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II. EL SILENCIO DE LOS HERIDOS


EL SOL SE ESTABA PONIENDO cuando el Expreso de Hogwarts llegó a su destino y mientras los diversos alumnos bajaban, un hombre de aspecto lúgubre se encontraba en su despacho mirando la foto de una mujer pelirroja mientras suspiraba con pesar; este fue interrumpido cuando un ligero golpe lo hizo regresar de su ensoñación.

—Adelante. — dijo con voz cansada. Albus Dumbledore fue quién apareció en la puerta y le dió una inclinación de cabeza a modo de saludo. —¿Necesita algo, director?

—¿Cómo te encuentras el día de hoy, Severus?

—¿A qué se debe la pregunta?

—Simplemente quería saber de tu bienestar, pero si prefieres ignorar el tema, yo no tengo ningún problema con eso. — El hombre de gafas de medialuna sonrió. —He venido a hablarte acerca de la nueva estudiante que se unirá a los alumnos de quinto año, es importante que te recuerde que accediste a darle clases particulares a la Señorita Romanov, por lo que me gustaría que empezaran lo más pronto posible.

A Severus Snape no podía importarle menos la educación de aquella bruja. Si bien había estado renuente a aceptar en primera estancia, aceptó debido a que fue de cierta manera presionado por el viejo y porque, aunque nunca lo admitiría, sentía curiosidad por conocer el talento de aquella joven.

Suspirando y manteniendo su cara seria, obedeció. —Me estaré comunicando con ella una vez haya terminado la Ceremonia de Selección, recuerdo haber escuchado que se estará uniendo a los de primer año para que se conozca su casa, ¿cierto?

Albus asintió.

—Entonces ya no hay nada más que decir, si me disculpa, estaré en el Comedor esperando a que comience la Ceremonia.

Con paso firme salió de su oficina rumbo al Gran Comedor, mientras algunos cuadros susurraban a sus espaldas.

"Es el traidor, estoy segura de que él estuvo implicado en la muerte de los Potter". 

"Siempre supe que terminaría así". 

"No puedo creer que un Mortífago se pasee por todo Hogwarts". 

"¿A cuántos habrá matado?".

Al principio, Severus les gritaba que se callaran lanzándoles hechizos, pero después de un tiempo se terminó acostumbrando y dejó de afectarle. 3 años habían pasado desde la muerte de Lily Potter y no existía un solo momento en donde se reprochara todo lo que había causado, si bien ya no le importaban las palabras llenas de veneno de los estúpidos cuadros, sí se maldecía con las suyas; todos los días evitaba verse al espejo, pues el mero hecho de ver su reflejo le daba nauseas. Tenía que pelear en silencio con su cabeza para levantarse cada mañana y no acabar con su vida en la primera oportunidad que tuviera. Necesitaba recordar que todo valdría la pena cuando Harry Potter llegara a Hogwarts. Solo necesitaba aguantar un poco más.

Mientras tanto, en otra parte de los terrenos de Hogwarts, se encontraban 3 chicos abordo de un carruaje riendo y charlando animadamente.

—Lo digo en serio, toda tu personalidad grita Ravenclaw, estoy seguro de que el Sombrero te mandará con nosotros.

—Yo me inclino más por Gryffindor — Nora replicó —¿Acaso no viste como se comió todas esas grajeas?, se tiene que ser o muy valiente o muy estúpido para hacer eso, y cualquiera de las dos opciones es tristemente un rasgo de los leones.

Keres solo rió y se quedó pensativa todo el trayecto hasta el Gran Comedor, donde fue interceptada por una bruja alta de rostro severo.

—¿Señorita Keres?, por favor acompáñeme.

Sin pensarlo mucho y despidiéndose de sus nuevos amigos, la siguió sin chistar a través de un largo camino de piedra que daba a una habitación vacía. 

—Bienvenida a Hogwarts — dijo la bruja —. El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupe su lugar en el Gran Comedor, debe ser seleccionada para una de las cuatro casas; Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Cada casa tiene su propia noble . . .

Keres disoció, no le gustaba hacerlo, pero no podía evitarlo, además, toda la información que se le estaba proporcionando ya la había escuchado antes. Si en algo se parecían todas las escuelas mágicas, era en su sistema de puntos.

. . . Por órdenes del director, su ceremonia será incluso antes que la de los alumnos de primer año, así que le pido que no se mueva de aquí, volveré cuando tengamos todo listo. Por favor, espere en silencio. — Salió de la habitación y ella salió de su trance.

Keres podía escuchar claramente las voces que salían de un pequeño portal situado a la derecha y concluyó que ahí se encontraba el resto del colegio. Curiosa, abrió un poco la puerta y recorrió con la mirada todo el Comedor, en dónde divisó una cara familiar en la mesa de profesores. Intentando llamar la atención del sujeto en cuestión, agitó sus brazos.

Poco tardó Severus en sentirse observado y buscando la fuente de aquella sensación, se encontró con la mirada de la pelinegra, a la cual reconoció de inmediato.

Cuando aceptó la propuesta de Dumbledore de darle lecciones particulares a la Señorita Romanov, había omitido el pequeño detalle de que ya la había conocido y el hecho de que habían estado intercambiando misivas. Nada del otro mundo, por supuesto, simplemente había sido una tormenta de preguntas o como a Keres le gustaba llamarle, un "Cuestionario para Determinar sus Conocimientos", y aunque fuera una ofensa directa a su inteligencia, de alguna manera, el contestar a sus preguntas cada cierto tiempo, lo ayudaba a mantener su mente ocupada y activa, no permitiendo que ésta le jugara malas pasadas durante el verano.

Si bien aquello le dió un pequeño respiro, no iba a ser motivo de favoritismos ni de privilegios de su parte. Ella iba a cursar su clase como todos los demás, si cometía un error iba a ser humillada de igual forma, por lo que cuando descifró el pequeño "Hola" que se formaba en la boca de Keres, decidió ignorarla y desviar su atención a la animada conversación que mantenían Minerva McGonagall y Filius Flitwick.

Keres al ver su reacción, comprendió el mensaje y decidió no insistir más. Mientras tanto, esperaba pacientemente detrás de la puerta a que los alumnos de segundo a séptimo grado tomaran sus respectivos asientos.

Observando a todos, vislumbró a los gemelos en la mesa de Ravenclaw y estos le dieron un animado saludo.

Al parecer, acababa de decidir a qué casa quería pertenecer.

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