(🪐) ━━ prologue
3:23 a.m
Era preocupante, su cuerpo se sentía cansado y su mente también, pero sus ojos se negaban a cerrarse y su mente a descansar. Para la suerte de Minju era la madrugada del domingo así que no tendría que levantarse temprano para ir a la universidad o hacer algo productivo, a lo mucho tal vez prepararía su almuerzo ya que el desayuno y la cena se basaba en cereal con leche o café y pan. No fue hasta que el sol comenzó a asomarse por la ventana de su habitación que el sueño comenzó a apoderarse de ella y sus ojos se cerraron finalmente.
Para desgracia de Minju, tenía unos oídos muy sensibles que captaban cualquier ruido cuando ella intentaba dormir, ese fue el caso de lo que sea que su compañero de apartamento estuviera friendo en aceite, sumándole a eso el olor que comenzaba a colarse en su pieza y la respuesta que sus tripas tuvieron a eso.
Se pasó las manos por su rostro intentando deshacerse de cualquier lagaña o restos de baba que pudiera tener en él y salió de la habitación para ir directamente a la cocina donde se encontró a su chico favorito.
Lee Felix estaba de espaldas a ella frente a la estufa andando únicamente en una camisa blanca algo holgada y unos pantalones de chándal ligeros, su cabello azul brillaba contra la luz del sol y tarareaba una canción melódica mientras movía con gracia la comida en la sartén. Minju hizo todo lo posible por no hacer ningún ruido mientras el chico terminaba de cocinar y tomó asiento en uno de los bancos altos que daban acceso a la isla de la cocina. Luego de unos minutos, finalmente el pecoso apagó la estufa y sacó dos platos de la trastera para servir dos platos de carne asada con verduras salteadas, al dar la media vuelta sus ojos callaron sobre Minju sin inmutarse en su presencia, al contrario una pequeña sonrisa se asomaba en sus labios.
—Buen día, Junnie —Saludó él dejando los platos en la mesa pequeña para cuatro personas que tenían en la cocina.
—Buen día, Fefi —Regresó ella aún con la voz algo ronca por recién haberse levantado.
—Supuse que no dormiste bien, así que te hice el desayuno. Espero que te guste.
—Mhh, está muy rico —Dijo después de masticar y tragar la primera porción. —¿Cómo supiste que no dormí bien?
—Me levanté para ir al baño a eso de las cuatro de la mañana y la luz de tu cuarto seguía encendida, además los resortes de tu colchón ya rechinan un poco cuando te mueves —El peliazul se llevó un trozo de carne con verduras a la boca.
—Que vergüenza, perdón si no te deje dormir —Pero Felix negó.
—No es problema, lo escuché solo mientras terminaba de estudiar, luego solo me puse los audífonos y me fui a dormir —Se encogió de hombros.
—No deberías dormir con ellos, te van a dejar sordo —Riñó Minju finalmente recuperando un poco de su energía luego de haber ingerido casi la mitad de su desayuno.
—Disculpa, mami —Se burló Felix a lo que Minju le sacó la lengua como respuesta.
Felix solía hacer bromas de ese tipo de vez en cuando, Minju era mayor que él únicamente por un mes y cuando el pecoso se enteró se encargó de llamarla noona por, al menos; una semana. Minju y Felix se habían mudado juntos debido a que ambos necesitan el apartamento, ya no quedaban otros disponibles cerca de la universidad donde ambos asistían ni roomies disponibles, al final ambos decidieron mudarse juntos siempre y cuando ambos respetara la privacidad del otro, llevaban poco más de tres años viviendo juntos y había funcionado de maravilla. Sin duda no eran los mejor amigos del mundo, incluso podía decirse que no pasaban de una charla básica durante las comidas y luego cada uno se iba a su habitación, muchas veces Felix no se encontraba en casa, pues estudiaba medicina y su horario abarcaba doce horas del día en la facultad y llegaba únicamente a comer, bañarse y dormir, eso tal vez había hecho que la convivencias entre ellos fuera más simple. Pero habían días como esos, mayormente sábados o domingos donde ambos podían verse todo el día rondando por el departamento sin intervenir en la vida del otro.
—¿Cuánto has dormido? —Volvió a hablar Felix.
—Tal vez unas tres horas.
—Es prácticamente nada, no es sano para tu salud —El australiano frunció el entrecejo, pero Minju solo se encogió de hombros.
—Al menos dormí, he pasado días enteros sin dormir.
—Mhh, le preguntaré a mis profesores si hay algo que pueda ayudarte —Felix bebió el último trago de su jugo y se puso de pie.
—Soy alérgica al diazepam y sus derivados, por eso no he tomado medicamentos para eso —Imitó la acción de Felix y se encaminó al lavabo donde dejó su plato y su vaso sucio.
—Debe haber otra cosa, solo espera un poco más —Minju rió.
—Está bien, no es que pueda huir de él —Se acercó a Felix solo para quitarle sus trastes sucios y llevárselos también al fregadero. —Yo lavaré los trastes, así estaremos a mano ¿Sí?
Pero Felix no contestó así que la castaña tuvo que dar media vuelta solo para encontrarse a Felix mirándola directamente con un sonrojo en el rostro.
—Lix ¿Estás bien?
—Ahm, sí.
Sí, solo estaba mirando como su trasero resaltaba con esos pantalones de pijama.
—Ya que te ofreciste, te tomaré la palabra, tengo que terminar mi investigación para mañana.
—Claro, suerte con tu investigación —El chico hizo un sonido de afirmación y abandonó la cocina junto a Minju en el proceso.
La hora del almuerzo había llegado, Minju decidió adelantarse y hacer la comida para ambos ya que a diferencia del australiano, ella no tenía trabajos pendientes, estudiaba nutrición y si bien la carrera no era fácil ella intentaba llevar en tiempo y forma sus trabajos, además tenía buenos sunbaes como Beomgyu y Yeonjun que recién se habían graduado de la carrera y seguían apoyándola a pesar de estar fuera de la ciudad.
Cuando abrió el refrigerador se dió cuenta de que estaban quedándose sin provisiones, lo que significaba que era hora de hacer compras nuevas. Se encaminó a la habitación de Felix comenzando a hacer la lista mental de todo lo que tenía que comprar, la puerta de la habitación estaba entreabierta así que creyó que estaría bien asomarse un poco.
Grave error.
Félix estaba dándole la espalda a la puerta, pues su escritorio estaba acomodado frente a la ventana para aprovechar toda la luz del día posible, estaba recostado sobre su silla, esa que Minju siempre ha dicho que se ve demasiado cómoda, la cabeza igual tiraba para atrás con los ojos cerrados, casi apretados y la boca en una pequeña "O" con el sudor cayendo por sus frente, pequeños gruñidos y jadeos escapaban de sus finos labios y la castaña solo tuvo que mover un poco la cabeza para saber el porqué, la mano derecha de Felix estaba alrededor de su polla desnuda, subía y bajaba dolorosamente lento por ella y cada que llegaba a la punta pasaba su pulgar por encima de ella provocándose espasmos a sí mismo y gemidos más agudos.
—Mhh… Mierda —Gruñó el chico acelerando los movimientos de su mano mientras arrugaba aún más el ceño y su mano libre se aferraba a la silla que chirriaba debajo de él, los gemidos entrecortados se hicieron más ruidosos hasta que sus caderas se movieron de manera involuntaria embistiendo su propia mano mientras su orgasmo lo inundaba y manchando su abdomen y parte de su camisa con sus propios fluidos.
Minju estaba allí, embelesada con el espectáculo que su compañero de piso le había dado, apretaba los muslos inconcientemente intentando calmar el calor que brotaba en su centro mientras se mordía el labio inferior, despertó de su ensoñación cuando el peliazul movió su silla y tuvo que esconderse rápido antes de que Felix se diera cuenta de su presencia. Con el calor aún invadiendo su cuerpo corrió hasta su habitación y se aseguró de cerrar bien la puerta antes de sentarse sobre su cama.
El corazón le latía a mil por hora, tanto que podía escuchar sus propios latidos en sus oídos, la humedad en sus bragas la hacía más conciente de lo que acaba de presenciar y los efectos que había tenido en ella misma.
—No, Kwon Minju. Lo que hiciste estuvo mal, es invasión a la privacidad —Se regañó a sí misma mientras pasaba sus manos por su rostro negándose a la excitación que estaba creciendo en su cuerpo en ese momento.
Los pasos de Félix pasando frente a su habitación la hicieron estremecer, necesitaba quitarse esa sensación del cuerpo lo antes posible. Tomó la primera muda de ropa que encontró en sus armario y su toalla antes de salir a pasos rápido de su habitación intentando no toparse con el chico en su camino al baño. Intentó abrir la puerta de golpe, pero solo se llevó un estruendoso golpe en la cabeza cuando no pudo abrirla, pues se encontraba con seguro, su trasero también impactó contra el piso y su ropa salió volando por todas partes.
—Me lleva el…
—¿Minju? —La voz grave de Felix se escuchó al otro lado de la puerta del baño. —¿Estás bien?
Pero Minju no pudo contestar, estaba ocupada tallándose la cabeza e intentando conservar su dignidad como para preocuparse del australiano. Al no recibir respuesta, Félix abrió la puerta aún con el cabello escurriendo chorros de agua y vistiendo únicamente unos pantalones anchos como siempre, pero nada le cubría el pecho, cuando Minju se cruzó en su visión se apuró a ayudarla a ponerse de pie casi a la fuerza, pues la castaña seguía tallándose la frente.
—¿Qué te pasó? ¿Te lastimaste? ¿Te duele mucho? —Se apuró a sacar las manos de la más baja de su rostro para inspeccionar el golpe que al parecer sí estaba algo hinchado.—Esto va a dejar moretón ¿Cómo terminaste contra la puerta?
—Quería entrar, llevaba prisa —Respondió ahora con las mejillas sonrojadas de la vergüenza.
—Ven, vamos a ponerte hielo —La tomó de la muñeca y la hizo caminar con él hasta la cocina donde después de indicarle tomar asiento en un banquillo se alejó para buscar compresas de hielo en el refrigerador.
Fue hasta entonces que Minju se dió cuenta de que Felix no cargaba una camisa puesta y podía observarlo por completo. A espaldas suyas podía observar el mapa de constelaciones reencarnadas en pecas por toda su espalda blanquecina, sus hombros eran delgados pero anchos a diferencia de su pequeña cintura enmarcada a sus caderas. Sabía que Félix se ejercitaba y que también bailaba en sus tiempos libres, pero nunca había sido espectadora de los frutos de todo ese trabajo, cuando el pecoso se dio media vuelta para regresar a ella también pudo observar todas las motas que llenaban sus clavículas y parte de sus pectorales.
—¿Qué tanto miras, pervertida? —Bromeó Felix al notar el punto de atención de la castaña.
—Tus pecas, son muy bonitas —Soltó ella sin pensar, fue el turno del más alto de sonrojarse haciéndolo ver repentinamente más tierno e indefenso.
—El golpe en la cabeza ya empezó a afectarte —Fue lo único que salió de él antes de apretar suavemente la compresa de hielo contra la frente golpeada de su compañera. —Mantenlo ahí, voy por unos desinflamatorios ¿Sí?
Ella asintió y tomó la compresa para que el estudiante de medicina pudiera alejarse e ir a su habitación, ya de regreso retiró el hielo y en su lugar le entregó a Minju una pastilla blanca junto a un vaso de agua. La chica sonrió tontamente ante las atenciones que recibía de parte de su compañero por un simple golpe, pero no se negaría a recibir esa atención por una vez de su parte.
—Tal vez no dormir tus horas ha comenzado a afectar en tu sistema nervioso.
—Que tonterías —Chistó ella. —Iba a comentarte hace un rato, ya no tenemos despensa, pensaba salir a hacer las compras y por eso tenía prisa, quería preparar el almuerzo a tiempo.
—Que tonta —Se quejó ahora él. —Pudiste pedir comida a domicilio y hacer las compras conmigo más tarde, me liberé de mis quehaceres hace un rato, ¿Por qué no me dijiste?
Minju quiso decirle la verdad, que había ido a su habitación para informarle, pero en su lugar lo encontró con las manos ocupadas y en lugar de irse y regresar luego, se quedó mirando como una completa pervertida.
—Sí, tienes razón —Sonrió para él. —¿Puedes pedir la comida? Escoge la que quieras, iré a darme un baño.
—Está bien, ve con cuidado, Junnie.
Minjun regresó a su ruta original y recogió las prendas que usaría luego de bañarse, pero había algo extraño, sus bragas no parecieron por ningún lado, se encogió de hombros creyendo que a lo mejor no tomó una antes de salir y regresó a su habitación por otra limpia, tal vez Felix tenía razón y la falta de descanso comenzaba a afectarle.
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