❛Let you go.❜

Spencer entró al silencioso departamento con la esperanza de que Alan quisiera arreglar las cosas ahora, o por lo menos estuviera durmiendo y no discutirían otra vez.

Pero enseguida fue sorprendida por varias maletas en la puerta.

Sus ojos se comenzaron a llenar de lágrimas y corrió a la habitación esperando que aún no fuera tarde.

No lo era. O eso pensó cuando vio a Alan sentado al borde de la cama, con su vista perdida en el suelo de madera.

Lo que Spencer no sabía, es que era tarde desde hace meses.

Al sentir su presencia, el castaño levantó su vista a ella, y por primera vez, Spencer se dio cuenta que faltaba algo en la forma en que la miraba.

Su corazón comenzó a doler.

— Hablemos —dijo ella, no pudiendo evitar que sonara como súplica.

Alan asintió y palmeo el lugar a su lado, indicándole que se sentara.

— Me voy a Nueva York, con mi hermana —dijo él.

— Es sólo por un tiempo, ¿no?

— Vivir con ella es por un tiempo, Nueva York es permanente —con aquello Spencer ya había comenzado a llorar.

Alan alzó la vista a ella y su mueca de dolor fue notoria cuando vio las mejillas de Spencer empapadas.

— No, no, por favor no llores, no puedo hacer esto ya y me lo haces más difícil —tal vez sonaba algo cruel, pero realmente le era más difícil verla así. Tomó su rostro entre sus manos y comenzó a limpiar sus mejillas en un intento por que dejará de llorar.

— Entonces no lo hagas —la voz de Spencer salió ahogada—. Aún podemos arreglar esto —suplico.

— No podemos, cariño —Spencer soltó un sollozo—. Esta vez no podemos arreglarlo, esta relación ya no es buena para ninguno, Spencer.

Tenía razón. Ninguno podía recordar un momento de las últimas semanas en que no pelearan por cualquier estupidez, y ya no era cualquier simple pelea, eran de esas que terminaban en un plato roto y otro yéndose de la casa.

Ambos se sumieron en un largo silencio mientras pensaban en tantos años juntos, tantos sueños que habían comenzado a morir hace meses ya.

Se conocieron en la secundaria, fueron los mejores amigos desde entonces, de esos que todo el mundo quiere ver juntos e incluso parecen novios pero fue hasta que ambos estaban a punto de terminar sus carreras que decidieron intentarlo. Fueron tres años llenos de amor, risas y color rosa. Eran la pareja perfecta. ¿Quién iba a pensar que terminarían así? Al parecer, la perfección no pudo mantener vivo al amor.

— Nunca pensé que terminaríamos así —Spencer rompió el silencio.

— Yo tampoco, pero tal vez estabamos destinados a terminar así —Alan se encogió de hombros—. Nunca fue mi intención herirte, Spence, y miramos ahora, no podemos parar de lastimarnos —él castaño tomó las manos de la chica a su lado y las apretó con fuerza—. Mereces encontrar a alguien que no te haga querer llorar todo el tiempo.

Spencer volvió a sollozar y él chico la rodeó con sus brazos, ambos queriendo aspirar todo lo posible del otro, pues el final ya era eminente, alguno tenía que irse.

— Te amo —dijo Spencer entre sollozos mientras escondía su rostro en el pecho de él.

Incluso Alan ya había comenzado a llorar, lo que era casi imposible pues el muchacho parecía siempre tan felíz e inquebrantable, excepto cuando se trataba del amor de su vida.

— Quiero que sepas que no pudiste amarme mejor, Spencer, absolutamente nadie va a amarme como tú y yo tampoco voy a amar a alguien como te amo a ti —ambos soltaron un sollozo al unísono—. Y te amo lo suficiente para dejarte ir.

Se abrazaron por lo que parecieron horas, hasta que por fin Alan decidió que debía irse, o no se iría nunca y eso definitivamente no era una opción.

Spencer lo acompañó a la puerta y ambos tomaron el valor para besarse por última vez, se debían eso.

Y vaya último beso, tan amargo y dulce a la vez, sus lágrimas mezcladas y ambos resistiendose un poco a dejarse ir, pero se les acabo el aire, así como el tiempo, y tuvieron que separarse.

— Te amo, siempre te voy a amar —dijo ella casi inaudible.

— Siempre te voy a amar, incluso si significa dejarte ir para no herirte más.

Algo muy al fondo de ambos quería seguir luchando por estar juntos, pero ya era demasiado tarde, ya sé habían lastimado bastante y quedarse sería sólo terminarse de quemar juntos.

Eran almas gemelas, él era el amor de su vida y ella el de el, pero a veces las personas están destinadas a decir adiós, incluso las almas gemelas.

{Por si leyeron Nmtb y Eids, así es como realmente iban a terminar Dylan y Felicity, pero no tuve corazón para hacerlo.}

All the love, Soph.

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