𝟎𝟐

𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐝𝐨𝐬

Partido de Béisbol
Termina en tragedia
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                          Resumamos lo que ha pasado desde que Bella Swan apareció de la maldita nada en la vida de los Cullen.

Primero, después de descubrir que era la Tua Cantante de Edward y, probablemente, su compañera de vida, Carlisle decidió que lo mejor era que se mantuviera alejado de la escuela por unos días. Según él, para "regular su sed" y evitar un desastre. Elliot envidió profundamente esa excusa: ¿Por qué Edward podía faltar y él no?

Cuando Edward volvió, todos intentaron seguir con sus vidas como si nada hubiera pasado. Pero Edward, siendo Edward, no tardó en complicarlo todo. En lugar de mantener la distancia, decidió hablar con Bella. Tenía un solo trabajo: evitar el contacto. ¿Y qué hizo? Exactamente lo contrario. 

El desastre no tardó en llegar. En un giro digno de una película de acción barata, un auto estuvo a punto de atropellar a Bella en el estacionamiento de la escuela. Y, por supuesto, Edward vio eso como la oportunidad perfecta para lucirse. Con su velocidad sobrehumana, salvó a la chica justo a tiempo. Resultado: Bella llena de dudas sobre cómo demonios había llegado tan rápido hasta ella. 

Después de ese espectáculo, la situación solo se volvió más caótica. Mientras el resto de los Cullen observaban desde la distancia, Edward se sumergía cada vez más en el huracán que era Isabella Swan. Y cuando la humana finalmente descubrió el secreto de la familia, ocurrió algo que los hermanos Cullen no olvidarían jamás. 

—El león se enamoró de la oveja. —Dijo Elliot, imitando a Edward con una voz ronca y solemne, mientras luchaba por no estallar en risas. 

—Qué estúpida oveja. —Siguió Emmett, adoptando una voz chillona que lo hacía sonar ridículo a propósito. 

—Y qué masoquista el león. —Añadió Elliot, completando la cita con una teatralidad exagerada. 

Para rematar la actuación, ambos fingieron un apasionado beso, provocando una carcajada sincera en Rosalie, quien los observaba desde el sofá con los brazos cruzados. 

En ese momento, Edward bajaba las escaleras, lanzándoles una mirada llena de exasperación mientras tomaba su abrigo del perchero. 

—Muy maduros, chicos. —Comentó con sarcasmo antes de salir por la puerta. 

—Últimamente está más delicado de lo normal, ¿no crees? —Dijo Elliot, dejándose caer dramáticamente en el sofá. 

Rosalie respondió con un simple tarareo, divertida. Y no era mentira: desde que Edward estaba con Bella, parecía tomarse todo de manera más personal. Aunque, para ser justos, Bella no era tan mala. De hecho, Elliot la encontraba hasta agradable. Había algo en ella, una terquedad en querer estar con Edward pese a las dificultades, que le recordaba a alguien que prefería no mencionar. 

Eso sí, Elliot evitaba convivir demasiado con Bella. Su aroma era tan dulce que le empalagaba, algo que le incomodaba profundamente. Aun así, no podía ignorar que Edward estaba haciendo todo lo posible para integrarla a la familia. Lo cual estaba bien... en teoría. 

Sin embargo, había algo que Elliot no podía negar: ser el único soltero de la familia empezaba a ser agotador. Aunque pasaba la mayor parte del tiempo con Rosalie y Emmett, ellos a veces necesitaban su espacio. En esos momentos, Elliot no podía evitar sentirse fuera de lugar. Extrañaba lo que alguna vez había tenido, pero sabía que eso jamás volvería. No podía amar a nadie más. No desde él. Se negaba rotundamente a encontrar a otra persona y traicionar el recuerdo de su primer amor.

Ahora, estaban a punto de salir a jugar béisbol. El clima era perfecto para los vampiros, y el juego favorito de los Cullen estaba a punto de comenzar.







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Ya todos estaban en el claro. Rosalie se entretenía jugando a arrebatarle el bate a Carlisle, mientras que Elliot y Emmett peleaban por la pelota como dos niños grandes, riendo a carcajadas. El resto simplemente esperaba a la pareja, que, como siempre, llegaba tarde.

Cuando finalmente aparecieron, Esme fue la primera en recibirlos con los brazos abiertos. 

—¡Qué bueno que llegas, Bella! Necesitamos un árbitro. —Dijo Esme mientras la guiaba hacia su puesto. 

—Cree que hacemos trampa. —Bromeó Elliot, empujando a Emmett para quitarle la pelota y lanzándola al aire. 

—Se lo que hacen. —Los sentenció Esme con una sonrisa maternal.

El juego dio inicio con todos en sus posiciones. Los truenos comenzaron a resonar en el cielo justo cuando Alice lanzó la pelota. Rosalie conectó un batazo que se escuchó como un trueno adicional, y Edward corrió tras la pelota mientras su hermana intentaba llegar a la base. 

Sin embargo, Edward llegó primero, dejando a Rosalie fuera. 

—Vamos, nena, es solo béisbol. —Intentó calmarla Emmett, divertido por el puchero que hacía su esposa. 

El juego continuó entre risas, bromas y las intensas jugadas propias de un grupo de vampiros. Las pelotas volaban tan rápido que para un humano habrían sido imposibles de seguir. Todo parecía transcurrir con normalidad, hasta que Alice se detuvo en seco. 

—¡Paren! —Dijo con urgencia. 

El ambiente cambió de inmediato. Todos dejaron lo que estaban haciendo y siguieron la mirada de Alice hacia el bosque. Un aroma comenzó a invadir el campo, uno que todos reconocieron al instante. 

Era demasiado tarde para que Edward y Bella huyeran. Los nómadas ya estaban cerca. Carlisle fue el primero en adelantarse, manteniendo la calma. 

Elliot también intentó avanzar, pero Emmett lo detuvo colocándolo detrás de Rosalie y de sí mismo. 

—No seas idiota, déjame pasar. —Bufó Elliot, pero su hermano mayor ni se inmutó. 

De entre los árboles, tres figuras emergieron. El líder del grupo, un hombre alto y tranquilo, sostenía una pelota de béisbol que había encontrado en el campo. 

—Creo que esto les pertenece. —Dijo, lanzándosela a Carlisle con un gesto amistoso. 

Carlisle atrapó la pelota con facilidad y le dedicó una sonrisa cordial. 

—Gracias. 

Los nómadas se presentaron, intercambiando palabras educadas con Carlisle mientras el resto de los Cullen observaba con atención, listos para intervenir si algo salía mal. Finalmente, los recién llegados pidieron unirse al juego, y Carlisle, siempre confiado en su diplomacia, aceptó. 

—Mi especialidad son las bolas curvas. —Comentó Victoria, la pelirroja del grupo, con una sonrisa que parecía más un desafío. 

—Podemos con eso. —Respondió Elliot con altanería, sin molestarse en ocultar su desdén. 

Poco a poco, todos volvieron a sus puestos. El ambiente parecía haberse relajado, y Bella estaba siendo escoltada por Edward fuera del campo. Sin embargo, justo cuando pensaron que todo estaba bajo control, una brisa levantó el aroma inconfundible de Bella. 

James se tensó de inmediato, su mirada oscureciéndose al identificar a la humana. Antes de que pudiera dar un paso hacia ella, los Cullen ya estaban en posición defensiva. 

—¡No! —ordenó Carlisle con firmeza, interponiéndose entre James y Bella. 

La tensión era palpable, como un cable a punto de romperse. Finalmente, Carlisle habló con una calma que exigía respeto. 

—Será mejor que se vayan. 

Los nómadas intercambiaron miradas antes de dar un paso atrás, aunque James no apartó los ojos de Bella hasta que desaparecieron entre los árboles. 

—Llévate a Bella. —Pidió Carlisle con tono grave.

Edward no necesitó que se lo repitieran. Apenas escuchó la orden, comenzó a arrastrar a Bella, que aún parecía confundida por lo sucedido. Ella miró hacia atrás, buscando entender qué acababa de pasar, pero Edward no le dio tiempo para hacer preguntas.

Elliot observó todo con desdén, recogiendo el bate del suelo con un gesto brusco y apoyándolo en sus hombros mientras fruncía el ceño.

—Sabía que la humana nos traería problemas. —Murmuró entre dientes, irritado por la interrupción en lo que debería haber sido una tarde de diversión.

—Elliot, no empieces. —Regañó Carlisle, su tono autoritario imponiéndose sobre el ambiente.

El joven vampiro rodó los ojos con fastidio y se dio la vuelta, decidido a no pelear. Se acercó a Rosalie, que ya se estaba alejando con Emmett. A pesar de que su humor estaba evidentemente afectado por el acontecimiento, no tenía ganas de discutir más, por lo que caminó tras ella sin decir una palabra. Se avecinaban problemas, muchos problemas.







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Las cosas no estaban mejorando. La amenaza de James se volvía más real con cada minuto que pasaba. La idea de sacar a Bella de Forks lo antes posible era crucial, pero el tiempo se les escapaba entre los dedos. James, con su instinto de rastreador, no descansaría hasta encontrar a Bella.

Elliot intentó unirse a la misión, pero Rosalie no le permitió ir con ella ni con Alice, dejándolo atrapado en casa con Carlisle y Esme. La inquietud lo devoraba. Cada segundo que pasaba sin estar allá con ellos lo sentía como una eternidad. No podía quedarse tranquilo, no cuando todo su mundo estaba en peligro. Su mente no dejaba de pensar en cómo podría salir todo mal.

Y, como siempre, sus presentimientos fueron correctos. Edward llegó a casa como un torbellino, visiblemente alterado. El rastreador había descubierto la trampa, y ahora iba tras Bella, directo al sur.

En cuanto se pronunció esa última frase, todo se movió rápidamente. No tardaron en subirse al auto y arrancar hacia ese lugar. Elliot estaba en el asiento trasero, su cuerpo tenso, inquieto. Su dedo giraba nervioso alrededor del relicario que colgaba en su cuello, como si eso lo ayudara a calmarse. Pero no había forma de relajarse cuando la vida de su hermano y de Bella estaba en juego.

La imagen de Edward perdiendo a Bella le revolvía el estómago. El simple pensamiento de que su hermano pasara por lo mismo que él había experimentado, esa angustia de perder a alguien tan profundamente, lo hacía sentir como si el aire lo estuviera dejando. Elliot no podría soportar verlo destrozado. Sabía lo que significaba estar solo, perder a alguien que de alguna forma completaba tu alma. Y no iba a dejar que eso le pasara a Edward.

Cuando llegaron al hotel donde, se supondría, estaría Bella, Alice salió a decir que no estaba ahí. Claramente Edward salió como un desquiciado hacia el salón de Ballet de la zona y los demás le siguieron el rastro.

Llegaron unos minutos después que Edward, justo cuando él estaba a punto de acabar con James.

—Hijo, recuerda quién eres. —Le dijo Carlisle, haciendo que Edward, con un último suspiro de furia, soltara a James.

—Nosotros nos encargaremos de él. —Respondió Jasper, con la calma.

Edward y Carlisle fueron a auxiliar a Bella, quien, al parecer, estaba perdiendo más sangre de la que debería. Elliot observó la escena con una mezcla de horror y asombro. Nunca había visto a su hermano tan devastado, tan a punto de perderlo todo. Sin embargo, algo en su interior se revolvió cuando el olor de la sangre de Bella llegó a su nariz. Extrañamente, el aroma no lo enloqueció como pensaba que lo haría; al contrario, le resultó repugnante, como si algo en su naturaleza vampírica le estuviera exigiendo rechazarlo.

—¿Nos haces los honores, Elliot? —Cuestionó Emmett, con una sonrisa cómplice en sus labios, sabiendo que la situación estaba controlada, pero que aún quedaba trabajo por hacer.

Elliot le devolvió la sonrisa, sus ojos brillando con diversión retorcida.

—Será un placer. —Respondió, con una calma que contrastaba con la tensión del momento.

De un rápido movimiento, Elliot avanzó hacia James, quien yacía inmovilizado y sin un pedazo de su cuello, pero aún consciente. Con un salto limpio, Elliot le arrancó la cabeza con precisión, sin darle oportunidad a reaccionar. La cabeza de James rodó hasta el suelo, y Elliot la lanzó sin piedad al fuego. El cuerpo del rastreador quedó allí, despojado de su poder, mientras sus compañeros de caza procedían a desmembrarlo, arrojando cada parte al fuego, asegurándose de que no quedara nada que pudiera representar una amenaza.

Al final, todo salió relativamente bien, a pesar de todo el caos y la tensión. Bella tenía una pierna rota y una enorme mordida en su brazo, pero, afortunadamente, nadie estaba muerto. Y, al final, eso era lo que realmente importaba, ¿no? Habían estado al borde del abismo, pero habían logrado salir de ahí con vida.

Con el peligro inmediato disipado, llevaron a Bella al hospital para que los médicos pudieran atenderla, asegurándose de que no hubiera complicaciones graves. Aunque, por supuesto, los Cullen se mantenían lo más alejados posible de cualquier persona que pudiera notar algo raro. Ellos sabían que todo esto era solo el comienzo de algo mucho más grande, pero por ahora, lo más importante era que la situación se había calmado, aunque solo fuera temporalmente.



































Sé que estamos avanzando rápido, pero realmente no hay mucho que aporte Elliot en las primeras dos películas de la saga.

¿Qué opinan de la relación padres/hijo que tienen Rosalie, Emmett y Elliot?

¿Les gustó? Opinen, comenten o los secuestro.

Gracias por leer 🌺

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