𝐓𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘-𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄
IBA MEJORANDO CONFORME LOS DÍAS PASABAN, aún no le habían dado de alta y por eso en estos momento se encontraba comiendo bajo la atenta mirada de Finnick en ella. Los dos se encontraban en el ala médica.
—¿Quieres decirme algo o porque me miras de esa manera? —preguntó ella mientras tomaba su vaso con agua.
—Solo me siento alegre de verte sana, aquí conmigo —fue la respuesta del rubio, ella se sonrojó notablemente—. Dios, yo... te amo mucho Cissa.
—Yo te amo mucho más —contestó la pelirroja con una pequeña sonrisa.
—Y por eso quería preguntarte algo —murmuró él con una sonrisa nerviosa—. No es como me imaginé que te propondría esto pero.....
Ella tomó las manos del rubio y las acarició levemente, todo con el propósito de brindarle confianza a su rubio.
—Hablé con tu padre sobre esto y él estuvo de acuerdo —continuó—. Narcissa Pollux ¿Me concederías el honor de convertirme en tu esposo?
—¿Tú... te quieres casar conmigo?
—Por supuesto —respondió el rubio—. ¿No quieres casarte conmigo?
—Claro que quiere chico dorado, es solo que... me tomaste por sorpresa.
—Antes de los juegos te dí muchas indirectas, y se que las notaste —entonces el rubio se tomó el atrevimiento de acercarse más a la pelirroja, ella no se apartó por lo que era una buena señal.
—No pensé que ibas a proponerte en esta situación —se excusó ella en un susurro mientras observaba esos bonitos ojos verdes.
—Cuando todo esto termine nos casaremos —afirmó el rubio—. Pero la noticia que yo deseaba darte era otra.
—¿Otra noticia?
—Annie y Tristán se van a casar pronto —fueron las palabras del rubio, la pelirroja abrió los ojos sorprendida—. Ellos querían esperar a que regresaras para que estuvieras presente.
—Me alegro tanto por ellos, también me alegra que ellos hayan podido escapar de la masacre.
Narcissa sabía lo que le hicieron a los vencedores de los distritos, a todos los interrogaron y asesinaron. Los únicos que seguían vivos eran todos los que se encontraban en el distrito trece y Enobaria.
—Lo único que me alegra a mí es que tu estés aquí —Finnick le dió una leve sonrisa y se acercó poco a poco, Narcissa se tensó más no se apartó.
Fue un beso corto, el rubio entendía que ella aún no estaba lista para dar un gran paso, pero el hecho de que permitiera tomarla de las manos y besarla era un gran avance.
Juntaron sus frentes mientras se observaban.
—Me gustaría poder hablar con Peeta.
—Princesa...
—No me hará daño —espetó la pelirroja—. Y-yo se que el no lo hará ¿Podrías decirle a quien sea que mande aquí que deseo poder hablar con él?
—Lo intentaré, pero no te prometo nada —respondió el mientras acariciaba la mejilla de su pelirroja—. Ahora descansa, es hora de dormir.
—Te amo Finnick, duerme bien.
—Lo intentaré, ten dulces sueños Cissa.
Y con eso él dejó un último beso en la frente de su prometida antes de salir del ala médica.
Ella observó a Haymitch con una leve sonrisa, el hombre por su lado creía que esto era una mala idea, después de todo nadie había podido conseguir un avance con el estado de Peeta.
—¿Crees que le haga algo? —cuestionó Plutarch mientras observaba a la pelirroja caminar hacia la puerta.
Narcissa ya había sido dada de alta por lo que en estos momentos se encontraba con el mismo traje azul oscuro que todos los habitantes del distrito trece usaban.
—Es posible, ella literalmente es parte de sus recuerdos en el Capitolio y los juegos —respondió Haymitch sin estar convencido de esto.
Observaron como la pelirroja abrió la puerta y Peeta se giró a observarla, el rubio la observó con sorpresa y con cierta nostalgia.
—Cissa, tú también estás aquí —fue lo que el rubio dijo.
—Hola solecito —le saludó ella—. Lamento no haber venido antes, estaba ganando un poco de peso —bromeó.
—¿Es cierto lo que dicen estás personas? ¿Qué el distrito 12 fue destruído? ¿Estamos en el distrito 13? —preguntó el rubio.
—Peeta, lamento tener que confirmar que lo que dijeron es real, el Capitolio destruyó tu distrito —contestó ella mientras se sentaba en el borde de la cama, Peeta no hizo ningún amago de querer ahorcarla o agredirla—. Y si, estamos en el distrito trece.
—¿Cómo es posible....
—Yo tampoco me lo creo solecito —espetó ella—. ¿Te cuento algo loco? Descubrí que mi padre está vivo, y está aquí en el distrito.
—¿Tú padre? ¿El que te leía los cuentos de Harry Potter?
—Ese mismo —confirmó ella con una leve sonrisa—. ¿Recuerdas las historias que te conté cuando estábamos allá?
—Claro que lo hago —dijo obvio—. Esas historias me mantuvieron a flote.
—¿Recuerdas tu preferida? La de Ares y Afrodita ¿Sabes porque?
—Ares siempre protegía a Afrodita, aún si eso significaba humillarse por ella —respondió el rubio—. Y Afrodita siempre fue usada por los demás, en especial cuando Zeus la obligó a casarse con Hefesto.
—Tú me decías que esa historia te recordaba a dos personas Peeta —continuó ella mientras acariciaba la mano del rubio—. Una de esas personas eras tú ¿Quién era la otra?
—Katniss —susurró él involuntariamente.
Todo quedó en silencio después de eso, Haymitch y Plutarch no creían lo que estaban observando mientras que Narcissa no dejaba de acariciar la mano de su amigo.
—Solecito ¿Qué es lo que te aterra tanto? —cuestionó ella con voz suave—. Sabes que puedes decirme lo que quieras.
—He tenido recuerdos Cissa, recuerdos que me aterran, recuerdos horribles.
—Dime algo ¿Recuerdas el día que dijiste lo del ataque? —Peeta asintió con una mueca—. Bueno, yo te dije que no debías haber dicho eso, que debías protegerte ¿Y que respondiste?
—Qué debía salvarla —respondió el rubio.
Esa era la clave que ellos tanto buscaban.
Los recuerdos de Peeta con Narcissa, los torturadores no habían tocado esos recuerdos porque no sabían de su existencia.
—¿Y a quién crees que querías salvar?
—A Katniss —volvió a contestar.
—Peeta, el Capitolio nos dañó mucho esas semanas —dijo Narcissa para después soltar un suspiro—. Pero ahora estamos a salvo, ya no habrán torturas, ya no te inyectarán nada, y si colaboras, incluso podrías salir de aquí.
—Tengo mucho miedo Cissa —murmuró el rubio mientras observaba a la pelirroja con el claro terror en sus ojos—. No quiero estar cerca de ella.
—Yo también tengo mucho miedo—respondió ella obviando lo último que dijo—. Pero debemos ser tan valientes como Harry.
—Harry era un mago con una Hermione y un Ron.
—Bueno, tu serás Harry y yo seré Hermione ¿Te parece? —cuestionó ella con una pequeña sonrisa.
—¿Vendrás a visitarme más seguido, cierto?
—Claro que sí, intentaré venir bastante seguido —respondió ella mientras le daba un gran abrazo al rubio.
—Me... abrazaste.
—Estoy superando mis miedos solecito ¿Tú también lo intentarás cierto? Vivir con miedo no es lo mejor.
Peeta soltó un suspiro pero asintió.
—Gracias por venir Cissa.
—Gracias a ti por recibirme.
Le brindó una última sonrisa a su amigo y salió, Haymitch, Plutarch y los demás presentes observaron a la pelirroja.
—Eres buena con las palabras —Plutarch fue el primero en hablar—. Estoy.... impresionado.
—Solo necesita vencer ese gran miedo, costará pero creo que podemos lograrlo —la pelirroja habló—. Peeta en el fondo sabe que el Capitolio lo ha manipulado, las conversaciones que tuvimos hacen que tenga esperanza.
Ella esperaba, no, ella anhelaba, que Peeta pudiera vencer esos miedos y fuera libre.
Author's note:
Aquí les muestro el gran lazo que nuestra querida Cissa y Peeta formaron. Y aquí ven el porque decidí que se llevarán a Cissa los hijos de su madre del Capitolio.
Todo era para que ella fuera ese As bajo la manga y que pudiera ayudar a Peeta a superar sus miedos y que no vuelva a intentar asesinar a Katniss.
Quién sabe si Narcissa y Finnick se lleguen a casar. Aún no se si hacer un final feliz o no.
En fin, cuídense.
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