Capítulo Cuatro.

04. nada se ve más bonito que toda una familia feliz

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Tenía esperanzas de que Nikolaev no hubiera descubierto que eran suyos, si Sally no le dijo eso pues probablemente no sabía nada. Dejó a los niños en la escuela para dirigirse a su auto cuando su celular sonó, estaba cansada de esas jodidas llamadas así que por fin se rindió.

 —¿Qué quieres?— preguntó irritada subiendo al auto para poner el móvil en alta voz. 

 —¿Esas son maneras para responder el teléfono a tu madre? Creí haberte enseñado modales.

 —Y yo pensé haberte dicho que no te metieras en mi vida— comenzó a conducir camino al trabajo.

 —Créeme que no te llamo porque quiero, tu padre me lo pidió— no podía verla, pero se la imaginó rodando los ojos, irritada— estoy haciéndote un favor. 

 —¿malgastar mi tiempo es un favor?— se burló secamente. 

 —no, pero avisarte que William volvió a casa y estuvo preguntando por ti es un favor. — Todo su cuerpo se tensó. William Orson era el jodido idiota que la había embarazado y luego había corrido como todo un cobarde negando paternidad. 

 —¿Qué le dijiste? 

 —Absolutamente nada, no me place hablar sobre mi hija la que se embarazó y daño la familia.

 —¿Y qué dijo él? 

 —Preguntó por los niños. 

 No y jodidamente no, ¿con qué derecho preguntaba por ellos? Cuando le dijo del embarazo al inicio trató de entenderlo y darle tiempo, eran jóvenes (aunque él fuera varios años mayor que ella) quiso darle tiempo para pensarlo pues era todo un shock, pero él se decidió a negar que habían estado juntos. Aun así quiso darle una oportunidad cuando cumplieron dos años y le invitó a conocer a sus hijos, pero este se negó, al poco tiempo de mudo a Birmingham para nunca volver a dar la cara. —¿Qué le dijiste? 

 —Que no los buscará, que estaban mejor sin él.— Agradeció mentalmente que su madre fuera una persona horrible, pero que al menos no se metiera donde no debía y no tratará de arruinar la vida de sus hijos

. —Gracias por el aviso— fue un agradecimiento sincero.

 —Eso no es todo. — Algo le decía que lo que su madre diría después no le gustaría, que era algo que odiaría. —Está viviendo en Londres, tiene un trabajo que le paga más de lo que debería y tiene una vida estable.

 —Londres es demasiado grande puede que nunca lo vea— esas palabras fueron más para calmarse a sí misma que para su progenitora. 

 —Al menos que te esté buscando, dicen que está buscando meterse en política y nada se ve más bonito que toda una familia feliz— canturreo— tiene una esposa trofeo. 

 —Solo le faltan los hijos— gruñó apretando el volante.

 —Y resulta que tiene tres hijos que parecen modelos, ten cuidado River. — Colgó la llamada sin decir más nada, pero honestamente solamente con lo que había dicho había jodido la mente de la rubia. No es como si él tuviera posibilidades de quitarle a sus hijos. Tenía un trabajo estable, un buen hogar e iban a una escuela decente. Él los había negado y nunca había sido parte de sus vidas. ¿Por qué ahora? ¿Por qué cuando todo estaba bien? Le había tomado años llegar a donde estaba y ahora el desgraciado quería arruinar todo. 

 Estaciono el auto en su lugar asignado caminando a paso acelerado a la oficina, esta vez no a la de Nikolaev. —Necesito un consejo legal para una amiga— fue lo primero que dijo abriendo las puertas sin siquiera tocar.

—Buenos días para ti también rubia— respondió él, riendo de manera sarcástica— ¿en qué puedo ser útil?

—Eres uno de los mejores abogados de familia del país— lo cual todavía le aprecia irónico pues Zander Kozlov era la última persona que se imaginaba cuando el título venía a su mente. 

 —Lo soy— le dio una de esas sonrisas que hacían que cualquier chica se derritiera, menos ella.

 —Mi amiga es madre soltera, trillizos— el pelinegro pitó en sorpresa— el padre nunca estuvo en la imagen y no está en el certificado de nacimiento, nada.

 —Imagino qué pasó un tiempo el bastardo se aburrió y quiere custodia. 

 —Bingo— afirmó— por lo que sé, él está bien, es político. 

 —Bueno es siempre es un problema, tu amiga, ¿está bien económicamente? 

 —Trabajo estable con buena paga, buen hogar y los niños están en una buena escuela. 

 —Perfecto, ¿está casada? 

 —no. 

 —Normalmente, eso no es un problema, ya que en general la corte tiende a irse siempre por el lado materno más si el padre fue ausente, todavía más fácil considerando que no está en el certificado de nacimiento— informó— pero realmente el tema político lo complica un poco, seguro buscará un abogado tradicional que hable sobre la importancia de la figura paterna.

 —Ella fue madre joven, los niños tienen ocho años y ella mi edad, veintinueve. 

 —Otro punto de complicación, ¿el padre es mayor? 

 —Por unos cuantos años.

 —Puede que usen el punto de falta de tiempo para cuidar a los niños, ¿pasa mucho tiempo con ellos?— se levantó de su asiento. 

 —Todo el que puede, tiene un trabajo demasiado exigente, pero es buena madre te lo juro— sintió sus ojos aguarse ligeramente— da la vida por sus hijos y... No quiere perderlos. 

 Zander la miró con sospecha, había visto a demasiadas madres asustadas de perder a sus hijos y podía reconocer a una en cualquier lado, pero River nunca había mencionado tener hijos. —Dile a tu amiga que me llame si necesita un abogado, lo haré pro bono— le pasó un pañuelo— pero parece un caso fácil, tal vez un esposo lo haría más fácil, pero aun así es muy probable que gane. 

 —Gracias Zander— salió de la oficina dejando el pañuelo en la basura y asegurándose de estar bien. 

 —¿Qué hacías en la oficina de Zander?— la gruesa voz que conocía mejor que nadie hizo acto de presencia. 

 —Buenos días— respondió dirigiéndose al ascensor, seguida por el ruso castaño. 

 —Hice una pregunta, espero una respuesta— se colocó frente a ella.

 —Buscaba un consejo legal para una amiga— respondió mirándolo fijamente, joder cuánto le gustaba el color de sus ojos. Le recordaban vagamente a los de William, pero la diferencia estaba en que los de Nikolaev tenían un cierto gris en ellos, parecían falsos. 

 —¿no podías pedírmelo a mí?— se acercó otro poco. De la nada el ascensor se sentía todavía más pequeño y el calor había subido mucho más, no tendían a hacer este tipo de cosas por mantener el profesionalismo.

 —Era sobre leyes de familia y tu eres abogado penal— aclaró bajando la mirada a los labios del ruso quien tomó su barbilla haciéndola mirar a sus ojos. 

 River no era una mujer baja, medía un metro y setenta y cinco, pero aun así normalmente Nikolaev era una cabeza más alto que ella. En tacones era un poco menos alto, pero se mantenía más que ella. —Cuando te hablo me miras a los ojos porque si sigues de esta manera pienso follarte aquí mismo— la soltó para salir del ascensor y encaminarse a su oficina. 

 River trato de recuperar su aliento, maldiciendo mentalmente al ruso por dejarla con las ganas de un beso. Por un segundo había olvidado su gran problema, pero este volvió a llegar a su mente aunque estaba mucho más calmada luego de las palabras de Zander. —Ayer me pasó algo muy extraño— comenzó a contar el ruso al sentarse en su silla— pero es una historia para otro momento, debo contarte algo importante. 

 —¿Qué sucede? 

 —Mi padre está enfermo— confesó tomándola por sorpresa. Había conocido a Grigory Morozov en varias ocasiones anteriores y era un hombre que le agradaba pues si bien le daba algo de miedo por su semblante serio, tenía un sentido del humor muy oscuro que le causaba demasiada gracia.

 —Lo siento tanto, ¿Qué tiene?— preguntó preocupada.

 —tuvo un ataque al corazón ayer, está mal— la miró con un poco de dolor en sus ojos. No tenía necesariamente una mala relación con su padre, no eran muy cercanos, pero no por algo que había hecho en sí. Nikolaev era simplemente así y mientras crecía su padre estaba tan enfocado en darle una mejor vida que no pasaba mucho tiempo con él. Pero lo admiraba y era el hombre que le había enseñado muchas cosas sobre su carrera. 

 —¿y como te sientes al respecto?— era una pregunta de la cual sabía ya la respuesta, lo conocía y sabía de la relación extraña de ambos—¿vas a ir a verlo? 

 —Está en la casa, tomaré un helicóptero privado más tarde para ir a verlo— explico pues la casa familiar de los Morozov estaba algo muy alejada del centro y si bien podía llegarse en auto era millón de veces más fácil por aire— me iré en unas horas y volveré mañana, necesito que estés aquí cuando vuelva. El recital de los trillizos fue lo primero que llegó a su mente y la promesa de tratar de ir siendo rota, pero no podía simplemente decirle a su jefe que no, más considerando que había tomado una tarde ya. 

 —Aquí estaré. 




 (...) 





 —Se los recompensaré, lo prometo— fueron sus palabras al darle la noticia a sus hijos quienes solo asintieron. 

 —No debes preocuparte mamá— le ofreció una sonrisa Atenea. 

 —Sabemos que te esfuerzas mucho por nosotros— la abrazo Eros y su hermana le siguió. Hades esperó a que sus hermanos se alejaran para también abrazar a su madre. 

 —¿por qué no ordenamos una pizza y vemos una película?— se levantó del sofá donde estaba escuchando cómo el trío decía que sí. Los vio comenzar a hablar de algo sobre la escuela y no pudo evitar sentir su corazón estrujarse nada más de pensar que alguien podía quitárselos.  No creía que podría soportar tal cosa y si de verdad trataban iba a hacer todo por evitarlo. Todo.  

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