𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐎




JUNO CLARKE NO TENÍA UNA VIDA DE ENSUEÑO, ni siquiera algo a lo que pudiera llamarle vida decente, y es que con tan solo 7 años perdió a su madre a causa de un accidente automovilístico, quedando a cargo de su padre, quien a los pocos meses se casó con una mujer que parecía detestarla, tratándola de horribles maneras y viéndola como una sirvienta.

De un momento a otro su vida se volvió una nueva versión de la Cenicienta, la diferencia es que aquí no hubo ninguna hada madrina que viniera a resolver sus problemas, tampoco llegó un príncipe encantador para sacarla de casa y darle toda una vida de ensueño. En lugar de obtener todas esas cosas, tuvo que trabajar duramente para tratar de terminar sus estudios, ya que su madrastra buscaba cualquier pretexto para mantenerla encerrada realizando labores domésticas.

Es en la escuela a sus 16 años en donde conoce a las dos personas que se volvieron su ancla para mantenerse con vida. Su mejor amiga Zara y su primer, gran amor, Austin.

Juno cayó perdidamente enamorada de aquel joven de cabellos castaños oscuros, por lo que siempre accedía a todo lo que él pedía, eso incluyó irse a vivir con él cuando tenían tan solo 17 años. Para ella, Austin fue su boleto de salida del horror que vivía al estar junto a su padre y su madrastra, por lo que acceder a esa petición no fue algo que tuviera que pensar mucho.

En algún punto Juno también accede a iniciar su vida sexual, nada malo para un par de adolescentes, después de todo era normal que esa clase de cosas se vivieran a esa edad.

El problema llegó en mayo de 2002, cuando Juno tenía tan solo 20 años y descubrió que estaba embarazada.

Si bien no era tan joven como muchas madres que había conocido o de las que se había enterado, Juno no sentía que fuera el momento oportuno para traer una nueva vida al mundo. La joven cursaba su segundo año en la escuela de enfermería y sabía que no contaba con el apoyo de su familia, debía trabajar demasiado para no solo pagar su escuela, también debía pagar el lugar donde vivía, sus alimentos, su ropa, los servicios del hogar... básicamente todo.

Estaba desesperada, no sabía que hacer y temía por la reacción que Austin pudiera llegar a tener, después de todo, él no aportaba mucho dinero a su hogar. Todos los gastos los cubría ella y un bebé sería algo que desestabilizaría todo.

Su vida de "ensueño" se había tornado nuevamente en una pesadilla.

— Austin... yo estoy embarazada— confesó Juno con la voz temblorosa a su novio

Esa fue la última vez que Juno vio a Austin, quien ante la noticia enloqueció y la corrió de aquel pequeño cuarto en donde vivían.

Con lágrimas en los ojos, Juno guardó cuantas cosas pudo en una pequeña maleta y abandonó el lugar que había llamado hogar durante los últimos cuatro años. Se sentía perdida, no tenía el dinero suficiente para poder sobrevivir ni siquiera una semana, el clima daba indicios de que una fuerte tormenta no tardaba en caer.

La joven revisó su billetera en donde solo encontró 100 dólares. Fue cuando pensó en la única persona que le quedaba que tal vez podría ayudarla. Zara.

Después de media hora caminando y usando el metro, Juno llegó al departamento donde su amiga vivía en compañía de su madre.

— Traje un poco de pan— exclamó Juno extendiendo una bolsa de plástico mojada por la lluvia— No quería llegar con las manos vacías

— ¡Por el amor de dios, Juno, estás empapada!— exclamó Zara al ver a su amiga detrás de la puerta— ¿Qué haces aquí? Entra, vamos, te prepararé chocolate caliente

Juno comenzó a explicarle a su amiga y a su madre todo lo que había ocurrido, desde su embarazo, hasta como Austin la había corrido de su casa, todo mientras ella lloraba desconsoladamente. No quería ser ninguna clase de molestia, pero necesitaba un lugar donde vivir hasta poder juntar el suficiente dinero para poder sobrevivir por su cuenta.

Tanto Zara como su madre accedieron al instante a darle un techo mientras encontraba un nuevo hogar, sin embargo, aún quedaba un tema mas por resolver.

¿Qué pasaría con el bebé de Juno?

— ¿Lo quieres tener... lo quieres abortar?— preguntó Zara— Nosotras te vamos a apoyar en lo que decidas, pero tienes que hacerlo pronto, en caso de que quieras abortar, tienes solo un par de semanas antes de que se vuelva un riesgo para ti. Piensa en lo que tu quieres, no te dejes llevar por las palabras de Austin

Juno se tomó unos momentos para pensar en lo que deseaba hacer.

No podía negar que en cuanto se enteró, su primer instinto fue el querer abortar, pero conforme pasaron los días en donde pensaba como decirle a su ahora ex novio que serían padres, la idea de tener un bebé en brazos, un bebé a quien pudiera darle todo ese cariño que cualquier niño merece, un bebé a quien pudiera amar incondicionalmente... sonaba como algo realmente hermoso.

— Si quieres tenerlo y te preocupa el tema económico y el de tus estudios no te preocupes, te apoyaremos en todo lo que esté a nuestro alcance, de eso no tengas dudas— sonrió al madre de Zara— Puedes trabajar en la pastelería medio tiempo para obtener dinero y no descuidar la escuela, Zara me habló de tu empleo actual y se que no te pagan muy bien, podemos mejorar eso, además, cuando el bebé nazca podría ayudarte a cuidarlo...

— Si decides no tenerlo podemos buscar clínicas en donde realicen el procedimiento y que sea seguro, te ayudaremos buscando apoyo psicológico si lo requieres— siguió hablando Zara— Pero piensa bien lo que realmente quieres

Y esa fue la noche que cambió la vida de Juno.

Cinco años habían pasado, cinco años en donde con mucho esfuerzo pudo sacar adelante a su hija.

Triana Charlotte Clarke, quien había llegado a la vida de Juno un 22 de Febrero del 2003.

La niña se volvió la luz de sus ojos, el brillo en su vida, su corazón, su vida entera. 

Es por eso que cuando Juno terminó sus estudios, decidió no ejercer su profesión para poder pasar todo el tiempo posible con su hija, además de que no quería seguir abusando de la hospitalidad de la madre de Zara, quien había cuidado de la niña durante todo el proceso escolar de la joven. 

Ahora Juno se dedicaba a atender la pastelería de la familia de Zara y estaba bastante feliz.

Gracias a ese trabajo descubrió que una de sus pasiones era la repostería, por lo que cada cierto tiempo se encargaba de agregar nuevos postres al local, el cual se volvió demasiado exitoso gracias a las recetas y a la gran atención que tenía Juno con todos sus clientes.

Juno no tenía una buena memoria, de hecho solía ser alguien muy distraída, sin embargo siempre recordará aquella tarde de julio, cuando un castaño de ojos color avellana entró al local para pedir un café y un pastel de fresas con chocolate. Recordaba como había pedido que el pastel llevara escrito "Feliz cumpleaños JJ", recordaba como el chico le agradeció con una sonrisa demasiado hermosa como para poder describir con palabras, pero sin duda, recordaba la alegría que comenzó a sentir los días que el castaño volvía a aparecerse en la pastelería, solo para ordenar un café y algunas veces un postre.

Spencer podía recordar todo lo que veía, Juno a veces olvidaba las cosas, pero sin duda en sus memorias siempre estaría aquel día en donde por casualidades de la vida, terminan en una cita a ciegas organizada por sus mejores amigos.

— Un momento, yo te conozco. Eres el chico lindo que compra café a las 8 de la mañana— dijo Juno cuando llegó a la mesa que se le había indicado

— Y tú eres la chica que siempre me escribe mensajes agradables en mi vaso de café— sonrió Spencer al ver a la castaña frente a él

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