𝑻𝑾𝑬𝑳𝑽𝑬

La hora se acercaba cada vez más y más rápido... Los minutos parecían horas, aquel calabozo era un silencio tan asfixiante, Jungwon tenía los ojos rojos e inchados de tanto llorar y sus párpados ardían ligeramente, prefirió mirar hacia la nada mientras estaba sentado en aquella banca que la celda incluía.

Frente a la celda de Jungwon, Jongseong se encontraba de la misma forma que él, devastado.

- Jungwon - llamó el mayor.

- ¿Mmh? - respondió por lo bajo, pero lo suficientemente audible para Park.

- Perdóname... Perdóname por todo esto - la voz de Jongseong se quebró.

- Amor mío... No tengo porqué perdonarte nada, no fué tu culpa — Jungwon quería mostrarse fuerte, pero por dentro también estaba aterrado.

— ¿Por qué todo es tan injusto? ¡No hicimos nada malo! — reprochó Jongseong a la vida.

Jungwon miraba triste a su amado desde su celda, tenía razón, no habían hecho nada malo. Más bien, él pensaba que el pueblo era el que hacía mal, pues estaba tan acostumbrado a lo tradicional que le temían a lo diferente, pero al parecer la mejor forma en la que pueden expresar aquel miedo es a través de la violencia innecesaria

Valla que a veces el ser humano si era un grandísimo estúpido.

Esas actitudes negativas, prejuiciosas y discriminatorias que estaban mostrando hacia ellos les había hecho merecedores del apodo "Homofóbicos", palabra que Jungwon había inventado para llamarles.

"Homo" de Homosexual y "Fóbicos" por el hecho de no querer ni respirar el mismo aire que una persona de gustos diferentes. Sonaba bien desde la perspectiva de Yang.

— Lo sé, mi vida... Pero no hay nada que podramos hacer — dijo Jungwon, sintiendo sus ojos aguarse al ver tan triste semblante en su novio.

Por qué Jongseong era el alma gemela de Jungwon. Si él se sentía feliz él también lo estaba; si él se sentía enojado, el también lo estaba; si él se encontraba llorando él también lloraba.

Deseaba de que las cosas fueran diferentes para ellos, que no existieran todas las injusticias por las que están pasando.

Si tan sólo todo fuera diferente...

— Tiene que haber algo, esto no puede terminar asi... NO PUEDE JUNGWON, ES TAN INJUSTO TODO — Park estalló en lágrimas y Jungwon no pudo retener más las suyas.

Estaban a sólo unos minutos de la ejecución del menor, Jongseong no quería aceptarlo, no podía dejarlo ir tan fácilmente...

Él quería luchar una vez más por amor.

— Jongseong... Tú sabes que te amo ¿Verdad? — dijo Jungwon intentando cesar su llanto.

— Lo se... Lo tengo muy presente — respondió el muchacho, poniéndose de pie para colocarse frente a las rejas de la celda y poder ver con remordimiento a su chico.

— ¿Recuerdas cómo nos conocimos? — preguntó de la nada — Recuerdo que jugamos a las carreras con otros niños y sin querer me empujaste, me diste muchos besitos para que dejara de llorar — dijo Jungwon con nostalgia.

— Podría decirse que fué memorable ese día... — comentó Park.

— Lo es... — concordó — ¿Y recuerdas cuando fué nuestro primer beso? Oh, me había quedado estático en mi lugar —.

— Aún recuerdo tu reacción, era divertida... — una risa sin gracia salió de los labios de Park mientras las lágrimas continuaban cayendo — ¿Porqué me dices esto? —.

— Porque recuerdos tan bonitos como esos son los que me llevaré muy pronto, si el universo decide que aquí termina mi vida significa que tengo que aceptarlo — Jongseong comenzó a negar con la cabeza.

Jongseong bajó la mirada mientras seguía negando, Jungwon se estaba despidiendo de él y simplemente no podía ser fuerte,  ¿Una vida sin Yang Jungwon? No porfavor, prefería millones de veces recibir una tortura que perder a Jungwon.

— Jongseong, mírame — el mencionado tardó un momento pero hizo caso — Quiero que me prometas algo —.

— Cualquier cosa por ti — respondió sin dudarlo.

— Hagamos lo posible para que nuestras almas se encuentren en una próxima vida —.

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