❛Point and apart❜
Los besos que era repartidos por su cuello no se sentían bien, ni siquiera recordaba cuando fue la última vez que una caricia de parte de su novia le hizo sentir algo de verdad.
Se negaba a cerrar los ojos, pues sabía que si lo hacía vería a la persona que se había adueñado de sus pensamientos y hasta podría decir su nombre como si eso fuera a transportarlo con ella.
Las frías manos de la rubia comenzaron a colarse dentro de su playera, acariciando su abdomen, y fue ahí cuando supo que no aguantaría más.
Con suavidad tomó a la rubia chica de los hombros y la apartó de él, sintiendo un peso de encima, fue en ese entonces que notó sus ojos levemente cristalizados.
No podía seguir con aquella farsa.
- Lo siento, no puedo -su voz salió cortada.
- ¿Qué ocurre, amor? -la rubia lo miraba con el ceño fruncido, claramente confundida. Aquel apodo que lo hacía sonreír, ya no tenía ningún efecto sobre él y eso fue lo que terminó de convencer al rizado-. ¿Tienes problemas para...
- No es eso, no puedo seguir haciendo esto -su vista estaba completamente nublada y la primera lágrima no tardó en caer, asustando aún más a la chica.
- ¿De qué hablas? -la rubia tragó en seco y sus ojos también comenzaron a cristalizarse. Mentiría si dijera que no lo veía venir-. Es por ella, ¿verdad? -ni siquiera pudo mirarlo a los ojos al hablar, terminaría de romperse.
- No, es por mi -la rubia volvió su mirada a él, ambos tenían las mejillas empapadas-. No puedo seguir engañandome ni engañandote a ti, no es justo para ninguno.
- Vete.
Eiden soltó un suspiro pesado y se levantó del sofá para tomar su chaqueta.
- Por favor, no me odies, nunca quise lastimarte.
- Sólo vete, Eiden, el daño está hecho.
════ ⋆★⋆ ════
Sus manos sudaban y por más que las frotaba una y otra vez contra sus jeans no parecía mejorar la situación.
Volvió a tocar el timbre con desespero.
Esta vez, no pasaron muchos segundos antes de que la puerta fuera abierta, dejando ver a la castaña ojiazul que ocupaba sus pensamientos.
Eiden se quedó sin aire.
- ¿Qué haces aquí? -preguntó ella cortante y aquello se sintió como una punzada en el corazón para el rizado. Aunque también reconoció que era inútil esperar que fuera dulce y le dedicara aquella mirada que tanto amaba después de todo lo que pasó.
Desde que la chica se fue a Los Ángeles, hace casi 6 meses, se la pasó pensando en como decirle que la necesitaba, que desde que se montó en un avión se había llevado gran parte de él, que lamentaba ser un cobarde, y justamente ahora, que estaba frente a ella con su mirada expectante, sentía que no le saldría la voz.
- Si no me dices que quieres cerraré la puerta -amenazó la chica, haciendo amago de cerrarle la puerta en la cara.
- Yo... Yo lo siento.
Un silencio algo incómodo se formó entre ellos y el rizado sólo podía preguntarse como pasaron de ser los mejores amigos a estar en esa incómodo y dolorosa situación.
- ¿Eso es todo? Porqué tengo mucho que desempacar y...
- No, espera, yo quería decirte que... Que te extrañé mucho, Jess -por fin pudo articular algo más coherente.
- ¿Qué haces aquí, Eiden? Porqué si para esto vienes no creo poder soportarlo -los ojos azules de la chica comenzaban a verse vidriosos, pero ella luchaba contra las lágrimas.
- Yo lo siento, Jess, siento lo que dije.
"Eres mi mejor amiga, Jess. Lamento si confundiste las cosas pero es mejor no arruinar lo que tenemos."
- No es tú culpa, la que se hizo ilusiones fui yo.
- Jess...
- Pero definitivamente no debiste protegerme, no debiste ser tan dulce conmigo y mucho menos debiste besarme si sólo soy una amiga para ti, si me hubieras dicho que era un juego tal vez no hubiera pensado que de verdad te importaba -más y más lágrimas se fueron acumulando en sus ojos mientras hablaba, al igual que en los de Eiden.
- Si me importas, no pienses ni por un segundo lo contrario.
- ¿Qué más da ahora?
- Jess, de verdad me arrepiento, no sabes cuanto, creo que ni una vida entera me alcanzaría para dejar de arrepentirme -la voz de Eiden se quedaba cada vez más.
- ¿Por jugar conmigo?
- No, por ser un cobarde, por decirte que no y dejarte ir, es el error más grande de mi vida -una lágrima rodó por la mejilla de la castaña y a esa le siguieron muchas más.
- No hace falta, Eiden, no necesitas fingir algo que no sientes.
- Estoy hablando en serio.
- ¿Y qué me asegura eso? -Jess sorbió su naríz y limpio algunas lágrimas que molaban su rostro.
Eiden se acercó más a ella y con mucho cuidado tomó una de sus manos entre las suyas.
- Jess, me conoces mejor que nadie en el mundo, mejor que yo mismo a veces, y sabes perfectamente que yo no juro en vano -de los ojos marrones del rizado se escapó la primera lágrima de muchas-, y ahora mismo te juro que desde que te fuiste no hay un día en que no me arrepienta, te lo llevaste todo, Jess.
» Lo siento, te juro que lo siento tanto. Siento haber sido un cobarde de mierda, tenía miedo de arruinar nuestra amistad y al final lo jodi todo y te lastime, era lo que menos quería. Si tu me dejas, si tu me aceptas otra vez, te juro que no voy a dejarte ir esta vez, nunca más, te juro que no voy a soltar tus manos.
Subió una de sus manos lentamente para acariciar su mejilla y limpiar las lágrimas, mientras con la otra tiraba de ella hacía si mismo.
- Dejemos de tener miedo -susurró antes de tomar ambas mejillas de la chica y juntar sus labios en un beso, que la chica no tardó en corresponder.
Nada más importó en ese instante. Siemplemente eran dos almas que volvían a encontrarse después del tiempo perdido, para no dejarse ir nunca más.
- Te amo.
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