25| ❝Hermanos❞

╰─────➤Hemos venido
a este mundo como hermanos;
caminemos, pues, dándonos
la mano y uno delante de otro.

W.S

CALIPSO CAMINABA, dos pasos atrás de sus hermanos para ver el panorama, parecía irreal tenerlos allí después de lo que pasaron, su corazón palpitaba con fuerza, resaltandole cada dos segundos que Merle estaba con ella al fin...

Gracias a eso, su mente viajaba a recuerdos antiguos, como la vez que Merle, en su momento de traficante, una ocasión mientras estaban drogados -menos Calipso- en la casa de un distribuidor, Merle insultó el programa favorito de los hijos del hombre y comenzaron a pelear. Daryl quiso defenderlo pero acabó vomitando sobre la pequeña Calipso luego de recibir un golpe en la tripas. Aún que, gracias a eso, Merle y el distribuidor comenzaron a reír, olvidando el problema.

Daryl admiró cómo Calipso divagaba en su mente con una pequeña sonrisa. Sabía que lo importante era el grupo para ella, tanto como para él, al fin había podido entender el cariño que les tenía y habían tenido que abandonarlos por Merle. ¡Hasta donde llegaba la lealtad de los Dixon!... Oh, hasta el punto en que habían dejado a la recién nacida Grimes, a pesar de que la amaban. Sus códigos los habían empujado a dejarla. A dejar a todos.

Pronto, tuvieron que frenar para que Merle fuese al baño, los menores le dieron la espalda mientras buscaban ardillas o algo sobre los árboles. Calipso llevaba su ballesta en su hombro y su arco en mano.

—no hay nada afuera, excepto mosquitos y hormigas —se quejó, Daryl.

—paciencia, hermanito —lo alentó, Merle, orinando —tarde o temprano, una ardilla tiene que cruzarse en nuestro camino.

—con una serpiente incluso soy feliz —murmuró, Calipso, buscando señales de fauna a los lados.

—aun así, no hay mucha comida —insistió, el hermano de en medio.

—si, más que nada —alagó, el mayor, Calipso tenía que admitir que Merle estaba siendo demasiado optimista cuando mayormente era muy negativo.

—tendría mejor suerte revisando alguna de las casas del camino —insistió, viendo a Calipso que afirmó dándole la razón.

—podría haber fruta enlatada, con suerte agua bebible, casi siempre están escondidos en la alacena del sótano —le dió la razón... escucharon la risa de Merle.

—¿Eso les enseñaron sus nuevos amigos? —terminó de orinar, acercándose a ambos —¿A saquear en busca de botín?

—no es saquear si no es de nadie —se quejó, Calipso, viendo a su hermano mayor que alzó la ceja con burla —Y no son nuestros amigos —“son familia”. Se abstuvo a decir.

—llavamos horas caminando —habló, Daryl, cambiando de tema —¿Por qué no buscamos un arroyo y pescamos algo?

—creo que solo quieren encaminarme, hermanitos —habló, pero los dos le daban la espalda —llevarme a esa prisión.

—Atrapados —admitió, Calipso, viendo cómo él se agachaba a buscar rastros de algo en el suelo —pero...

—...tiene un techo —siguió, Daryl, apoyado contra un árbol —comida, baños cubiertos, podría no ser una mala idea.

—para ustedes, quizá —bramó, con una sonrisa burlesca —no será ninguna fiesta para mí.

—¿Y si te hago el pastel con velas? —sonrió y alzó sus cejas, inocente, Calipso —Merle, solo piénsalo.

—nos acostumbraremos —aseguró, Daryl, alzando su ballesta.

—estan muertos, no hay diferencia —Negó, Merle. Pues sabían que el gobernador ya estaba allí posiblemente, o en camino. Calipso bajó la mirada a su arco y comenzó a jugar con la flecha, queriendo negarse ante esa idea.

—¿Cómo estás tan seguro? —cuestionó, Daryl, sin mirarlo.

—ellos son fuertes —murmuró, Calipso, sin observar a Merle tampoco, pues sabría que él la tomaría por débil, como siempre.

—en este momento, estará organizando una fiesta de bienvenida, en la que enterrara lo que queda de sus amigos, no importa que tan fuertes sean, Calipso —escupió a su lado y la nombrada solo cerró con fuerza sus ojos; sus amigos estaban bien. Deberían estarlo —vamos a pescar.

Daryl también escupió y miró a Calipso, tendiendo su mano, ella suspiró y la tomó, yendo los dos detrás de su hermano mayor. Tal como hacían cuando eran niños.

[…]

—para mi huele a que hay un arrollo cerca.

Calipso movía las ramas que se interponía en su camino, seguían dentro del bosque, los tres juntos. Merle había hablado y Daryl le contestó.

—no fuimos tan al oeste. Ahí hay un río, el Yellow Jacket.

—¿Estás mareado, hermanito? Escúchalo Calipso —señaló, riendo. Calipso hizo una mueca —no estamos ni cerca del Yellow Jacket.

—no fuimos al oeste, solo un poco al sur, eso creo. Dile Calipso —pidió, ahora, el ballestero. La nombrada solo exhaló con fuerza. Estaban buscando que ella defina todo como si no supiesen hablarse y se aproximara una discusión.

—¿Sabes algo? Yo perdí la mano, pero tú persiste la ubicación —insistió el mayor y Calipso se quejó en voz alta.

—estamos yendo en la dirección correcta, en cincuenta metros saldrá el Yellow Jacket y la carretera sobre él ¡Listo! ¿Ya se callan? —se quejó, volteando a ambos para luego seguir con su paso.

—¡Ja, tranquila, fiera! Los dos contra mí, bien, ¿Quieren apostar? —bramo, siguiendo detrás de ella.

—no quiero apostar, solo es agua —negó, con tranquilidad, Daryl —¿Por qué todo es competencia contigo?

—oye, tranquilo. Solo quería divertirme, no tienes por qué ponerte tan nervioso ¿Acaso cambiaron de cuerpos y te vino, hermanito? —golpeó el brazo de Calipso que resopló sonriendo.

—tal vez deba darle de mis toallas —miró a Daryl que la miró con reproche —yo apuesto, Merle. Sé que tendré razón... —se calló abruptamente al oír un llanto, miró a Daryl instintivamente.

—¿Tambien lo oíste? —la señaló, su hermano.

—oh, si, animales siendo salvajes —les contestó, Merle, pero ellos negaron.

—no, es un bebé —lo corrigió, Daryl, acercándose a su hermana que reafirmó su ballesta para agarrar bien el arco y ponerle una flecha.

—¡Por favor! Escupanme en la oreja y díganme qué es lluvia —bramó, nuevamente, el mayor —son un par de mapaches haciendo el amor como locos ¿Saben de lo que hablo?

—me pase los últimos días cuidando de una bebé, sé cómo suena un infante, idiota —recalcó, Calipso, caminando en esa dirección, Daryl fue detrás de ella.

Corrieron hasta salir al río Yellow Jacket que tanto habían nombrado, al llegar a la orilla, los tres Dixon vieron a un hombre, junto a un joven, sobre el puente, peleando con demasiados caminantes.

—¡Oye, salta! —gritó, Merle, pero a ninguno le causó gracia.

—el bebé debe estar dentro del auto —murmuró Calipso a Daryl que asintió.

—ven, vamos a ayudar —Aceptó su plan silencioso, los dos trotaron queriendo llegar allí, escuchando los reclamos de Merle detrás suyo.

Ignorandolo, Daryl y Calipso corrieron, llegando a disparar sus flechas que salvaron al hombre de ser mordido. Calipso, habiendo extrañado demasiado usar un arco, comenzó a disparar lo más rápido y preciso que podía.

—¡Vamos, intentamos ayudarlos, cubrannos! —les gritó, Daryl, al ver a ambos desconocidos sobre un camión, congelados —¡Calipso! —le señaló el auto donde estaba la mujer con el bebé.

—¡Voy! —corrió, viendo de reojo a Merle que no hacía nada más que disfrutar la escena.

Sacó su cuchillo de la bota, clavándolo en la cabeza de un caminante que estaba sobre la parte delantera del auto, se giró y empujó al que estaba sobre la puerta de copiloto, agachándose también a enterrar el arma en su cráneo, miró dentro, pero notó que uno de los muertos intentaba entrar desde la cajuela.

—¡Tranquila! —le gritó a la mujer, yendo hasta la parte trasera.

Tomó de la camisa al caminante y lo tiró hacia atrás, sacándolo del auto, luego lo presionó hacia abajo, poniéndolo de rodillas y bajó el capó con fuerza, reventando su cabeza con este mismo. Retrocedió, asqueada y volvió a abrir el capó.

—¿Se encuentra bien? —le preguntó a la mujer, sonriendo con su usual “encanto Calipso”, la mujer asintió y Calipso imitó su gesto, volviendo a cerrar el auto para ver cómo Daryl empujaba al último caminante al agua.

Su atención se la llevó Merle que abría la puerta del auto y Calipso frunció sus cejas, confundida, pero el hombre desconocido le gritó que parase y Merle le apuntó con la pistola.

—esa no es forma de decir gracias —Vociferó, Merle. Calipso, miró con preocupación a Daryl que se acercaba de igual manera.

—Merle ¿Qué carajos haces? Baja esa puta pistola, imbecil —su hermana, le pidió, notablemente enojada.

—Dejalos ir —asintió, Daryl, llegando a un lado de Calipso.

—lo menos que pueden hacer es darnos una enchilada o algo ¿No? —sonrió, bajando el arma, pero igual metiéndose en el auto. La mujer Dixon, miró con pesar la escena.

—va a dejar sin comer a un puto bebé, Daryl —le susurró, con enojo, su hermano cargó la ballesta, yendo detrás del mayor de ellos. Lo apuntó. Daryl apuntó a Merle.

—sal del auto...

—sé que no me hablas a mí, hermano —Merle, luego de sentir la ballesta contra su espalda, habló.

—¡Suban a su auto y larguense de aquí! —Daryl, se fijó en los dos hombres.

—Lo siento tanto, en serio —Calipso se dirigió al padre y a su hijo que fueron hasta subir al coche —¡Ya, suban al auto!

Merle bajó, viendo a Daryl que lo apuntaba y Calipso que lo miraba de manera reprochante. El auto retrocedió, alejandose, y Merle bajó la ballesta de su hermano. Cali solo se acercó a tomar las flechas veloz y se fue, con Daryl a su lado. Merle, los siguió.

—ahí tienes tú puto Yellow Jacket, perdiste la estúpida apuesta —Calipso, señaló el cartel del arroyo y se colocó bien su mochila.

Se metió dentro del bosque, escuchando los reclamos de Merle ante su buena acción, simplemente porque lo habían hecho por ayudar y sin esperar algo a cambio.

—¡Ya cierra la puta boca, Merle! —le gritó, cansada, volteando.

—¡Explícame, Calipso, explícame, maldita sea! ¿Es algo que su sheriff Rick les enseñó, a caso? —preguntó, frenando igual que los dos.

—¡No! —Gritó, dando unos saltitos por inercia ante su insistencia.

—¿Entonces?

—¡Tenían un bebé! —defendió, Daryl, a su hermana.

—¡Oh! ¿Entonces hubiesen sido comida de los mordedores? —preguntó, haciendo referencia a que, si el bebé no hubiese estado, no los ayudarían. Pero no era eso.

—¡Oye, volvimos a buscarte! —recriminó, Daryl. Calipso se contuvo, tratando de negarse a qué esa discusión estaba pasando —¡No estabas ahí. Tampoco te corte la mano, ni yo, ni Calipso! Tú lo hiciste, mucho antes de que te encerraran en ese techo ¡Te lo buscaste! —Merle, comenzó a reír.

—¿Saben que encuentro gracioso? ustedes y el sheriff Rick son cercanos ahora ¿No? Tú te volviste su mano derecha y tú su nueva perrita —señaló a ambos y Calipso se volteó, ofendida —apuesto lo que quieran y algo más, a que nunca le dijeron que estábamos pensando en robar el campamento.

—fue solo una estúpida idea... —murmuró, Calipso, negando en su dirección.

—...no pasó —asintió, Daryl, mostrando cuánto había cambiado desde que Merle se fue.

—y jamás iba a pasar —terminó, su hermana, pero Merle volvió a reír.

—¡Si! Porque no estuve yo para ayudarlos —señaló. A Calipso siempre les agradó los del campamento, pero era obvio que si sus hermanos lo asaltaban, ella estaría de su lado, como siempre. Aún cuando le dolería.

—¿Cómo cuando éramos niños? —reclamó, Daryl —¿Quién dejó a quien?

—¿Qué? ¡Eh! ¿Es por eso que perdí la mano?

—¡Perdiste la mano porque eres un idiota! —se dió la vuelta, pero Merle lo quiso agarrar para detenerlo, solo que rompió el abrigo de Daryl, mostrando su espalda con un tatuaje y sus cicatrices.

—¡Daryl! —Calipso, corrió a quitar a Merle y tratar de tapar su espalda, sabiendo cuan doloroso era para él. Tal como era ella con las suyas.

—es que... Yo no sabía que él...

—si lo hizo —lo interrumpió, siendo ayudado por Calipso a levantarse —te hizo lo mismo a ti. Cada vez que ayudabas a Calipso a salir de casa, pero luego te fuiste, por eso te fuiste primero —se quejó, con la voz a punto de quebrarse, a su vez, Calipso aplanaba los labios —pero yo no la abandone ¡Yo me quedé para no dejarla sola y no me fui! —lo señaló, molesto.

—¡Tuve que hacerlo, sino lo hubiese matado! —se defendió el mayor.

—por asesinato, robo o drogas hubieses ido a la cárcel de todos modos, preferías ir ahí que quedarte en casa —Calipso, murmuró con tristeza —pero es entendible, a mí tampoco me gusta quedarme en lugares que no me gustan —se volteó, comenzando a caminar con Daryl.

—¿A dónde van? —gritó, ellos frenaron.

—¡A dónde pertenecemos! —le gritó, Daryl, con la voz sollozante.

—¡No puedo ir con ustedes!... Intenté matar a esa perra negra y casi mate a ese chino...

—es coreano —lo corrigió, Daryl.

—como sea, no importa...

—y es Glenn, casi mataste a Glenn, mí mejor amigo —señalo, Calipso, ya dejando de luchar para contener sus lágrimas.

—¡Calipso! —Merle, volvió a detenerla —yo... Yo no puedo ir con ustedes.

—¿Sabes? Aún que somos nosotros los que nos alejamos, eres tú quien se va —argumentó, Daryl, igual de triste que su hermana —... De nuevo.

Daryl se fue, Calipso se quedó de pie allí, viendo a Merle que tenía los ojos cristalizados ante las duras palabras de sus hermanitos menores que le refregaban en la cara, una y otra vez, sus errores.

—siempre quisiste que seamos fuertes, que no nos dejemos pisar, nos trataba como la mierda queriendo “forjar nuestro caracter” —susurró con sus labios que se tornaron salados por sus lágrimas —pero solo nos lastimabas y nos creabas inseguridades. El demostrar nuestros sentimientos no nos hace débil, nos quita una carga. Tú deberías empezar a hacerlo, dejar tú estupido orgullo por tus hermanos... Porque Daryl y yo dejamos muchas cosas por ti.

Se giró, yendo detrás de Daryl, en dirección a la prisión, pensando y esperando que Carl y Rick la reciban con un abrazo, que Maggie y Glenn la perdonen, que Beth le dé en brazos a Judith.

—demonios —se quejó, Merle, corriendo a alcanzar a sus hermanos, dispuesto a corregirse por ambos.

Calipso se limpió sus mejillas con fuerza, esperando que no sea tarde.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top