37| ❝el gobernador volvió❞

╰─────➤Cuanto
más veo del mundo, más estoy
insatisfecha con él.





J.A











SONRÍÉ, GLENN.

Calipso apuntó la cámara en dirección a su mejor amigo que sonrió, acostado en la cama, aún con no muchas energías. Sacó la foto, la agitó un poco y la pegó en el libro de fotografías, luego apuntó a Maggie y Damon.

—Sonrían —pidió, sacando otra foto.

—¿Vas a estar así todo el día? —preguntó, Maggie, divertida.

—si, desde que tengo la cámara, solo saqué una foto donde sale Hershel con Carl y Beth en los huertos, y otra dónde está Daryl con Carol. Quiero tener fotos de todos, empezando por ustedes. Armare un álbum —contó, agitando las fotos para que se vean bien.

—es la cosa más cursi que oí decirle jamás —Glenn miró, ceñudo, a los otros dos veinteañeros —la enfermedad le afectó mucho.

—Tú me afectaste mucho —Calipso apuntó a Glenn.

—¿Yo?

—si, tendré fotos de todos, para no olvidarlos por cualquier cosa. Podemos morir en cualquier segundo —Se quejó, dejando la cámara a un costado —aun que conservar algo de ustedes significa que puedo olvidarlos y eso me aterra. Ya quisiera tener una foto de Merle...

Se quedaron en silencio unos segundos hasta que Calipso comenzó a reír, consiguiendo una mirada extrañada de ellos.

—Dios, si que me puse cursi y deprimente, que puto jodido asco —Negó, y ellos rieron.

—Esa es mí chica —Glenn estiró su puño y ella chocó el suyo contra el de él.

—voy a ver a Sasha —pasó sobre Glenn para salir, llevando el álbum contra su pecho.

—yo iré a revisar a los enfermos —Damon salió detrás de ella.

Calipso bajó las escaleras, sonriendo al sentirse mucho mejor que antes, frenó cuando vió en la puerta a Rick, justo abriéndola.

—Hey —Saludó, acercándose a él.

—Hey —saludó de nuevo, el ojiceleste —te ves mucho mejor... —se acercaron hasta estar a tres pasos de distancia, Calipso miró a los lados, Damon entraba a una celda. Luegó miró a Rick que observaba lo mismo —anoche se...

—cayó la reja —terminó, Calipso —si lo sé.

—yo... —intentó hablar el sheriff pero suspiró y tiró de la cintura de Calipso para abrazarla con fuerza. Ya sin aguantar. La castaña se sorprendió pero lo abrazó con la misma fuerza —me alegra que estés bien —Calipso se alejó, sonriendo.

Decir que el sentimiento de amor la abrazaba sería poco, estaba en lo profundo de un pozo de amor, había caído en sus redes, era un títere y Rick, sin darse cuenta, movía sus cuerdas. Sería irreal decir que Grimes manejaba a su antojo a Calipso, ni él lo creería, pero si lo hacía. Porque sus ojos del color del océano eran la perdición de la menor de los Dixon y ella ya lo había aceptado. Ya había aceptado que amaba a Rick Grimes.

—Te besaría pero aún no estoy cien por ciento bien —susurró, sacando una sonrisa de su parte —¿Has visto a Sasha?

—la vi salir a agradecerle a Bob —admitió y luego la miró —yo... Yo debo ir a hablar con Tyreese, solo pase a ver cómo estabas —tomó su mano.

—me veo de diez —dió una vuelta sobre sus tobillos y resopló divertido —ve tranquilo.

—en cuánto estés cien por ciento bien, tomaremos el auto y nos iremos a en busca de recursos, los dos solos, al menos tres días ¿Si? —ofreció, subiendo sus manos juntas para besar la de Calipso —te veo luego.

—te veo luego... ¡Oh, espera! ¿Le das esto a Beth? —le pidió, dándole el álbum, él asintió y ella le lanzó un beso, él fingió atraparlo y llevarlo a su corazón, retrocediendo de espaldas con una sonrisa enamorada.

Rick salió, no sin antes darle una mirada a Calipso y guiñarle el ojo. Ella dió una vuelta sobre sus talones, yendo en busca de ofrecer su ayuda.

[…]

Se escuchó una explosión y el piso tembló debajo de Calipso que estaba bebiendo agua a un lado de Glenn y Damon.

—¿Qué pasa? —preguntó, confundida. Los dos chicos se levantaron —no, Damon, quédense aquí. Glenn, aún no tienes fuerza. Iré a ver qué pasa, ya vengo —corrió fuera.

—¡Calipso!

—¡Quédense dentro, cuiden a los enfermos! —les gritó, saliendo rapido.

Corrió por la prisión, fue hasta las celdas y vió a las personas asustadas, les pidió calma mientras tomaba su arco y ballesta y salía fuera, justo cuando Sasha entraba.

—¿Qué pasa? —le preguntó, Calipso, confundida.

—El gobernador ha vuelto.

El aire pareció volverse de plomo por unos segundos, era como si su enfermedad no hubiera sido nada comparado con como se sintió en esos cortos segundos dónde su cerebro procesaba lo que acababa de escuchar. Calipso dudó de haber escuchado bien incluso, pero la mirada corta que le dió Sasha antes de ir a avisarle al resto erizó su piel.

Calipso salió fuera del pabellón, viendo fuera. Caminando lentamente.

Del otro lado de la valla, estaba el gobernador sobre un tanque. Con personas que poseían armas y veían a Rick que estaba del otro lado de la reja, hablando con ellos desde el jardín. El resto estaba dentro del patio, Calipso se acercó, sintiendo la furia recorrer sus venas al ver al hombre que había matado a su hermano.

Se acercó hasta ponerse a un lado de Daryl y Carl. Alzó las manos, poniéndolas sobre la valla y mostrando el pánico en su mirar al ver a Michonne y Hershel arrodillados, del otro lado, como rehenes.

—Cali —La chica giró a ver a la asustada Maggie que le pasaba una ametralladora.

La menor de los Dixon alzó el arma y apuntó al gobernador.

—¿Qué carajos pasó? —murmuró entredientes.

—solo llegó, explotó la torre, amenazó a Michonne y Hershel y parece que quiere la prisión. Nos quiere fuera. —Le explicó su hermano, sin dejar de apuntar.

Calipso puso su dedo en el gatillo cuando notó al gobernador saltar del tanque, tomar la katana de Michonne y ponerla en el cuello de Hershel.

—¡No! —Maggie y Beth se apresuraron, Calipso miró a ambas chicas, a sus amigas. Estaban llorando del terror, del miedo al tener la vida de su padre depender del gobernador.

Calipso no quería eso, se sentía nuevamente asustada, miró a Carl. Luego pensó en los niños, había niños en la puta prisión y al gobernador no le importaba, había gente enferma que no sobreviviría, había ancianos. Eran una sociedad que a duras penas sobrevivió y al fin estaban teniendo una vida cuando llega un imbecil a querer joderlos.

Sus ojos flamearon, su mandíbula temblaba por la fuerza con la que la apretaba. Flanqueaba al gobernador mientras su ira se destaca en el interior, un enojo provocado por el temor. Calipso no le tenía miedo a muchas cosas, pero a lo que si le temía era a perder nuevamente su hogar, ya que parecía que nunca se cansaban de arrebatarle el lugar donde estaba segura.

Y fue cuando Calipso notó que Hershel sonreía, sonreía como él solo sabía hacerlo, las sonrisas de él eran las que le indicaban que estaba orgulloso y hacían las cosas bien, las sonrisas de Hershel eran lo que Calipso siempre buscaba para confirmar que iban por el camino correcto y no era la única. Todos lo sabían, todos lo notaban e incluso buscaban lo mismo.

Y la katana en manos del gobernador se fue alejando del cuello de Hershel, pareciendo como si las palabras de Rick hiciesen efecto.

Pero no fue así.

Esa sonrisa fue lo último que vieron de Hershel antes de que el gobernador se impulse hacia atrás y cuerte su cuello.

Calipso escuchó a Maggie gritar.

A Beth llorar.

A Rick gritar y los disparos que comenzaron a abrir fuego contra la gente del gobernador.

Entonces apretó el gatillo, lo apretó y dejó su dedo ahí, disparando en dirección a los intrusos que habían ido a arruinar su paz.

Disparó y disparó, moviéndose de lado mientras veía a través de la mirilla. Le dió a uno en el hombro, a otro en la cabeza y a otro en el abdomen. Sentía su rostro mojado y no pudo decifrar en que momento comenzó a llorar.

Frenó cuando vió el tanque avanzar y tirar la valla.

Supo que estaban perdidos, que su hogar había caído y que está vez no podrían levantarlo. No cuando los demás autos y camionetas del gobernador entraron, ocupando todo su patio. Pisando su huerto, sus plantaciones, parte que ellos habían construido con tiempo.

—¡Me quedé sin municiones! —sollozó, Beth a su lado.

—¡Calipso, llévala al autobús, por favor! ¡Yo las cubro! —le pidió, Maggie.

Calipso tomó el brazo de Beth y tiró de ella, corriendo con la rubia a través de las personas, pero frenó cuando el tanque disparó contra una ventana y luego contra la entrada al pabellón.

—¡Corre! —Le dijo a Beth, volviendo a disparar.

Había perdido de vista a su hermano, a Carl, a Rick.

—¡Maggie! ¿Donde está Rick? —le preguntó, preocupada.

—¡No sé, lo perdí de vista, debo ir por Glenn!

Calipso no la contradijo, se volvió sobre sus pasos, disparando sin parar. Pero se escondió detrás de una camioneta cuando vió que el tanque interrumpía la última valla, llegando a dónde estaban ellos, ya sin defensas de por medio. Calipso se asomó detrás de la camioneta y disparó, bajando a uno más del otro bando.

Vió a Maggie llevar a Glenn fuera, mientras Damon los cubría disparando.

Pero cuando Calipso estuvo por correr su mirada, vió como Damon caía, recibiendo un disparo.

—¡Damon! —Gritó, asustada.

Maggie y Glenn también frenaron, volteando aterrados, pero tuvieron que agacharse por los disparos. Calipso corrió, disparando de lado, apresurando su paso hasta que llegó a su lado. El chico sangraba por una herida en su hombro.

—¡Vayan al autobús! —les gritó, Calipso, a Glenn y Maggie —¡Ahora!

Ellos dos se fueron, no sin antes mirarlos dudosos, pero Calipso arrastró a Damon hasta esconderse detrás de una pared, apoyó al chico que se sentó en el suelo.

—Calipso...

—¡Cállate! —le gritó, sabiendo que solo estaba perdiendo fuerzas, se sacó la camisa rápido y se la puso en el hombro.

—¡Calipso! —le gritó de nuevo, ella lo miró pero él señalaba detrás suya.

Calipso giró, viendo a unos caminantes que se acercaban, la castaña le disparó al que estaba más cerca, casi a dos metros de distancia. Ya no solo era gente del gobernador, ahora también entraban los caminantes y no sabía cuál de los dos era más peligroso.

Calipso volteó pero vió como dos del gobernador se acercaban disparando en su dirección y pegó contra la pared, su cuerpo estaba tenso como la cuerda de su arco cuando lo utilizaba, su cuerpo sudaba como horas atrás y de repente la impotencia de no poder parar el tiempo para gritar y llorar tranquila se apoderó de su cuerpo desesperado.

—Cali —giró a ver a Damon y siguió su mirada, pero escuchó dos disparos a su lado y dió un salto asustada.

Entonces, se dio cuenta de que Lizzie y Mika la habían salvado. Miró a ambas niñas incrédula, pero Lizzie volvió a disparar y siguió el disparó hasta que la bala se incrustó en la cabeza de una chica.

—¡Vengan aquí, vengan! —les pidió, corriendo a tirar de ellas. Se asomó y vió a Tyreese corriendo —¡Tyreese! ¡Tyreese! —el moreno giró a verla —¡Ayuda!

—¡Calipso! ¡Damon! —corrió hasta que vió al herido, se agachó a su lado —¿Estás bien?

—Necesito que me ayudes a cargarlo —le pidió al moreno quien no lo pensó dos veces.

—¡Calipso, falta Judith! —le avisó, Mika —¡La dejamos allí!

—¿Sola? —les gritó, incrédula —¡Vamos!

—¡Calipso, espera!

Calipso corrió detrás de las dos niñas de cabello rubio, tan solo unos dos minutos después, el tanque disparó por última vez tirando las paredes detrás de ella. Volteó por un segundo y vió que Tyreese y Damon la seguían a duras penas, con el brazo del chico sobre los hombros de Tyreese que lo ayudaba a caminar. Volvió a girar y vió a las dos niñas que tomaron el huevo de Judith y lo llevaron como pudieron hasta ella.

—no podemos llevarlo, es impractico —negó, Calipso, tomando a Judith que lloraba —tranquila, nena, tranquila —La mesió, tirando el arma que ya no tenía municiones.

—¡Calipso! —le avisó, Mika, señalando los caminantes.

—¡Debemos salir! —le rogó, Tyreese, una vez llegó a su lado.

—si... —suspiró, tratando de que sus ojos no se cristalicen al ver al desastre, al no ver a nadie más que caminantes y muertos, al no ver a su hermano, amigos o a Rick o Carl. Después miró a Damon herido... Era lo único que podía hacer por su amigo —vamos. Mika, Lizzie, cubrannos la espalda.

Pero justo un caminante que iba detrás de ellos, tropezó con el huevo de Judith y cayó, Mika le disparó asustada pero solo logró darle en la pierna, entonces Calipso lo empujó y Damon le disparó. Accidentalmente mancharon de sangre el objeto de Judith.

—ahora menos la voy a llevar en eso —negó, tomando la mano de Mika —vengan, vamos.

Corrieron para salir de la prisión, internándose en el bosque. Calipso volteó por unos segundos, luchando internamente por volver para buscar a su familia, pero, aún llorando en silencio, se negó. Se negó a volver por Daryl, por Rick o Carl, se negó porque llevaba a dos niñas asustadas, a Judith que lloraba, a Tyreese suplicando huir por Damon que sangraba.

Se negó porque en el fondo temía el encontrarse con ellos muertos. Y ya no podría aguantarlo. No quería encontrarselos como se encontró a Merle.

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