𝐄𝐋𝐄𝐕𝐄𝐍
NARCISSA COMÍA EN PAZ MIENTRAS ESPERABA A FINNICK, quien seguramente continuaba dormido, cosa que no le sorprendía pues ella era quien se levantaba mucho más temprano que él.
Fue dos horas después que el rubio apareció ya preparado para el entrenamiento.
—El bello durmiente se despertó —bromeó la pelirroja mientras se acercaba al rubio.
—Mi princesa decidió no despertarme —continuó la broma el rubio para después besar a la pelirroja—. Uh... fresa.
—Comí tostadas con mermelada de fresa, sabes que me gusta mucho —se justificó ella mientras le daba una pequeña sonrisa.
—¿Vas a esperarme cierto?
—Claro que si, no tengo ánimos de socializar con nadie. Son las mismas personas de todos los años.
—Katniss y Peeta no —respondió el rubio—. ¿Acaso no quieres conocer a la chica?
—Claro que quiero pero sabes que no soy como tú.
—Hemos hablado muchas veces sobre no compararte con otros Cissa, eres increíble tal y como eres.
—Lo se —ella soltó un suspiro—. Solo quiero decir que me da vergüenza. Ella luce muy... intimidante.
—¿Intimidante? Cissa, creo que tú le pareces intimidante a ella, no al revés.
—Come o me iré sin ti —cambió de tema, Finnick solo asintió y no comentó ante el repentino cambio.
Fue un rato después que los dos ya preparados bajaron, solo la mitad de los tributos se encontraban.
La pareja se dirigió a Johanna quien en cuanto los ve no puede evitar soltar una sonrisa burlona
—Narcissa, hablemos en serio ¿Cuanto te paga Finnick para que salgas con él?
—Amanecimos bravas eh —empezó a decir el rubio—. ¿Es que acaso no te dieron amor ayer, Jo?
—Pobre tomatito, aguantarte a ti debe ser complicado, ella debe ser una santa sin duda alguna.
—Mientras ustedes dos se molestan yo iré a entrenar —murmuró la pelirroja.
Narcissa se acercó al puesto de lanzas, ese era el que sin duda alguna más le gustaba.
Tomó tres lanzas y sin pensarlo las lanzó, estas quedaron en el centro del objetivo, los tributos que estaban entrenando ahí también observaron a la pelirroja con sorpresa.
—Sigo teniendo práctica —murmuró ella mientras tomaba otra lanza y empezaba a darle vueltas por todo su cuerpo.
—Eso fue increíble —escuchó una voz masculina a su lado.
Al girarse no pudo evitar sorprenderse al tener a Peeta Mallark enfrente. Se sorprendió y asustó tanto que terminó soltando la lanza.
—Disculpa, no quería asustarte.
—Está bien, no hay problema —respondió la pelirroja mientras tomaba la lanza—. Soy Narcissa.
—Peeta, aunque creo que eso ya lo sabías.
—¿Eres bueno con las lanzas? —cuestionó la pelirroja mientras lanzaba el objeto que tenía en su mano sin observar.
El adolescente abrió sus ojos sorprendidos al notar como la lanza quedó clavada justo en la diana.
—En definitiva no soy tan bueno como tú.
—Es solo practica, es como Katniss con el arco o tu con el camuflaje, son gajes del oficio.
—Pero tú eres buena con el camuflaje, te vi en tus juegos.
—Desde niña he sido buena escondiéndome —replicó ella mientras se encogía de hombros.
—También sabes sobre plantas.
—Tenga una biblioteca en casa, Finnick bromea a veces diciendo que debería abrir una librería.
—¿Eres muy amiga de Finnick?
—Esto parece un interrogatorio —murmuró ella divertida.
—Lo lamento yo no... es sólo que Katniss y yo somos los nuevos y-
—Todos los demás si nos conocemos —le interrumpió ella—. Lo entiendo, Peeta. Y si, soy bastante cercana a Finnick.
Charlaron un poco más, a Peeta le agradó Narcissa, era callada pero tenía sentido del humor, trataba con amabilidad genuina al chico y siempre respondía sus preguntas.
En otras circunstancias Peeta estaba seguro que se llevaría de maravilla con la pelirroja.
Durante el almuerzo todos juntaron unas mesas para comer juntos, Narcissa estaba entre Finnick y Johanna.
Y fue que después del almuerzo mientras ella estaba haciendo unos bonitos anzuelos Katniss y Finnick se le acercaron.
—Ella es Narcissa, mi compañera de distrito —presentó el rubio con una pequeña sonrisa mientras se acercaba a la chica.
La pelirroja dejó el anzuelo en el que trabajaba y abrazó al rubio mientras que le extendía una mano a la castaña quien la aceptó por cortesía.
—Eso es un muy buen anzuelo —le halagó la adolescente mientras observaba el trabajo de la pelirroja.
—Muchas gracias —respondió la pelirroja—. ¿Vienes a practicar también?
—Soy mala haciendo anzuelos.
—Si gustas puedo ayudarte.
—Tendrás que tenerme paciencia.
—Oh créeme, tantos años soportando a Finnick me han hecho bastante paciente.
—Tu —el rubio señaló amenazadoramente a la pelirroja quien le dio una linda sonrisa—. Te has vuelto más bromista últimamente.
—¿Quien ha dicho que bromeo? —rebatió la pelirroja con una sonrisa divertida—. Ahora, vete de aquí que lo único que harás es molestar a Katniss.
—O distraerte a ti, yo sé que soy una bonita distracción.
La pelirroja rodó los ojos pero no pudo ocultar la sonrisa y el sonrojo. Finnick al notar eso se despidió de ellas con una sonrisa triunfal.
—Él y tú parecen más que amigos —mencionó la castaña mientras seguía las instrucciones de la pelirroja.
—Luego de ganar los juegos él fue el único que siempre estuvo ahí, él me ha ayudado mucho —fue la evasiva de la pelirroja—. Yo eh.... lamento que tengas que volver a pasar por todo esto.
Eso si que fue una sorpresa para la castaña, nadie le había dicho eso antes.
—No es tu culpa todo lo que está ocurriendo —continuó la pelirroja—. El Capitolio es el resposable, siempre lo ha sido.
—Lamento que tu también tengas que estar aquí, Narcissa.
—Yo he aceptado mi destino hace ya mucho tiempo Katniss —fue la respuesta de la pelirroja—. Así que no lo lamentes —le tendió uno de los anzuelos que hizo, la castaña se sorprendió al notar los tres más que había hecho en su plática.
—Eres bastante buena.
—Mi padre era pescador y dueño de una de las pesquerías más importantes de mi distrito —respondió la pelirroja—. Fue él quién me enseñó lo de los anzuelos y las lanzas. Tu por tu lado tienes un talento nato con el arco. Sacaste un once por alguna razón el año pasado.
—¿Por qué supones que fue por el arco y flechas?
—Escuché lo que le decías a Peeta el año pasado, lo de cazar y eso —contestó—. Por como agarras el arco, con tanto profesionalismo, de seguro eres muy buena.
—¿Te gustaría que te enseñe? No creo que sea tan diferente a usar las lanzas.
—Hace años que no uso el arco, debes tenerme paciencia —dijo la pelirroja.
—No prometo ser la mejor maestra, la paciencia no es una de mis cualidades en estos momentos.
—Estás estresada —afirmó la pelirroja—. Creo que te vendría bien practicar con el arco primero.
—¿Soy tan fácil de leer?
—No, es solo que yo soy muy buena analizando —respondió la pelirroja con una sonrisa—. ¿Vamos?
Katniss asintió, la chica castaña tenía algo en claro, quería a Narcissa en su equipo.
Durante los siguientes días de entrenamiento Narcissa se la pasó conversando con los demás vencedores, a todos ya los conocía y ellos ya la conocían, y no es porque ella fuera muy platicadora.
Recuerda como durante su primer año como mentora Finnick, quien si era sociable, le presentó a todos los mentores e incluso la obligó a que conversara con ellos. Solo le agradó Johanna.
En esos momentos todos estaban esperando para los entrenamientos privados, y Narcissa ya sabía que es lo que haría.
Contrario a sus juegos, demostraría un poco de lo que puede hacer. Llamaron uno por uno a los tributos, y cuando anunciaron que sería el turno de Finnick este le dió una sonrisa a la pelirroja junto a un guiño, ella solo se rió ante las tonterías de su novio.
Pasaron un buen par de minutos, y cuando le llaman, no puede evitar soltar un suspiro nervioso, pero no duda en entrar.
Ella ni siquiera repara en los Vigilantes, sino que va directamente al puesto de nudos y empieza a hacer uno. Y fue que minutos después Narcissa estaba colgando cabeza abajo con las lanzas en sus manos y una venda en los ojos.
Lanzó hacia los objetivos que había programado, luego de eso en un hábil movimiento se deshace del nudo y hace una pirueta para caer de pie. Observó con una pequeña sonrisa como las lanzas se clavaron en el centro de los objetivos.
—Ya puede irse, señorita Pollux —fue lo que dijo Plutarch Heavensbee, el nuevo Vigilante Jefe.
Ella hizo una inclinación leve y salió de ahí, fue directamente al apartamento donde solo se encontró con Finnick ya duchado y bien vestido.
El rubio tomó la mano de su novia y juntos fueronfueron a la habitación que le designaron a Finnick, ahí se acostaron uno frente al otro.
—¿Cómo te fue? —preguntó la pelirroja en un murmullo.
—A mi increíble, como siempre, todo lo que hago es increíble —respondió el rubio ganando así un golpe de la pelirroja.
—No estamos con las demás personas, puedes decirme todo lo que llevas guardando.
Finnick soltó un suspiro, sabía que Narcissa se daría cuenta.
—En estos momentos, en este lugar en especial, no puedo decírtelo —murmuró el rubio mientras se acercaba más a la pelirroja—. Pero ten por seguro que haré hasta lo imposible para que ganes.
—No —replicó la pelirroja—. Finnick, no puedo vivir en un mundo donde tu no estes. Pensé que eso lo tenías claro.
—Y yo no puedo vivir sin tí.
—Es los dos o nada Finnick —continuó ella—. Si tu estás dispuesto a morir en esa arena conmigo....
—No morirás —declaró el rubio—. No permitiré que eso ocurra.
—Finnick-
—Princesa, confía en mi.
Narcissa finalmente soltó un suspiro pero asintió.
—Confío en ti.
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