chapter two.
el día de regresar a hogwarts para su quinto año estudiantil llegó con demasiada rapidez. yewon estaba sinceramente emocionada; volvería a ver a theo y a phoenix, con quién no había hablado dado que pasó sus vacaciones junto a su familia en una ciudad muggle de sur américa.
ella no pudo comunicarse fervientemente con theo esos meses, sabía que su padre eran unos puristas bastante rectos que donde supieran de la relación que sostenía su unigénito con una mestiza, iban a hacerle algo.
arrastraba su carrito que transportaba sus valijas por toda la estación de tren, a su lado, ginny trataba de sostener una conversación con ella y cupid, cada vez que podía, observaba de manera iracunda a george.
adelante de la formación, ojo loco y tonks caminaban pacíficamente, hasta que un perro negro de aspecto raído pasó por el centro, ladrando alegremente a harry.
— canuto, ¿te volviste loco?. pones en riesgo toda la operación. — le replicó el hombre que cojeaba con el bastón.
yewon observó a su alrededor, todo estaba ajetreado como de costumbre y eso la hacía sentir un poco mejor con respecto a la situación actual. a lo lejos, pudo divisar una figura enfundada en un traje negro que se parecía mucho a lord voldemort.
cerró los ojos con fuerza, apretando los párpados y luego los abrió. era un hombre pálido que la miraba con ojos repugnantes. fred y rommel se percataron de eso, cubriéndola con sus largas figuras.
todos apresuraron el paso, hasta llegar a la estación nueve tres cuartos, atravesaron el paredón de ladrillo con facilidad hasta ver el expreso de hogwarts.
decidieron ( más por indicaciones de molly ) ir todos juntos en un vagón, los gemelos se llevaron a cupid y rommel tras cinco minutos de viaje y ella se quedó con el trío de oro a solas. en una silla, hermione le hablaba sobre pociones y ron escuchaba a medias. harry se quedó dormido con la cabeza sobre el cristal de la ventana.
lia de inmediato levantó la cabeza del azabache con la palma de su mano, dirigiéndola hasta que él descansó sobre su hombro. hermione compartió una mirada con ron para volver a charla con ella.
algunas horas después, que para harry tenían pinta de ser sólo minutos, se despertó algo atareado, percatándose de que estaba dormido sobre yewon y que ella, a su vez, estaba dormida. tallando sus ojos con una sonrisa perezosa, imitó la acción de su amiga pero ésta vez con la cabeza femenina.
el viaje se prolongó hasta la noche, cuando el tren se detuvo en la estación como siempre. harry la despertó sacudiendo su hombro, lentamente se estiró como gatito sobre su torso lista para salir del tren.
caminando por la estación, la voz de malfoy interrumpió la paz con la que los cuatro caminaban.
— me sorprende que el ministerio te deje ser libre, potter. mejor disfrútalo mientras puedas, ya tienen una celda en akzaban con tu nombre. — la repentina ira de harry lo llevó a tratar de saltar sobre draco malfoy, pero tanto ron como ella lo detuvieron sosteniendo el arco de sus hombros.
— a mí, por el contrario, me sorprende que cinco años no te han bastado como para cambiar los perros falderos que tienes por amigos, malfoy. — protestó yewon en el más valiente intento por defender a harry.
— no sé qué ve nott en ti, sí simplemente eres la lame suelas de potter. una repugnante mestiza. — un gruñido de aspecto gutural ensombreció la garganta de harry, tirando hacia adelante con mucha fuerza.
— ¿qué les dije?, está loco. —
— no te metas con ella. — gritó a lo lejos, pues malfoy y sus amigos se acaban de ir.
— es draco malfoy, ¿qué esperabas?. — habló ron con desdén, soltando por fin al chico. hermione le extendió la mochila rosa que sostenía por ella antes de que descendieran del tren.
nadie dijo nada en lo que caminaban para ir a los carruajes, yewon a veces se sentía perturbada por los cambios de humor tan extremos y repentinos de harry, sin embargo, se los adjuntó a la muerte de cédric. phoenix estaba igual.
la última carroza partió, dejándolos a merced de la noche. harry se quedó como tonto observando al frente, y no era para menos. su hermana mayor le dio al chico una sonrisa dulce, sin siquiera hacer lo mismo con ella.
su cabello, tan involuntario como era usual, pasó a un verde bosque.
— hola chicos. — saludó la voz de neville.
— hola neville. — respondieron a coro sin mirarlo.
ella suspiró, sabiendo que debían esperar por otro carruaje. todos se dieron al vuelta ante la llegada que parecía ser el último medio de transporte de todos.
— ¿qué es eso?. — inquirió harry viendo al frente del carruaje. ella volteó, sin entender nada.
— ¿qué es qué?. — ron devolvió la pregunta confundido.
— eso, lo que tira del carruaje. — señaló potter al frente.
— nada tira del carruaje, se mueve solo, igual que siempre. — respondió hermione con un deje de extrañeza.
el chico rodeó lo que parecía tenerlo curioso, observando la criatura de arriba a abajo. la persona que iba en el carruaje se quitó la revista del rostro, revelando a la controversial luna lovegood.
yewon y luna no era amigas cercanas, pero para la asiática, luna era una fuente de sabiduría más verídica que otros estudiantes.
— no estás loco. — tomó la palabra. — yo también lo veo, estás tan cuerdo como yo. — sin mucho que hacer, todos subieron al carruaje de madera.
sentados y casi que apretujados, yewon decidió presentar a su peculiar amiga.
— les presento a luna lovegood. — sabía que sí ella no hacia los honores de darla a conocer, probablemente hermione metería la pata.
ese silencio incómodo digno de una película se hizo entre todos.
— que lindo collar. — aduló hermione intentando ser cortés.
— es un dije, para alejar a la nargles. — respondió con los ojos abiertos en convicción. tanto neville, ron y hermione se veían incómodos con la presencia de la rubia.
ella y harry, por el contrario, tenían otra expresión en el rostro.
— tengo hambre, ojalá que haya pudín. — yewon sonrió, su cabello volvió al rojo sangre natural y harry no pudo dejar escapar ese detalle.
— ¿qué es un nargle?. — susurró ron a la chica frente a su asiento.
— no tengo idea. —
en la cena de bienvenida, yewon decidió sentarse junto a luna, intentando no quedar junto a su hermana. pero mala idea, porque a sólo un par de lugares del suyo y la chica lovegood, su hermana y grupo de amigas comían y charlaban.
— ¿quieres un poco de pudín, yewon?. — la pelirroja sonrió negando con la cabeza.
— muchas gracias, luna. pero me gusta más la tarta de manzana. — dicho esto, frente a su rostro, apareció una tarta de manzana que se veía apetitosa.
las dos chicas se mantuvieron comiendo sin palabras de por medio, o bueno, luna comía y yewon picaba su trozo de tarta.
— buenas noches, niños. — la voz de el director dumbledore hizo que abandonara el tenedor sobre el plato.
— tenemos dos cambios en el personal este año. por favor, denle la bienvenida de nuevo a la profesora grubby plank, quién estará a cargo de las criaturas mágicas mientras el profesor hagrid regresa de sus vacaciones. — yewon frunció el ceño, buscando con la mirada a hagrid en la mesa de los profesores con el fin de corroborar la información.
— también quiero que le den la bienvenida a la nueva profesora de defensa contra las artes oscuras, la profesora dolores umbridge. — la antes mencionada soltó una risita satisfactoria en su lugar. era una mujer entrada en años y regordeta, vestida de rosa como sí un flamenco la hubiera vomitado.
yewon no se fiaba de ese aspecto dulce.
— seguramente ustedes como yo le deseamos la mejor de las suertes a la profesora. — y claro que necesitaba suerte, el puesto de maestro de dcao estaba maldito, pues quién entraba a dar clases sólo permanecía un año.
— como siempre nuestro celador, el señor filch, me ha pedido que les recuerde... — el profesor se vio interrumpido por el "ejem" de umbridge. todos miraron en esa dirección, ella se levantó de su asiento en un intento de parecer refinada hasta situarse frente al atril de dumbledore.
— gracias señor director, por sus amables palabras de bienvenida. — la menor de los chang abultó los labios en un puchero de desagrado. — y que hermoso es ver sus brillantes y felices rostros sonriéndome. estoy segura de que todos seremos muy buenos amigos. —
— sí, claro. — respondieron suavemente ambos gemelos weasley, con la barbilla sobre el puño y una expresión de aburrimiento puro.
— el ministerio siempre ha considerado que la educación de jóvenes brujos y hechiceros es de vital importancia. aunque cada director ha traído algo nuevo a ésta escuela, el progreso sólo por progresar, no puede continuar. — la bruja hizo una pausa, otorgándole tiempo a yewon para obviamente estar en desacuerdo con sus palabras.
— hay que preservar lo preservable, perfeccionar lo que se puede perfeccionar y eliminar las prácticas que deberían prohibirse. — susurró ésta última palabra en un vago intento por ganar simpatía. el profesor dumbledore y en general todos no estaban muy contentos.
a pesar de ello, el anciano director aplaudió para incitar la aprobación del discurso, pero pocos estudiantes lo hicieron.
— gracias, profesora umbridge. eso fue muy motivador. —
la cena transcurrió tranquilamente después de las normales indicaciones sobre la magia prohibida por los pasillos y las fechas para los equipos de quidditch.
al concluir el tiempo de la cena, todos se levantaron para ir camino a su sala común. luna y ella iban caminando lentamente pues todavía les quedaban quince minutos, hasta que fueron interrumpidas por unos pasos apurados que producían un repiqueteo por el suelo.
— yewon. — el tono bajo de la voz de theo llamó suavemente. ella giró su rostro hasta encontrarse con el de su novio, pero no en las mejores condiciones. en el pómulo izquierdo se alzaba un moretón casi negro, la esquina de su labio inferior estaba magullado y proveía muchas heridas pequeñas a la vista.
— theo. — se acercó a él, tomando con tanta delicadeza el rostro del chico, admirando su condición. — ¿qué te sucedió?, ¿por qué tienes esas marcas?. — susurró cerca de su nariz prolongada, llena de preocupación. el corazón del slytherin se encogió en su pecho pues la expresión y color azul oscuro del cabello de yewon le daban a entender su preocupación.
— estoy bien, wonnie. — musitó el apodo con cariño. — papá sabe que hablo contigo, pero nada que no pueda reparar. — ésta declaración le puso los vellos de punta a la metamorfomaga.
por el mismo pasillo, harry iba solo meditando camino a su sala común, hasta que pudo toparse con la escena contemplada por algunos cotillas.
las manos de el elegido se apretaron a los costados en forma de puño, ladeando la cabeza con algo de inconformidad recorriendo su sangre.
yewon no podía ver más allá de sus narices, ese slytherin no tenía buenas intenciones.
siguió su camino a empujones de parte de cupid que no estaba de buen humor ese día.
— ¿no te duele?, sabes que sí duele puedo prepararte alguna poción o ungüento... — el chico negó con una sonrisa.
— estoy bien, no te preocupes por mí. — yewon iba a agregar algo, sin embargo, la presencia del profesor snape los interrumpió.
— señorita chang, señor nott, ¿qué creen que están haciendo en el pasillo?. — el blanquecino rostro de la ravenclaw se vio afiliado a una expresión de vergüenza.
— yo ya me iba, profesor. — comentó theo alejándose un poco de ella.
— yo también, profesor. — asintió lentamente.
— vayan a sus salas comunes, ahora. — aunque el hombre conservara su estoica expresión, ambos obedecieron.
se verían al día siguiente en clase.
suspirando, yewon se encaminó rápidamente hasta la torre, llegando antes de lo esperado pues eso de memorizar el camino y todo objeto con el que se cruzaba en él servía de algo. en la aldaba con forma de águila, se le concedió el acertijo para entrar.
— por favor, que no sea difícil. — rogó frente ante la cabeza del animal.
— me ves en verano y no en invierno y estoy metido en entre las manos, ya sea abierto o cerrado. ¿qué soy?. — lia se quedó algunos segundos pensando la respuesta con quietud.
— el abanico. — y la puerta se abrió. cerró la puerta tras ella, respirando el aire de su sala. echó de menos el lugar, la alfombra azul y el techo abovedado con estrellas pintadas. satisfecha con ver el lugar donde hacia cinco años empezó su aventura escolar, se apresuró hasta el dormitorio.
todas sus compañeras de habitación estaban en un sueño profundo, compartía dormitorio con padma patil, mandy brocklehurst, lisa turpin, morag macdougal y sue li. no conocía ni interactuaba mucho con ellas, a excepción de sue y padma, con quienes tenía algunas clases y gustos parecidos.
silenciosamente cambió su uniforme por el pijama y se metió en la cama intentando no generar ruido. cubierta por la gruesa manta hasta la barbilla, pensó en tantas cosas hasta que se quedó dormida.
le esperaba un gran día.
su despertador muggle sonó haciéndola sentarse bruscamente en la cama. se tocó el cuello con las manos, respirando pesadamente. de nuevo una pesadilla le evitaba descansar como era debido.
no podía recordar mucho como siempre , sólo una mano sobre su cuello queriendo ahogarla. padma la saludó ya vestida con el uniforme mientras se lavaba los dientes. ella respondió el saludo, entrando a la ducha después de que la india saliera.
mirándose en el espejo donde cepillaba su cabello, notó una marca fina sobre su cuello. era delgada, muy delgada, pero visible en color rojo. negó restándole importancia y salió lista para tomar su mochila e ir a desayunar.
en el desayuno pudo sentarse junto a phoenix que hablaba animadamente con ernie macmillan, él parecía estar fascinado con los cromos de las ranas de chocolate y phoenix lo escuchaba atenta.
— eh, yewon. — el rubio la sacó de su trance, en el que jugaba con su cuenco de cereales y leche.
— ¿sucede algo?. — respondió con amabilidad y una sonrisa dulce.
— justin finch-fletchley quiere saber sí todavía sales con nott. — el chico estaba rojo de la pena.
— oh, ¿quién es él?. — inquirió sonriéndole de manera tranquilizadora.
— es un compañero de casa, siempre ha dicho que eres linda. —
— es muy dulce de su parte. pero, sí, todavía estoy con theo. —
— oh. — fue todo lo que respondió, rascándose la nuca.
— eres un buen amigo al atreverte a preguntarme eso por su parte, ernie. — ahora estaba rojo por el cumplido.
— gracias. — el sonido de phoenix dando el último sorbo a su jugo de calabaza acabó con la tensión.
— siento mucho quitarte el privilegio de seguir intimando con la chica más linda de hogwarts. — yewon se rió suavemente. — pero tenemos clase con esa tal umbridge, no podemos llegar tarde. — dicho esto, tomó la mano de la pelirroja y la mochila de la misma con su otra mano saliendo del comedor.
— adiós, ernie. — la menor se despidió agitando su mano.
estaba segura de que phoenix no la sacó de allí sólo por el horario.
en la clase la profesora umbridge, alias la barbie entrada en años, no hacía acto de presencia a pesar de que todos estuvieran.
sentada a un lado de cupid, yewon jugaba distraídamente con la mano de rommel que estaba dándole la espalda al escritorio de harry. se había dando la vuelta sobre la misma silla para hablar con su mejor amiga sobre temas al azar.
lia movía con diversión el único anillo del chico black cuando el ave de papel que volaba por órdenes de la varita de parvati fue incinerado de repente.
todos analizaron a la profesora al final de el salón, escribiendo en la pizarra principal.
— buenos días, niños. — saludó con su voz dulce y fingida. — título indispensable de magia ordinaria. T-I-M-O, mejor conocido como TIMO. — finalizó con una sonrisa a todos en frente.
— estudien mucho y serán recompensados, fracasen en esto y las consecuencias pueden ser severas. — a su lado, cupid bufó exasperada. con un movimiento de su varita, las pilas de libros sobre el escritorio de la mujer empezaron a ser repartidos.
— su instrucción previa en esta materia ha sido terriblemente inconstante, pero afortunadamente, desde ahora seguirán mi curso de magia defensiva aprobada por el ministerio...— sobre su mesa se posó un ejemplar de libro que parecía más un tomo infantil. — y que está cuidadosamente estructurado. — anticipando todo movimiento, hermione levantó la mano para hablar.
— ¿sí?. —
— aquí no hay nada sobre cómo usar hechizos de defensa. — cupid asintió dándole la razón. rosier era la estudiante más competente sobre la defensa contra las artes oscuras y por eso su criterio era complicado.
— ¿hechizos de defensa?, já. no sé para qué necesitarías hechizos de defensa en mi clase. — negó la mujer acercándose a ellos, conservando el cariz fingido de amabilidad.
— ¿no usaremos magia?. — habló rommel en voz alta con el ceño compugnido.
— van a aprender sobre hechizos de defensa de una manera segura y sin riesgos. —
— ¿y de qué nos servirían si nos atacan?, ese sería un gran riesgo. — harry estaba bastante ácido ese día.
— deben levantar la mano para hablar en mi clase. — advirtió la mujer. — en la opinión del ministerio, el conocimiento teórico será suficiente como para pasar sus exámenes, que después de todo es para lo que sirve el colegio. — explicó con simplicidad.
— ¿y cómo nos preparará para lo que existe en el exterior?. — se quejó harry desde su asiento con ron.
— no hay nada en el exterior, querido. ¿quién crees que atacaría s niños como tú?. — el tono de voz chillón la tenía harta.
— oh, no lo sé. — podía distinguirse en harry una décima de sarcasmo. — tal vez lord voldemort. — el nombre hizo que todos lo miraran con reproche.
— voy a explicarles con claridad. — y esa fachada de mujer paciente se esfumó. — les han dicho que cierto mago tenebroso está al acecho. — inició a pasearse entre los lugares. — eso es una mentira. —
— no es mentira, lo he visto, luché contra él. —
— está castigado, señor potter. — la del vestido rosado subió la voz, como queriendo callarlo.
-—según usted, cédric diggory murió sólo porque sí. — harry subió la voz, imitándola.
— la muerte de cédric diggory fue un accidente trágico. — yewon vio a phoenix agachar la cabeza ante la mención del nombre del hufflepuff, aferrándose al brazo de rommel con fuerza.
— fue un homicidio, voldemort lo hizo. usted lo sabe. —
— ¡basta!, basta. — su rechoncha cara de hinchó de ira, roja como tomate y con las mejillas llenas de aire.
— ¿profesora umbridge?. — yewon era un águila, era un ser sabio e inteligente. pero lo que nadie sabía era que el sombrero en su primer año estuvo a punto de asignarla a gryffindor.
— ¿sí, señorita...?. — cesó de hablar, dándole espacio para su apellido.
— chang, profesora. —
— dígame, señorita chang. —
— con todo respeto, creo que no seremos los únicos en cuestionar este tipo de educación poco práctica. a veces no necesitas pruebas de tipo físicas para creer, eso de ver para creer es un tipo de ideología perteneciente a gente como usted, de mente cerrada. — y ahí iba la leona de yewon chang. no iba a quedarse callada, menos cuando intentaba dejar mal a harry.
todos murmuraron, cupid le dio una sonrisa orgullosa, phoenix asintió aprobando sus palabras y rommel parecía algo preocupado.
— ¿podría por favor repetir lo último, señorita chang?. — ella sabía que deseaba infundirle miedo, pero por el contrario, respondió.
— ¿qué parte desea que repita para usted, profesora umbridge?, ¿lo que dije sobre usted y su mente cerrada?. — las risitas burlonas no se hicieron de esperar.
— está castigada, señorita chang. — pero nada dentro se lia de inmutó.
— los espero a los dos en mi oficina más tarde. — y la pura sonrisa cínica se le cruzó en los labios a la mujer.
yewon tragó saliva, mirando a harry de reojo.
bueno, el día no estaba para nada bien.
no sabía cómo, pero entendió que todo era real cuando harry la sacó de su mesa en el comedor para que fueran juntos al despacho de umbridge.
nunca estuvo en un castigo, no era problemática, ni mucho menos una maleducada. sí por algo la conocían en el colegio era por su amabilidad, buenas notas y lo sumisa que podía ser ante las órdenes de los mayores.
pero el ver a esa mujer desacreditar a harry, menospreciar su traumática experiencia y juzgarlo indirectamente hizo que la ira le recorriera el cuerpo, toda la valentía acumulada de desbordó.
harry tomó la iniciativa de tocar la puerta primero.
— adelante. — la típica voz chillona de dolores umbridge les dio la bienvenida. su despacho era aún más aterrador que ella como persona. todo era rosa, rosa pastel, rosa chicle, fucsia, rosa palo. todas las paredes estaban decoradas con cuadros de gatos que maullaban de vez en cuando. yewon tembló, esforzando su habilidad para que su cabello se quedara como estaba.
— buenas tardes, señor potter y señorita chang. — les sonrió tan falso como pudo. — tomen asiento. —
— hoy escribirán unas líneas para mí, señor potter y señorita chang. — harry y ella vieron a su profesora sin responder. el chico se inclinó para sacar dos plumas tanto para él como para su amiga, pero umbridge los detuvo.
— no, no con sus plumas. van a usar una mía, una muy especial. — un escalofrío le recorrió la espina dorsal. ella se levantó para extenderles a los dos un par de plumas. sentados y con el pergamino sobre la misma mesa, esperaron las indicaciones.
— ahora, señor potter, quiero que escriba "no debo decir mentiras". —
— y usted, señorita chang, quiero que escriba "no debo creer en mentiras". —
— ¿cuántas veces?. — preguntó harry, al orgullo de ninguno de los dos les hacía gracia eso.
— hm, no lo sé, las veces que requiera para que se les grabe el mensaje. — la mujer les dio la espalda.
— todavía no nos dio tinta. — murmuró yewon encogida en su lugar.
— no necesitan tinta. — fue lo último que escuchó. tomó una bocanada amplia de aire, empezando a escribir con la pluma en su mano izquierda. observó a harry de soslayo, pues al parecer una tinta roja aparecía sobre el papel.
en la cuarta o quinta línea sobre el pergamino, escuchó una especie de suave quejido proveniente de harry. algo asustada miró la mano izquierda del chico, donde esa misma frase "no debo decir mentiras" estaba plasmada sobre el dorso de su piel.
retomó a escribir con ira, presionando violentamente la pluma contra el papel y sintió un escozor en el dorso de la mano derecha. no fue necesario entender que la frase estaba ahí casi que tatuada, y que escribían con su sangre.
volvió a respirar fuertemente, esforzándose por evitar cambios. no funcionó, las raíces del cabello estaban negras del dolor y el resto del cabello rojo en protesta.
un indeble jadeo se le coló por los labios, ganándose la atención de harry.
— ¿sí?. — habló viéndolos a ambos.
— nada. — contestaron al unísono.
— qué bueno, porque ustedes saben muy en el fondo que se merecen ese castigo, ¿verdad?. — yewon no odiaba a nadie, pero en dicha ocasión estaba detestando a umbridge.
a mitad del pergamino las lágrimas acumuladas por el dolor salieron poco a poco, no con sollozos o hipidos, sí no una en una sin emitir un sonido normal.
harry se sentía en capacidad de terminar el pergamino de yewon, pero conocía de antemano que esa bruja no lo permitiría. el reloj de arena en la mesa concluyó con todo el contenido en el otro lado.
— alto, vengan aquí, por favor. — los chicos compartieron miradas, obedeciendo hasta estar ante umbridge.
— la mano, señorita chang. — cohibida, yewon extendió su delicada mano hasta la contraria. ella pareció deleitarse con la marca profunda en la piel. — ahora usted, señor potter. — reacio, harry extendió su mano para que la examinara.
— nos veremos otro día, pueden irse. — potter tomó su mochila y abandonaron la sala.
en el pasillo a la sala común de gryffindor, harry sostenía la mano de yewon con un deje de adoración, teniendo lastimarla.
— ¿los chicos nos están esperando?.— el más alto asintió.
— es una bruja, y no en el buen sentido. — la primera risita animada del día.
— a sus ojos merecemos el castigo, no hay nada que podamos hacer, harry. — se lamió los labios, resignada.
— no quiero que te hagan daño, debes dejar de meterte en todos los problemas que me pertenecen. —
— te prometí que estaría contigo en cualquier cosa, esto hace parte de mi juramento. — señaló su mano herida con los dedos libres.
— eres increíble. — las mejillas de yewon se tiñeron de un leve rosado, con su cabello combinando en rosa chicle.
— no es para tanto. — pero para harry ese sacrificio lo significaba todo.
AUTHOR'S NOTE:
conclusión del capítulo del hoy: yewon está pendeja.
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