𝐓𝐖𝐄𝐋𝐕𝐄
EL VESTIDO QUE VENIX LE HIZO LE PARECÍA UNA MARAVILLA, era muy bonito y en definitiva el tipo de vestido que a ella le gustaba. Este era de diferentes tonos de azul y blanco, habían unas flores que representaban su nombre, en definitiva un vestido muy bonito.
—Princesa, te vez impresionante —fue lo que Finnick le dijo en cuanto la observó—. ¿Ya sabes que vas a decir?
—Claro que si ¿Y tú? —el rubio asintió con una gran sonrisa—. Oh no ¿Qué vas a hacer?
—Es una sorpresa para tí —fue lo que respondió el rubio.
—¿Para mí? ¿Por qué para mí?
—Lo sabrás en su respectivo momento —se limitó a responder—. Ahora ¿Nos vamos? —le tendió su mano, ella la aceptó sin dudarlo y juntos bajaron, una vez detrás del escenario saludaron a Johanna y los demás tributos.
—Tomatito ¿Cómo es que tienes un novio tan insoportable y desarreglado? —le preguntó Johanna a Narcissa con la intención de molestar al rubio—. Tú luces magnífica pero ¿él? Yo podría ser mejor novia que él.
—Deja de intentar robarme a Cissa —le dijo Finnick ofendido—. Qué no te den amor no significa que debes robárselo a los demás.
—No es robar si ella viene a mí por voluntad —replicó la chica.
Antes de que Finnick pudiera decirle algo, llegó Katniss y Peeta. Ambos iban vestidos como novios. Pero todos odiaron el vestido de novia de Katniss, y no por envidia, sino porque ese vestido representaba todo lo que les fue arrebatado.
—No puedo creer que Cinna te haya puesto eso —Finnick fue el primero en hablar.
—No tuvo opción, el presidente Snow le obligó —se defendió la castaña.
Narcissa simplemente soltó un suspiro lastimero mientras tomaba la mano de Finnick, el rubio observó con cierto deje de tristeza a su novia y sin más fueron a colocarse en el lugar que les correspondía.
—Yo realmente espero que los juegos se cancelen —murmuró la pelirroja mientras recostaba su cabeza en el hombro del rubio—. Pero me temo que eso no será posible.
Finnick no dijo nada, solo acarició la espalda de su novia. Uno a uno fueron llamados, Cashmere y Gloss, los hermanos del distrito 1, fueron los primeros en demostrar lo traicionados que se sentían.
Todos se sentían así, traicionados, les habían prometido no volver a una arena si ganaban los juegos, y en esos momentos rompían tal promesa.
Luego de que Beete terminara de hablar, Caesar la llamó.
—¡Y aquí tenemos a la dulce flor del Capitolio, Narcissa Pollux! —la pelirroja puso una tímida sonrisa, esas que siempre solía dar a cualquiera que no fuera Finnick—. Querida, te ves radiante con ese vestido.
—Gracias Caesar —respondió ella—. Venix dijo que debía lucir muy bien en mi última noche aquí.
De inmediato se escucharon lamentos y quejidos, a pesar de ser muy tímida, el Capitolio la amaba, pues para ellos Narcissa era ternura e inocencia.
—¿Cómo te sientes al respecto de todo esto?
—Me siento demasiado triste, Caesar, todos en el Capitolio me han tratado con mucha amabilidad y gentileza, me apena saber que todo eso acabara —más lamentos se empezaron a escuchar—. Agradezco mucho todo el cariño que me han brindado, estoy más que agradecida.
Escuchó como muchos empezaron a lanzar más lamentos y quejas, Narcissa ocultó la sonrisa que quería salir. Todos los habitantes del Capitolio espetaban con mas fuerza que el presidente debía cancelar los juegos.
Al terminar su turno, Finnick apareció, el público de inmediato empezó a gritar su nombre, Narcissa, quien estaba al lado de Beetee, observa con suma atención lo que su novio decía.
—Finnick... tengo entendido que tienes un mensaje para alguien allá afuera. Alguien especial —muchos gritos se empezaron a escuchar, gritos de emoción—. ¿Podemos escucharlo?
El corazón de Narcissa empezó a latir con fuerza, ella sabía que el mensaje era para ella.
—Mi princesa, desde el momento en que ti mi corazón fue tuyo, espero que en un futuro podamos continuar viendo los amaneceres juntos —recitó el rubio logrando que muchas mujeres del Capitolio se desmayaran y otras que chillaran de la emoción.
Narcissa por su lado casi suelta una lágrima pues Finnick mencionó una costumbre que ambos adoptaron desde que ella ganó sus juegos.
Siempre iban a ver el amanecer juntos, ella salía a correr bastante temprano y Finnick le acompañaba, terminaban en la playa viendo el amanecer, luego se duchaban y mientras ella hacía el desayuno él dormía un poco más.
Pero Narcissa creía que esas mañanas ya no iban a suceder nunca más. Finnick se colocó a su lado y le dió una mirada de preocupación al notar los ojos cristalinos de la chica.
Las entrevistas continuaron, y cuando llegó la de Katniss todo el público se conmocionó, algunas lloraban, otros se quejaban y otros se habían desmayado, Caesar intentaba controlarlos para poder dar la entrevista.
Y entonces, luego de que Katniss lamentara el hecho de que no pudieran asistir a su boda, empezó a dar vueltas y su vestido empezó a quemarse, pero no quedó desnuda, el vestido de hecho se transformó en otro de colores azul oscuro.
Extendió las alas y entonces todos entendieron la forma, era un ave.
Un sinsajo.
Narcissa y Finnick compartieron una mirada, esa ave era símbolo de revolución en todos los distritos, el presidente Snow haría pagar caro a Cinna por tal vestido.
Cuando fue el turno de Peeta, sus palabras dejaron a todos muy descolocados. Katniss y él se casaron en secreto, eso conmocionó a todos, sin embargo lo peor fue la bomba que lanzó.
Katniss estaba embarazada, y con eso el público finalmente estalló diciendo lo crueles, injustos y otras cosas que estos juegos representaban.
Mientras que el público se quejaba y despotricaba en contra del Capitolio, todos los vencedores empezaron a tomarse de las manos, Finnick pudo sentir como la mano de su novia estaba temblando por lo que acarició levemente con su pulgar el dorso de ella.
Apagan las luces del escensario y a tientas deben volver a los apartamentos, Finnick no se separa ni de Narcissa ni de Johanna.
—Nos veremos mañana —es lo que le dice Finnick a la castaña cuando el asencor llega a su apartamento.
—Procuren no morir —es lo que responde la chica del distrito 7.
—Cuídate en la arena Jo.
—Lo haré tomatito, tu cuida de Finnick.
Finnick y Narcissa entran dejando a la chica atrás. Annie y Tristan ya se encontraban ahí, los dos no dudan en abrazarlos.
—Como dijimos en el tren, vamos a conseguirles patrocinadores —es lo que Tristán dijo—. Ustedes deben hacer lo difícil, sobrevivir.
—Haremos lo mejor que podamos —respondió Finnick—. No llores Annie, todo esto se resolverá.
—Es que... ustedes tres me apoyaron mucho después de mis juegos, no se que haré si uno de ustedes me hace falta —contestó ella mientras se limpiaba una de las lágrimas salían de sus ojos.
Narcissa abrazó a la chica, quien no dudó en soltar lágrimas mientras le correspondía al abrazo a la pelirroja.
Nadie estaba de humor para charlar así que los cuatro rápidamente fueron a sus respectivas habitaciones.
Claro que Finnick una vez ya duchado y vestido fue a la habitación de su novia quien continuaba en el baño. Y cuando ella salió ya estaba envuelta en un camisón de seda.
—Un beso por tus pensamientos —espetó la pelirroja mientras se recostaba al otro lado de la cama, quedando así frente a frente con Finnick.
—Pensaba en lo hermosa que lucías hoy, usualmente te vez radiante pero hoy.... resplandecías —le halagó provocando un sonrojo en la chica.
—Solo era un vestido.
—Te quedaba magnífico —rebatió el rubio—, aunque todo te queda magnífico.
—Debes estar loco de amor para pensar así.
—¿Qué acaso no te quedó claro con el poema? Estoy sin duda alguna completamente enamorado de tí, Narcissa Pollux.
—Y yo estoy enamorada de ti hasta la médula —mumuró ella mientras acariciaba el cabello rubio que tanto amaba.
Terminaron durmiendo abrazados, y fue en la mañana que tuvieron que separarse. Se colocaron sus respectivos trajes y se despidieron con un beso, cada uno fue con su respectivo estilista. Le colocaron el dispositivo rastreador en el antebrazo izquierdo y subieron al aerodeslizador.
Cuando llegaron a su destino, mientras caminaban hacia la plataforma de lanzamiento, fue la ahora peliverde quien rompió el silencio.
—Te deseo mucha suerte allá querida Narcissa —espetó Venix con cierta tristreza.
—Gracias por todo Venix —se limitó a decir la pelirroja.
Y fue entonces que la plataforma empezó a subir. Y Narcissa simplemente soltó un suspiro. Tenía cierto miedo de lo qu epodía ocurrir durante los juegos.
Ella solo sabía que protegería a Finnick de todo y todos.
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