𝐒𝐄𝐕𝐄𝐍

"NUEVA FAMILIA" 

PARA ELLA LLEGAR A SU DISTRITO FUE UN GOLPE DE REALIDAD, no iba a haber nadie que la recibiera. 

Pensó en el hecho de que si su hermana hubiera ganado los juegos, ella al menos estaría ahí. Y por consiguiente, su madre también estuviera con vida. 

Si su padre no hubiera ido a pescar en su bote ese día, él estaría vivo y hubiera sido de gran apoyo para Mariana y ella cuando Bella murió.

Si su madre no se hubiera suicidado, ella tendría al menos a alguien en este mundo. 

Tantas probabilidades, tantos que tal si...

Aunque ninguno era tan malo como su realidad.

Todas sus cosas habían sido movidas a su nueva casa en la Villa de los Vencedores, su Gira de la Victoria ya había culminado. 

Si era honesta le incomodó mucho ir a todos esos distritos, los primeros, los más ricos, celebraron su victoria y los más pobres simplemente asistieron por obligación. 

Pero esa incomodidad no se comparó nada a la gran horda de soledad que sintió cuando llegó al distrito 4. 

Todos le recibieron con aplausos y vítores, todos orgullosos de tener otra vencedora en el distrito. Pero ella no se consideraba una vencedora. 

Era una sobreviviente, y no solo de los juegos, era una sobreviviente ante las adversidades que se habían estado presentando a lo largo de su vida. 

Es cierto que Finnick y Mags estarían ahí, intentando animarla y apoyarla, porque así era como actuaban siempre que había un nuevo vencedor, cálidos.

Pero ellos no tenían idea, ellos no sabían que los Juegos del Hambre no eran su tortura diaria.

Narcissa no sufría del estrés postraumático ni tampoco las pesadillas que los demás vencedores compartían. Su cerebro al parecer había borrado todo lo que vivió en esos días, su subconsciente desapareció todos los recuerdos de esos diecisiete días. 

La verdadera tortura de Narcissa era estar en esa casa, era el simple hecho de existir y tener en cuenta lo sola que estaba. 

Su familia ya no estaba. 

Su padre murió por accidente. 

Su hermana fue asesinada. 

Su madre se mató. 

Ella no podía evitar recordar eso, y por eso mismo no tenía ánimos de desempacar sus pertenencias, todo le recordaría a su familia. 

Más no tenía otra opción  que seguir adelante. Ella iba y debía seguir adelante por ellos. 

Se la pasó el resto del día organizando todo, pudo organizar toda su cocina, sala y baños pero aún le quedaban las habitaciones. 

Mientras ordenaba su propia habitación en una de las tantas cajas que estaban en el lugar encontró un objeto que se había encargado de esconder muy bien. 

Narcissa tenía en sus manos una lanza más pequeña que las comunes. 

Ese objeto, ese peligroso objeto había sido un regalo de Orión cuando la menor de los Pollux tenía seis años, con esa lanza ella había ido con su padre a pescar  por primera vez.

 Esa lanza le recordaba a su padre y todos los momentos felices que tuvo con él.

También recuerda como guardó esa lanza en su armario luego de la muerte de su padre, si era honesta no recordaba que tal lanza continuara existiendo. 

—Lo lamento tanto, no soy tan fuerte como creí —murmuró la pelirroja mientras que las lágrimas empezaban a salir de sus ojos. 

Aunque hubiera querido no detuvo las lágrimas, estas salían y salían, ella necesitaba liberarse de todos los sentimientos reprimidos. 

No había llorado de esa manera desde que su madre se suicidó. 

—Debí.... debí haber muerto para estar c-con ustedes —continuó con sus lamentos. 

Narcissa no consideraba que su resilencia fuera una buena cualidad de ella en esos momentos, el hecho de aguantar tanto ante las adversidades de la vida nunca la pareció peor. 

Deseaba poder dormirse y no despertar, tenía el anhelo de que si se tropezara por las escaleras se golpeara la cabeza tan fuerte que no volviera nunca a estar consciente. 

Pensaba que si se adentraba lo suficiente al mar este la ahogaría tal y como su padre se había ahogado hace unos años. 

Muchas maneras de morir, todas diferentes y de diversas maneras. 

Pero no se movió ni un solo centímetro para llevar a cabo una de esas formas. Simplemente lloró, dejó salir todo lo que su corazón había estado resguardando. 

Ella lo sabía, no podía suicidarse, no se consideraba lo suficientemente valiente como realizar tal acción. 

Se creía una cobarde. 

Continuó llorando por un gran rato, y al final se quedó dormida con la lanza entre sus brazos. 

Al día siguiente, cuando se despertó, el desconcierto la golpeó por un instante al no reconocer el lugar. 

Una vez observó la lanza en sus manos recordó lo ocurrido la noche anterior y no pudo evitar hacer una mueca ante el dolor que haber dormido en el suelo le provocó. 

Se levantó y sin pensarlo continuó con la mudanza, desempacó su ropa y productos de higiene personal, libros y demás cosas, eran casi las doce del mediodía cuando culminó con la mudanza. 

Ya duchada y bien vestida, Narcissa había tomado la decisión de salir a comprar alimentos para poder sobrevivir durante la semana. No contó con que se encontraría a Finnick al salir de su hogar. 

—Hola Cissa —le saludó él mientras se acercaba a la pelirroja. 

—Hola —murmuró ella mientras le brindaba una leve sonrisa al rubio. 

Finnick notó los ojos aguados de la chica y su nariz roja más no mencionó tal hecho o le preguntó, le daría su espacio. 

—¿Te gustaría almorzar conmigo? He preparado una comida deliciosa. 

—Si está bien —respondió ella mientras se acercaba un poco más al rubio. 

Al estar ella más cerca Finnick no dudó en darle un fuerte abrazo, uno que dejó levemente sorprendida a la chica pues no se esperaba tal gesto. Pero no tardó en corresponder, abrazó al rubio con la misma fuerza. 

Se sintió bien en los brazos del rubio, a Narcissa el chico frente a ella le brindaba una gran seguridad y confianza a pesar de no conocerlo mucho. 

Y sorpresivamente, Finnick se sentía igual con ella. 


[...]


El rubio no dejaba de observar a la pelirroja frente a él, Narcissa estaba tan concentrada en su plato que no se dió cuenta de la mirada del chico. 

—¿Está bueno? —cuestionó él mientras intentaba hacer conversación,  llevaban un buen tiempo en silencio y él no era tan amante de estos. 

—Cocinas magnífico —admitió ella haciendo que el rubio sonriera. 

—Es que yo hago todo bien princesa —le guiñó un ojo a la chica que provocó un sonrojo en esta. 

—Un poco de humildad te haría bien —mencionó la Pollux divertida. 

—Yo sé que soy lo mejor Cissa, no tengo por que ocultarlo —respondió egocéntrico ganando una risa de la pelirroja. 

—Dios, eres imposible —murmuró divertida. 

—Así me quieres. 

—Huh.... no estoy segura. 

—Se que me quieres, no intentes negarlo. 

—¿Tan seguro de eso estás? 

—Muy seguro —afirmó con una sonrisa que contagió a la pelirroja. 

—Bueno señor Odair, si alguien no se lo ha dicho pues yo lo haré, es usted muy egocéntrico. 

—Tengo amor propio y se lo que valgo —contradijo—. También se lo irresistible que puedo llegar a ser para las mujeres. 

—Y hombres —añadió ella recordando al montón de hombres que miraban encantados a Finnick. 

Sin duda alguna Finnick era el chico dorado. 

Continuaron su conversación entre risitas y bromas, las palabras de gran amor propio de Finnick y los murmullos de Narcissa. 

No fue hasta que Finnick recordó algo que interrumpió la charla sobre pelucas que estaban teniendo. 

—Espera aquí, debo ir por algo —Narcissa asintió sin decir nada y esperó pacientemente a que el rubio llegara. 

No tardó mucho tiempo, cuando volvió a la sala tenía un objeto en sus manos.

Un collar. 

Narcissa sonrió con tristeza al ver ese objeto. Un collar que hace años no veía.

—Creí que era la oportunidad perfecta —dijo el rubio mientras caminaba hacia la pelirroja—. ¿Puedo? 

Narcissa asintió y entonces el chico le colocó el collar, al estar tan cerca sus respiraciones chocaban entre si. 

—Gracias —susurró ella mientras le dedicaba una frágil sonrisa. 

—No hay de que princesa —respondió él con una tierna sonrisa. Narcissa le generaba ternura. 

Ella tomó la iniciativa y abrazó al rubio, Finnick sorprendido por el gesto no dudo en corresponderlo, y se mantuvieron así un buen rato. 

Los abrazos eran lo que necesitaban, aunque no lo expresaran con palabras, la calidez que sentían el uno con el otro era suficiente para hablar. 


Author's note: 

So, aquí les traigo un nuevo capítulo, espero les haya gustado ;D

Es el último capítulo del año, dudo que mañana (31 btw) vaya a publicar algo así que desde ahora les deseo feliz año nuevo. 

Ojalá tengan un gran año, espero que sus metas se cumplan y deseo que sean felices. 

Cuídense <3 

Author's new note: 

Me voy a poner a trabajar lo más pronto posible para editar por completo este libro (había olvidado que estaba en edición JAJAJAA) 

También habrán nuevas escenas, algunas del pasado de Cissa y otras de los días cotidianos de Cissa y Finnick. 


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top