────── one

ˑؘ | CHAPTER ONE•*
the hospital

él está aquí. el chico de anoche...
está aquí.

CUANDO LONDON HALLOWAY COMENZÓ SU RESIDENCIA HACE TRES AÑOS, lo último que esperaba era que su hospital se fusionara con otro en su tercer año. En lo que a ella respecta, comenzaría en Mercy West y terminaría en Mercy West.

Bueno, el universo tenía otros planes para ella.

—¿Qué quieres decir con que te acostaste con alguien anoche?— le preguntó Jackson mientras él y London entraban en su nuevo lugar de trabajo, el Seattle Grace Hospital. O más bien, Seattle Grace Mercy West, como había sido renombrado. —¿Empezamos en un nuevo hospital y el día antes decides acostarte con alguien?

—¿Recuerdo haberte pedido tu opinión?— ella respondió, mirándolo. —No creo que lo haya hecho. Además, era mi única noche al año para descontrolarme.

Jackson puso los ojos en blanco. —¿Y quién fue el afortunado?

—Ni idea.

Él frunció las cejas y se detuvo. —¿Qué quieres decir con que no tienes ni idea?— él preguntó y ella lo miró.

—Quiero decir, nunca pregunté su nombre.— Dijo London, continuando se caminó hacia el edificio. —Y nunca lo volveré a ver, así que no importa. Pero si te molesta tanto, creo que comenzaba con "O".

Antes de que Jackson pudiera decir nada, se les unieron sus amigos. —¡Me perdí tres veces en el camino hacia aquí!— Reed se quejó molesta, siguiendo a la residente castaña hasta el hospital. —Y el estacionamiento era aún peor.

London frunció el ceño. —Pensé que April conduciría.

—¡Sí!— Reed asintió. —Y nos perdimos tres veces.

London apretó sus labios en diversión antes de mirar a su alrededor la mezcla de uniformes de color naranja, y azul claro y oscuro.

Al menos finalmente nos desharemos de estos feos uniformes naranjas, pensó para sí misma, mirando su propio atuendo. A ella nunca le habían gustado realmente los scrubs naranjas de Mercy West.

—¿Tienes un chupetón en el cuello?— Charles le preguntó a London de repente, llevando su atención a su amiga, y ella movió su pelo largo y oscuro. —¿Qué es eso?

—Es la maldita gata de mi hermana.— Respondió suspirando. —No me deja en paz. Sé que McKenna está en un viaje de negocios y prometí cuidar de Daisy, pero está actuando como si la hubiera privado de comida.

—¿Lo hiciste?— Jackson preguntó.

—¡No!— London exclamó en ofensa. —Soy una cuidadora de gatos muy responsable, muchas gracias.— Tanto él como April levantaron las cejas. —Soy una cuidadora de gatos.— Corrigió antes de poner los ojos en blanco. —Tratemos de no perdernos hoy. Ya nos odian.

—Aquí.— Jackson le dio una barra de granola y ella miró hacia abajo. —No discutas conmigo. Tienes que comer.

La chica puso los ojos en blanco. —Estás empezando a actuar como mi tío.

[...]

Oliver Shepherd se abrió camino a través de la mezcla de uniformes azules y naranjas, tratando de llegar a la sala de emergencias. Sin embargo, la tarea estaba resultando un desafío, ya que los recién llegados de Mercy West aún no conocían el hospital. Varias veces lo habían detenido para preguntarle cómo llegar a la sala de residentes, y ya comenzaba a molestarle.

Oliver tenía una amabilidad natural en él. No era algo que todo el mundo poseía; ciertamente no sus hermanas mayores, con la excepción de Amelia. Derek siempre decía que tenía un carácter bondadoso, aunque se enfadaba con facilidad, lo cual era uno de sus muchos defectos.

Pero después de muchos meses de esperar para ver si alguien sería cortado del programa de residencia para dar paso a los nuevos residentes de Mercy West, encontró que todos eran molestos. Estaban invadiendo su hospital.

Una vez que finalmente llegó a la sala de emergencias, vio que muchos de los residentes de Mercy West ya habían encontrado pacientes y los estaban atendiendo, mientras que los residentes de Seattle Grace simplemente los observaban.

—¿Por qué están parados aquí?— les preguntó Oliver, caminando hacia sus amigos. —Si no intentamos intervenir, ellos simplemente nos pasarán por encima.

Cristina asintió. —Tiene razón.— Dijo, señalando al Shepherd más joven como si demostrara su punto de vista. —No podemos dejar que ganen. Tenemos que entrar allí y pelear porque este es nuestro hospital.

—Dijiste eso mucho mejor que yo.— Le dijo Oliver.

Justo cuando estaba a punto de atender a un paciente, Owen Hunt lo tomó del brazo. —Como les dije a los demás, vamos a emparejar a los residentes de Mercy West con uno del Seattle Grace, para que puedan orientarse en el hospital y... con suerte, evitar cualquier enemistad entre ustedes. Uh, la Dra. Halloway te seguirá hoy.

—Dra. ¿Halloway?— Oliver repitió.

Owen asintió. —Sí. Ella está justo ahí.

Oliver siguió su dedo extendido y su mirada cayó en una joven, que no tenía más de veinticinco años, cuyo pelo castaño oscuro estaba sostenido en dos simples trenzas francesas. Le estaba dando la espalda, pero cuando Owen la llamó, se enfrentó completamente a él y sus ojos se encontraron.

—Oh.— Fue todo lo que dijo mientras ella fijó sus ojos con él, y sus ojos también se abrieron en sorpresa. —Sí, ya la conozco...

London volvió a mirar al hombre de pelo negro antes de agarrar a Jackson por el brazo y salir corriendo de la sala de emergencias, deteniéndose justo fuera de las puertas.

—¿Qué pasó?— preguntó mientras ella se apoyaba en la pared, moviéndose un poco para mirar dentro de la sala de emergencias. —¿Qué estás haciendo?

—Él está aquí.— Dijo ella y él levantó las cejas confundido. —El chico de anoche... está aquí.

Jackson asintió lentamente. —¿Como, como paciente?

—¡No!— ella siseó, agitando las manos. —Como doctor. Dios mío, me acosté con uno de nuestros nuevos compañeros de trabajo. ¿Qué me pasa?

—No te pasa nada.— Le dijo Jackson, tomándola por los hombros para evitar que comience a dar vueltas, un hábito que había hecho desde que era una niña pequeña. —Eres un ser humano que hizo algo completamente normal. Aunque, generalmente, los encuentros de una noche no trabajan en el mismo hospital.

London suspiró y pasó una mano por su rostro. —Así no es como se suponía que iba a ser nuestro primer día.— Dijo, mirando a su mejor amigo. —No sé cómo se suponía que iba a ir, ¡pero sé a ciencia cierta que se suponía que no iba a encontrarme con él! ¡Y ni siquiera recuerdo su nombre!

Jackson se encogió de hombros. —Bueno, no hay mejor momento que el presente, Halloway.— La apartó suavemente de la pared y la empujó con cuidado hacia la puerta. —Tarde o temprano tendrás que enfrentarlo, London. Parece que ese momento es ahora. Buena suerte.

Ella entrecerró los ojos hacia él, y él le devolvió una sonrisa inocente. Con un resoplido, se giró y caminó nerviosamente hacia él.

—Oh, bien.— Owen devolvió su historial justo cuando London se acercó a él y a Oliver. —Dra. Halloway, le presento al Dr. Shepherd menor. Lo estará acompañando hoy. Agradecería que ninguno de los dos intentara matar al otro.

Sin decir una palabra más, el cirujano de trauma se marchó, dejando a los dos residentes solos. London jugaba nerviosamente con las puntas de su trenza mientras Oliver se mordía el interior de la mejilla. —Entonces, ¿deberíamos...?

Ella asintió. —Sí.— Respondió inmediatamente.

—Genial.

—Genial...

[...]

Los residentes de Mercy West no estaban teniendo un buen comienzo en su primer día en su nuevo hospital. April, quien fue emparejada con Lexie Grey, había perdido su cuaderno rojo, ese que contenía todo lo importante y querido para ella. Muchos solían burlarse de ella por llevar un cuaderno, pero era algo que compartía con London. La castaña ha tenido tantos diarios a lo largo de su vida, que había perdido la cuenta.

Jackson estaba trabajando en la sala de emergencias con Cristina Yang, quien demostró ser una persona muy competitiva. Sin embargo, Owen Hunt lo elogió por derribar a un paciente al suelo después de que este amenazara a otro paciente.

London pensó que lo merecía una vez que supo la historia detrás de todo. Un hombre cuya hija estaba saliendo con alguien de su edad. Ella no lo culpó por estar enojado, aunque correr contra él con un martillo nunca iba a ser la solución.

En cuanto a la propia London... todavía estaba siguiendo a Oliver, ninguno de los dos diciendo una palabra. Habían permanecido en silencio durante todo su tiempo juntos, solo intercambiando palabras si era estrictamente necesario, que generalmente involucraban a un paciente.

—Así que...— Oliver dijo, rompiendo el incómodo silencio entre los dos. —Eres del Mercy West...

Ella lo miró. —Sí. Y tú eres del Seattle Grace... ¿Por qué estamos haciendo esto?

Él se encogió de hombros. —No mencionaste que eras residente quirúrgica anoche.— Dijo y ella asintió.

—No preguntaste.— Respondió ella simplemente. —Y tú tampoco lo mencionaste.— Se detuvo en la estación de enfermeras y respiró. —Mira, esto no tiene por qué ser algo raro. Entonces, nos acostamos juntos y ahora trabajamos en el mismo hospital. No va a pasar nada.

—Claro.

—Bien.

—No es como si fuera así que mi hermano y mi cuñada se conocieron.— Dijo Oliver encogiéndose de hombros haciendo que London lo mirara. —Ahora están casados. Bueno, en un post-it.

Ella frunció las cejas. —¿Un post-it...?— sacudió la cabeza. —Ese no es el punto. ¿Qué quieres decir con que tu hermano...? ¿Qué?— Oliver comenzó a caminar en dirección a la habitación de su paciente. —¡Oh, no te alejes de mí! ¡Tengo preguntas!

[...]

—Tus amigos están haciendo enojar a los míos.

London miró hacia arriba de la tabla que le habían pedido que rellenara y vio a Oliver de pie a su lado. —¿Perdón?

—Tu amigo le robó un paciente a uno de mis amigos.— Dijo y ella asintió, cerrando la tabla.

—¿Esta amiga sería Cristina Yang?— Ella preguntó, empezando a alejarse. —Porque la escuché en la sala de emergencias. ¿Tú y tus amigos estaban almorzando y nosotros no? ¿No almorzamos? ¿Alguno de ustedes, no lo sé, pensó que comimos antes? ¿Por qué comeríamos todos al mismo tiempo? Eso no dejaría doctores.

—Bueno...

—¡Y también...!— London exclamó, dando la vuelta para enfrentarse a él. — No somos sus enemigos, ¿de acuerdo? Actúan como si quisiéramos venir aquí. Que tuvimos algo que decir en la fusión.— Oliver abrió la boca. —Tuvimos que dejar ir al setenta y cinco por ciento de nuestro personal para hacer espacio para la fusión. Setenta y cinco por ciento. La mayoría de ellos tenían familias que mantener.

London negó con la cabeza. »—No sabemos cómo funciona nada aquí y nadie quiere ayudarnos. Todos quieren tratarnos como el enemigo. Solo estamos tratando de superar nuestra residencia con vida. Y todos ustedes están haciendo eso demasiado difícil.

—Bueno, ustedes están cambiando la forma en que suceden las cosas aquí.

Ella se rió. —¿Sabes qué? si quieres seguir enfadado con algo sobre lo que no teníamos control, ve a por ello. No desperdiciaré energía luchando contra ti.— Justo cuando London se dio la vuelta, vio a April de pie detrás de ella con lágrimas en los ojos. —Apes, ¿qué pasó?

—Yo... estaba trabajando con el Dr. Shepherd...— London miró a Oliver, que las estaba mirando. —Y... y Lexie Grey. Ella, ella...

—¿Ella qué, Apes?— London preguntó con delicadeza. Cuando April no respondió, se volvió para mirar al residente que estaba detrás de ella. —¿Qué le hizo tu amiga?

—Yo...

—Ella se llevó mi cuaderno.— Logró decir April, y su amiga la miró. —Y cuando se molestó porque me iba bien con el Dr. Shepherd, ella le dijo cosas que leyó en el.

Oliver parpadeó; eso no sonaba como algo que Lexie haría.

—¿Por qué haría eso?— London preguntó, volviéndose para mirar a Oliver. —La conoces. ¿Por qué le haría eso?

—Yo, no lo sé, yo...— apretó los labios. —Siento que te haya hecho eso.— Le dijo a April, a quien London estaba abrazando. —Hablaré con ella. Te lo prometo.

Sin decir nada más, Oliver caminó por el pasillo, dejando solas a las dos chicas. London miró a April y limpió sus lágrimas con la manga de su abrigo. —Eres más fuerte que esto, April. Lo sabes. No dejes que llegue a ti.

Mientras tanto, Oliver había bajado al piso de quirófanos y encontró a Lexie lavándose junto a su hermano. —Lex, ¿puedo hablar contigo un segundo?— preguntó.

—¿Ahora mismo?— Derek le preguntó. —Estamos a punto de...

—¡Sí, ahora mismo!— Oliver insistió, mirando a su hermano a los ojos y el neurocirujano asintió con la cabeza. Lexie lo siguió fuera de la puerta y fue arrastrada a una sala de limpieza vacía. —¿Qué está mal contigo?

—¿Qué?

—¿Le embaste el cuaderno a April Kepner?— Preguntó y Lexie suspiró. —Lex, eso no es propio de ti.

—Ella estaba haciendo que a Derek le agradara.— Dijo y él puso los ojos en blanco. —Lo siento, solo... la fusión me está volviendo loca.

Oliver apretó los labios. —Mira, no me gusta la fusión más que a ti. Pero están aquí, y nada va a cambiar eso. Ya ha pasado. Y tú tomaste su cuaderno... esa no eres tú. ¿Por qué los dejas cambiar quién eres? todavía estás aquí porque Webber pensó que eras lo suficientemente buena como para quedarte. Eso debería ser lo único que afecte a tu opinión sobre ti misma. No los del Mercy West. Así que deberías devolverlo. Sobre todo porque creo que su amiga tiene algo de ira reprimida y no tiene miedo de golpearte.

Lexie asintió y Oliver se fue a la puerta. —¿Cómo los soportas, Ollie?— ella preguntó y él la miró. —¿Cómo hacemos esto?

Él suspiró. —Tal vez recordando que no es su culpa.— Dijo, las palabras de London resonando en su mente. —Ninguno de nosotros tuvo voz ni voto en la fusión, así que no es justo culparlos. Todos estamos trabajando hacia un mismo objetivo: completar nuestra residencia. No veo por qué no podemos ser cordiales los unos con los otros.

[...]

London descansó su cabeza en el hombro de Jackson al final de su primer turno en su nuevo hospital, todos ellos hablando de lo que les había pasado ese día.

Jackson había completado con éxito una cirugía con Owen Hunt después de —robar, como afirmó Cristina Yang—, averiguar qué le pasaba a su paciente. Reed, que había sido emparejada con Alex Karev, continuó quejándose de cómo habían estado peleando frente a su paciente hasta que su hija finalmente les gritó que se detuvieran.

April, que finalmente había recuperado su diario de Lexie Grey, estaba arreglando el pelo castaño lacio de London que se había caído de sus trenzas francesas a lo largo del día.

—Bueno, Izzie Stevens le administró accidentalmente la diálisis equivocada a un paciente, lo que le hizo perder el riñón que se suponía que debía tener después de tres años de espera.— Dijo Charles y London lo miró. —No creo que el día de nadie pueda ser peor que el de ese paciente.

—¿Es ella la que trató de pelear con Reed por un cubículo?— London le preguntó y él asintió con la cabeza. —Qué día... ¿creen que se volverá más fácil?

Jackson se encogió de hombros. —Depende de si nos siguen odiando.— Respondió y ella hizo una mueca con los labios. —¿Cómo te ha ido con el chico?

—¿Qué chico?— Reed preguntó.

—Oh, el chico con el que me acosté anoche es el residente al que me asignaron seguir hoy.— Les dijo London haciendo que sus amigos la miraran. —Dejen de mirar fijamente. Estaba bien. Parece bueno.

Jackson apretó los labios. —Ah, ¿la pequeña London está enamorada?— se burló.

Ella lo miró. —Tengo dos puños y no tengo miedo de usarlos.

Mientras tanto, Oliver estaba en la habitación de hospital de Meredith con Cristina, todos ellos hablando de sus días con sus compañeros del Mercy West cuando Alex entró.

—¿Les pateaste el trasero?— Meredith le preguntó mientras Cristina se acostaba en su cama a su lado y Oliver se sentaba en la silla al lado de la cama. —Vamos. Quiero un informe completo. Todo lo qué pasó.

Alex los miró fijamente. —Izzie me dejó.— Dijo, sosteniendo un trozo de papel y todos se miraron el uno al otro. —Ella escribió una nota y me dejó. Yo... no, no se... no sé si va a volver.

—¿Qué quieres decir con que se fue?— Oliver preguntó, compartiendo una mirada confusa con las dos mujeres en la cama. —¿A dónde se fue?

Alex se rió y se encogió de hombros, permaneciendo en silencio. Meredith miró a su cuñado. —Ve a abrazarlo.— Oliver le dio un mirada. —Ve. Abrázalo.

—¿Por qué tengo que abrazarlo?— preguntó con el ceño fruncido. —Haz que ella lo haga.

—¿Me conoces?— Cristina replicó blanqueando sus ojos. —Estás más cerca que yo. Y a todo el mundo le agradas.

Meredith se quejó. —¡Oh, uno de los dos vaya y hágalo!

Oliver miró fijamente a Cristina, que suspiró y se levantó de la cama. Ella se puso de pie y los miró antes de caminar hacia Alex lentamente, envolviéndolo con sus brazos. Meredith y Oliver se miraron.

¿Izzie Stevens se fue de Seattle?

[...]

London se quedó en el pasillo de su edificio de apartamentos, sacando las llaves mientras escuchaba a Daisy maullando al otro lado de la puerta. —¡Oh, no te he privado de comida!— dijo a través de la puerta. —Cálmate, gata loca.— Ella miró hacia atrás cuando escuchó una puerta abrirse. —Hola, Sra. Bates.

Sonrojándose ligeramente, abrió la puerta y entró. Tan pronto como cerró la puerta, Daisy, la gata, se acercó maullando como si se estuviera quejando de que no había sido alimentada en años en lugar de horas.

—¡Te di de comer!— dijo de nuevo, dejando caer su bolso en su sofá y entrando en la cocina. —Tienes suerte que amo a McKenna.

—¿Te das cuenta de que hablas mucho contigo misma?

London saltó ante la voz y se dio la vuelta, encontrándose sosteniendo su cuchillo de cocina. —¿Henry?— preguntó, viendo a su hermano entrar en la cocina. —¿Yo, qué, cómo? ¿Qué haces aquí? ¿Y cómo entraste aquí?

—Me diste una llave.— Respondió encogiendo los hombros, sentado en el taburete de la isla de su cocina.

—Para emergencias.— Le dijo ella.

—Bueno, según McKenna, esto era una emergencia.— Dijo y London puso los ojos en blanco. —Ella quería asegurarse de que le estabas dando de comer a Daisy.

London resopló. —Si ella no confiaba en mí para cuidar a su 'preciosa niña', entonces debería habértelo pedido a ti. ¡Además, la estoy alimentando!

—Eso no es lo que Daisy me dijo.— Dijo Henry y su hermana menor puso los ojos en blanco. —Estoy bromeando. Solo quería visitarte. McKenna y Daisy no tienen nada que ver con esto.

Ella suspiró. —Bueno, podrías haber llamado primero. Quiero decir, ¿y si papá estuviera aquí?

—Entonces habría dado la vuelta y me habría ido del país.— Respondió y ella se rió suavemente. —Por otro lado, papá nunca visita.

London inclinó la cabeza. —Tienes un punto. ¿Has hablado con el tío James recientemente?— preguntó, poniendo la comida de Daisy frente a ella antes de abrir su nevera para sacar dos latas de Coca-Cola dietética.

—Dijo que está en un caso en Florida.— Le dijo y ella asintió. —Me llamó ayer. Solo para ver cómo estaba.

—Sí, a mi también.

London se quedó en silencio y Henry le apretó la mano. —Yo también la echo de menos.— Ella lo miró. —No puedo creer que ya haya pasado un año.

—No se siente así.— Dijo en voz baja, abriendo la lata. —Se siente como ayer que mamá me llamaba todos los días durante mi año como interna.— Ella se rió a la ligera. —Ella nunca se perdió un día.

Henry sonrió suavemente. —Ella era así.

—Sí...— London echó un vistazo a la fotografía de ella, su madre y sus hermanos en la mesa. —Es lo que más amábamos de ella.

—Te quiero, niña.— Henry la envolvió con un brazo y besó su frente.

—Yo también te quiero.— Daisy saltó a la isla y ella acarició su suave pelaje gris. —Y también te quiero, Daisy. Incluso cuando estás siendo molesta.





























































































holaa!!! oficialmente empieza i can see you<33
que les pareció el capítulo? quieren que publique el siguiente? los leo!!
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