009 || the perfect flower

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Chapter Nine.
la flor perfecta

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SPENCER HABÍA PASADO LAS ÚLTIMAS DOS SEMANAS SIN PODERSE SACAR de la cabeza lo bien que la pasó en compañía de Juno en su cita días atrás, no podía sacarse de la cabeza las risas que hubo entre ambos toda la noche, no podía parar de pensar en el dulce tono de voz de la mujer cada que contaba alguna historia, no podía dejar de recordar la hipnotizante mirada de aquel precioso par de ojos verdes. 

Todo en Juno era tan memorable que no podía parar de contar los días que había pasado sin verla. Estaba tan entusiasmado con el hecho de que las cosas entre ambos resultaran tan bien, al punto en donde no había día en donde no tuvieran una conversación de al menos veinte minutos. Juno se había vuelto una parte indispensable de sus días y no existía manera de negarlo. 

Era por eso que durante los últimos días una idea comenzó a rondar por su cabeza.

Deseaba invitarla a salir.

¿Cómo lo haría? Ni siquiera estaba seguro, tenía demasiado tiempo desde la última ocasión en la que invitó a alguien a salir y no estaba seguro de como hacerlo. 

¿Era solo llegar a la pastelería e invitarla de manera directa? ¿O era iniciar la conversación y dejar que todo fluyera hasta el punto en donde la pregunta saliera por si sola?

Había utilizado la última semana fuera de Virginia para pensar en como lo haría, a donde la llevaría, en que diría, como podría sorprenderla... pensaba en cada detalle porque quería que todo saliera perfecto, quería que la cita fuera memorable no solo por él, si no por ella. Quería darle a Juno la mejor de las noches.

Para cuando faltaban veinte minutos para su salida, Spencer se apresuró para tratar de arreglar su apariencia lo mejor posible, quería verse bien para Juno.

Se miraba al espejo y con agua trataba de acomodar lo desarreglado de su cabello, acomodaba su corbata para que se viera lo mas formal posible, abrochaba y desabrochaba el primer botón de su camisa en un intento de que le gustara lo que veía, pero sus nervios le impedían pensar con claridad por lo que al finar acabó por rendirse.

Cuando salió en dirección a los ascensores se dio cuenta que tenía menos de una hora para llegar a la pastelería antes de que Juno la cerrara, por lo que con desesperación apretó los botones del elevador (como si eso lo hiciera avanzar más rápido). No quería mandarle ningún mensaje a la castaña puesto que quería que su llegada fuera una sorpresa, pero si el metro llegaba a tardarse, no tendría otra opción.

Llegando al estacionamiento se encontró con Emily, quien al verlo correr tan a prisa lo detuvo para pregúntale si todo estaba en orden.

— Emily, no puedo hablar. Tengo solo media hora para llegar a un lugar antes de que lo cierren— explicaba Spencer lo más rápido que podía

— ¿Está todo bien? ¿Es alguna urgencia? Puedo llevarte si gustas— se ofreció Emily al ver a su amigo en ese estado— No tengo problemas y creo que el auto será más rápido que el metro

Spencer lo pensó por unos momentos, sabía que Emily tenía razón, el viaje en auto solo duraría quince minutos, el metro podría hacer que se atrasara y no quería perder la oportunidad de reunirse con Juno esa noche.

— Si... eso estaría bien, gracias— agradeció el castaño subiéndose al auto de su amiga— En realidad no es una gran emergencia... pero si necesito llegar pronto

— Si, no te preocupes, yo te llevo— decía Emily mientras también subía al auto— ¿A dónde vamos?

Spencer lo meditó, no había querido hablarle a nadie sobre lo que estaba sintiendo por Juno, tampoco había querido hablar con nadie sobre su cita con ella y menos hacer mención a que habló con ella todos los días por mensajes de texto y algunas ocasiones por llamada .

Sin embargo tenía una gran confianza con Emily, por lo cual no se sintió para nada incómodo con la idea de contarle sobre sus planes de esa noche.

— Pues... ¿Recuerdas la chica de quien estuvimos hablando hace unos días? Con quien Morgan y Zara me organizaron la cita a ciegas, quien preparó el pastel de cumpleaños de JJ...

— Oh si, claro que recuerdo. ¿La que se llama Juno, no? Que Morgan lleva días insistiendo en que le cuentes como te fue en tu cita

— Si, es ella— sonreía Spencer mientras el auto comenzaba a avanzar— Bueno... la cita fue realmente increíble y desde ese día hemos estado hablando por mensajes. No he tenido la oportunidad de volverla a invitar a salir o de si quiero irla a ver por todo el trabajo que hemos tenido... así que aprovechando que hoy salimos temprano, quiero irla a ver para invitarla por un café...

— ¡Spencer, eso es increíble!— Emily con emoción— Me da mucho gusto que tu cita resultara tan bien dijo y que te estás dando la oportunidad de conocerla. Ve poniendo la ubicación en el GPS, llegaremos en poco tiempo. ¿Quieres que pasemos a algún otro lado antes? No sé, que quieras llevarle algún detalle o algo así

El castaño lo pensó, la idea de Emily no sonaba nada mal, quería volver a ver la sonrisa de Juno y que mejor que esa fuera fuera causada por un detalle de su parte. Sin duda deseaba ver eso, por lo que le pidió que se detuviera en la primera florería que encontrara.

Sus manos sudaban, movía su pierna izquierda con nervios, miraba a todos lados, sentía sus latidos acelerarse. No podía creer que estuviera a punto de invitar a salir a Juno.

En una esquina de la mitad de su trayecto, Emily logró divisar una florería por lo que se estacionó para que su amigo bajara del auto y comprara el detalle.

Al entrar al establecimiento lleno de colores y dulces aromas, Spencer trataba de pensar en que flores serían su mejor opción.

"Mi color favorito es el rojo, aunque solo en ciertas cosas... por ejemplo en un labial me encanta como se ve, pero en unas sombras tienes que pensar bien con que combinarlo para que no se vea muy cargado, pero si lo pones en una prenda de ropa, creo que es un color maravilloso" había contado Juno en su primera cita.

Algo rojo podría ser la mejor de las opciones por lo que su búsqueda se centró en las flores de ese color.

Rosas, tulipanes, gerberas, claveles, crisantemos, había demasiadas opciones y ninguna parecía convencer a Spencer del todo.

— Spencer, tenemos 15 minutos para llegar— habló Emily, quien al notar lo que su amigo se estaba tardando decidió entrar al local— ¿Qué pasa?

— No logro encontrar la flor perfecta— respondió él— Se que quiero algo rojo, pero no quiero irme con las clásicas rosas porque Juno es mas especial que eso

Emily sonrió al escuchar esas palabras por lo que comenzó a ayudar a su amigo.

— Por como hablas de esa chica se que es alguien especial por lo que te voy a recomendar que le des un detalle que no muera dentro de una semana— dijo Emily mirando las flores que había en varias macetas— La flores son muy lindas, pero tienen la desventaja de que cuando las das en ramo mueren en unos cuantos días, así que si no quieres que tu detalle por ella acabe muerto en los próximos días, lo mejor que puedes hacer es darle la flor en una maceta

Spencer sonrió al estar de acuerdo con las palabras de Emily, quien aún miraba con detenimiento la gran variedad de flores que había en el lugar.

Fue cuando una flor con un rojo intenso llamó la atención de Spencer.

Era una flor preciosa, como ninguna otra que hubiera visto en su vida, de belleza extraordinaria, casi tan maravillosa como la de Juno.

— Disculpe. ¿Qué flor es esta?— le preguntó Spencer al encargado de la tienda

— La planta de cupido, aunque también puede ser conocida como lirio acuático o como calas— respondió el hombre acercándose— La belleza de esta flor es que puede florecer varias veces en el año y que sus flores pueden llegar a vivir hasta tres meses, claro con el cuidado adecuado

Era perfecta.

— Me la llevo— sonrió Spencer

— Perfecto, pase de este lado para cobrarle— dijo el hombre tomando la maceta

— Es una flor preciosa— le dijo Emily— Tal vez compre una en otro momento para decorar mi apartamento

Spencer le volvió a sonreír y camino en dirección a la caja para hacer el pago, sin embargo una pequeña maceta con algunas margaritas. Era una flor que aún lucía pequeña pero que sabía que mas adelante crecería y sería mucho mas hermosa.

Y decidió comprarla, aunque no para Juno.

El castaño entregó la maceta pequeña y pidió que ambas fueran arregladas para que fueran un obsequio, aunque no juntas, cada maceta era para una mujer diferente.

Pocos minutos después, Emily y Spencer salieron de la florería en dirección al auto para tratar de llegar a la pastelería a tiempo.

— ¿Para quien es la otra maceta?— preguntó Emily con curiosidad

— Charlotte— respondió él— No sé que tan de acuerdo esté Juno con que le de un obsequio a su hija, pero la vi y algo me hizo pensar en ella

— ¿Juno tiene una hija? 

— Si, es una niña bastante adorable— siguió sonriendo el castaño— Y según Juno, comenzó a interesarse en la magia gracias a mi

Spencer sabía que no tenía obligación alguna de obsequiarle algo a la niña, pero aquella pequeña flor lo hizo pensar de una manera automática en la niña de cabellos castaños y que tanto había adorado su truco de magia. Había algo en esa pequeña, algo que hacía que su corazón se derritiera no solo de ternura, si no también de amor.

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Ocho minutos mas y Juno podría cerrar la pastelería por lo que repitió su rutina de pedirle a Charlotte que comenzara a levantar todas sus cosas en lo que ella comenzaba a realizar el conteo de los pasteles que quedarían en el mostrador y cuantas galletas quedaban en las canastas.

El día había sido bastante productivo, por lo que el conteo no sería tan largo como en días anteriores, además de que Luna había hecho gran parte del trabajo pendiente antes de irse.

Revisó que no quedaran trastes sucios, que los pasteles estuvieran cubiertos, que los refrigeradores permanecieran encendidos y que la basura estuviera en su lugar para sacarla en cuanto cerraran, todo parecía estar en orden por lo que solo faltaba hacer el corte de caja y guardar las ganancias en la caja de seguridad.

Esperó a que el reloj marcara la hora de su salida para poder girar el letrero de la puerta y cuando esto ocurrió se acercó para ponerle la llave a la puerta principal.

Sin embargo en cuanto estuvo por hacerlo pudo ver a una figura castaña que conocía perfectamente bajar de un automóvil.

Era Spencer.

Juno no pudo ocultar una gran sonrisa al verlo acercarse cargando una maceta de tamaño mediano y una pequeña bolsa con un moño de color rosa. No tenía ni la mas mínima idea de para quien era aquella flor, pero no quiso darle mucha importancia puesto que la alegría que le traía el volver a ver al castaño era mucho mas grande.

Abrió la puerta y solo segundos mas tarde lo tuvo de frente.

— ¿Aún tienes servicio?— preguntó él con una sonrisa

— Solo si es para ti— respondió ella haciéndose a un lado para dejarlo entrar— Buenas noches Spencer, no sabía que vendrías

— Quería que fuera una sorpresa, justo como esta— dijo el castaño extendiéndole la maceta a la mujer, la cual obtuvo un bello brillo en su mirada al recibirlo— Espero te guste, es un...

— Lirio de agua. Son mis flores favoritas— sonreía Juno con una emoción y felicidad que no había experimentado desde mucho tiempo atrás— ¡Y es de color rojo! No puede ser, es perfecta... ¿Cómo lo supiste? Me encanta muchas gracias

Juno dejó la maceta en una de las mesas y abrazó rápidamente con una gran emoción al hombre que tenía enfrente. Era el mejor regalo que había recibido en mucho tiempo, estaba demasiado feliz y aunque ella no fuera una persona muy afecta a dar abrazos, con el detalle que acababa de recibir su cuerpo le exigía que le agradeciera a Spencer con un gran abrazo.

El corazón de Spencer comenzó a acelerarse en cuanto la distancia con Juno desapareció. 

— Es el mejor regalo que he recibido en mucho tiempo y no tienes ni idea de lo mucho que valoro esto... de verdad gracias— sonreía Juno sin soltar al hombre

Spencer le agradeció mentalmente a Emily por la sugerencia de darle una maceta de regalo a la chica, sin su sugerencia probablemente no hubiera notado aquella bella flor que ahora sabía eran las favoritas de Juno, sin duda había hecho la elección correcta.

— ¿Mami?— preguntó la voz de una niña saliendo de la parte de atrás del local y haciendo que Juno rompiera el abrazo— ¿Está todo...? ¡Spencer!

El de cabellos castaños se sintió aún mas feliz al ver la emoción con la que Charlotte lo estaba recibiendo, algo que sin duda no esperaba pero que le generó demasiada felicidad. 

La niña de cabellos castaños corrió hasta ellos y le dio un corto abrazo en las piernas al hombre, quien enternecido se agachó un poco para corresponder la acción.

— Que bonita flor, mami— dijo Charlotte al notar lo que su madre había dejado en la mesa del costado— ¿Te la regaló Spencer?

— Si, el me la dio— le sonrió la de ojos verdes— Y tú me vas a ayudar a decidir si la dejamos aquí o la llevamos a casa

— Quería darle un hermoso detalle a una mujer aún mas hermosa— le sonrió Spencer— Aunque debo de decir que no es el único obsequio que traje y si tu mamá me lo permite, quisiera darte una sorpresa

Charlotte abrió los ojos con extrema alegría y volteó a ver a Juno en espera de su aprobación, la cual obtuvo al momento.

Spencer se agachó un poco mas para quedar a la altura de la niña y le extendió la bolsa de regalo en donde se encontraba la maceta con algunas margaritas.

La niña brincó de la emoción al ver el interior de la bolsa, sin esperar mucho se la mostró a su madre, quien le brindó otra sonrisa al castaño.

Juno había amado el detalle que él había tenido con ella, pero sin duda había amado aún mas el ver la emoción de su hija al verla recibir aquella planta.

— ¿De verdad es para mi?— preguntó Charlotte con alegría— Mami, es la primera vez que me regalan una flor

— Por supuesto que si. No podía no traerle un detalle a la niña mas adorable que he tenido la alegría de conocer— respondió Spencer— Y se que mereces muchas más flores

— ¿Oíste eso mami?— decía Charlotte sin ocultar su alegría— Me darán flores, justo como a ti. ¡Voy a ser una niña bonita, justo como tu!

— Charlotte, ya eres una niña bonita— le dijo Spencer— Muéstrame a alguien que diga lo contrario y lo voy a meter a una patrulla hasta que se arrepienta de sus palabras

Y en ese momento Juno solo podía pensar que Spencer era el hombre mas maravilloso y perfecto que había tenido la dicha de conocer.

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