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28. Eres la peor influencia.
Camille estaba mucho mejor, el tratamiento estaba funcionando y Silver la veía descansar en su habitación. Habían vuelto a Francia a su hogar, todos habían venido a visitar, incluido Lewis, a quien básicamente no le dirigía la palabra para nada que no tuviera que ver con su hija.
Casi todos le dijeron que exageraba— Conozco el miedo de ver a alguien que amas enfermar—dijo mar, quien la esperaba en la sala—y sé lo que es que no te lo digan.
—Es solo que sentí que me faltaba el aire pensando en lo peor.
—Lo se Silv, tal vez no tenga una hija, pero viví con mi madre, que mi padre nos ocultara que estaba enferma por no preocuparnos, no es lo mismo, pero conozco ese sentimiento de molestia.
—Gracias Mar, sé que algún día tal vez lo perdone, solo que me cuesta porque es nuestra hija, lo primero que debió de hacer luego de llevar a Camille al hospital fue llamarme o aunque sea un mensaje. Se supone que éramos un equipo.
—Espero que lo perdones, entiendo que necesites tu tiempo—se abrazaron— me iré que debo tomar un vuelo temprano para ir a ver a mis hermanos, te quiero.
—También yo Mar, gracias por tu visita.
Silver se recostó en el sofá, tratando de entender todo lo que había sucedido en tan poco tiempo y sin poder evitarlo comenzó a llorar.
El estrés de ver a su hija enferma, de no haber peleado con Lewis y las constantes llamadas de su padre tanto como de su manager a causa de que la prensa quería saber qué había sucedido.
Estaba en todos lados, fotos de los pilotos entrando y saliendo del hospital, el hecho de que Hamilton había salido de la carrera.
Pero no dirían nada en específico, solo dijeron que Camille había tenido una situación y estaba mejor, la privacidad de su hija era demasiado importante para ellos.
Necesitaba tiempo de todo, si bien nunca había tenido una vida privada, antes de volver a aquel mundo de las carreras las cosas eran más tranquilas y si bien no se arrepentía era únicamente porque Camille consiguió tener a su padre en su vida.
Recordó allí todo lo que vivió de pequeña en aquel mundo, como no tenía casi amigos por estar todo el tiempo de país en país y como las cámaras la habían perseguido cuando iba de fiesta, no podía evitarle todo eso a su hija, pero no podía tampoco dejar que tuviera su vida.
—Señora Arquette, su amigo está en la puerta— informo la niñera de Camille.—charles—aclaro.
—Déjalo pasar—se levantó limpiando sus lágrimas, así se saludaron con un abrazo— no me avisaste que vendrías.
—sabes que me gusta sorprender—beso su frente—¿estuviste llorando?
—¿se nota?
—un poco sí, estás hecha mierda.
—Jolin gracias—lo empujo en broma.
—Pensé que necesitarías compañía y que mejor que tu mejor amigo.
—¿Traes helado?—hizo puchero, fijándose que traía algo en una bolsa.
—Obvio—se le entregó a lo que ambos fueron a la cocina a por cucharas para sentarse allí mismo—¿qué tal vas?, aparte de pésimo.
—En parte camille está mejor, así que no puedo pedir más, pero mi vida está hecha una mierda. Es como que en estos meses exploto una bomba y toda mi vida está de cabeza.
—No todo ha sido malo.
—Aun así—suspiro—quisiera desaparecer un tiempo, cuando fuimos a la nieve y estábamos los tres fue perfecto.
—¿por qué no lo haces? Ve a algún lugar que ames, Camille está mejor y tú libraste tu agenda hasta nuevo aviso, si es lo que necesitas te apoyaré.
—No se siente bien tampoco privar a Lewis de su hija.
—No te digo que te vayas toda la vida Silv, unas semanas. Hablaré con él y creo que entenderá que es lo que necesitas.
—¿En plan desaparezco de la tierra?
—Desapareces.
—Eres la peor influencia Charles.
—Gracias.
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