𝐓𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘-𝐅𝐎𝐔𝐑
AYUDABA CON LOS PREPARATIVOS DE LA BODA, después de todo habían ciertas tradiciones que solo los del distrito 4 conocían. En estos momentos ella y Finnick hacían una red.
—Extrañaba tanto esto —murmuraba ella mientras tejía la red concentrada.
—¿A mi, la tranquilidad o tejer redes? —cuestionó el rubio con una sonrisa divertida.
—Las tres cosas, todo esto me recuerda a casa ¿Han bombardeado nuestro distrito?
—Según tengo entendido no —respondió el rubio.
—Cuando regresemos —empezó a decir ella—. Mi padre vivirá con nostros, estoy segura que le va a gustar mi casa.
—Pero si solo tienes libros —se burló el rubio recibiendo un golpe de parte de la pelirroja—. Estoy seguro que va a querer acompañarnos en las mañanas para ir a la playa.
—Yo creo que no, es más probable que vaya en las tardes.
—Entonces estaremos nosotros dos solos en las mañanas —murmuró el rubio con un tono que ella conocía perfectamente—. Después de todo somos los únicos idiotas a las cinco de la mañana en la playa.
—Pero bien que te gusta ir —replicó ella.
—Tienes razón en esto —contestó con una maliciosa sonrisa.
—Si continúas con eso me voy —amenazó la pelirroja en broma, Finnick levantó las manos en señal de rendición—. Debemos terminar esto para que pueda ir a hablar con Peeta.
—Te volviste buen amigo de él —mencionó el rubio mientras continuaba con la creación de la red.
—Por supuesto, él y Johanna fueron quienes me mantuvieron cuerda en ese lugar, los pequeños momentos eran suficientes como para seguir adelante.
—Lamento no haberte podido salvar princesa.
Desde que Finnick se enteró que Narcissa no pudo ser rescatada por el aerodeslizador de los rebeldes se culpó. Si le hubiera contado la situación ella sin duda alguna no se hubiera separado de él y así no hubiera sufrido en el Capitolio.
—Yo no lo lamento —espetó ella sorprendiendo al rubio—. Finnick, pude ayudar a mis amigos, y eso me reconforta, me hace saber que valió la pena lo que hice, ahora Jo está a salvo aquí y estoy ayudando a Peeta a mejorar.
El rubio no dijo nada, la culpa no iba a desaparecer así como así.
—No deseo que te culpes por algo que ni por cerca es tu culpa —continuó ella, colocó sus manos en las mejillas de su prometido y las acarició—. Los dos sabemos quien es el verdadero enemigo.
—Coriolanus Snow —finalmente dijo el rubio.
—Así es —concordó ella con una pequeña sonrisa—. Ahora terminemos esto, debo ayudar a Peeta con la tarta.
—Los rubios son tu tipo ¿No es así?
—Tardaste en saberlo más tarde de lo que creí —bromeó ella—. Mi tipo es un rubio de ojos verde mar que le encanta nadar y se llama Finnick Odair, no hay nadie más.
Eso provocó una sonrisa en el rubio quien sin dudarlo abrazó con fuerza a su pelirroja, extrañaba tanto esos momentos especiales con ella.
Esas cinco semanas hicieron que él en verdad supiera lo esencial e importante que Narcissa era en su vida.
Terminaron la red y entonces ella le dió un beso a su prometido antes de ir al lugar donde su amigo se encontraba. Cuando llegó se encontró a Peeta tranquilamente observando el pastel.
—Lamento llegar tarde, estaba haciendo una red para la boda —espetó la pelirroja mientras entraba al lugar—. ¿Ya iniciaste?
—No iba a empezar sin tí —fue la respuesta del adolescente.
—Muy bien, tú dime que hacer y yo intentaré hacer lo mejor que pueda, no soy experta dibujando así que no me mates si hago algo mal.
—Mejor dame ideas, yo me encargaré de la decoración —espetó Peeta mientras soltaba una risita.
—Vale, eso si que lo puedo hacer.
—¿Cómo está Finnick? ¿Y tú padre?
—Los dos se encuentran bien, de hecho estaba con Finnick haciendo la red.
—Por eso te distrajiste.
—Es una bonita distracción —se justificó ella mientras se encogía de hombros—. ¿Puedes creer que estaba celoso de tí?
—¿Finnick? No puede ser.
—Me dijo que en definitiva mi tipo son los rubios —se rió al recordar la indignación de su novio.
—Eres como una especie de madre para mí —replicó el rubio concentrado en la creación del diseño—. Desde que me conociste no has hecho más que cuidarme y escucharme, ni mi propia madre me trató así.
—Finnick me dijo que parecía una madre, supongo que no bromeaba cuando lo dijo.
Charlaron con tranquilidad durante toda la creación del pastel, Narcissa muchas veces daba comentarios que seguramente harían pensar a Peeta durante un tiempo.
Ella solo esperaba ayudarlo y que mejorara.
—Sabes, he estado mucho mejor ahora —mencionó el rubio—. Creo que todo es gracias a ti.
—Me alegra saber que estoy siendo un buen apoyo.
—C-creo que estoy listo para hablar con ella —murmuró pero ella le escuchó perfectamente, los dos sabían a quien se refería.
—¿Estás seguro de eso? No es bueno que te presiones.
—Quiero hacerlo.
—E-está bien, le diré a Haymitch sobre esto.
Continuaron con la decoración, y cuando terminaron los dos sonrieron orgullosos de su trabajo.
—No eres mala asistente.
—Tú eres increíble, tus manos hacen arte solecito.
Y era cierto, el pastel había quedado precioso.
Ella miraba con una sonrisa la ceremonia que estaba ocurriendo, sin duda alguna le alegraba ver a sus compañeros de distrito felices.
Finnick estaba detrás de ella y rodeaba con sus brazos la cintura de ella, los dos con sonrisas en su rostro.
Una vez los novios se besaron todos estallaron en aplausos y luego empezaron una celebración, los habitantes del distrito doce le enseñaron a los demás un baile tradicional de su distrito, sin duda alguna la pelirroja estaba divirtiéndose.
Su prometido observaba con una sonrisa lo radiante que ella lucía, Narcissa tenía su cabello rizado suelto y ya no habían indicios de la desnutrición que había padecido. Su tez clara brillaba al igual que sus ojos.
Pero esa sonrisa, Finnick haría lo que fuera por esa sonrisa.
Fue una bonita velada, y cuando el gran pastel llegó la pelirroja se sintió orgullosa de que todos pudieran admirar el trabajo que su amigo hizo. Sin embargo mientras Finnick estaban compartiendo sonrisas y coqueteos, Haymitch se les acercó.
—Narcissa, quería decirte algo con respecto a lo que Peeta pidió ayer —habló el hombre—. Va a reunirse con Katniss a medianoche pero quería que hablaras con él antes.
—Está bien, no tengo problema con eso, pero debo avisarle a mi padre...
—Yo lo haré —espetó Finnick mientras terminaba del pastel—. Hablaré con Orión, tranquila.
—Muy bien, entonces ven media hora antes de la medianoche al ala médica por favor.
—Eso haré —prometió ella mientras observaba al hombre irse.
—Ten cuidado, Peeta no te hará daño pero no sabes como reaccionará cuando vuelva a ver a Katniss.
—Espero que más tranquilo que la última vez —murmuró ella mientras hacía una mueca.
Todo lo que esperaba era ver que tanto habían servido sus charlas con el rubio. Esperaba que todo saliera bien.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top