||Prologo||

Una vez hace mucho tiempo, una persona que estaba al borde de la muerte, menciono algo muy curioso y a la vez cierto del ser humano.

-- Toda la gente que he conocido es igual -- confeso en sus últimos momentos -- Alcohol, mujeres, o un dios, la familia, el rey, un sueño, un hijo, poder... Todos necesitamos embriagarnos de algo para poder seguir adelante.

¿Qué era lo que realmente impulsaba al ser humano a continuar con la mierda de vida que le tocara?

¿Era cierto que habría que tener un deseo egoísta para seguir viviendo? ¿Algo que estás dispuesto a obtener o que no estás dispuesto a soltar?

En su caso en específico, si había algo que lograba mantenerlo aun con el deseo de vivir a pesar de sus constantes luchas mentales.

Y esa razón se dividía en tres pequeños niños que en ese momento estaban durmiendo sin ninguna preocupación entre futones y sabanas.

Al inicio su razón solo era su pequeño hermano menor, quien era su única ancla, pero luego este le había traído otras dos pequeñas anclas más que necesitaban a alguien en quien apoyarse.

Y a él no le molestaba ser esa persona. Más aun cuando se dio cuenta que los otros dos niños eran tan desconfiados con la gente en general.

¿Qué tanto habían sufrido para ser tan desconfiados siendo tan pequeños?

Él vivió un infierno en su momento y no quería que ellos siguieran sufriendo.

-- Nunca olviden que tiene un hermano mayor que siempre estará para ustedes, ¿De acuerdo? Ace, Sabo, Luffy.

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Parecía que todo se había silenciado en el momento en que aquel puño de magma atravesó el cuerpo, perteneciente a su capitán, quien le había dado la espalda a su enemigo para ponerse como escudo para sus hermanos pequeños que ahora gritaban entre lágrimas por un milagro que no ocurriría.

El hermano con la logia del fuego gritaba a su compañero comandante que usara su fuego curativo para intentar cerrar el enorme agujero del pecho. Al mismo tiempo el hermano con la paramecia de goma le gritaba a un okama de gran cabeza que usara, ¿Feromonas? Si no mal escuchaba.

Ella no era médico, sabia hechizos básicos de curación, pero eso ni de broma iba a ser suficiente para sanar el enorme agujero que se cargaba su capitán.

Además, que ella debía seguir la última orden que le dio su capitán.

-- Con que aquí acaba la historia del último Valac -- murmuro para sí misma a la vez que veía como el mencionado usaba de sus pocas fuerzas para mandar a volar a los chiquillos para que fueran llevados a un lugar seguro.

Monkey D. Ryusei, o como lo comenzaron a llamar luego de hacerse con el título de Yonko, Valac Ryusei, el último del linaje del Rey Loco. Se dio la vuelta, mirando hacia Marineford con una mirada que prometía un desastre, al menos ella lo veía así.

Aquella espada que su capitán siempre cargaba, pero nunca utilizaba, se alzó por primera vez, viendo como este se prendió en llamas azules y estas aumentaban con ayuda del viento producido por su fruta del diablo.

Marineford no volvió a reponerse, al igual que su capitán que murió a los pocos minutos de destruir la base por completo.

Su muerte... ¿Cómo lograrían superar que su capitán no volvería?

-- ¡Ryusei~!

-- ¡Ace... Luffy...!

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