13

──¡Mi cumpleañero!.── Exclamó Paul después de abrir la puerta viendo a John parado allí con una sonrisa en su rostro.

Paul lo miró de arriba abajo descaradamente viendo que vestía elegantes pantalones negros que acentuaban aquellos muslos que amaba y viendo más arriba había una camisa abotonada azul marino para rematar.

──Te ves increíble, mi amor.──

John hizo una doble toma, esa era la primera vez que Paul se refería a él como "mi amor" lo cual no le importó en absoluto, al contrario, le gustó... Le gustó mucho.

──Gracias, Paul, te ves bien también.──

Paul negó con la cabeza respecto a como el menor quería dejar de ser el foco de atención ¿Acaso no se daba cuenta que era su mundo entero?

──No se trata de mí hoy ¿Verdad?.──
Le quitó importancia aquello y sacó una venda para los ojos de su bolsillo trasero y explicó ante la mirada atónita del otro. ──Voy a poner esto sobre tus ojos ¿Si? Tengo una sorpresa para ti.──

John soltó una risita cerrando los ojos
mientras Paul movía suavemente la venda como si fuera un pañuelo.

──Me sorprendes todos los días, Paulie.──

Paul tarareó contento por la forma en la cual el castaño le había llamado, era sublime.

──Planeo hacer eso todos los días
y más.──

John ya no podía ver y el profesor era quien lo guiaba por detrás con las manos en los hombros.

──¡Cuida tus pasos, amor! Desacelera... Eso es, justo encima de ese paso.──

Le asombraba lo seguro que se sentía
con Paul, lo que le provocaba como las constantes ganas de saltar y acurrucarse en sus brazos.

──Está bien, quítate la venda de los ojos.──

John obedeció y se la quitó de la cabeza en dónde sus ojos vagaron por el comedor iluminado con luces fluorescentes amarillas, había velas en el centro de la mesa de madera junto con globos en la esquina de la habitación que era el número veintidós Y Paul... Paul estaba parado justo al lado de un asiento libre con una tímida sonrisa en su rostro.

──¿Te gusta?.──

Gustar era una palabra que le quedaba corta porque no sabía cómo procesar nada de esto. Había tenido veintiun cumpleaños y ninguno de ellos había sido tan atento y detallado cómo éste.

John se dió cuenta de que Paul se esforzó mucho en esto y le calentó el corazón sintiendo que se le humedecían los ojos.

──Me encanta.── Susurró John en dónde su voluntad se volvía en contra de él sintiendo las lágrimas deslizarse por sus mejillas. ──Nadie ha hecho algo así antes por mí.──

──¡Ay Johnny!.── Exclamó el de ojos hazel y se acercó a su menor para secar sus lágrimas, no quería verlo llorar, verlo llorar se sentía como si el corazón se le saliera del pecho. ──No llores, amor, no estés triste, por favor.──

John negó con la cabeza varias veces tratando de retener aquellas lágrimas traicioneras.

──No estoy triste... Estoy feliz, esto... Esto es lo más feliz que he estado, gracias.──

Los pies de John se arrastraron hacia su profesor y puso sus brazos alrededor de su cintura queriendo tener algún tipo de contacto antes de que comenzara la noche cosa que al castaño oscuro no le importó ni un poco así que puso sus brazos firmemente alrededor de él besando su sien.

Se quedaron así durante unos minutos balanceándose lentamente en el lugar mientras una música suave sonaba de fondo en el tocadiscos del mayor.

──¿Qué tal si tomas asiento, amor?.── Ofreció el de ojos hazel. ──La cena está casi lista.──

I only have eyes for you...

John levantó la cabeza del hueco del cuello de Paul asintiendo levemente con su cabeza para luego tomar asiento cuando Paul llevó una silla hacia atrás para que tomara asiento.

──¡Creo que te va a gustar lo que te hice!.── Paul gorjeó mientras dejaba el comedor para dirigirse a la cocina. ──Podría ser tu nuevo favorito. ──

La cena resultó ser bistec con papas fritas y Paul tenía razón, resultó ser el nuevo favorito de John, especialmente con la forma en que el mayor cocinaba, era como si pudiera saborear el amor de cada bocado que tomaba llevándolo de vuelta a su infancia cuando Julia cocinaba para él de vez en cuando.

──¡No me dijiste que podías cocinar!.── Exclamó el menor mientras tomaba otro bocado de su bistec gimiendo de satisfacción. ──Eres increíble.──

Paul se rió entre dientes ante aquel hermoso halago.

──Sí, solo me gusta cocinar para mí o para las personas que me gustan. ──

Las cejas de John se levantaron, la curiosidad creció en su mente.

──¿Personas que te gustan? ¿Supongo que soy el único para el que estás cocinando?.──

Paul solo se encogió de hombros mirando hacia abajo a su plato que estaba casi terminado dando una puñalada al último trozo de carne.

──Entonces... ¿Hay otras personas?.── Preguntó John en dónde su voz sonaba innegablemente herida sintiéndose como si casi pudiera vomitar su cena.

Fue entonces cuando Paul estalló en un ataque de risa proveniente del fondo de su garganta.

──Solo estoy bromeando, Johnny Boy, por supuesto que eres el único para el que estoy cocinando, nadie más.──

Obviamente la broma no le cayó bien a John ya que todavía estaba con el ceño fruncido y eso hizo que Paul se sintiera terrible.

──Lo siento, John, no quise hacer esa broma, fue estúpido de mi parte ¿Si?.──

Cuando John no dijo nada solo hurgó un poco más en las migajas de su plato terminado y el corazón de Paul se hundió en donde se juró a sí mismo que no bromearía así nunca más entonces se puso de pie y se acercó a John.

──¿Puedes mirarme John?.──

John se mostró reacio pero volvió la cabeza y se encontró con la mirada de Paul.

──Créeme cuando te digo que eres el único en mi vida... No hay nadie más.──

John asintió lentamente estando verdaderamente confundido.

──¿Por qué necesitaría a alguien más cuando tengo al hombre más hermoso justo en frente de mí? Sería tonto si hiciera eso.──

John suspiró pesadamente sintiendo que no podía enojarse con el hombre mayor.

──Te creo, era solo que mi inseguridad se apoderaba de mis pensamientos.──

Paul asintió y luego se inclinó hacia adelante encontrándose con los labios de su alumno los cuales tomó, sus labios se movieron uno contra el otro durante unos segundos hasta que el de barba se apartó mirando fijamente a la cara del menor para leerlo, la mirada nerviosa y aturdida en su rostro le aseguró que John estaba completamente mejor y así debería ser siempre.

──¿Qué tal si te doy tu regalo ahora?.──

Los ojos de John brillaron de alegría e ilusión.

──¿¡Me trajiste un regalo!?.──

──Sí.──

Paul se dio la vụelta y agarró un pequeño regalo envuelto que estaba sobre una silla vacía, John ni siquiera lo notó hasta que lo sacó.

──Aquí tienes, amor, anda, ábrelo.──

John sonrió y comenzó a abrir la caja
lentamente temeroso de desgarrarla como un loco. Una vez que quitó todo el papel inclinó levemente la cabeza dándose cuenta de que eran joyas de algún tipo y se decidió abrir aquella caja en dónde sus ojos se abrieron cuando se dio cuenta.

──¿¡Un Rolex!? Paul... No, no puedo aceptar esto, es demasiado, por favor.──

──Es para ti, John, es tuyo.──

Paul notó que John todavía no estaba
convencido así que suavemente le quitó el reloj y lo sacó de la caja.

──Te compré esto porque veo que siempre estás mirando el reloj de la pared durante mi clase.── Explicó divertido. ──Supongo que al conseguirte esto puedes ver cuánto tiempo más queda en un nivel discreto.──

Tras aquellas palabras fue a ponerle aquel reloj alrededor de la muñeca de su menor teniendo una enorme sonrisa.

──No sabía que sabías eso.── Respondió John avergonzado, porque pensó que lo comprobaba sin que Paul lo supiera. ──Lo lamento.──

──¿Qué? No te disculpes, John.── Paul se rió mostrando sus dientes encontrando divertido aquello. ──Recuerdo que solía mirar la hora todo el tiempo en mis clases, entiendo tu aburrimiento.──

──Bueno, si ayuda, tu voz suele ser lo único que me impide quedarme dormido.── John se encogió de hombros con la esperanza de que Paul se sintiera mejor, pero lo hizo reír.

──Eso me hace sentir mejor, gracias, John.── Agradeció con sutileza pasando su mano izquierda por su cabello.

Cuando Paul terminó de ponerle el reloj, el otro lo acercó a él para ver cómo el reloj plateado se enrollaba alrededor de su muñeca. Sin duda era impresionante y hermoso, simplemente no podía creer que Paul le hubiera comprado un maldito Rolex.

──Tengo otro regalo para ti.──

John vió a Paul salir rápidamente y entrar en la habitación con un regalo envuelto en la mano con la forma y el tamaño del regalo tan claros, tenía la sensación de que ya sabía lo que era.

Después de abrirlo con una sonrisa en los labios, se dió cuenta de que era una copia de Their Satanic Majesties, el disco que le prestó Paul esa noche.

──Después de comprar este disco por primera vez en tu tienda pensé en comprarte una copia.──

John se sintió tonto incluso estúpido, ésto explicaba por qué Paul tenía dos copias de este disco en su sala de música, él compró el otro para él.

──Esto tiene mucho sentido.── Murmuró John sintiéndose un verdadero idiota.

──¿Qué dijiste, amor?.──

──No... Quise decir gracias.── John se rió sintiéndose algo tonto. ──Éste álbum significa más o menos el día en que realmente nos hablamos ¿No es así?.── Miró atentamente a su profesor viendo como asentía con su cabeza.

──Es exactamente por eso que te lo compré, Johnny.──

──Gracias por todo esto, Paul.── John
presionó un beso en la mejilla del mayor. ──Honestamente ésto se siente como demasiado pero lo aprecio todo, realmente lo hago.──

──Cualquier cosa por ti, amor... Absolutamente cualquier cosa.──

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