Capítulo Tres.

03. nombres extraños

═══ -ˋˏ *.·:·.⟐.·:·.* ˎˊ- ═══

Subió el ascensor ignorando a casi todo el mundo para llegar al piso donde se encontraba Sally—Necesito que os portéis demasiado bien— volvió a repetir una vez más— este es el trabajo de mama y la desorganización no le gusta al jefe de mami, ¿okay? 

 —Okay— respondieron en unísono. Al llegar a donde estaba el escritorio de Sally la mujer mayor sonrió de inmediato a los tres niños. 

 —¡Pero si sois las cosas más hermosas que vi!— les dijo felizmente— ¿vienen contigo? 

 —Si— contestó algo nerviosa— ¿pueden quedarse contigo en lo que reviso el discurso? Se portan muy bien, te lo juro.

—¡Claro que si!— se emocionó— siéntese allá— les señaló un sofá—ahora, ¿de dónde los sacaste y porque se parecen tanto a ti? 

 —Porque son míos— susurro. La mujer abrió los ojos con sorpresa, nunca se imaginó que la chica tuviera un hijo y mucho menos tres, pero no era nadie para juzgar.—no le digas a nadie— pidió— no me gusta mezclar mi vida privada y tu mirada me dice todo, me estás juzgando. 

 —No, no, no— negó de inmediato— no te juzgo, no soy nadie para hacerlo— la calmo— solo estoy sorprendida, se parecen mucho a ti. 

 —Si— sonrió— ¿el jefe está aquí? 

 —no, salió con Zander hace media hora.

—Perfecto— se dirigió a sus hijos— la señorita Sally va a quedarse con ustedes, tratadla bien, ya que es una amiga querida de mamá. Con eso volvió a tomar el ascensor para bajar al piso donde estaban los pasantes, una de las cosas que les ponía a hacer era escribir los discursos de Nikolaev, pero debía siempre revisarlos tres veces antes de aprobarlos y al final del día era como si ella tuviera que escribirlo todo—¿Quién tiene el discurso?— preguntó inmediatamente entró a la sala de reposo donde estaban todos hablando. 

 —Yo— levantó la mano un pelirrojo— ¿por?

 —Necesito verificarlo— respondió con obviedad— vamos camina— señaló el pasillo para que fuera a buscarlo. El chico que se veía joven hizo lo que le dijo la mujer de inmediato buscando el discurso.




 (...) 



 —Yo digo que es cosa de padres rusos— pago la cuenta Zander. 

 —Creo que querer que tus hijos se casen y te den nieto es cosa de padres en general— respondió caminado al auto. 

 —Si, pero, ¿joder tanto como lo hacen nuestros padres? Definitivamente, cosa de rusos— señaló para comenzar a conducir— ¡somos jóvenes todavía! 

 —No tanto— negó— y nuestros padres tampoco son tan jóvenes ya. 

 —Bueno yo no quiero casarme y si algún día lo hago, por favor, golpéame y hazme entrar en razón carcajeó— gracias a dios que no duro más de dos noches con una mujer.

 —Yo si quiero casarme simplemente no encuentro a la persona correcta— explicó— y todas las mujeres que me presentan mis padres, son hermosas, claro también muchas son inteligentes, pero no tienen... eso.

 —La única mujer con la que tienes... eso— lo imito— es River, ustedes dos funcionan tan jodidamente bien. 

 —Nos entendemos— le restó importancia. Sabía que Zander tenía razón, River y él funcionaban demasiado bien. Ella lo entendía y lo conocía mucho más de lo que él a ella, pero podía soportar eso. Cuando comenzó a trabajar para el noto de inmediato que era excelente en su trabajo y que extrañamente le agradaba, tal vez era su manera de no meterse en su vida o de no buscar más nada con el que le incitó a comenzar una amistad con ella. Las personas no eran de su agrado, pero River se había metido en su piel rápidamente. 

 —Quiero hacer una pregunta inapropiada. 

 —No— negó antes de que siquiera preguntara— no puedes tirártela hemos hablado de esto antes.

 No le podía importar menos si sus empleados se acostaban unos con otros, mientras no afectara sus casos bien por ellos y Zander era un experto en acostarse con todo lo que le pareciera bonito. Pero River estaba fuera de juego, no solo para el sí no que para todos los que trabajaban allí y lo sabían. 

 —Tal vez yo no pero, ¿tú? 

 Su mandíbula se tensó de inmediato y agradeció que hubieran llegado al edificio pues se bajó del auto para dirigirse al ascensor sin pensarlo dos veces. El problema no estaba en la insinuación. El problema estaba en que si lo había hecho, múltiples veces queda aclarar y podía asegurar que era el mejor sexo que jamás había tenido. 

 Paso una mano por su rostro frustrado, nunca fue de acostarse con una mujer nueva todas las semanas. Había estado en una relación de cuatro años con la mujer que en su momento incluso creyó podría casarse, pero esta lo engañó. —Sally necesito que llames a Bonetti y le digas que suba a mi oficina— continuo directo hacia esta cuando unas risas lo detuvieron. 

 Se giró encontrándose con tres pares de ojos claros desconocidos, bueno no tanto pues había unos ojos grises que le recordaban a su asistente. Busco a su secretaria con la mirada encontrándose su escritorio vacío. —¿Hola?— preguntó. 

—No podemos hablar con extraños— respondió un muy rubio chico. 

 —Considerando que estáis en mi edificio diría que los extraños son ustedes, ¿estáis perdidos?

 —Estamos esperando a alguien— contesto otro rubio. 

 —Eres lindo— le sonrío de la nada, la castaña lo que lo tomo por sorpresa— ¿son tatuajes? ¿Puedo verlos? 

 —Atenea— le reclamó el más rubio. Atenea, que nombre más... extraño, pensó el ruso. 

 —Son tatuajes— confirmó subiendo ligeramente la manga de su brazo derecho. Se los había comenzado a hacer cuando tenía diecisiete tratando de ser rebelde contra sus padres, pero les había tomado amor de verdad y con el tiempo continuo con ellos, pero tenía los sin hacerse uno

. —Son feos— murmuró el menos rubio.

 —¡Eros!— le reclamó la castaña. Ya sabía dos de tres y le parecían nombres que traerían mucho bullying, ¿sus padres no los querían? 

 —Tenéis unos nombres extraños. 

 —Oh gracias por lo obvio— gruño el de ojos verdes— tu seguro tienes un nombre común, ¿cómo te llamas eh? Adam o Jhon. 

 —Nikolaev— contestó— ¿te parece ordinario? 

 —No, pero es feo— rodó los ojos.

 —Ya y tú, ¿Cómo te llamas? Zeus o algo así. 

 —Hades.

 —Estáis jodiendo, ¿sois hermanos? 

 —Trillizos. 

 —Mierda. 

 —¡Palabra!— le gritó la castaña. Una pequeña risa se le escapó, le agradaba la niña, pero aún estaba confundido de que hacían aquí. 

 —Señor Morozov el señor Kozlov dice que necesita su ayuda con un tema familiar urgente, está en su oficina— Sally hizo acto de presencia. 

 —Iré enseguida, adiós, niños de nombres extraños— se alejó de estos— ¿Cómo llegaron esos tres aquí y quiénes son?

 —Oh lo siento son los hijos de alguien que me pidió que los cuidara, no es nada importante— sonrió. El hombre quiso seguir preguntando, pero la verdad le restó importancia, no era problema suyo.






 (...) 




 El jefe está aquí. Todo se paralizó a su alrededor cuando Sally envió ese mensaje. —solo no vuelvas a tratar de hacer el discurso tan sentimental— explicó por última vez al pasante— el señor Morozov no es un hombre de esos.

 —Entendido, mañana estará todo listo. 

 —Eso espero— salió de allí corriendo. 

 De verdad se merecía un primero por correr en tacones. Subió al ascensor esperando llegar lo más rápido posible y tal vez con suerte no había subido todavía. Su respiración estaba algo agitada por los nervios, no quería que la despidieran y tal vez en el fondo también había la egoísta razón de que no quería alejarse de él. 

 Desde que tomó el trabajo notó lo apuesto que era el hombre, era imposible de ignorar. Alrededor de uno noventa y tres con un cabello castaño que cuando mojaba se rizaba ligeramente o cuando sudaba, unos ojos verdes hermosos y una sonrisa que mataba las pocas veces que se dejaba ver. 

 La primera vez que habían pasado la línea fue un accidente. Estaba lloviendo y salían de una actividad cuando por causa de unos zapatos resbalosos al entrar al auto River cayó sobre el regazo del ruso, luego de eso siempre trataban de mantenerse profesionales, pero de vez en cuando los roces intencionales salían a la luz hasta que un día actuaron sobre ello.

 Antes de quedar embarazada River había estado con unos cuantos chicos en la universidad pero nada especial. Al tener a los trillizos, con el trabajo y todo eso no podía salir a citas ni tenía tiempo para eso, pero llego a tratar dos veces. El sexo fue terrible. Así que cuando ambos comenzaron ya no había marcha atrás, sucedía luego de algún evento o cuando debían quedarse hasta muy tarde en la oficina, pero luego actuaban como sin nada. Eran profesionales aunque a veces les costaba. 

 —Todo resuelto— salió del ascensor con una sonrisa— vamos a casa, gracias Sally. La mujer asintió y se despidió de los niños mientras todos salían de allí. Si la mujer no le mencionó nada es porque nada interesante había sucedido o eso pensó.

 —Mami conocimos a un señor tatuado, su nombre era Niko. 


 Mierda.  

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top