29| ❝Dejalo...❞

╰─────➤Cuando
se acerca la desgracia nunca
viene sola, pues llega a batallones.



W.S




CALIPSO OBSERVABA como Merle rompía otro colchón en busca de drogas, según él, en su época en prisión, escondían el polvo blanco en los colchones.

—¿Recuerdas la vez que... —su hermano le preguntó, abriendo la tela con su mano de cuchillo —le quisiste poner harina al pan que estabas haciendo?

—y en vez de ponerle harina le puse tú jodida droga porque la escondiste en el frasco de la cocina —respondió su hermana escuchando la carcajada de Merle —nunca se llegó a hacer la masa.

—no, pero inhalaste mucha cocaína accidentalmente —Su hermano seguía riendo, mientras buscaba, era obvio que estaba nervioso, que extrañaba el polvo blanco.

—si, estuve demasiado hiperactiva para mí gusto... Creo que lo que más me gustó fue cuando volviste y solamente me enseñaste a como hacer una raya de cocaína, en lugar de regañarme —rió al recordarlo, claro que ella jamás llegó a consumirla, nunca le gustó el camino al que la llevaría el hacerlo. Su charla fue interrumpida por Rick que entró al pabellón —Hey.

—solo... Quiero unas pequeñas vacaciones —se defendió, Merle, ante su presencia —la mejor droga que probé estaba en un colchón —pero no encontró alguna allí —Nada... Este sitio no debió haber sido nada divertido.

—te necesitamos —lo interrumpió, Rick. Merle rió pero su hermana se cruzó de brazos, admirando al ojiceleste acercarse hasta la entrada de su celda—¿Sabes por qué tú haces lo que haces? ¿Las desiciones que tomas?

—lo hace por Daryl y por mí —le contestó, Calipso, mostrando su molestia ante como le hablaba Rick a Merle —¿Qué quieres, Grimes?

—Es sobre eso —le respondió, apoyando su brazo sobre el marco de la puerta —si entregamos a Michonne al gobernador, Woodbury nos dejara.

—¿Entonces lo harás? —murmuró, sorprendida. Merle, se levantó del suelo.

—no me gusta, pero debemos hacerlo —afirmó, mirando a la mujer que bajó la cabeza —y que sea en silencio. Necesitamos tú ayuda —se dirigió a Merle. Calipso, lo miró de mala manera. Quería que Merle fuese su matón.

—no le dijiste a los demás, eh —habló con seriedad.

—solo a Hershel, Daryl, Calipso y a ti.

—el círculo íntimo, que honor —se burló pero luego de unas palabras afirmó —adelante, entregale a la chica. No la matará ¿Saben? Solo le hará cosas. Probablemente le arranque un ojo o, más que seguro, los dos ¿Lo dejarías hacerlo, por una oportunidad? —Rick no habló, miraba a Calipso mientras Merle hablaba. La mujer lo observaba sin expresión, escuchando. Merle, ante eso, alagó —eres frío, oficial. Usa alambre y no cuerda. Alambre para que no lo corte con los dientes ¿Sabes? Te conozco Rick —lo miraron ante el tono sombrío del mayor —No tienes agallas para hacerlo.

—debemos llevársela a medio día al gobernador —se limitó a contestar saliendo de allí. Calipso fue detrás de él.

—¿En serio? —lo frenó, tomándo su brazo, Rick la miró —viniste por mí porque querías que te convenza de hacerlo, pero fuiste por Merle por si te acobardabas una vez que tomabas la desición, sabiendo que él terminaría el trabajo que tú no.

—Hago lo que tengo que hacer por mi grupo —se limito a decir, Calipso rió estruendosamente, negando y pasando a su lado.

—dilo hasta que te lo creas.

[…]

Calipso estaba mesiendo a Judith en su celda, la niña veía a la chica de ojos cristalizados hablarle.

—Merle es mí hermano —susurró, mientras preparaba el biberón para la bebé —la gente no entiende que sin él... Yo no me siento a salvo, sin él y sin Daryl, yo no existiría. No podría con nada. Siempre me cuidaron, aún lo hacen. No quiero volver a perderlo —Le dió la leche, mientras la bebé bebía, ella miraba la pared.

—Calipso —se giró a ver a Rick —no lo voy a hacer, tienes razón. Me equivoque, no es la opción correcta —se acercó rápido, Calipso sonrió calmada.

—hay que buscar a Merle —pidió, queriendo que su hermano olvide el asunto, pero Daryl llegó detrás de Rick.

—no está, no lo encontré. Ni a él, ni a Michonne. Creímos que estaría aquí —contó, mientras se pasaba una mano por el cabello con nervios.

Calipso sintió una ola de nervios y preocupación tomar su cuerpo para ahogarla en el océano de la incertidumbre. No, no... Merle prometió cambiar para estar con ellos.

—le daré a Beth a Judith y lo buscaremos —Contó, saliendo rápido de allí.

Los dos hombres la siguieron, la infante quedó en brazos de Beth y el grupo los vió ir hasta la sala de energía. Allí, los tres vieron que no había rastro, ni de Merle, ni de Michonne.

—estaba aquí, dijo que buscaba droga —se quejó, Daryl —dijo muchas cosas, en realidad.

—¿Cómo qué? —preguntó, Rick, mientras caminaban, revisando.

—dijo que ibas a cambiar de idea —pero tomó un trozo de tela —aquí está. Si, se la llevó de aquí, aquí la arrastró.

—¡Te lo dije! —Calipso, empujó el pecho de Rick que retrocedió —¡Te dije lo que hacías! Cuando no te animes, Merle iba a hacer el trabajo igual ¡Por eso fuiste a por él! —lo volvió a empujar y él susto sus muñecas.

—¡No pensé en que de verdad lo iba a hacer! No pasó ni una hora pero es igual de decidido e impulsivo que tú —se defendió, ella se safó de su agarre con brusquedad.

—tenemos que buscarlos —los interrumpió, Daryl.

—entonces vamos —Rick, los apresuró pero Calipso tomó su chaqueta, frenando su acción.

—tú te quedas.

—nosotros iremos —Daryl, le dió la razón a su hermana —no sabes rastrear. Además, volverán y tienes que estar listo —nombró al gobernador —tú familia también.

—Mi hermano, mí responsabilidad —Calipso, abrió la puerta, dejando salir a Daryl primero. Rick la observó —siempre me ayudó, es hora de que le devuelva el favor... Si no es tarde.

Salió de allí, yendo detrás de Daryl.

¿Cómo se podría describir una palabra como “preocupación” cuando está misma se quedaba corta? Cada cosa que tuviese que ver con sus hermanos, era algo que hacía el mundo de Calipso temblar, por más mínima que fuese, ellos eran todo lo que siempre tuvo. Merle y Daryl eran una parte vital de ella, creyó perder a Merle una vez e hizo hasta lo imposible por no derrumbarse ¿Pero otra vez? No sabría si podría con eso.

Aún así, con su corazón a punto de salir por su boca, con Daryl se apresuraron a tratar de seguir el rastro de su hermano. Aún que en el camino, inesperadamente, se cruzaron con Michonne.

—¡Michonne! —Calipso corrió, hasta llegar frente a ella. La morena la observó —¿Estás bien?

—si —se limitó a contestar.

—¿Dónde está nuestro hermano? —Preguntó, ahora, Daryl. Ella no contestó —¿Lo mataste?

—me dejó ir —respondió, sorprendiendo a Calipso que sonrió. Eso demostraba que Merle si había cambiado.

—Que nadie nos siga —Pidió, Daryl, volviendo a correr. Antes de que Calipso vaya detrás de él, Michonne la frenó.

—él... Él dijo que eras su princesa, que prometió cuidarte —Murmuró, haciendo su corazón palpitar con fuerza —dijo que debía hacer algo solo.

—¿Qué cosa?

—no lo sé...

Con esa respuesta, que solo logró empeorar su mal presentimiento, Calipso comenzó a correr. Eso había sonado como si Merle se despidiese pero sin atreverse a hacerlo, pero, de alguna forma, había querido que el mensaje le llegue a su pequeña hermana menor.

Daryl vió como su hermana lo alcanzaba con facilidad, como se exigía a si misma por llegar a Merle, su cuerpo tenso hacía marcar más los músculos de la pequeña Dixon que se quitó su chaqueta en el camino, sintiendo como está la asfixiaba, aún que era eso, junto a su garganta que comenzaba a raspar por la mala respiración y sus pulmones que parecían arder como si hubiese estado horas luchando por no ahogarse en el mar del tormento.

Ella tomó su arco, tratando de no gastar sus flechas en los caminantes de la carretera, corría y corría, sin frenar aún que su sistema le pedía a gritos un descanso de, al menos, diez minutos. Pero ella no podía, ya no era su cerebro el que controlaba su cuerpo, era su corazón preocupado por Merle.

Cuando llegaron al lugar donde había sido la reunión con el gobernador, Calipso frenó, bajando la velocidad. Había un auto abierto y caminantes, muchos más que la vez pasada. Notaron que estaban comiendo, así que se dieron una mirada angustiada. Daryl podía ver los ojos intranquilos de Calipso, pero los suyos estaban igual de hundidos en la pesadumbre. Al ver qué no eran Merle, siguieron, ignorandolos.

—¿Merle? —llamó, Calipso, pero su tono salió igual al de una niña asustada.

—debe estar por aquí, son gente del gobernador con un tiró limpio en la cabeza... —trato de calmarla, Daryl, mas su voz fue callada cuando frenó abruptamente, viendo detrás de Calipso.

Cómo si una punzada en su espalda le avisase que no se diese vuelta, Calipso miró la expresión de su hermano que lentamente iba cayendo en picada, sus ojos se cristalizaron, mostrando el reflejo de Calipso. Ella volteó, lentamente, con miedo de ver lo que había querido evitar.

Sus ojos se enfocaron en Merle Dixon.

Pero no su hermano mayor. No su alma, él ya no existía, ahora solo estaba su cuerpo que comía a un cadáver. Merle había muerto y ahora era un jodido caminante.

Calipso abrió la boca con reflejo de decir algo pero solo salió un sonido lastimero, dejó caer su arco, como si ya no quisiese defenderse aún cuando caminantes estaban en el lugar. Merle alzó la mirada mostrando sus facciones muertas, sus ojos sangrientos y su boca con intestinos ajenos al alimentarse.

Calipso gritó.

Gritó con fuerza mientras comenzaba a llorar de manera incontrolable, quiso avanzar pero Daryl la sostuvo, abrazándola mientras ella caía al suelo devastada. Su llanto sonaba como un eco doloroso en la mente de su hermano, Calipso volvía a ser la misma niña que lloró cuando Merle los abandonó. Merle se fue dos veces, y, ahora, la tercera, era en contra de su voluntad. Cuando más quiso quedarse con sus hermanitos, fue cuando le arrebataron la vida, rompiendo esa posibilidad para siempre.

El gobernador ni siquiera le disparó en la cabeza, todo para que se transforme y lo viesen Daryl y Calipso Dixon. Para que ellos dos viesen los ojos sin vida de Merle, cosa que estaban haciendo, con el corazón quebrandose y cayendo de a pedazos. Daryl trató de levantar a Calipso pero ella lloraba y gritaba mientras se hacía bolita en el suelo, pero él no estaba mejor.

Daryl la dejó llorar, levantándose mientras se tambaleaba al ver eso, su hermano levantándose y tropezando para acercarse a comerse a Calipso que parecía importarle poco. El hermano de en medio, ya no era eso, ahora era el hermano mayor. Merle avanzó unos pasos y Daryl se encogia en su lugar por cada uno de ellos, sollozando. Pero, aún así, lo empujó lejos. Merle quiso volver a acercarse pero Daryl otra vez lo empujó.

Miró a Calipso que estaba rota, ahora, sus cicatrices en sus brazos ya no eran nada comparado con las cicatrices de su corazón herido. Daryl sacó su cuchillo, sabiendo que está vez, Calipso no era capaz de moverse. Se acercó a Merle y lo clavó en su pecho, cayendo ambos.

—¡Déjalo! —le gritó con su voz rasposa, pero Daryl lo acuchilló en la cabeza —¡Déjalo! —le pidió en un quebrado suplicar, pero Daryl otra vez clavó el cuchillo, una, dos, tres, diez veces. Calipso soltó un sollozó agudo, viendo a Daryl caer cansado mientras lloraba —Dejalo... —susurró, acercándose para sostener la cabeza de Merle.

Calipso sintió como su alma salía de si misma, congelando su cuerpo que ahora era frío, tanto que no sentía nada más que la piel de Merle entre sus manos. Una helada ola la rodeó, como si estuviese en el punto medio, sobre una cuerda fina entre la locura y la cordura, el dolor y la vida.

—prometiste no irte, prometiste no dejarme otra vez... —susurró mientras sollozaba, casi sin poder ser bien oidas sus palabras, aún cuando la persona a la que iban dedicadas no escuchaba.

Daryl seguía lagrimeando ante esa imagen, ahora, ya solo eran ellos dos.

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