𝐓𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘-𝐓𝐖𝐎

SI DE ALGO ESTABA SEGURA NARCISSA, es que sentía que estaba soñando. Luego de haber pasado cinco semanas encerrada en una celda sin duda alguna creerías que al estar en un lugar muy distinto te puedes encontrar soñando. 

Bueno, cuando ella abrió sus ojos, se sintió así, como si estuviera soñando. Le costó enfocar su visión por un momento, y cuando lo hizo, habían un montón de personas en la habitación. 

Reconoció a Johanna, quien se encontraba todavía  inconsciente. Y luego observó a todos los demás presentes, pero fue entonces que Katniss y Finnick entraron, la pelirroja abrió los ojos sorprendida más no hizo el amago de acercarse. 

—Hola —susurró ella mientras se sentaba en la camilla. Finnick de inmediato corrió hacia la pelirroja pero antes de que pudiera abrazarla se detuvo—. No lo hagas, p-por favor... no te acerques. 

Eso destrozó a Finnick, quien con lágrimas en sus ojos asintió y se alejó de ella. 

—¿Dónde está Peeta? 

—Allí creo, Katniss fue en esa dirección —respondió el rubio en voz baja. 

Esas palabras alertaron a la pelirroja. 

—¡Alejen a Peeta de Katniss ahora! —chilló la pelirroja alterada sorprendiendo a todos, incluso al mismo Finnick—. ¡Va a matarla! ¡La va a matar! 

Lo más sorprendente de todo es que era cierto, Peeta había intentado asesinar a Katniss, y por poco lo consigue. 

Pero, ninguno puede obtener respuesta alguna pues la pelirroja cae desmayada bajo la atenta mirada del rubio, quien preocupado se acerca a ella. 

Cuando despierta por segunda vez, habían más personas con ella, no se sorprendió, seguramente los médicos e incluso Finnick le contaron a los demás que ella sabía lo que iba a ocurrir. 

—Narcissa ¿Cómo sabes que Peeta iba a matar a Katniss? —cuestiona Plutarch Heavensbee directamente. 

—Estoy bien, gracias por preguntarlo —es lo que ella responde mientras se sienta en la cama—. Y lo sé porque estuve ahí, yo.... escuchaba todo. 

—¿Lo escuchabas? —cuestionó Haymitch está vez. 

Katniss se encontraba ahí, lo mismo con Beetee y Finnick, pero ninguno de los tres decía algo. 

Hace unos momentos todos se encontraban reunidos con la chica Everdeen pues Beetee y Plutarch tenían teorías sobre lo que podría haberle pasado a Peeta, y la única capaz de confirmarlo era Narcissa. 

Por eso la sacaron del estado inconsciente en el que se encontraba. 

—Es una técnica de tortura, lo que le hicieron a Peeta, se llama Secuestro —respondió la pelirroja—. De los tres yo era la única a la que no le hicieron algo físicamente, pero me colocaron en medio de ellos para poder escuchar los gritos de ambos. Johanna a mi derecha, Peeta a mi izquierda. 

Nadie dijo nada, todos esperaban que la chica continuara con su explicación. 

—Peeta fue el más dañado de los tres, en todos los aspectos posibles. Yo era un simple cebo pero.... hice con un acuerdo con Snow para que Johanna no fuera torturada todos los días, por suerte él lo cumplió pero.... no pude hacer nada por Peeta. 

—¿Y qué ocurría con ellos dos? —dice Haymitch con una mueca en su rostro. 

—Johanna siempre fueron torturas normales, pero con Peeta.... escuchaba a esos hombres cambiar los recuerdos luego de que lo envenenaban, pero él se resistía... siempre lo hizo —se le quebró la voz al final—. Sonará egoísta pero yo le dije, le dije que se preocupara por él y su supervivencia, lo único que él respondía era que debía salvarla. 

Todos observaron sin disimulo alguno a Katniss. 

—Cómo les dije yo... hice un acuerdo con Snow, si yo asistía a todas las reuniones que él planeaba con un montón de personas importantes en el Capitolio, él hacía que no torturaran a Johanna ese día, en el momento de la entrevista donde les advirtió sobre el ataque yo me encontraba....

No pudo terminar la frase, pero intentó reprimir el sollozo. 

—Peeta aún tenía bastantes recuerdos con Katniss —continuó ella—. Pero gracias a esa entrevista empezaron a envenenarlo más y más, sus gritos ya no ocurrían solo en la tarde, también en la mañana, y a medio día, y en la noche....

—Narcissa, creo que ya-

—Hice todo lo posible para ayudarlo —continuó ella mientras lloraba—. L-les contaba historias a los dos para que tuvieran la mente enfocada en otra cosa.... me dejaban ver a Johanna una vez por semana, y por suerte durante las entrevistas a Peeta y a mi nos sacaban al mismo tiempo... yo lo reconfortaba y todo pero... él no debió.....lo lamento. 

Sin duda alguna nadie esperaba escuchar tanto dolor en una sola persona, Finnick y Katniss se encontraban destrozados al escuchar todo lo que sus amados tuvieron que pasar, los demás sentían lástima por lo que les había ocurrido. 

Uno a uno se fueron, solo Finnick permaneció. 

—Debí haber muerto hace años —susurró ella mientras se limpiaba las lágrimas—. Debí haber muerto en los juegos, debí haber dejado que me mataran o me hubiera comido esas bayas pero yo-

—No vuelvas a decir algo así —le cortó Finnick—. Princesa, me duele verte así, tú... tú eres la razón por la cual mi corazón late, tú eres por quien yo moriría una y otra vez, tú eres mi todo. 

—Nunca me contaste nada —murmuró ella con una expresión dólida—. Me enteré que eras un rebelde por Snow, también me entere que todas las noches durante los juegos te prostituías para que ese hombre no hiciera lo mismo conmigo, pero al final lo hizo. 

—Cissa.....

—Entiendo que no debes contarme todo —continuó ella—. Pero si me dolió saber en la ignorancia que viví. Estaba dispuesta a morir para que tu vivieras, que estúpida debo de haberte parecido. 

—No, eso me hizo amarte aún más si eso es posible —espetó el rubio mientras se acercaba más a la pelirroja—. Lamento no haberte dicho nada, créeme que me arrepiento cada día de no haberte dicho algo, y estás en tu derecho de enfadarte conmigo. 

—¿Cómo podría hacerlo? —espetó ella—. No lo hacías por egoísmo, lo hacías por protegerme, y eso me frustra, no puedo enojarme con el amor de mi vida por algo así. 

Ante tales palabras Finnick se acercó más, y los dos quedaron frente a frente, fue entonces que ella se fijó en las manos ensangrentada del rubio. 

—¿Otra vez con los nudos? —murmuró ella en señal de regaño, no lo pensó pero tomó las manos del rubio y las acarició—. Siempre tan descuidado contigo mismo. 

Besó las manos del rubio con suma delicadeza, Finnick no pudo evitar pensar en que incluso cuando ella era la más dañada de los dos siempre intentaba hacerle sentir mejor. 

—Te amo tanto princesa.

—Yo te amo mucho más chico dorado. 

Y en esa sala de hospital los dos se regalaron una tierna sonrisa. 





































































































Mientras charlaba con Finnick sobre todo lo que él había hecho en el distrito trece, una figura muy familiar para Narcissa apareció. Ella ahogó un grito cuando lo observó, pero sus ojos no podían creerlo. 

Era su padre. 

—¿Papá? —susurró ella completamente sorprendida. 

—Hola Cissa —espetó él mientras le daba una leve sonrisa a la chica. 

Finnick notó como la pelirroja sin pesarlo se bajó de la cama y corrió a abrazarlo, al parece Orión Pollux era el único capaz de abrazar a su hija sin que esta se sintiera incómoda. 

—Estás vivo —susurraba ella una y otra vez mientras que las lágrimas inundaban sus ojos—. Estás aquí.

—Lo estoy cariño, y no tengo intenciones de separarme de tí —replicó el pelirrojo mientras acariciaba el cabello de la chica. 

—¿Cómo es que estás aquí? ¿Fingiste tu muerte cierto? Tengo tantas preguntas. 

—Y yo te responderé todas pero necesito que te sientes y te calmes ¿entendido? —ella asintió ante las órdenes de su progenitor. 

No cabía duda de que ella cuestionó demasiadas cosas, y su padre las respondió todas. 

Finnick se alegró de ver el rostro contento de la pelirroja, su padre sin duda alguna le había levantado los ánimos. 


Author's note: 

Aquí notamos la impotencia que Cissa sintió esas semanas en el Capitolio. La pobre debía escuchar todo y sufrió mucho. 

¡Hubo reencuentro de los Pollux! Al menos dos de los cuatro están vivos. 

Tengo intenciones de terminar está historia lo antes posible y avanzar con las otras que tengo jeje. 

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