente con sus propios pies y cayó al suelo de morros.
-¡Toma! -me burlé agachándome frente a él y quedando a centímetros de él- Por hijo de puta.
Lo ayudé a levantarse y fuimos nuevamente a donde se encontraban los demás.
-... las imágenes del barco, se las llevaremos a un abogado y las notificaremos -oí decir a John B, al mismo tiempo que nadaba hacia las escaleras.
-Vaya mierda -se quejó el rubio frunciendo los labios, poniendo ambas manos en la barandilla para apoyarse-. ¿Por qué hay que hacer eso?
-Porque existe la ley de salvamento marítimo -respondió Pope, colocándose al lado del rubio-. No puedes bajar al fondo del mar y coger lo que te dé la gana.
-Ya, ya... Pero los abogados no son baratos.
-Si ven las imágenes lo harán a cambio de una comisión -informó el ojiverde.
-¿Y tú como lo sabes? -frunció el ceño Kiara.
-John B, tío. Tenemos dieciséis años, ¿crees que los servicios de Outer Banks nos creerán?
-Mirad, mi padre me lo dijo muchas veces -nos explicó John B-. Y aquí a la gente le da igual si tenemos dieciséis, doce o cincuenta años, solo les importa la pasta que cobrarán. -Me miró a mí, teniendo el cuenta que era yo la que había hecho el comentario, y asentí levemente con la cabeza dándole la razón a mi mejor amigo.
-Entonces... vale -aceptó Kie y puso un pie en las escaleras para subir al muelle.
-El cable es demasiado largo -nos advirtió el de tez morena algo descontento.
-Pues llegaremos de sobra, ¿no? -Me encogí de hombros sin entender el problema, apoyando los brazos en la barandilla, al lado derecho de JJ.
-Si hace mal tiempo, podría moverse mucho. -Exclamé un "ohh", dándome cuenta de ese detalle.
-Saldremos cuando esté más calmado -se decidió John B.
-¿Marea muerta? -preguntó Kiara mirando al horizonte, quedándose en medio de las escaleras.
-Tendremos que esperar a que haga buen tiempo -respondió Pope-. Y hoy no es el día más adecuado.
Miré el cielo y asentí con la cabeza. Había nubes grises y se acercaban a Outer Banks. Llovería y no sería del todo seguro ir a buscar el Royal Merchant. La tierra estaría removida debido al oleaje que el viento causaría y la cámara del dron no captaría bien las imágenes. Sería más difícil encontrarlo.
-Buenos días, Heyward. -saludé alegre al padre de Pope mientras saltaba al barco. En éste ya había varias bolsas de alimentos empaquetados, esperando a ser entregados.
-Buenos días, Verónica -dijo de vuelta el mayor extendiéndome con sus brazos dos bolsas, una en cada mano. Las cogí y me di la vuelta para colocarlas en la mesa donde ya había unas cuantas. Al girarme, me choqué con un cuerpo, miré hacia arriba y vi a JJ sonriéndome divertido.
-¿Qué haces aquí, JJ? -le pregunté al chico sin mirarlo, al mismo tiempo que dejaba los comestibles en su lugar.
-Es lo mismo que me pregunto yo -dijo Heyward cuando me volteé nuevamente a verlos. Al padre de Pope no le gustaba la presencia de JJ, creía que era una mala influencia para su hijo, y bueno, tampoco se equivocaba.
-Nos está ayudando hoy, tenemos mucho que hacer. -Pope salió de la cabina del bote.
-Bien, chicos. -nos llamó el padre del moreno- Llevad estos pedidos a Figure Eight y volved directamente cuando hayáis terminado. ¡Nada de pescar!
-No se preocupe, señor Heyward. -lo tranquilicé cogiendo otras dos bolsas y poniéndolas encima de la mesa- Haré que no holgazaneen.
-Espero que lo consigas, Verónica. -agarró otras dos bolsas y cuando se volvió se encontró a JJ con los brazos estirados- Oh, JJ, gracias... hijo de perra. -susurró lo último.
-Tendremos cuidado, papá. -El de tez oscura puso los ojos en blanco, cansado de los sermones de su padre-. No es como si esto me lo repitieras cinco veces cada vez que hacemos alguna entrega -ironizó.
-Si lo hago es porque no confío del todo en que no os distraeréis a mitad del camino, ¿no? -Reí, Heyward podría parecer pesado, pero tenía toda la razón del mundo-. Ahora, id.
JJ se encargó de recoger la cuerda que nos mantenía atados al muelle, y comenzamos a navegar por las marismas.
Cogí la lista de lugares donde tendríamos que entregar algunos pedidos mientras apoyaba la cadera en la mesa. Apreté un poco más mi gorra verde militar contra mi cabeza, ya que notaba que se estaba desprendiendo debido al viento, y no quería perderla. Hacía un par de días que no sabía de donde había salido esa prenda, pero era cómoda y me gustaba como me quedaba, así que me la pondría más a menudo.
Me alegraba de haberme colocado fuera del barco. Con el viento y la distancia que tenía de ese par, me era imposible escuchar las idioteces por las que peleaban. Pude observar que ahora mismo estaban comenzando una discusión cuando alcé la vista del papel y los miré. Pope agarraba con una mano el volante y con la otra hacía gestos exagerados, y JJ, a su derecha, estaba moviendo ambos brazos. Parecía indignado, probablemente porque el moreno no la hubiese dado la razón en uno de sus estúpidos comentarios. Negué con la cabeza mientras sonreía y volví a mi trabajo.
-Así que, ¿"harás que no holgazaneemos"? -se burló JJ saliendo de la cabina unos minutos después de su drama con el de piel chocolate. Lo miré entrecerrando los ojos y frunciendo los labios y sin decir una palabra. Continué leyendo los nombres de las personas y colocando las bolsas en orden para que luego fuera más fácil y rápido entregarlas. El rubio puso su mano en la cadera, sonriendo gracioso-. ¿Desde cuándo te vuelves tan angelito de la noche a la mañana?
-Deberías agradecérmelo, rubio. -Dejé el papel debajo de una de las bolsas para que no se volara, me quité la gorra dejando a la vista mi pelo recogido en una coleta alta y la coloqué en su pecho haciendo presión-. Si no estuviera con vosotros, Heyward no dejaría que te montaras a su barco y tuvieras las posibilidades de arruinarle la entrega. Pero como confía en mí y sabe que no dejaré que la cagues como haces siempre, ha dejado que te quedes. -Sonreí y me puse la gorra nuevamente.
-Esa gorra es mía. Lo sabes, ¿no? -Abrí los ojos como platos, perpleja, pero traté de disimularlo.
-Pues que pena. No sé cómo ha llegado a mis manos, pero ahora me pertenece a mí. -Le guiñé un ojo-. Es bastante chula, me gusta mucho.
-A mí me gusta como te queda. -JJ me dedicó una sonrisa ladina, para después volverse a mirar los pedidos y ordenarlos, como estaba haciendo yo antes.
Me había quedado paralizada y sin palabras ante lo que dijo el de ojos azulados, y no tardé en sentir como mis mejillas comenzaban a calentarse. Aparté la mirada del rostro concentrado de JJ, intentando olvidar lo que había pasado.
Pero no podía, había tenido una sensación extraña en la barriga, como la que noto cuando tengo hambre. Pero esta era diferente, y no era por falta de alimento. Nunca me había ocurrido algo parecido, y no encontraba las palabras para definir lo que había sentido.
El barco se detuvo, por lo que mis pensamientos también tuvieron que hacerlo. Pope me preguntó si yo quería hacer la primera entrega y acepté, andar me serviría para despejarme.
Cogí el par de bolsas primeras en la mesa que JJ me entregó y las agarré. Salté al muelle y caminé hacia la casa de... mierda.
No, no, no, no, no.
¿Por qué acepté hacer esta entrega?
Volví a leer el nombre de la familia, asegurándome de que no lo había entendido mal.
Familia Cameron, Figure Eight.
Mierda, ojalá me hubiera equivocado. Caminé por las calles observando mi alrededor. Los chalés y mansiones más lujosas que te pudieras imaginar estaban allí, en la zona Kook de Outer Banks. Todas tenían al menos una piscina y un jardín de casi 100 metros cuadrados. Los grandes ventanales debían iluminar la casa, sin necesidad de que la gente gastara dinero en luz. Me desanimé bastante. Todas esas grandes casas en perfecto estado, como si el huracán nunca hubiera pasado por allí, y la otra parte de la isla casi en ruinas, pero los ricos solo pensaban en sí mismos y el dinero.
Y entre quejas internas y ganas de acabar con esa mierda de clasismo e injusticia, llegué a la puerta de la gran mansión de los Cameron. Respiré profundamente y toqué el timbre, y este resonó por toda la casa con esa melodía característica. Crucé los dedos, rezando por que no me tocara ver ni a Rafe ni a Sarah.
Rafe, porque lo odio. A Sarah no la desprecio, pero sería demasiado incómodo hablar con ella.
La puerta se abrió, dejando ver a una figura musculosa sin camiseta, con pantalones de chándal grises y unas zapatillas deportivas. Tenía el pelo rubio despeinado y los ojos azules...
Pero no era Rafe Cameron.
-¿¡Zac!? -pregunté completamente perpleja, con los ojos como platos. Si en ese momento hubiera tenido un espejo a mano para mirarme, juraría que me encontraría con mi mandíbula arrastrándose por el suelo.
-¡Verónica! -El rubio sonrió feliz al verme y se quedó mirándome.
-¿P-por qué estás aquí? -balbuceé torpemente, sin mover ni un solo pie del suelo.
-¿Recuerdas que te dije que estoy de vacaciones en casa de mis primos? -dijo sarcástico, sin borrar la sonrisa con dientes que me regalaba.
-¿Eres primo de los Cameron? -mi pregunta sonaba muy estúpida, pero aún no podía creerme que Rafe y él tuvieran la misma sangre.
-Eh... sí. ¿Estás bien? -Le tendí las bolsas y el chico las cogió, para dejarlas detrás de él, en el suelo.
-Sí, sí... -murmuré algo avergonzada-. Solo me había sorprendido, no esperaba que fueras primo de Sarah y... Rafe.
-Pues sí, sí lo soy. -Se hizo para un lado y me señaló con un brazo que entrara. Negué rápidamente, con mi mente trabajando para buscar una excusa e irme-. Pasa, no te preocupes. Solo siéntate y toma algo de agua, parece que te ha dado un golpe de calor. -Soltó una leve carcajada y yo se la correspondí, algo incómoda.
Al entrar, a mi derecha había una cocina con una encimera en medio de ella y varios taburetes alrededor. Me senté en uno y Zac se apresuró a coger un vaso y llenarlo con agua fría del grifo. Me lo entregó sonriendo y se puso enfrente de mí, apoyando los brazos en la mesa y descansando sobre ellos.
Bebí un sorbo y suspiré soltando todo el aire. Lo miré a los ojos y sonreí más calmada. Zac era un buen chico y merecía que fuera amable con él. Mi vista bajó hacia su pecho y abdomen desnudos, los cuales tenían una capa reluciente de sudor. Debía de haber estado haciendo ejercicio. El rubio alzó una ceja divertido y rió levemente.
-Perdón porque me hayas pillado así, estaba entrenando y oí el timbre... -se disculpó con algo de rubor en sus mejillas y con una tímida sonrisa.
-No te preocupes, de todos modos, yo ya me tengo que ir... -Me levanté del taburete y caminé hacia la puerta.
-¡Espera, Vero! -Me di la vuelta nerviosa. Odio decirlo, pero ese chico me hacía sentir algo intimidada. Lo marcados que tenía los bíceps y su tableta me mantenían algo hipnotizada-. Te daré el dinero. -Sin esperar una palabra más, subió corriendo las escaleras de la casa.
Golpeé mi pie al ritmo de la canción que sonaba por mi mente y jugué con el dobladillo de mi vaquero blanco corto, al mismo tiempo que observaba a mi alrededor. Joyas, objetos artesanales valiosos y únicos, mobiliario lujoso...
-Aquí tienes. -Zac bajó lo más rápido que pudo las escaleras y me dio dos billetes de cincuenta y uno de veinte-. Hace mucho que no nos vemos... y quería saber si irás a la fiesta Estival que celebramos todos los años la gente de Figure Eight.
-La verdad, no estaría mal... pero odio el hecho de tener que utilizar vestido y también el de que se celebre una fiesta cuando la zona pobre está en pedazos... no me parece adecuado. -me excusé mirándome los pies, visiblemente nerviosa.
-Lamento mucho lo que estáis sufriendo, pero piénsatelo, por favor. Vendrías con mi invitación y será divertido. -Sonrió esperanzado.
-Me lo pensaré, Zac, te lo prometo. -Le di una mirada reconfortante y me despedí de él. Él me dedicó una sonrisa pura y sincera, para después cerrar la puerta.
En cuanto lo hizo, suspiré pesadamente y comencé a caminar hacia el barco, los chicos estarán preocupándose o quejándose de que tardara tanto.
Al pensar en los chicos, recordé a JJ, y lo rara que hizo que me sintiera con su cumplido.
Ese rubio siempre andaba coqueteándome en broma, o yo lo tomaba así, pero esta vez me ha hecho sentir diferente y no he podido evitar sentir cosas.
-¡Anda, pero si está viva! -gritó Pope irónico cuando me subí al barco.
-Cierra el pico, Pope -solté mientras sacaba el dinero del bolsillo trasero de mis shorts y lo contaba-. He conseguido ciento veinte dólares, así que no te quejes.
El moreno no dijo nada más y arrancó el bote, dirigiéndonos a otro muelle para aparcar y continuar con las entregas.
Solo dos entregas más y al fin seríamos libres. Solo dos.
-Bien, yo iré a entregárselo a la señora Wheeler. -nos informó JJ, cogiendo dos de las cuatro bolsas que quedaban en la mesa y saltando del barco a la madera del muelle- Siento que le atraigo bastante, así que le haré una visita.
Rodé los ojos al mismo tiempo que me dirigía a la mesa, y taché el nombre de la familia Wheeler de la lista.
-Quedan los Mikaelson. -le dije a Pope- ¿Quién va?
-Vamos los dos, me apetece estirar las piernas un rato mientras hablo con alguien -decidió el de tez oscura, levantándose de la silla y cogiendo una bolsa y un paquete de cervezas de debajo de la mesa, el cual yo no había visto antes.
-Como quieras. -Cogí la última bolsa que reposaba en la mesa y seguí a Pope.
Ambos hablábamos de lo que surgiera, tanto cosas tontas como temas de más importancia, pero por encima, sin entrar en detalles de nada.
Mis zapatillas blancas viejas se arrastraban perezosamente, levantando algo de arena por cada paso que daba. Miraba mis pies y escuchaba a Pope hablarme de uno de los tantos libros que se había leído. Y yo estaba bastante interesada. El moreno y yo compartíamos algunos hobbies, en este caso, la lectura. El chico me contaba que la historia tenía una trama bien hecha, pero no demasiado explicada, ya que la mayoría del tiempo, no se decía como se sentían los personajes o los gestos que hacían. Yo le decía que tenía toda la razón. En un libro, lo más importante (aparte de sobre qué va) es la buena narración, y la novela de la que me hablaba no constaba de ella.
-Mierda -susurré parándome al darme cuenta de que mi bolsa tenía un agujero y se estaban cayendo algunas cosas por él-. Ahora te alcanzo, Pope, voy a ver si se me ha caído alguna otra cosa sin darme cuenta.
Corrí unos cuantos metros y recogí una bolsa de harina integral que había en el suelo.
Al darme la vuelta, comencé a caminar mirando el suelo, sin prisa. A los segundos, mis ojos visualizaron fue una lata rodando hasta mis pies, y al alzar la mirada pude notificar como Rafe y Topper estaban al lado del moreno, con palos de golf y unas expresiones vacilonas y divertidas. Recogí la lata y me apresuré a llegar donde se encontraba el trío.
-Mierda -susurré. Antes de que pudiera detenerlo, Pope empujó a Rafe, y éste último, tan pronto como pudo recuperar el equilibrio, se acercó al moreno y lanzó con su palo de golf la bolsa que sostenía a un arbusto. Hizo ademán de agarrar la caja de cervezas, y ambos chicos comenzaron una guerra, los dos intentando coger las latas.
-¡Parad, tíos! -grité en cuanto llegué a ellos. Ninguno me hizo caso, y Topper entró en la pelea. Tiró a Pope al suelo y cogió una cerveza- ¡Pope! Pope, ¿estás bien? -me arrodillé y le cogí la cara entre mis manos, muy preocupada.
Me levanté furiosa y me di la vuelta, dispuesta. Enfrentar a ese par de abusones.
-¿¡SOIS IDIOTAS!? -les chillé señalando con una mano a mi pobre amigo- ¿¡Por qué no podéis dejar de tocarnos los cojones!?
-¡Venga, Verónica, ven! -me tentó Rafe- Atrévete a pegarme. -me quedé en mi sitio. La ira corría por mis venas. Cerré los puños lanzándole una mirada matadora- ¿Ves? ¡Tienes la boca muy grande, pero los ovarios diminutos!
Y no aguanté más.
Me acerqué hacia él y estuve unos segundos sin hacer ningún tipo de movimiento. Rafe vaciló, y en cuanto su sonrisa se hizo más grande, le pegué un puñetazo en la nariz.
Ese puñetazo lo lancé con mi alma y toda la fuerza de la que disponía. Fue tanta, que mis nudillos se pusieron rojos. Rafe se tocó la nariz y limpió con su dedo índice la sangre que salía de ésta. Me sonrió como bobo y me confundí. Entonces, vi como alzaba el palo de golf por detrás de él. No pude retroceder debido a la rapidez con la que vino hacia mí. El palo me dio un golpe seco en la cara, causando que perdiera el equilibrio y cayera a la arena de rodillas.
Vi como Pope se levantó rápidamente y alzó su puño. Justo cuando iba a golpear a Rafe, el chico cogió su palo de golf y le pegó en el estómago al moreno. El Pogue se retorció de dolor mientras se agarraba la zona maltratada.
-¡Hey! -llamó Topper, bastante asustado. Rafe no le hizo caso y le pegó un golpe en la espalda al de piel negruzca. Esta vez, el pobre chico cayó al suelo de rodillas- ¡Rafe! ¡Vamos, hombre! -Topper bajó rápido la pequeña cuesta por la que había empezado a irse y le puso la mano en el pecho de su amigo, frenándolo- Vámonos.
-Esta es zona de Kooks, no de Pogues. -sentenció finalmente Rafe.
Los dos ricos se alejaron poco a poco.
-¡Eres un maldito hijo de puta, Rafe Cameron! -grité después de haberme levantado torpemente, y le saqué el dedo medio de mis dos manos. El nombrado fue a girarse, pero Thornton le agarró el brazo. Nada más perder a ese par de vista, me giré hacia Pope, que yacía en el suelo-. Pope, Pope, Pope... -Me arrodillé junto a él y le acaricié con suavidad la herida que tenía en la cabeza.
Sollocé. Sí, sollocé. La ira, la impotencia, la adrenalina y las ganas de pegar a ese Kook hicieron que soltara la primera lágrima. Me daba igual ahora mismo la sangre que se deslizaba por mis labios, o el temblor que tenía el inferior, solo me importaba saber si Pope seguía consciente y estaba bien.
-¡Pope! -Mis ojos se cristalizaron al ver que no respondía-. Tío, dime algo.
No sé si fue mi imaginación, pero noté como los ojos de mi amigo se movieron un poco, frunciéndose.
-Sí, sí, sí. Pope, Pope... -dije muy rápido, esperanzada.
El moreno abrió un ojo, para seguidamente abrir el otro. Movió su cuerpo y se incorporó, bajo mi feliz y aliviada mirada.
-Joder, tío. Pensé que la habías palmado o algo -intenté sonreír después de mi broma, aunque me salió más bien una mueca desagradable. Pope me miró sin ninguna expresión en su rostro, pero podía sentir como sus ojos desprendían la más pura tristeza- Levanta, tenemos que curarnos antes de que venga JJ.
-El pedido -fue lo único que salió de su boca.
-Ya encontraremos una excusa, no te preocupes -lo intenté tranquilizar-. ¿Hay botiquín en el barco?
-Sí -susurró el Pogue. Asentí sin decir ni una palabra. El de piel morena se levantó poco a poco, y juntos volvimos al bote, ya sin ninguna conversación entretenida, como la de antes.
-¡Tíos, tíos! -gritó JJ mientras corría hacia nosotros-. ¡Los mejores cien pavos que he ganado en mi vida!
Miré hacia las marismas, evitando que JJ me viese la cara. El rubio entró a la cabina, seguramente para contarle a Pope sobre su gran logro.
Me sentía muy triste. Estaba harta de tener que aguantar a ese idiota de Rafe, de salir perdiendo siempre. No aguantaba más.
-Nicki. -me congelé al oír la inconfundible voz del rubio detrás de mí. No estaba igual de alegre que cuando llegó. Su tono era frío y seco. En ese momento quería que lanzarme de un puente.
-¿Qué pasa? -intenté sonar firme, segura y normal, pero mis nervios me traicionaron. Otra vez.
-Mírame. -No me moví. Seguí de espaldas a mi mejor amigo, y disimuladamente bajé la gorra que llevaba puesta, tratando de tapar el corte del labio-. ¡Mírame, joder!
No lo oí, ni lo vi, más bien sentí como se acercaba hacia mí. Me dio la vuelta bruscamente y levantó la prenda que tapaba mi cara. Antes de que viera nada, bajé mi cabeza, mirándome los pies.
Mierda, Verónica, ahora no.
Cerré los ojos para evitar que se cristalizaran, pero al hacerlo, una lágrima cayó desde mi ojo hasta el suelo; y no pasó desapercibida por JJ. El rubio me levantó la cabeza y me obligó a verlo a los ojos. Los míos estaban relucientes, gracias a las lágrimas acumuladas en ellos.
La mirada del rubio se centró en mis labios. Se separó de mí y suspiró pesadamente, chocando el pie contra el suelo creando un ritmo, mientras miraba a su alrededor.
-¿Fueron Rafe y Topper? -fue lo único que preguntó.
-Sí. -yo habría dicho que no, pero Pope se me adelantó con la verdad. Abrí los ojos como platos, alarmada, mirando al moreno, pero éste estaba conduciendo y de espaldas.
-Joder, joder, joder, joder... -susurró JJ. El chico daba vueltas en círculos, suspiraba y se pasaba las manos nerviosamente por el pelo. Dejó de moverse y miró hacia el frente, dándome la espalda.
-JJ. -Me acerqué a él lentamente y acaricié su brazo derecho-. No es nada. Está bien, solo...
-¡No está bien, Verónica! -se dio la vuelta bruscamente, observándome con ira. Solté su brazo algo asustada e intimidada por su mirada y retrocedí chocándome con la mesa.
El rubio pareció notar el miedo saliendo de mi cuerpo a gritos, por lo qué suspiró y se relajó un poco.
-Perdón, jode. -se disculpó peinándose nuevamente y mordiéndose la uña de su pulgar, pensando. Negué rápidamente, dándole a entender que no se preocupara.
-¿Y ahora qué hacemos? -preguntó Pope desde la cabina, sin dejar de conducir.
-Hundamos el barco. -propuso JJ, dejando de hacer gestos y moverse nervioso por todo el barco.
-¡¿Qué?! -grité abriendo los ojos como platos. ¿Cómo que hundir el barco de Topper?-. Si nos pillan, nos la cargamos, JJ. La multa será gigante, ¡incluso nos podrían llevar a la cárcel! No, JJ, olvídate.
-Escúchame, Vero. -me acorraló en la mesa y me agarró ambos brazos- ¡Mira lo que te ha hecho! ¡Tienes el labio roto, coño! Quiénes se creen, joder.
JJ me soltó y bajé la mirada. Es cierto, me habían hecho daño, pero si nos vengábamos, saldríamos peor nosotros que ellos.
-Lo hundiremos -dijo Pope completamente decidido, y empezó a navegar hasta el muelle donde estaba el barco de Topper.
-Acordaos del karma cuando os multen, chicos. Yo no tendré nada que ver -les aseguré mientras me sentaba en la mesa donde estaban antes los pedidos y cruzaba los brazos, sin estar conforme con su estúpida decisión.
El Malibú 24-MXC, ese era el barco que hundiríamos.
-Chicos, os lo repito por tercera vez, ya que parece que no os ha quedado claro: es una mala idea -puntualicé nuevamente, pero ambos me ignoraron-. Topper pegó a Pope, sí, pero Rafe es el que más nos hizo daño, tanto a este -señalé al moreno-, como a mí. Thornton, en cambio, impidió que Rafe me pegara de nuevo. Solo digo que puede que hiciera muy mal en intentar romperle las costillas a Pope, pero si tenemos que castigar a alguien, que sea a Rafe.
No dije nada más. Por más argumentos que les soltara a esos idiotas, no me harían caso. En sus mentes solo estaba la palabra "venganza". Me senté en el suelo de nuestro bote y apoyé la espalda en éste, observando como la cagaban.
-Si nos atacan, atacamos -dictó JJ, poniéndose unas gafas de sol y un pañuelo en la boca-. Esto es la guerra, tío.
Pope se quitó la camisa, sin apartar la vista del lujoso barco Kook.
-Hazlo.
Sin pensarlo ni un segundo más, el moreno se tiró al agua y comenzó a nadar hacia el Malibú 24-MXC.
-Os la vais a cargar -murmuré pegando mis piernas a mi pecho y jugando con el anillo que tenía en uno de mis dedos.
-Verónica, como ya he dicho, esto es la guerra. Os atacaron, nosotros lo haremos también. -sentenció son seguridad el de ojos azulados, sus ojos no dejaron de ver los movimientos de Pope-. No entiendo que te pasa. La Verónica a la que conozco no se habría pensado dos veces en vengarse.
-JJ, es que Rafe fue quien... -intenté explicarle, alzando la mirada y viéndolo a los ojos.
-¡Defiendes a Topper! -sonrió irónico mientras se subía las gafas a la cabeza y se bajaba el pañuelo- ¡Lo defiendes! ¿Te gusta o algo? ¿¡Qué coño pasa contigo!? -sus gestos con los brazos eran algo exagerados, pero su cara estaba casi roja de la furia.
El moreno salió del agua y montó en el barco Kook y quitó el tapón de drenaje.
-¡ Que es un Kook, joder! -suspiró-. Se ve que, aunque te hagan daño, defiendes a la gente. Yo pensaba que tenías amor propio...
-¡Escúchame! -ya me había hartado de su numerito. Me levanté enfadada y lo acorralé contra la cabina. Su espalda chocó con ésta, pero no me aparté- No voy a permitir que hables de mí como si no tuviera dignidad. ¿¡Me oyes!? ¡Topper no me gusta! ¡Y no lo defiendo porque sienta algo por él! Lo hago porque Rafe fue el matón en esta situación, y no es justo que la paguemos con Thornton. ¡Me tienes hasta los cojones con esta mierda! ¿¡Qué te importaría si me gustara Topper!? ¿O un Kook? ¿Acaso ya no puedo conocer a gente?
-Bien, ¿sabes qué? -se rindió, pero seguía igual de furioso- ¡Tienes razón! No me importa. ¿Por qué? ¡Porque no somos nada! No me tiene que enfadar verte con otro, y no estoy hablando ya de Topper. Así que ve, venga. Eres libre. Fóllate a cualquier Kook que venga por ahí y te trate bien unos segundos, ¡como al de la fiesta del barril!
-¡Ni se te ocurra volver a llamarme "fácil", Maybank! -lo amenacé y me alejé de él.
Ni siquiera me di cuenta cuando Pope saltó nuevamente a la marisma y nadó todo lo rápido que pudo hacia nosotros, para después enseñarnos lo que había robado.
-¡Vaya, lo hiciste! -El rubio sonrió. Se ve que podía borrar su mal humor al instante-. Estoy muy orgulloso de ti ahora mismo.
-JJ. -Pope sacudió la cabeza para quitar el agua de su pelo después de haber recogido la escalerilla y colocarla en el suelo.
-¿Sí, hombre?
-No se lo puedes decir a nadie. -Al moreno le costaba hablar, trataba de recuperar el aliento, exhausto por la carrera que se acababa de echar.
-Oh, no, sí -asintió el de ojos oceánicos-. Totalmente, amigo.
-No, hablo enserio -le advirtió con un semblante serio-. Ni a Kie, ni a John B... a nadie.
-Mis labios están sellados. Dame eso, dame eso. -El rubio se apresuró a quitarle el tapón y lanzarlo con todas sus fuerzas al agua.
Nada más hacerlo y ver como se hundía en el agua, corrió hacia la cabina para encender el motor del barco y largarnos de allí.
-V, tú tampoco digas nada -me pidió Pope, algo alterado. No hablé, solo hice el gesto de cerrarme los labios con una cremallera, y volví a abrazar mis piernas.
Pope se intercambió por JJ y comenzó a conducir. El rubio salió de la cabina y se quedó parado un rato fuera de ésta. Notaba su mirada en mí, pero yo no le di el placer de verme. Después de unos segundos, oí como entraba a la cabina nuevamente y cerraba la puerta.
JJ tenía razón. No éramos nada. ¿Entonces qué coño le importaba si me gustaba Zac? Lo había dejado muy claro, aunque no podía evitar sentirme triste por sus duras palabras.
Necesitaba urgentemente una charla con Kiara.
...
Menudo drama... ¿no? En fin, todas sabemos que se reconciliarán en un futuro muy próximo.
¿De qué lado estáis? ¿Verónica o JJ?
Yo, sinceramente, soy Pope en la vida: de sujetavelas en las discusiones amorosas y que tampoco se entera muy bien de la razón de la pelea -se ríe por no llorar-.
Si no lo notaron, este capítulo ha sido mucho más largo que los demás. ¡Espero que lo hayan disfrutado leyéndolo tanto como hice yo escribiéndolo!
Como siempre, gracias por el apoyo<3 Voten y comenteeeen.
Los leooo :)
•.*❀ ʟᴜᴜ ❀*.•
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